lunes, 28 de noviembre de 2016

SANDRA MEEK (USA)
Welwitschia mirabilis, Namib Desert
 
The heart is a caldera of ash encircled
by two wind-whipped leaves: what begins

banner-broad as Miss Landmine’s sash ends
in a pageant of feather-fray spiraling the stem’s

terminal groove, tar-gray lips
spongy as hot asphalt crowning what bore

and bears it, a wind field’s drift
of sand. With distance, they’re great hulking spiders

hunching a limbless horizon, wind-raked debris, stacks
of tattered carcasses, not what felled Welwitsch

awestruck to his knees: mirabilis,
miracle, this circle of siblings born

five hundred years ago of a single freakish
week of rain. Not bushes, but trees

driven underground, five, ten, twenty
sentient centuries they thrive

off collision—morning’s fog belt an alchemy
divined of desiccation and a current’s

icy rise to a sabered coast rattling
its outsized pearls, sea-smoothed stones

and the knobby wreck of oysters
pried open, clean

as kneecaps.

§

Survival means living

always in reverse: night-opening
stomata, trunk a taproot

plunging toward core, that interred star
centering a planet warmed not by light

but decay: U238, forty-five hundred
million years a half life ghosting the age

of Earth where surfacing terminates
as discovery, as drilling

fuses, No Entry’s freshly dug
perimeter of signs jutting the park’s own

rusting signage warning tourists
against trespass, curiosity which killed

a lichen field laboring centuries
toward this very absence, the poise

of ore trucks straight-lining horizon paused
until the unearthing word—

Okay.
 

§
 
What survives is made visible
most for what scars it, field

history endures as ox wagon tracks neatly
scoring it still. A lichen’s fragility

its strength: that it exists
only as fusion, scaffold of fungus

an alga feeds. But nothing’s
singular; lop off either leaf, a welwitschia

will never sprout a third, will remain
always the flawed schism

it never lost faith with. Welwitschia:
in Nama, !kharos; in Herero,

 onyanga: desert onion. Because it isn’t landscape
that starves.

§
 
Lebensraum, just a little
elbow room
Konzentrationslager, a little space

to disappear in. Nama.
Herero. A little space

for forgetting, century
we were born to

born here
in genocide, all exits blocked

but to thorn, waterholes
poisoned, survivors

strung into plots
of barbed wire, narrative

enthralling the young Hitler
a halved world

away—

§
 
Whether influence
or confluence, inspire

or conspire, like
leads to like, desert by desert. Namib,

Kalahari. Nothing
singular. Nothing true

twinned: Race hygiene. Bastard
studies.
Operations overt

and covert, wars civil
and cold: history a spectral arc

so deeply dug, the desert’s pronged
with sand-shrouded tiaras, the antlered plates

of bounding mines; with blast mines
forged to the span of the human

palm, of baby carriage wheels
ground puck-smooth, scattered

like shattered spines, disks
of some fossil species more

or less human. But nothing’s fossil
but the living here—Darwin’s term, living

fossil, for the welwitschia, for what stalls
at origin. What changes only

circles: seasons clocked by arrival, fetal fists
of cones unfurling. Pollination

by flies. 

§
 
Like butterfly feelers, the narrow shoots
the cones top; like delicate antennae

tuning the static hum of the world’s latest
mined harbor. The human body

needs no acoustic signature. Is
both trigger and crutch.


§
 
Despite his urging a local name, the Academy ambered
Welwitsch in Latin: welwitschia since conserved

by military occupation, by colonial
proclamation, by the serendipitous sowing of mines

unharvested still.


§
 
Phantom by phantom, the desert unscrolls
dualed leaves rind-thick and corrugated

as the zinc roof held down by stones
of a house a woman one morning

walks away from, into a field suddenly
percussive with light.

To survive, the body
will seal at the thigh, heal

to a single bruise
of air—a tenderness that lies

only in the missing.
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Primera parte (traducción)

El corazón es una caldera de ceniza rodeado
por dos hojas azotadas por el viento: que comienza

en ancha franja como faja de Señorita en Campo de Minas
final en un desfile de plumas en espiral de tallos

surco terminal, labios de alquitrán gris
esponjoso de asfalto caliente coronado de luz

y la lleva, a la deriva en un campo ventoso
de arena. Con la distancia, grandes moles de arañas

encorvándose como horizonte sin extremidades, restos de viento-rastrillado,
apilados jirones de carcasas, la no talada Welwitscia

asombrado de rodillas: mirabilis,
milagro, este círculo de hermanos nacidos

quinientos años atrás en una única anormal
semana de lluvia. No arbustos, sino árboles

en la clandestinidad, cinco, diez, veinte
siglos sensibles que prosperan

de la colisión del cinturón de niebla de la mañana una alquimia
de divina desecación y una corriente

helada se levanta de una agitada costa
sus perlas de gran tamaño, piedras moldeadas por el mar

y el naufragio de restos de ostras
quedan abiertos, blancos

como rótulas.


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(Información)
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viernes, 25 de noviembre de 2016

MARCOS ANA (Fernando Macarro)
Salamanca, 1920- 24/11/2016 
"Decidme cómo es un árbol"

Decidme cómo es un árbol,
contadme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar, habladme 
del olor ancho del campo.
De las estrellas. Del aire.
Recítame un horizonte
sin cerradura y sin llaves
como la choza de un pobre.
Decidme cómo es el beso 
de una mujer. Dadme el nombre 
del amor, no lo recuerdo.
(¿Aún las noches se perfuman 
de enamorados que tiemblan 
de pasión bajo la luna?
¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?)
22 años. Ya olvido
la dimensión de las cosas, 
su olor, su aroma... Escribo
a tientas:  el mar, el campo...
Digo "Bosque" y he perdido
la geometría del árbol.
Hablo por hablar asuntos
que los años me borraron.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
(No puedo seguir
escucho los pasos del funcionario).

"Mi pecado es terribe; 
quise llenar de estrellas el corazón del hombre..."
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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Welwitschia mirabilis
UN ÁRBOL EN EL DESIERTO DEL NAMIB (Namibia y Angola)

La Welwitschia de más edad a 60 km de Swakopmund, +/-1,40 m de altura, está vallada para protegerla
Joseph D. Hooker
Extracto de la información del estudio de Joh R. Henschel

El árbol, Welwitschia mirabilis, es el único miembro de la familia Welwitschiaceae, orden Welwitschiales, división Gnetophyta. A pesar de que la welwitschia es una gymnosperma (relacionada con las coníferas), tiene varias similitudes con las angiospermas, como tener flores, polen transferido por insectos, no por el viento, así como el sistema de conducción del agua (vasos de xilema). Las Welwitschias se desarrollan en la mitad norte del Desierto del Namib, entre el río Kuiseb en Namibia, sur-este de la bahía de Namibia y costa sur de Angola. En este tramo, crecen en una treintena de núcleos. Anteriormente, a lo largo de 100 millones de años, las poblaciones de welwitschias estuvieron más conectadas que hoy en día.
En rojo las formaciones de Welwitschias

La Welwitschia mirabilis fue descrita y clasificada oficialmente en 1861 por el famoso botánico londinense Joseph D. Hooker, y se le puso ese nombre por el naturalista austríaco Friedrich Martin Joseph Welwitsch, porque fue quien envió el primer espécimen desde Angola a Hooker en 1859. Poco después, el explorador y artista Thomas Baines encontró esta planta en Namibia.



T.Baines, autorretato, pintando la Welwitschia mirabilis
Flor femenina

Los pueblos del desierto, Himba y Topnaar, llaman respectivamente a las welwitschias onyanga y !kharos. Se refieren también como Tumboa, que significa muñón, a causa de su pequeño y abrupto tallo. El muñón final sin ramas del tallo es el resultado de un sistema cerrado de crecimiento seguido de la muerte súbita de los ápices. Las welwitschias tienen sexos separados. Las hembras producen piñas-conos. Los machos tienen reducidos husillos de polen que es dispersado por el viento y los insectos. Sin embargo las semillas son propensas a ser infectadas por un hongo, el Aspergillus niger, que las vuelve rápidamente estériles.

Flor masculina
Las plantas de Welwitschia pueden llegar a alcanzar muchos años, aunque la edad exacta ha sido establecida sólo en algunos individuos mediante el método del carbono 14. La más antigua está datada en 920 años y otras fueron datadas con 300-550 años. Se piensa que las grandes plantas pueden ser más antiguas, quizá 1500-2000 años, pero es una conjetura. La edad estimada basándonos en la altura es incierta porque se han encontrado grados de crecimiento muy diferentes entre diferentes especímenes. Las hojas son las más largas en el reino vegetal, pues crecen continuamente durante toda la vida de la planta. Podemos hacernos una idea si tomamos una cinta y la sacamos de su bobina, una maraña confusa se agolpa a nuestros pies.
La welwitschia tiene sólo dos amplias hojas -inmortales-, gruesas, correosas, que a menudo se abren en las nerviaciones y se deshilachan, dando la apariencia de ser muchas hojas. Cada porción viva de hoja puede alcanzar cuatro metros de largo y dos metros de ancho, pero a menudo se estropean y se acortan. La amplitud de la hoja es inusualmente ancha para una planta del desierto. La área media de la hoja de una planta sana y adulta tiene alrededor de un metro cuadrado. Las hojas son perennes, crecen continuamente durante todo el año en un rango de 7 a 30 cm. El crecimiento de la hoja difiere considerablemente entre estaciones, años y localizaciones diferentes. La planta generalmente abre sus estomas (poros) durante el día para obtener dióxido de carbono por fotosíntesis. Sus ratios de transpiración son sorprendentemente elevados para una planta del desierto: una planta de tamaño medio transpira sobre un litro por día (el rango va desde 53 ml. hasta 2,6 litros).
Una pequeña planta junto a troncos fósiles
En momentos de estrés, las welwitschias pueden cambiar a otro método de respiración y captación de carbono (CAM) durante la noche cuando el aire es cálido y húmedo. La planta cierra sus estomas durante el día para reducir la pérdida de agua. Pueden obtener carbono por fotosíntesis desde las partes mas viejas de la hoja. La planta entonces tiene déficit de carbono y completa esta reserva cuando las condiciones son favorables.

Las welwitschias obtienen agua de diversas fuentes. El agua de lluvia que se filtra en el suelo duro y pedregoso que persiste en el plano superficial es muy importante para las welwitschias. Esto es un tanto sorprendente dada la escasa lluvia en el Namib. El promedio de lluvia anual en los terrenos de la welwitschia es de sólo 30 milímetros, pero es extremadamente variable, y algunos años no llueve. Las investigaciones niegan la generalizada suposición de que la niebla es importante. Muchas poblaciones de welwitschias crecen fuera del cinturón de niebla, e incluso, en áreas con niebla, los estudios isotópicos indican que esta fuente de humedad juega un papel menor en la economía del agua de la planta. Tienen una compleja red de raíces que se alargan a distancias de 3 a 5 metros de la planta. Estas raíces están conectadas con una densa red de vellos, algunos de los cuales ascienden a la superficie.

Las vellosidades superficiales pueden tomar la humedad que penetra en el suelo desde la atmósfera por la noche, incluyendo la niebla, rocío y vapor. Esto podría explicar una ligera correlación entre los ratios de crecimiento de la hoja con la evolución estacional de la humedad atmosférica. Aunque se ha especulado con que las welwitschias dependen del agua de aprofundidad de 30-40 metros de profundidad, los estudios en esta etapa revelan que sólo llegan a los 3 metros. Es posible que la humedad se eleve desde niveles mas profundos hasta alcanzar las raíces más superficiales. La dependencia del agua subterránea es un tema de conjetura y debate.
Semillas

La germinación es rara. La constante y larga temporada de lluvias al final del verano o principios del invierno, a menudo después de que muchas semillas sean liberadas, se piensa que es ideal para humedecer las semillas durante tres semanas, suficiente tiempo para que germinen y establezcan un sistema fuerte de raíces iniciales. Los plantones son raramente vistos. Observaciones ocasionales en grupos de plantas adultas indican que se agrupan por tamaño. Este modelo puede ocurrir por una asociación de acontecimientos diversos y raros.

La polinización se efectúa por pequeñas avispas, abejas e insectos voladores, pasando entre las flores masculinas y femeninas. No están involucrados en la polinización los insectos con manchas rojas o amarillas, Odontopus angolensis (hay una confusión respecto al nombre actual de especies determinadas, es probable que no sea ésta como a menudo se interpreta, el Probergrothius sexpunctatus). Estos insectos especializados se alimentan de la semilla en los conos de la welwitschia, y pueden de ese modo infectarlos con esporas de hongos.

Otros parásitos, como insectos escaladores, viven en las welwitschias. Muchos otros pequeños animales y microorganismos se asocian a las welwitschias para superar el duro clima del desierto bajo las amplias y frescas cubiertas de las hojas y algunos túneles en suaves montículos de finos sedimentos.

Planta ramoneada por herbívoros
Desechos (mucha basura llega de muy lejos) y detritos se quedan atrapados bajo las welwitschias, como las de las oscuras cucarachas (toltokkies). Arañas y reptiles atrapan insectos, o al revés. Zebras de montaña, rinocerontes negros, antílopes y gacelas orix y saltarinas, a veces ramonean las hojas. Las liebres del desierto mastican las estrechos filamentos y algunas veces las termitas van mas allá, cortando y dañándolas, llevándose trocitos de hojas bajo sus túneles. Resumiendo la welwichia es muy importante para toda la comunidad de animales y para la biodiversidad del área.

La Welwitschia es tan especial y única y tan puntualmente distribuida en Namibia, que hay una preocupación justificada ya que es muy vulnerable a la actividad humana creciente en el desierto del Namib, especialmente por la minería, la conducción fuera de pista y otras irresponsables conductas turísticas. Es conveniente que el turismo vea esta planta en los llanos de Welwitschia cerca de Swakopmund pues, aunque no es el campo más extenso, contiene unas quinientas welwitschias, incluyendo la famosa Gran Welwitschia (foto inicial), protegida por una valla.


Si existieran en el mundo listas de las plantas como en los animales, “los cinco grandes” -Big Five, león, rino, elefante, búfalo y leopardo-, las welwitschias serían el número uno en la lista de Namibia.


Tonco de welwitschia
















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domingo, 20 de noviembre de 2016

"SABINO GORDO" de General Terán
Estado de Nuevo León, México

El gran ahuehuete está a orillas de un manantial, cerca del Río Pilón, a cinco km del pueblo de General Terán. En torno al gran sabino se construyó un complejo recreativo, poniendo en valor el gran anciano del pueblo. Ya lo dice el cartel... un montón de años, más de 16 m de circunferencia, y casi 20 m de altura. Es, posiblemente, el segundo ahuehuete más grueso de México, si no tenemos en cuenta al maltrecho de Tepetitlán, en el estado de Hidalgo.
Llegar hasta el árbol no es problema, todo el mundo conoce el emplazamiento. Hay que tomar la carrtera hacia el pueblo de "China" (durante +/-2 km), girar a la izda. justo antes del puente y recorrer otro tanto hasta el complejo recreativo.








Hay un segundo ahuehuete a pocos metros, y su tamaño también es considerable

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jueves, 17 de noviembre de 2016

ANAMARÍA MAYOL (Argentina, 1953)
Árbol en algún bosque

Tal vez antes de ser mujer
fui árbol en algún bosque
y mis ramas crecían hacia el cielo
siempre intentado ver
el horizonte

y estuve allí por siglos
enraizada
aferrada a la tierra
bebiendo el cielo
habitada de pájaros y estrellas

Tal vez antes de ser mujer
disemine retoños
dejé semillas
y el viento fue mi amante
en los silencios
mi piel era corteza
y mis colores símbolos
del transcurso del tiempo
en crecimiento

A veces pienso en ello
y el bosque
no es un lugar extraño

Tal vez antes de ser mujer
fui árbol en algún bosque
aún siento el latido de la tierra
en mis venas
y hay días que regresan los pájaros
y anidan

                           En "Poemas pájaros", Ediciones El Mono Armado

ARBRE DANS QUELQUE FORÊT

Peut-être qu’avant d’être femme
j’étais arbre dans quelque forêt
et mes branches poussaient vers le ciel
dans l’espoir fou de voir
l’horizon

plantée là des siècles durant
enracinée
accrochée à la terre
buvant le ciel
habitée d’oiseaux et d’étoiles

Peut-être qu’avant d’être femme,
je répandais des bourgeons
semais des graines
et avais le vent pour amant
dans les silences
ma peau était écorce
et mes couleurs symboles
du temps qui passe
et grandit

J’y pense parfois
et la forêt
ne m’est pas étrangère

Peut-être qu’avant d’être femme
j’étais arbre dans quelque forêt
je sens encore le battement de la terre
dans mes veines
et il est des jours où les oiseaux reviennent
et font leur nid.

Traduit de l’espagnol par Silvia Guzzi de "Terres de femmes"
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domingo, 13 de noviembre de 2016

La leyenda del açaí

LA LEYENDA DEL AÇAÍ

En tiempos remotos, había una tribu que vivía donde hoy se erige la ciudad de Belem. Atravesaban un período negro de escasez de alimentos y, como la tribu aumentaba día tras día, el cacique Itaki reunió a su gente haciéndoles sentir la gran crisis que se iniciaría en el caso de que la tribu continuase creciendo demográficamente. Decidió, de común acuerdo con los más viejos guerreros y curanderos, sacrificar a todo bebé que naciese a partir de aquel día. Tal vez debido a esta medida, pasaron muchas lunas sin que ninguna nativa concibiese.
     Sin embargo, un día, Iaçá, la hija del cacique Itaki, concibió un bebé. No tardaron mucho para que el Consejo Tribal se reuniese y pidiera el sacrificio del bebé de Iaçá. Su padre, guerrero de palabra, no dudó en hacer cumplir su orden.
     Al saber el destino de su fruto, Iaçá imploró al padre que preservase la vida de su bebé, puesto que los campos estaban verdes y la caza no tardaría en abundar en la región. Aún así, el cacique Itaki mantuvo su palabra y el bebé -una niña- fue sacrificada.
     Iaçá se enclaustró en su tienda, quedándose allí durante días de rodillas, rogando a Tupã que le mostrase a su padre una manera por la cual no fuese necesario repetir el sacrificio de otros inocentes. Una noche Iaçá oyó un lloro de bebé. Se aproximó a la puerta de la tienda y entonces vio a su hija sonriente al pie de una esbelta palmera. Al principio, se quedó paralizada. Después echó a correr como una loca, se lanzó hacia la niña queriendo abrazarla, pero se encontró con la palmera. Misteriosamente la niña había desaparecido. Iaçá, inconsolable, lloró hasta desfallecer.
     Al día siguiente, su cuerpo fue encontrado aún abrazado a la palmera. Estaba muerta pero su semblante risueño irradiaba satisfacción, al mismo tiempo que sus grandes ojos negros, inertes, señalaban la copa de la palmera.
     Itaki vio que la palmera tenía un racimo de frutitas negras. Ordenó que fuesen recogidas y
aplastadas, obteniendo así, un vino rojizo. Este descubrimiento hizo que el cacique suspendiese los sacrificios y los bebés nacieran libremente, puesto que la alimentación ya no era un problema para la tribu. Itaki agradeció a Tupá la nueva fuente de alimentación e, invirtiendo el nombre de su hija Iaçá, bautizó el extraño vino con el nombre de Açaí.
     Pasaron los años y este vino rojizo fue fortaleciendo generaciones de guerreros y caboclos. La región creció y hoy sus habitantes toman el vino de esa palmera nativa sintiéndose fortalecidos gracias a las lágrimas de sangre de la india Iaçá.
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A LENDA DO AÇAÍ

Em tempos remotos, havia uma tribo que vivia onde hoje se erige a cidade de Belém. Eles
atravessavam um período negro de escassez de alimentos e, como a tribo aumentava dia a dia, o cacique Itaki reuniu sua gente fazendo sentir a grande crise que adviria, caso a tribo continuasse a crescer demograficamente. Resolveu, de comum acordo com os mais velhos guerreiros e curandeiros, sacrificar toda criança que nascesse a partir daquele dia. Talvez devido a tal medida, passaram-se
muitas luas sem nenhuma nativa conceber.
      Porém, um dia, Iaçá, a filha do cacique Itaki, concebeu uma linda criança. Entretanto, não demorou muito para o Conselho Tribal se reunir e pedir o sacrifício da filha de Iaçá. Seu pai, guerreiro de palavra, não hesitou em dar cumprimento à sua ordem.
     Ao saber da sorte de seu rebento, Iaçá implorou ao pai que poupasse a vida da filha, pois os campos estavam verdejantes e a caça não tardaria a abundar na região. Contudo, o cacique Itaki manteve sua palavra e a criança foi sacrificada.
      Iaçá enclausurou-se em sua tenda, ficando ali por quase dois dias de joelhos, rogando a Tupã que mostrasse para seu pai uma maneira pela qual não fosse preciso repetir o sacrifício de inocentes. Altas horas da noite, ouviu Iaçá um choro de criança. Aproximou-se da porta da tenda e, então, viu sua filha sorridente ao pé de uma esbelta palmeira. A princípio, ficou estática. Depois, em correria louca, lançou-se em direção à filha, abraçando-se a ela, mas deparou-se com a palmeira, pois, misteriosamente, a criança desaparecera.
     Iaçá, inconsolável, chorou copiosamente até desfalecer.
     No dia seguinte, o seu corpo foi encontrado ainda abraçado à palmeira. Estava morta, mas seu semblante risonho irradiava satisfação; ao mesmo tempo, seus grandes olhos negros, inertes, fitavam o alto da palmeira.
     Itaki notou que a palmeira tinha um cacho de frutinhas pretas. Ordenou que fosse apanhado e amassado, obtendo, assim, um vinho avermelhado. Este achado fez com que o cacique suspendesse os sacrifícios e as crianças voltaram a nascer livremente, pois a alimentação já não era mais problema na tribo. Itaki agradeceu a Tupã e, invertendo o nome da sua filha Iaçá, batizou o estranho vinho de Açaí.
     Passaram os anos e o vinho vermelho foi fortalecendo gerações de guerreiros e
caboclos. A região cresceu e, até hoje, seus habitantes tomam o vinho dessa palmeira nativa sentindo-se fortalecidos graças às lágrimas de sangue da índia Iaçá.
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http://www.acaidobrasil.es/que-es/
http://www.mecd.gob.es/brasil/dms/consejerias-exteriores/brasil/publicaciones-y-materiales--didacticos/publicaciones/orellana/leyendasamazonas.pdf
https://www.youtube.com/watch?v=vPjMs7HuWv0
https://www.youtube.com/watch?v=t04EP9ywux8
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viernes, 11 de noviembre de 2016


EL ÁRBOL SIN HOJAS
Canción infantil

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martes, 8 de noviembre de 2016

El sabino de Tepetitlán

SABINO DE TEPETITLÁN
Estado de Hidalgo, México

Ahuehuete.. sabino... viejo del agua... ciprés de Moctezuma... Taxodium mucronatum

Visita al gran ahuehuete... 23 de marzo de 2016
     ¡Cuántos disgustos -tres- le han dado a este hermoso gigante!

     Ha sufrido tres incendios de los cuales el tercero fue el más devastador. En la década de los sesenta, durante unos carnavales alguien le prendió fuego. ¿Las causas? el/los ¿quienes lo quemaron? todo son conjeturas... envidias, falsa diversión, ... ¡quién lo sabe! Esa tarde, al ver las llamas, los vecinos acudieron y trataron de sofocar el fuego. No sirvieron ni los cubos de agua ni el fango que se le arrojó, estuvo ardiendo muchas horas... los bomberos de Pachuca, la capital del estado de Hidalgo, ya entrada la noche, llegaron para sofocar las últimas brasas... Perdió gran parte de su estructura.
      Era el segundo sabino más grueso de México pero nadie lo tuvo en cuenta. Aún ahora es poco el interés que provoca. Las autoridades del estado de Hidalgo están sordas para coger bajo su protección a su vecino más antiguo, el más viejo.
      Las condiciones ambientales donde radica siguen siendo positivas puesto que el suministro de agua es constante, aún en épocas de sequía, y ha estado vallado. La intervención que se le quiere hacer ahora esperemos que no sea dramática. A veces queremos proteger mediante vallas, cercas, cemento (concreto), carteles... y lo que hacemos es poner parapetos al suministro de agua, cortar raíces, quitar la visión completa del árbol... la buena voluntad no vasta, hay que pensar bien qué se debe hacer o simplemente seguir como hasta ahora, reponer la simple cerca de madera para que los animales de dos o cuatro patas no nos acerquemos a él y pisoteemos sus raíces. Esta medida ha servido hasta ahora, y hay que tenerla en cuenta.
      En la misma ladera del monte y muy cerca del gran sabino hay tres medianos y uno pequeño. Todos tienen provisión de agua y están cercados, por lo que su entorno es favorable. Además se ha tenido el buen criterio de cortar el bosquecillo de eucaliptos que ladera arriba habrían podido secar las fuentes.
      Está situado hacia el norte, como a 3,5 km del centro del pueblo. Es de fácil el acceso porque un camino casi recto te lleva a él. Para acercarse a él la bici sería el vehículo adecuado porque apenas hay tráfico rodado.
      Me prometieron alguna foto antigua, de cuando el gran sabino estaba en todo su esplendor, si me llegan las pondré. 
Los restos de la batalla...

Con Mario, posando en un segundo ahuehuete, el señor que me contó algunas historias

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