JOSÉ ANTONIO LABORDETA SUBÍAS (Zaragoza, 1935-2010)
La sabina
Allí permanece quieta
igual que la soledad,
pasa el tiempo por sus ramas
y no las puede truncar.
Quieta,
altiva,
la sabina
testifica
que bajo ella
se agruparon
los anarquistas.
Soporta la ira del cierzo
igual que un barco a la mar
y bajo la densa niebla
es como un ángel guardián.
Cuando paso por su lado
me entran ganas de abrazar
el viejo y duro tronco
que la hace realidad.
Y allí permanece enhiesta
como un monegrino más
sabiendo, como ellos saben,
lo duro que es pelear.
La sabina
Allí permanece quieta
igual que la soledad,
pasa el tiempo por sus ramas
y no las puede truncar.
Quieta,
altiva,
la sabina
testifica
que bajo ella
se agruparon
los anarquistas.
Soporta la ira del cierzo
igual que un barco a la mar
y bajo la densa niebla
es como un ángel guardián.
Cuando paso por su lado
me entran ganas de abrazar
el viejo y duro tronco
que la hace realidad.
Y allí permanece enhiesta
como un monegrino más
sabiendo, como ellos saben,
lo duro que es pelear.
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