"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti.
A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.
IRLANDA Y LOS ÁRBOLES DE LAS HADAS Cuando viajes por Irlanda, es posible que veas un árbol de hadas. Generalmente un espino blanco o un fresno, es donde las hadas construyen sus hogares. Unos los verás nudosos y desgastados por los fuertes vientos o solitarios en un campo, intactos. Algunos las verás decorados con fichas o cintas como regalo para las hadas. Ciertamente es común que los agricultores trabajen alrededor de estos árboles, aunque puedan cultivar donde se encuentra el árbol. A menudo verás un campo perfectamente cultivado y, en el medio, un árbol de hadas intacto. Son pruebas de que un granjero no está dispuesto a arriesgar su suerte. Los enanos tienen muchas entradas al otro mundo como en los túmulos funerarios, bajo el agua y en la base de los árboles de hadas. Como puedes imaginar, estas puertas son extremadamente importantes para el movimiento de los enanos, por lo que están fuertemente protegidas por la magia. De hecho, nuestra cantera se encuentra en la ciudad de Lissoughter (del irlandés fuerte superior de las hadas), y tenemos nuestro propio árbol de hadas en la propiedad. Me dicen que a veces los lugareños pueden escuchar su música y su cantar por la noche; y los vecinos creen firmemente que las hadas son las guardianas del más fino mármol verde de Connemara. También hay muchas historias en Irlanda sobre obras carreteras que se retrasaron porque había árboles de hadas en el camino y los trabajadores se negaban a tocar el árbol. En la mayoría de las ocasiones, las carreteras han sido desviadas para evitar el árbol. En los tiempos modernos el árbol de la vida o árbol de las hadas ha llegado a representar fuerza, sabiduría y longevidad. Siempre han representado el vínculo entre el cielo y la tierra que conecta todas las formas de la creación. Un símbolo de conexión entre sí y el universo. El Árbol de la Vida es también un símbolo de conexión familiar. La familia puede adoptar muchas formas y, a menudo, tenemos conexiones de amistad igualmente fuertes.
A la salida del segundo estrecho de la Hoz, en "el Prado del Buey",y en la ribera izquierda del río Mijares, se encuentra la sabina pinera de Formiche Alto, un dúo curioso formado por una sabina en cuyo tronco nació y crece un esbelto pino. Para llegar a este prado yo elegí salir en coche desde Formiche Alto hacia Castellar, pasamos junto a la entrada del camping "Casa de Fausto" y continuamos hasta el k4. Allí seguiremos por un camino a la izda. Una pista que va subiendo hasta el alto de una gran campa de la que salen tres caminos. Dejamos el coche y continuamos por el de la izda. en ligera subida. Una amplia panorámica podemos contemplar de esos montes. Al llegar a la parte superior seguimos por el camino hasta una señal que indica que continuemos por el barranco a nuestra derecha. Desembocaremos en el río Mijares por el que andamos aguas arriba hasta la zona de Los Estrechos, unos 200m. La Sabina Pinera queda a nuestra derecha. Abremos recorrido dos km desde la campa. El grado de unión es tal que parecen un solo árbol, en un paraje abrupto y lleno de encanto... Creo que el acceso no es difícil aunque hay que contar con el caudal del río. Seguramente contactando con Casa Fausto nos proporcionen información. La explicación que hemos leído es que se debió a que un piñón cayó en el alto del tronco de la sabina, en el receptáculo que suelen formar sus ramas principales, que germinó y desarrollo sus raíces por el corazón del tronco de la misma, muchas veces hueco, hasta llegar a la tierra. La sabina ha perdido su rama central, espacio que ha aprovechado el pino. La sabina tiene una edad estimada de 230 años y el pino alrededor de 60.
La leyenda de la Sabina Pinera contada en la página de Casa Fausto
"Erase un pino en lo alto del estrecho que se enamoró de la sabina que había en la ribera del río. El pino intentó que sus raíces crecieran mucho para poder llegar a acariciarla, pero la distancia y las impenetrables rocas del escarpado monte se lo impidieron. Sin desanimarse, el pino comenzó a desarrollar largas ramas para que el viento al rozarlas creara melodías para seducir a su amada. Al cabo de los años lo consiguió y la sabina al escucharlas también se enamoró del pino. Una vez al día el sol proyectaba la sombra
del pino sobre la sabina, y parecía que se se acariciaban. Pero no podían tener descendencia común, algo que ambos deseaban, así que la sabina con sus ramas centrales formó un receptáculo para intentar que quedara atrapado en las mismas algún piñón del pino. Al cabo de los años su deseo se cumplió al caer un pequeño y alado piñón, que germinó y la sabina cuidó y sigue cuidando maternalmente. El pino creció y, sobresaliendo entre las hojas de la sabina, logró ver al pino padre, el cual murió un crudo invierno al ser derribado por el peso de la nieve posada en las largas ramas que un día desarrolló para enamorar a la sabina."
Es un roble atado con cadenas cerca
del pueblo de Alton, Staffordshire. El árbol, conocido como "El viejo
roble", es el tema de una leyenda local que involucra al conde de
Shrewsbury y una anciana mendiga.
La leyenda cuenta que a principios del siglo XIX en una noche de otoño, el Conde Earl de Shrewsbury regresaba a su casa en Alton Towers cuando una anciana apareció de repente en el camino. El carruaje se detuvo para no atropellarla. La anciana se acercó a la puerta y pidió una moneda. El conde la despidió con crueldad, por lo que la anciana lo maldijo diciendo: "Por cada rama del viejo roble que caiga, un miembro de tu familia, conde, morirá". El conde no le hizo caso y siguió su camino. Esa misma noche una violenta tormenta hizo que una rama del viejo roble se rompiera y cayera. Y esa misma noche, un miembro de la familia del conde repentina y misteriosamente murió. En ese momento el conde sí creyó firmemente en el poder de la maldición. Earl presa de la paranoia ordenó a sus sirvientes que encadenaran todas y cada una de las ramas del roble para evitar que otras ramas cayeran. Hasta el día de hoy, el viejo roble permanece encadenado. Incluso hoy, cuando te acercas al árbol a través del espeso bosque, hay un aire misterioso en este viejo y nudoso gigante. A solo unos metros de distancia, en Alton Towers, la leyenda es la inspiración para Hex, una atracción psicológica que pone los pelos de punta y que se desarrolla dentro del propio edificio de Alton Towers.
Hay ligeras variaciones en la leyenda según diversas versiones, sin embargo, el núcleo sigue
siendo el mismo. Una versión afirma que fue un anciano quien maldijo al
conde, no una mujer. Una segunda versión dice que en lugar de que una
tormenta derribara una rama, el hijo del conde estaba cabalgando al día
siguiente y, al pasar junto al viejo roble, la mujer estaba parada
debajo de una rama que cayó encima de él, tirándolo de su caballo y
matándolo. La tercera versión de la historia, que fue inventada para la
atracción del parque temático Hex – the Legend of the Towers en el
parque temático Alton Towers, afirma que el Conde trajo la rama caída a
su casa, donde realizó experimentos en su bóveda en un intento de romper
la maldición.
El 9 de abril de 2007 se cayó una de las ramas principales del árbol.La familia Talbot confirmó que nadie murió cuando cayó la rama.
Desde entonces una parte considerable del roble encadenado se ha derrumbado. Se
piensa que una de las cadenas, habiéndose convertido en parte integral
de la estructura del árbol, se oxidó y provocó el colapso de la parte
inferior del árbol.
(Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores)
Cuenta la historia que cristianos, moros y hebreos, a la sombra de estos montes, seiscientos años vivieron.
Espadán abrazaba a todos, pero son reyes de lejos los que traen la guerra ahora para engrandecer sus reinos. Y ordena el emperador que la fe es lo primero, que no pueden vivir juntos cristianos y sarracenos. Labradores y pastores son ahora los guerreros que preparan la batalla para defender su predio. En la villa de Almedíjar, Almasajir de otros tiempos, se van juntando artesanos, cazadores, carboneros...
Para mandar a todos está Almanzor, el labriego, que desde Algar ha llegado de los cristianos huyendo. Pero tienen un problema y no saben resolverlo. No pueden saciar su sed pues falta agua en el pueblo. Así que Almanzor pregunta a todos los lugareños y una cristiana muy joven, que es la esclava del cabrero, le dice: "Señor yo puedo satisfacer tus anhelos y por conducirte al agua la libertad es mi precio". El rey Almanzor sonríe y dice a su consejero: "Es valiente la chiquilla y si la escucho me arriesgo a que los hombres se rían, y a que me acusen de ingenuo. Pero vamos a seguirla y así sabremos si es cierto". Ya se juntan con el rey diez o quince caballeros y por el barranco arriba van recorriendo el sendero. Desde el camino se ve un castaño de altos vuelos. Almanzor que lo divisa quiere cortarlo al momento para proveer la leña que requiere el campamento. Mas la esclava que les guía les cuenta este parlamento: "Cristiana soy, mi señor, pero bisnieta de hebreos, que por defender su vida hasta su credo perdieron. Este castaño que alza sus siete brazos al cielo por adorar a su dios lo plantó mi bisabuelo. Respétalo, pues, Almanzor, que por Alá te lo ruego, y que lo admiren los hombres hasta el final de los tiempos. "Hablas con voz de profeta -le contesta el sarraceno-. Le dejaremos con vida y que dé sombra a mis nietos. Pero se habrá de llamar, para compensar tu empeño, castañera y no castaño, pues pervive por tu genio". En estas conversaciones llegan hasta un paso estrecho. Trepan, suben, hacen senda y llegan hasta un caldero y en una esquina se encuentra el agua de sus desvelos. De poco le ha de servir a este morisco tan fiero haber encontrado el agua que consuela sus guerreros. Llegan ya, que están llegando, como la tormenta al cielo, los tiempos de la tristeza, la derrota y el destierro. Y nos cuentan que los moros que de Espadán huyeron, fueron a enterrar sus vidas en el polvo del desierto. Y si alguno les pregunta ¿por qué tanto desconsuelo? Contestan que no hay montañas más dulces que sus recuerdos.
Ángel Valeriano Rojo y Maite Regidor llegaron en los 90 a Almedíjar con la ilusión
y el convencimiento de vivir en el medio rural.
Fueron pioneros como nuevos pobladores y dieron vida a un sueño
haciendo de la quesería “Los Corrales” su modo de vida. La elaboración
artesanal y cuidada de sus productos ha logrado merecidas distinciones,
convirtiéndose en atractivo gastronómico para las personas que se
acercan a visitar el municipio.
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6/15/2022
RAFAEL CABANILLAS SALDAÑA (Toledo,1959)
Conversaciones con un baobab
Rafael Cabanillas nos acerca África a través de uno de sus iconos más reconocibles, el Baobab. Este peculiar árbol será el hilo conductor de un encantador relato, en el que los niños africanos, verdaderos quijotes del planeta, luchan cada día contra los molinos del hambre y la pobreza. Con una excelente calidad y acabados.
Conversaciones con un Baobab es un cuento solidario, ya que los beneficios de su venta servirán para sufragar la construcción de una escuela en la aldea de Mangily (Madagascar, el país de los baobabs)
JUAN GUZMÁN OJEDA (Ing. téc. forestal) Los legendarios Dragos Gemelos, dos troncos pero una misma copa
Dentro del catálogo de los árboles
más notables y conocidos del archipiélago no abundan, precisamente,
aquellos que cuentan con leyenda popular propia. Entre éstos cabe
nombrar al mítico Garoé (El Hierro), al Pino de Casandra (Gran Canaria),
al Aderno de los Chorros de Epina (La Gomera) y, cómo no, a los
célebres Dragos Gemelos (La Palma).
Escudo de Breña Alta
Deducir cómo nacen estas fábulas mezcla siempre importantes dosis de
fantasía con el saber popular, de anónimas historias orales que se
transmiten, deforman y, a su vez, enriquecen. Reservando un pequeño
hueco para realidades nunca confirmadas, siempre he pensado que estas
historias surgen como respuestas por parte de padres y abuelos, cuando
son preguntados por hijos y nietos, respecto a la grandeza de aquellos
árboles que atrapan su atención. Esta inquietud infantil, envuelta en
historias para conciliar el sueño, al final no sólo se refleja en la
cultura, también ha venido a reforzar el valor de la propia flora
insular.
En el caso de los Dragos Gemelos estas respuestas fueron ricas e
imaginativas, modelando una historia trágica pero también bella, un mito
a la altura de la grandeza de estos individuos. La notoriedad de este
conjunto vegetal, así como el arraigo en la cultura insular, llevaron al
Ayuntamiento de Breña Alta a incluir este símbolo en la heráldica
municipal desde 1990. También durante los primeros años de la
democracia, siendo alcalde Gabriel Hernández, se instó al Cabildo
Insular para que adquiriera y dignificara el entorno de este “drago de
dos patas”.
La bella Urbina La leyenda de los Dragos Gemelos se remonta justo a la época previa a la conquista y en la misma participan dos hermanos gemelos, Urunte y
Timizara, y una bonita doncella benahorita de nombre Urbina. Ambos
hermanos pretendían a la misma mujer, hasta el punto de que los celos
les llevaron a disputar su amor en una contienda. La fatalidad se
encargó de que no sobreviviera ninguno en el combate y en el mismo lugar
donde derramaron su sangre, Urbina, en su inmensa tristeza, plantó dos
esquejes de drago para recordarlos eternamente.
La tradición popular, como recoge César Javier Palacios, también
cuenta que estos dragos fueron plantados por una joven enamorada de dos
hermanos gemelos, aconsejada por los curanderos locales, con el fin de
atraer su atención.
Dos columnas en un minijardín Estos ejemplares de Dracaena draco se localizan sobre la
coordenada 28º 38` 53 «N y 17º 47´15″W, a 380 metros de altitud, a
escasos metros de la carretera LP-301 que parte desde la zona de El
Llanito hacia San Isidro, ambos barrios del municipio palmero de Breña
Alta. Allí, entre casas de vivos colores, existe un minijardín que parte
en forma de pasillo desde la carretera hasta la placita en la que se
ubican los dragos. Rodeados por un vallado y un seto de aguacateros e
higueras, se erigen estas dos columnas, separadas apenas metro y medio, para fundirse luego en una gigantesca copa.
Para la gran mayoría de los palmeros estos dragos, al igual que para
los tinerfeños el de Icod de los Vinos, tienen una edad milenaria. La
Palma es un isla en la que Dracaena draco no se encuentra
citada como elemento espontáneo; por otro lado, siguiendo la regla
periodo floral-fructificación se le debe atribuir una edad de entre 200 y
250 años. Estos ejemplares fueron plantados tan juntos (quizás por
falta de espacio) en la antigua finca Las Gallanías, propiedad de
Servando Pérez, que se aprovechaban como forraje animal en sus primeras
edades.
Teniendo en cuenta que la primera ramificación de ambos dragos
coincide en altura, parece lógico pensar que resulten coetáneos, siendo
incluso posible que provengan de un mismo progenitor. Aun así, a simple
vista observamos que el drago situado más al norte presenta un diámetro
mayor (próximo a los 4 metros), si bien la altura de la semiesfera de
copa, cifrada en 15 metros, es común para ambos. El ensamblaje entre
ambas copas es perfectamente simétrico, ocupando con habilidad todos los
huecos. El cruzamiento entre ramas se pierde en la infinidad de las
mismas, pudiéndose observar también varias ramas rotas, además de
innumerables tejidos plisados y soldados entre ambos ejemplares.
Llama la atención la posición de las últimas ramas, cuya disposición
es prácticamente perpendicular al suelo. La corteza presenta un aspecto
grueso, parecido a la piel de elefante, si bien el ejemplar situado más
al sur tiene una gran parte sin corteza en la cara anterior. No se
aprecian huecos internos y las raíces aéreas abundan por doquier.
El aspecto general de este único elemento vegetal responde a las
características de los viejos dragos, con floraciones parciales y
anuales que buscan compensar los pesos y que muchas veces no se traducen
en división, sino tan sólo en un quiebro de dirección en la rama. Otra
característica de los viejos dragos es la superposición y renovación de
capas externas, desde arriba hacia abajo.
Buen augurio Reuniendo leyenda y ciencia, resultaría harto interesante estudiar la
consanguinidad entre ambos ejemplares, realizando para ello una
comparativa de ADN. Con ello también se podría estimar el grado de
injerto y fusión vegetal.
Cierto es que los viejos ejemplares de drago sufren mucho la acción de los vientos, siendo normalmente la causa de su destrucción. En este
caso, no sólo el cobijo de las casas cercanas sino también el hecho de
contar con un apoyo doble, auguran mucha vida y salud para los Dragos
Gemelos, al menos tanta como deseara, entre lágrimas y sangre, la bella
Urbina.
Érase una vez un joven y magnífico carpintero que creaba exquisitas piezas de carpintería, desde muebles hasta lujosos carruajes, cuyo nombre era Donovan. Su fama llegó a oídos del rey de Aveh que, ante la próxima boda de su hija, honró al carpintero con su presencia y le encomendó que creara un arpa cuyo sonido superara cualquier otro similar y que estuviera fabricada con madera de sauce, uno muy especial. Donovan, complacido, aceptó el reto. Tomó su hacha, su arco y su carcaj y se aventuró en el bosque en busca de su preciado árbol.
Cuando estuvo en o profundo del bosque escuchó una bellísima voz. Hacia la voz dirigió y debajo de un espléndido sauce, hermoso y brillante, estaba una hermosa doncella. El carpintero la llamó: "Ven conmigo. Abandona tu círculo de setas rojas de sauce". Ella lo observó serenamente y, negando con su cabeza, le respondió: "Mírame, soy como un rayo de luz bailando con la luna. No puedo abandonar este lugar. Sólo escúchame, no me pidas que vaya donde tu vas".
El joven Donovan regresó al pueblo, contó su historia pero nadie podía creerle. Él, con mil caras, describía a la doncella de cabello rojo como el fuego, de ojos brillates como esmeralda, su cuerpo envuelto en belleza, tan joven y tan serena... Pasaron los días y el joven Donovan prendado por la belleza y la voz de la doncella se adentró nuevamente por el bosque con una flor amarilla y un abrigo verde para ella. Se paró frente al sauce y dijo: "Mi señora, me has robado el corazón con tu hermosura y desearía ser yo su marido". La doncella respondió: "No puedo casarme contigo, ni ahora ni nunca". Seguidamente, comenzó a cantar nuevamente: "Mírame ahora, soy un rayo de luz bailando con la luna. No puedo abandonar este lugar. Escúchame ahora, no me pidas que vaya a donde tú vas". Nuevamente regresó al pueblo. El joven carpintero decidido, tomó su hacha y se dirigió al bosque del sauce pensando: "Tomaré a la doncella de ojos verdes. Será mi esposa y con ella criaré a mis hijos. Con ella viviré mi vida". Al llegar al sauce, el joven Donovan le dijo a la doncella que le libraría de su prisión del sauce. La doncella lloró al escuchar sus palabras. Él tomó su hacha y la usó para derribar el sauce. El carpintero decía satisfecho: "Tu árbol ha caído. Ahora me perteneces". La tomó dulcemente de su mano y juntos corrieron fuera del bosque mientras ella cantaba: "Mírame ahora, soy como un rayo de luz bailando con la luna. No puedo abandonar este lugar. Escúchame ahora, no me pidas que vaya a donde tú vas".
Al salir del bosque la muchacha cayó a tierra. El joven Donovan la tomó entre sus brazos y vio como lentamente agonizaba la chica. La doncella lo besó, tomó las manos del Donovan y, con su último aliento, le dijo: "No puedes tomar el bosque. El bosque nunca debe irse..." Su cuerpo se desvaneció y entre las manos del carpintero una flor amarilla quedó. El joven carpintero plantó la flor donde cayó el sauce y con la madera forjó el arpa para el rey.
Cuenta la leyenda que la princesa, al tocar en su boda con su arpa, los invitados escucharon el canto de la doncella. Todos pensaron que era la voz de la princesa, pero sólo Donovan podía reconocer, entre lágrimas, la voz de su amada doncella que decía: "Mírame ahora, soy como un rayo de luz bailando con la luna. No puedo abandonar este lugar. Escúchame ahora, no puedes tomar el bosque, el bosque nunca debe irse".
Letra / Lyrics
A young man walked through the forest With his quiver and hunting bow He heard a young girl singing And followed the sound below There he found the maiden Who lives in the willow
He called to her as she listened From a ring of toadstools red 'Come with me my maiden Come from thy willow bed' She looked at him serenely And only shook her head.
"See me now, a ray of light in the moondance See me now, I cannot leave this place Hear me now, a strain of song in the forest Don't ask me, to follow where you lead"
A young man walked through the forest With a flower and coat of green His love had hair like fire Her eyes an emerald sheen She wrapped herself in beauty So young and so serene
He stood there under the willow And he gave her the yellow bloom 'Girl my heart you've captured Oh I would be your groom' She said she'd wed him never Not near, nor far, nor soon
"See me now, a ray of light in the moondance See me now, I cannot leave this place Hear me now, a strain of song in the forest Don't ask me, to follow where you lead"
A young man walked through the forest With an axe sharp as a knife I'll take the green-eyed fairy And she shall be my wife With her I'll raise my children With her I'll live my life
The maiden wept when she heard him When he said he'd set her free He took his axe and used it To bring down her ancient tree 'Now your willow's fallen Now you belong to me'
"See me now, a ray of light in the moondance See me now, I cannot leave this place Hear me now, a strain of song in the forest Don't ask me, to follow where you lead"
She followed him out the forest, and collapsed upon the earth Her feet had walked but a distance, From the green land of her birth She faded into a flower, That would bloom for one bright eve He could not take from the forest, What was never meant to leave.
CÉSAR-JAVIER PALACIOS Redescubierto en La Gomera el árbol de las brujas de alcurnia (enero 2013)
La isla de La Gomera es un territorio mágico. Con un bosque mágico, la laurisilva, preñado de historias tan viejas como sus árboles únicos.
En un lugar así, imagínense cómo será Vallehermoso, una de sus localidades más increíbles. Adéntrense entonces en su monte nebuloso hasta acercarse a una fuente misteriosa de siete caños tallados en madera, los Chorros de Epina. Y allí, entre el rumor del agua y del viento alisio agitando la bóveda vegetal, recuerden el refrán gomero:
“Si bebes de los siete caños / te casas antes de un año”.
Para encontrar el amor deseado, asegura la vieja tradición oral que las mujeres deben beber de los caños pares y los hombres de los caños impares, empezando siempre a contar desde la izquierda. Y sólo si las mujeres quieren convertirse en brujas deben beber de los caños de los hombres.
Brujas, auténticas brujas eran las damas de alta
alcurnia de Vallehermoso, caprichosas hasta el límite de exigir a sus
sirvientas el esfuerzo de invertir todo un día de dura caminata para traerles la preciada agua
de esa fuente supuestamente medicinal. Sabedoras de lo sencillo de la
falsificación, exigían a las niñas encargadas del transporte una incontestable prueba. Junto con el cántaro lleno debían mostrar la hoja de un aderno (Heberdenia excelsa),
un raro árbol de la laurisilva del que, según se creía, sólo existía un
único ejemplar en la isla, precisamente en la inmediaciones del
manantial.
Considerado cuento de viejas, durante décadas se pensó que tal árbol era una invención popular. Hasta que junto con mi amigo Jacinto lo redescubrimos hace muy poco tiempo. Viejo, muy viejo, pero vivo. ¿Será el mismo de la leyenda? El propio árbol nos lo
confirmó, pues tan sólo conserva una de sus cuatro ramas originales, la
más inaccesible. Aunque lo siento, no les diré cómo llegar a él, está el pobre como para regalar más hojas.
De todas maneras hay que aclarar que no existe un único ejemplar de
aderno en La Gomera. Hay bastantes, pero son muy raros. La tradición
oral sin embargo lo hizo único, señalando las hojas de este árbol, que
se retuercen de una forma muy peculiar, como algo imposible de
falsificar. De ahí la leyenda
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6/10/2018
LEYENDA DEL CASTAÑO DE LA ARMADA INVENCIBLE Carncastle, Irlanda del Norte Información de: La Armada Invencible
The “Armada tree”, el castaño en el cementerio de la iglesia de St. Patrick’s
El 28 de octubre de 1588 La Girona, galeaza de la Gran
Armada, naufragó en Lacada Point (Irlanda del Norte) provocando la muerte
de al menos 1.100 marinos, soldados y nobles.
Debió de pertenecer a este naufragio el pobre desdichado cuyo cadáver
fue a dar a la playa de Ballygaly y que sería enterrado en el
cementerio de la pequeña iglesia de St. Patrick’s.
Las castañas que llevaría en su bolsillo (muy posiblemente como
remedio al escorbuto que amenazaba a las tripulaciones marítimas del
siglo XVI) hicieron el resto y hoy un precioso castaño crece solitario
entre las tumbas del cementerio.
Este árbol, proclamado como uno de los 6 árboles antiguos más
significativos del Norte de Irlanda en 2017 por el North Ireland
Woodland Trust, puede ser visitado hoy en día. El lugar donde podéis
visitarlo ha sido introducido en nuestro mapa interactivo del legado de la Armada Invencible en Irlanda.
Los estudios realizados al árbol datan su nacimiento en el siglo XVI
lo que refuerza la credibilidad de la tradición local aunque, como todo
este tipo de historias, puede no ser más que eso…leyenda.
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Árbol caído: fotografía de Mal McCann, en The Irish News, el 9/9/2020
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5/21/2018
ESOPO, Grecia (S. VI? a. C.) La Diosa y el árbol
Cierto día se les ocurrió a los dioses la idea de escoger cada uno un árbol para protegerlo y custodiarlo.
Zeus escogió la encina, Afrodita el mirto, Heracles el álamo, y así sucesivamente los demás dioses. Atenea, la diosa de la sabiduría, se reservó el olivo.
-Yo elijo este árbol -dijo- porque produce gran cantidad de frutos útiles.
-Tienes razón -replicole Zeus-, y veo que eres justamente celebrada por tu sabiduría. En efecto, si en las cosas que hacemos no hallamos algún beneficio, es una tontería hacerlas por vanagloria.
Procuremos que nuestras acciones sean siempre prudentes y útiles.
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3/24/2018
PERE CALDERS (Barcelona, 1912-1994)
L'arbre domèstic
En aquesta vida he tingut molts secrets. Però un dels més grossos,
potser el que estava més en pugna amb la veritat oficial, és el que ara
trobo oportú d'explicar.
Un matí, en llevar-me, vaig
veure que en el menjador de casa meva havia nascut un arbre. Però no us
penseu: es tractava d'un arbre de debò, amb arrels que es clavaven a les
rajoles i unes branques que es premien contra el sostre.
Vaig veure de seguida que allò no podia ésser la broma de ningú, i, no
tenint persona estimada a qui confiar certes coses, vaig anar a trobar
la policia.
Em va rebre el capità, amb uns grans
bigotis, com sempre, i duent un vestit l'elegància del qual no podria
explicar, perquè el tapaven els galons. Vaig dir:
—Us vinc a fer saber que en el menjador de casa meva ha nascut un arbre de debò, al marge de la meva voluntat. L'home, vós direu, es va sorprendre. Em va mirar una bona estona i després digué:
—No pot ésser.
—Sí, és clar. Aquestes coses no se sap mai com van. Però l'arbre és allí, prenent llum i fent-me nosa.
Aquestes paraules meves van irritar el capità. Va donar un cop damunt
la taula amb la mà plana, va alçar-se i m'agafà una solapa. (Allò que fa
tanta ràbia.)
—No pot ésser, dic —repetí—. Si fos
possible això, seria possible qualsevol cosa. Enteneu? S'hauria de
repassar tot el que han dit els nostres savis i perdríem més temps del
que sembla a primer cop d'ull. Estaríem ben arreglats si en els
menjadors de ciutadans qualssevol passessin coses tan extraordinàries!
Els revolucionaris alçarien el cap, tornarien a discutir-nos la
divinitat del rei, i qui sap si alguna potència, encuriosida, ens
declararia la guerra. Ho compreneu?
—Sí. Però, a despit de tot, he tocat l'arbre amb les meves mans.
—Apa, apa, oblideu-ho. Compartiu amb mi, només, aquest secret, i l'Estat pagarà bé el vostre silenci.
Ja anava a arreglar un xec quan es mobilitzà la meva consciència. Vaig preguntar:
—Que és d'interès nacional, això?
—I tant!
—Doncs no vull ni un cèntim. Jo per la pàtria tot, sabeu? Podeu manar.
Al cap de quatre dies vaig rebre una carta del rei donantme les gràcies. I qui, amb això, no es sentiria ben pagat?
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11/26/2017
RAMÓN OTERO PEDRAYO (Orense, 1888-1976) Mi hermano
Yo tenía un hermano. Murió hace tres años. Era tan alto, fuerte y recio que sólo
un gran viento lo podía derrumbar.
Y un gran viento lo derrumbó un día de febrero. Cuando cayó destrozó un pazo
fuerte y viejo de siglos y rompió dos gruesas traviesas de piedra de la hermosa terraza.
Tembló la tierra en dos parroquias. Lloró el jardín de bojes y rosales, la bella fuente, los
pájaros y las sierras madres, grises por la bondad del poniente. Y lloré yo y aún lloro
cuando pienso en él.
Los más doloridos fueron los pájaros, el mirlo como el tordo, el ruiseñor como el
jilguero. Pues él los amparaba a todos. Los que en él anidaban como los que sólo se
posaban como cansados viajeros. En él dormían con seguridad, guardados de gatos,
culebras y niños de malas manos pues los niños buenos aman a los pájaros, amantísimos
hijos de Dios y de la luz de los amaneceres.
Nacido al mismo tiempo que yo, por la voluntad de mi padre, creció mucho más
que yo. Tenía brazos valientes y recogía los vientos forzándolos a cantar las bellezas del
mundo. Yo abrazándome a él sentía latir su corazón como el corazón gigante de mi
tierra. De lejos se veía singular, como un hito, por encima de las formas menguantes
del suelo, de los caminos y de las blancas iglesias. Y las sierras abuelas -el Sueiro, la
Magdalena, la de Avión siempre a galopar horizontes- gustaban de verlo desde lejos y
hablando entre ellas: "Hermoso y bailarín, señala la buena parroquia de Trasalba, buen
terreno de fuentes y canciones".
Pues mi hermano era un árbol que llegó a ser de los más elogiados de Galicia a
la par del roble de las cien ramas de Reboredo, del de la Minteira o de aquel pino que
creció en el alto de Maside.
Lo plantó mi padre, en el jardín de la casa, el día que yo nací, quizás pensando
que yo podía ser débil y enfermizo y me daría amparo contra los vientos, los soles y las
gentes. Era verde y fuerte y elegante, en figura y forma del pino, aunque ser era una
especie americana, llamada araucaria, de fina e inspirada belleza arquitectural. Era
poeta, pazo de los pájaros, verbo de lo dulces vientos, sensible a todas las variaciones
del paisaje. Un harpa. Cuando gemía con el viento de noviembre hacía llorar. Cuando
cantaba con los aires de abril espantaba las más gruesas nubes de tristeza.
Pazo de Trasalba
Yo la adornaba con coronas de rosas bien tejidas en el tronco grueso y dulce al
tacto como la mejilla de una niña o se las colgaba de las ramas al mismo tiempo pesadas
y livianas. Le confesaba, en voz baja, mis alegrías y mis penas. Cuando le abrí el pecho
con gran dolor, lloró lágrimas de una resina de fino olor, gruesas como gotas de lluvia
de tormenta. Pues hay un alma neblinosa y amorosa extendida por toda la naturaleza
gallega y a veces Dios la quiere animando un viejo roble patriarcal o una céltica roca. Y
mi hermano, el árbol de la recia y fina hoja cantarina que me oyó1 frutos suficientes de
belleza, de paz y amor.
Cuando tuvo lugar su muerte hubo un asombro y silencio en el jardín, donde ya
acabaron los dulces sonidos regalados, y las canciones fugaces de largos adioses
esperanzados. Y solo el señor ciprés murmura un "requien" catarroso.
Y yo sigo triste. Me paseo perdido por los caminos del mundo y a veces las
primeras tinieblas de la noche me hacen imaginar su gran copa, verde y llena de hojas,
para dormir bajo ella confiado en el amparo de aquel forzudo y cantarín hermano que
me dejó mi padre.
_________________________ Texto traducido por TOMÁS CASAL PITA 1.- En el original al que he tenido acceso figura oiu (oyó), pero está mecanografiado, posiblemente a
partir de un manuscrito de Otero Pedrayo. Conociendo la complicada escritura de este autor, creo que
muy posiblemente pusiese "diu" (dió), que coincide más con la línea de la frase. __________________________
Esta entrada está relacionada con la del día24-11-2017
Pazo de Trasalba
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9/27/2017
MAR VERDEJO El elixir mágico de la vida
“Cuenta la vieja leyenda que un pájaro
agresivo y de plumas sedosas atravesó el cielo terroso, hasta el final
del valle arroblado, dejando caer suavemente unas semillas concentradas a
los pies de un elegante rey. En los escritos complejos dicen que el rey
llegó a ser un semidios: mitad hombre acorchado y mitad animal
agresivo. Las semillas aterciopeladas germinaron y crecieron
vigorosamente con abundantes hojas, zarcillos y frutos jugosos en forma
de racimos. Los habitantes del elegante valle los recolectaron cuando
estaban tiernos y ricos, almacenándolos en un lugar oscuro y fresco. Una
noche nítida, la joven reina, decidió envenenarse por celos hacia otra
mujer, por lo que buscó un veneno intenso y cálido donde fermentaba el
oscuro jugo de las uvas. La reina, animada, bebió alegre de las llenas
barricas de madera, y danzó y cantó; y danzó y rió, y bailó y bebió con
sus telas viscosas hasta dejar el cuerpo flácido en el fresco amanecer.
La encontraron en el habitáculo aromático y cavernoso junto a su tímida
corona floral. Y allí, en esa perfumada cueva, dicen los persas, que
nació el vino, al que llamaron Sirah.
En otros pueblos, en otros
lugares del Mediterráneo, los dioses y las diosas iban enseñando a la
humanidad técnicas para cultivar las armoniosas parras, cosechar sus
blandos frutos y conservar su codiciado elixir. La locura llegó a los
dioses tánicos y decrépitos que vagaron por el delicado mundo conocido y
por conocer. Otros dioses se enamoraron de bellos y jóvenes amigos, de
largos cuerpos y perfumados cabellos, que fueron tentados por los
frondosos frutos vegetales dando lugar a las elegantes variedades
vitícolas. El hombre, amante del dios, murió abocado y acerado, dicen
que por un toro, y se formaron constelaciones y racimos de uvas. Luego
llegaron las bacanales, las fiestas y las orgías, y se bebía y se bebía
del elixir mágico con matices a canela, clavo, curry, cerezas,
frambuesas o pimienta, y la humanidad plantó más vides e hicieron más
oinos y, más vinum en todas las direcciones del Mare Nostrum. Arte es
cultivarlo, pisarlo, y arte es fermentarlo. La viticultura y vinicultura
son sus métodos, los que colmaran nuestras cestas, toneles y botellas
de vino. ¡Alcemos nuestras copas perfumadas! por el elixir mágico e
invoquemos a los dioses y a las diosas enamoradas de pechos carnosos y
redondos como racimos de uvas, y ofrezcamos este líquido sagrado hecho
por la tierra, el sol, el agua, la luna, las plantas y la humanidad.
Celebremos la fiesta perfumada y fresca de la vendimia sin derramar
lágrimas. Que su sabor balsámico o afrutado nos alivie el alma áspera y
espesa con terpenos y taninos. Os invito a beber en este templo con el
líquido que más civilizados y civilizadas nos ha hecho en el mundo,
porque el vino lo es todo: es gishtin, es el apreciado elixir de la
vida. ¡Brindemos porque el vino lo es todo y porque el vino también es
poesía!”
Y el vino, es también el amor a la tierra, estés donde
estés, porque la humanidad se vincula con ella, y no con una bandera o
un topónimo; porque como las viñas, arraigamos donde nos toca vivir,
como Alex, senegalés, enraizando desde hace dos décadas en Antas y que
presentó, fuera de tiempo, su vino afrutado, como ejemplo de la
Fraternidad Universal que anhelamos.
En Antas 26 de febrero de
2017. Pregón de Mar Verdejo Coto para el VI Concurso de vinos artesanos
de Antas y, como no podía ser de otra manera, esta idea surgió en torno a
un vino de Almería junto a Fernando Martínez Salinas, de Bodegas
Martínez Salinas, a Miguel Martínez Moreno, maitre y sumiller del
Restaurante Juan Moreno de Vera y Nariz de Oro de Almería y, el escritor
y poeta, y también amigo Javier Irigaray.
---Fin---
8/21/2017
LEYENDA DE LOS DRAGOS GEMELOS Isla de La Palma, Canarias
La isla de La Palma es un lugar de leyenda por su geografía, su posición en el mapa, su altura, sus bosques... En el barrio de Miranda, en Breña Alta, se custodian dos hermosos ejemplares de dragos que han crecido juntos entrelazando sus ramas.
La bella Urbina
La leyenda de los Dragos Gemelos se remonta justo a la época previa a la conquista y en la misma participan dos hermanos gemelos, Urunte y Timizara, y una bonita doncella benahorita de nombre Urbina.
Los dos hermanos pretendían a la hermosa Urbina. Ninguno lograba sobreponerse al otro y la doncella no se decidía, pues a los dos profesaba verdadero amor. La hermandad y la amistad que se habían profesado los gemelos se tornó en odio feroz.
Los dos aguerridos y encelados hermanos determinaron resolver su disputa por el amor de la bella Urbina en una pelea a vida o muerte. Tan tenaz y sangrienta fue la pelea que ninguno de los dos sobrevivió.
La doncella, al enterarse de la triste desventura, se sintió causante del fallecimiento de sus dos pretendientes y juró que jamás sería de nadie, sino del recuerdo de los dos hermanos. Apenada y desconsolada
quiso que la imagen de los dos jóvenes fuera superior a su propia existencia. Deambuló por las agrestes laderas de la Cumbre recubiertas de hojas, árboles y arbustos de la mítica y húmeda laurisilva, al poniente de La Palma, en busca de dos gajos de dragos para luego, cariñosamente, plantarlos paralelos y próximos en el mismo
lugar donde los dos hermanos habían derramado su sangre. Encontró un drago del que se habían desprendido dos brazos. Los plantó cariñosamente y cada día iba a visitarlos y los regaba con cierta frecuencia. Sentía el mismo amor y compasión por ambos. De esta forma, según el relato, se cumplieron los deseos de
inmortalidad de un recuerdo y, sobre todo, de un amor.
Agrupación Aduares Dragos gemelos
"Fotos de la red", a Aduares se le puede seguir en Facebook y también en www.aduares.es
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8/05/2017
JEAN GIONO (Francia, 1895-1970)
La novela de Jean Giono, "El hombre que plantaba árboles", fue escrita alrededor de 1953, es poco conocida en Francia. El texto se
pudo recuperar gracias a que contrariamente a lo que sucede en Francia,
la historia ha sido ampliamente difundida en el mundo entero y ha sido
traducida a trece idiomas. Lo que ha contribuido también a que se hayan
hecho numerosas preguntas alrededor de la personalidad de Eleazar
Bouffier y sobre de los bosques de Vergins. Si bien es cierto que el
hombre que plantó los árboles es un simple producto de la imaginación
del autor, es importante aclarar que, efectivamente, en esta región se
realizó un enorme esfuerzo de reforestación, sobretodo a partir de 1880.
Cien mil hectáreas habían sido reforestadas antes de la Primera Guerra
Mundial utilizando, predominantemente, pino negro de Austria y
sotobosque europeo. Actualmente estos bosques son bellísimos y han
transformado el paisaje y el régimen de las aguas de esta región.
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Carta que JEAN GIONO escribió al director del Departamento de Aguas y
Bosques, el señor Valderyon, en 1957 haciendo referencia a su novela.
Querido Señor: Siento mucho decepcionarlo, pero Eleazar Bouffier es un personaje inventado. El objetivo de esta historia es el de hacer amar a los árboles, o con mayor precisión: hacer amar plantar árboles (lo que después de todo, es una de mis ideas más preciadas). O, si se considera por el resultado; el objetivo es obtener el mismo resultado de nuestro personaje imaginario. El texto que usted ha leído en "Trees and life" ha sido traducido al Danés, Finés, Sueco, Noruego, Inglés, Alemán, Ruso, Checoslovaco, Húngaro, Español, Italiano, Yddish y Polaco. Cedo mis derechos gratuitamente a todas las reproducciones. Un americano me ha buscado recientemente para solicitarme la autorización para hacer un tiraje de 100 000 ejemplares del texto que van a ser repartidas gratuitamente en América (algo que tengo bien entendido y aceptado). La Universidad de Zagreb ha hecho una traducción al Yugoslavo. Este es uno de los textos que he escrito de los que me siento más orgulloso, porque cumple con la función para la que fue escrito. Dicho sea de paso, esta historia no me aporta ningún céntimo. Si a usted le es posible, me encantaría que pudiéramos reunirnos para hablar precisamente de la utilización práctica de este texto. Yo considero que es ya el tiempo de que hagamos una política favorable al árbol, a pesar de que la palabra política parezca bastante mal adaptada. Muy cordialmente Jean Giono
LA CARRASQUERA DE LA ROMANA DE TARAFA, Alicante Por Vicent Brotons, publicado en el diario Información de Alicante Versio en Valencià i Castellà - Versión en Valenciano y Castellano
En el començament del segon mil·lenni, al segle XI, a Alcòvia (Alcoi), població de la taifa de Dàniya (Denia), les famílies musulmanes que l’habitaven patiren unes fortes sequeres de resultes de les quals perderen les collites. La fam i les malalties es feren habituals entre aquella pobra gent.
Jubair i Farida, amb els seus fills Emna, una eixerida xiqueta de set anys, i Nadir, un petit de tres, vivien a la vora del Gran Carrascar on conreaven uns bancals que sempre s’havien mostrat generosos en collites. Però aquells anys no va ser així. El pare i la mare veien que dia a dia es debilitaven i emmalaltien tots quatre. Ben prompte morí Farida, la muller, i Jubair, colpejat per la tristesa i dolgut de veure que no podia fer res pels seus, sentia que la mort també el cridava. Trobant-se gitat a la màrfega molt debilitat i febrós cridà la seua filla i li digué: -Ben prompte em reuniré amb la vostra mare al paradís. Tu i Nadir anireu a viure amb el meu germà gran Maruf, que, com ja t’he explicat moltes vegades, té unes fertils possesions a Al Rumana, la terra dels magraners, on, a més de conrear el blat, el raïm i l’olivera, té un important ramat d’ovelles.
-Pare, jo no et vull abandonar; no vull anar-me’n d’ací, de la vora del Carrascar d’Alcòvia -digué la petita Emna plorimicant.
-Filla meua, qui us deixarà a tu i a Nadir seré jo. I ací no tindreu res per a viure. Si no aneu a casa de l’oncle, acabareu com la mare i com jo mateix -li respongué amb un filet de veu mentre agafava de la tauleta que tenia al costat un bosseta de lli-. Ací dins t’emportes la nostra terra: la bellota més gran que enguany ha fet la Gran Carrasca que hi ha a la vora del bancal de la costa.
I acabant de dir amb penes i treballs aquestes paraules, expirà i abandonà el nostre món per sempre més.
Tot es feu fosc per a Emna i Nadir. A la vetla del pare seguí el soterrar. Hi acudí el seu germà Maruf. Els dos xiquets, quasi sense adonar-se’n, es trobavent damunt del carro de l’oncle, plorant a llàgrima viva i dient adéu a la bella Alcòvia i al seu superb carrascar. En dues jornades, després de travessar Ibi, Qastalla, Saix, la llacuna de Salínes i el Fondó de Manowar (Monòver), arribarem a la terra dels magraners, a l’Al Rumana, l’actual Romana de Tarafa.
Tant la tia com els tres cosins grans s’alegraren molt de veure Emna i Nadir, malgrat ser en unes circumstàncies tan doloroses per a tots, especialment per als dos petits. I des d’aquell precís instant es desvisqueren perquè recuperaren les forces, la salut i l’alegria de viure. Als pocs dies d’estar allí, Emna, tot i continuar immersa en una profunda tristesa, es mostrà forta i treballadora, ajudava quasi com una dona en totes les faenes domèstiques i del camp, fins i tot havia aprés a munyir les cabres i les ovelles. En canvi, Nadir no alçava el cap, el seu cosset menut no es va poder recuperar dels estralls que l’havia causat la falta d’aliments dels mesos anteriors. Ni el metge vingut de Niwala (Novelda), ni les amoroses atencions de tota família pogueren evitar la seua mort.
Emna, en poc més d’un any, va haver d’enfortir el seu cor amb tota mena de patiments. No li quedaven ni llàgrimes per a plorar. Durant la vetla del germanet, quan estava resant al profeta i pensava en totes les desgràcies que li havien passat, li vingué al cap el bell món que havia deixat a Alcòvia i recordà la bellota grossa que son pare li va deixar com a tota herència perquè duguera sempre damunt la terra on va nàixer.
La petita, sense pensar-s’ho dues vegades, va anar a buscar-la i la diposità amorosament entre les fredes mans del seu estimat germanet. Al dia següent va ser el soterrar i, com mana l’Alcorà, Nadir va ser ficat a la tomba embolcallat amb un llençol blanc i el seu cos orientat cap a la Meca. Digueren les oracions i tornaren a casa.
La xiqueta, tots els dies visitava el modest sepulcre del petit i se’n cuidava. Passaren mesos, potser algun any. Emna ja era una doneta. Un día, enmig de les oracions, que resava sempre per la glòria del seu germà i de tots els seus, va sentir una veu dolça que li deia:
-Ja no sóc una bellota; ara sóc una petita carrasca que ha arrelat entre el dits de Nadir. Ara sóc la vida del Gran Carrascar d’enllà vivint ençà, a la terra dels magraners, a Al Rumana.
Emna va tindre un fort esglai, però, de sobte, el seu cos i la seua ànima s’ompliren de pau i de càlida felicitat quan, en fixar-se en la tomba del seu germanet, va veure el brot d’una petita branca d’alzina. Efectivament, la bellota havia arrelat. De nou sentí la bella melodia d’aquelles paraules:
-Estimada Emna, si tu i les futures generacions d’infants que poblen aquesta bella terra a la vora de l’eixut riu de Tarafa teniu cura de mi i em feu amiga i companya vostra, creixeré robusta i poderosa; acolliré en els meus cimals tota mena d’ocelles i bestioles; oferiré els meus fruits, tan dolços com nodridors de vida, a tots els qui els vulguen; faré ombra als xiquets que juguen, als hòmens que treballen i als vells que esperen; seré el recer natural d’Al Rumana pels segles dels segles. I passaran els anys i arribaré a ser la gran Carrasquera de la Romana, l’alzina gegant que a dures penes poden abraçar tres persones unint les mans.
Després de molts anys, Emna somreia de nou amb plenitud, la Carrasquera li havia retornat la mare, el pare, el germanet i la seua estimada terra. Emna va créixer, va tindre moltes filles i fills i els va transmetre la bella història, i la carrasca creixia a la vista dels xiquets i les xiquetes del poble que la visitaven i l’estimaven. I Emna va ser àvia, i els seus néts i nétes continuaren cuidant amorosament l’alzina.
I així, generació rere generació, Al Rumana -terra de magraners- esdevingué la Romana, on els infants d’aquell poblet de les Valls del Vinalopó, malgrat no recordar la història d’aquella carrasquiua feta carrasqueta, que arribà a carrasca petita i que amb el pas dels anys cresqué fins a fer-se una alzina gegant -la Carraquera- allà on no es troba enlloc aquesta mena d’arbres, van seguir visitant-la, menjant i recollint els seus dolços aglans, jugant sota la seua ombra, cantant-li cançons oferint-li el seu amor tel·lúric i fent-ne la seua inseparable amiga.
Per això, si algun dia la visiteu, no deixeu de cantar-li aquestes belles estrofes que els xiquets de l’escola del poble li dediquen sempre que la visiten:
Cap vent mai la podrà tòrcer amb un tronc tan frondós i creador de vida. No pot a ella sortir-li cap ferida per ser mil·lenària i tindre fondes les arrels. I perquè el poble l’admire volíem aconseguir que el xiquet la cuide i per sempre la puga sentir.
---Fi---
LA CARRASCA DE LA ROMANA DE TARAFA Publicado en el diario Información, por Vicent Brotons, Traducción de Valentín Giner
A comienzos del segundo milenio, en el siglo XI, en Alcòvia (Alcoi), población del reino de taifa de Dàniya (Denia), las familias musulmanas que la habitaban padecieron fuertes sequías y como consecuencia perdieron las cosechas. El hambre y las enfermedades se hicieron frecuentes entre aquella pobre gente.
Jubair y Farida, con sus hijos Emna, una vivaracha niña de siete años, y Nadir, un pequeño de tres, vivían al lado de gran Carrascal donde cultivaban unos bancales que siempre se habían mostrado generosos en cosechas. Pero aquellos años no fue así. El padre y la madre veían que día a día se debilitaban y enfermaban. Muy pronto murió Farida, la mujer, y Jubair, golpeado por la tristeza y dolido porque no podía hacer nada por los suyos, sentía que la muerte se acercaba. Encontrándose muy débil y febril echado en el camastro llamó a su hija y le dijo:
-Muy pronto me reuniré con vuestra madre en el paraíso. Tu y Nadir iréis a vivir mi hermano mayor Maruf que, como ya te he dicho muchas veces, tiene fértiles campos en Al Rumana (La Romana), la tierra de los granados, donde, además de cultivar trigo, vid y olivos, tiene un importante rebaño de ovejas.
-Padre, yo no quiero abandonarte; no quiero irme de aquí, de la cercanía del Carrascal de l’Alcòvia -dijo llorando la pequeña.
-Hija mía, quien os dejará a ti y a Nadir seré yo. Aquí no tendréis de qué vivir. Si no vais a casa del tío, acabaréis como la mamá y como yo mismo -le respondió con un hilo de voz mientras sacaba de la mesilla que tenía a su lado una bolsita de lino-. Aquí dentro te llevas nuestra tierra: la bellota más grande que este año ha dado la Gran Carrasca que hay al lado del bancal.
Y al terminar de decir con pena y trabajo estas palabras, expiró y abandonó nuestro mundo por siempre jamás.
Todo se oscureció para Emna y Nadir. Al velatorio del padre siguió el entierro. Y allí acudió el hermano mayor Maruf. Los dos niños casi sin enterarse, se encontraron en el carro del tío, llorando a lágrima viva y diciendo adiós a la bella Alcòvia y a su supremo carrascal. En dos jornadas, después de atravesar Ibi, Castalla, Sax, la laguna de Salines y el Fondó de Monowar (Monovar), llegaron a la tierra de los granados, a l’Al Rumana, la actual Romana de Tarafa.
Tanto la tía como los tres primos mayores se alegraron mucho al ver a Emna y Nadir, a pesar de las circunstancias tan dolorosas para todos, especialmente para los dos pequeños. Y desde aquel preciso instante se desvivieron para que recuperaran las fuerzas, la salud y la alegría de vivir. A los pocos días de estar allí, Emna, aún continuando con su profunda tristeza, se mostró fuerte y trabajadora, ayudaba casi como una mujer en todas las faenas domésticas y del campo, y hasta había aprendido a ordeñar las cabras y las ovejas. En cambio, Nadir no levantaba cabeza, su cuerpo menudo no pudo recuperarse del desgaste que le había causado la falta de alimentos de los meses anteriores. Ni el médico llegado de Niwala (Novelda), ni los amorosos cuidados de toda la familia pudieron evitar su muerte.
Emna, en poco menos de un año, había tenido que endurecer su cuerpo con toda clase de padecimientos. No le quedaban más lágrimas. Durante el velatorio del hermano, cuando estaba rezando al profeta y pensaba en todas las desgracias que le habían sucedido, le vino a la cabeza el bello mundo que había dejado en Alcoi y recordó la gruesa bellota que su padre le había dejado como toda herencia para que siempre recordara la tierra en la que nació.
La pequeña, sin pensárselo dos veces, fue a buscarla y la depositó amorosamente entre las frías manos de su querido hermano. Al día siguiente fue enterrado y, como manda el Corán, Nadir fue sepultado envuelto en una sábana blanca, con el cuerpo orientado hacia la Meca. Recitaron las oraciones y regresaron a casa.
La pequeña, todos los días visitaba el modesto sepulcro del pequeño y lo cuidaba. Pasaron unos meses, quizá un año. Emna era una mocita. Un día, durante las oraciones, que rezaba siempre para la gloria de su hermano y todos los suyos, oyó una dulce voz que le decía:
-Ya no soy una bellota; ahora soy una pequeña carraca que ha germinado entre los dedos de Nadir. Ahora soy la vida del Gran Carrascal de allí, que vive aquí en la tierra de los granados, en La Romana.
Emna sintió un sobresalto, pero, de pronto, su cuerpo y su espíritu se llenaron de paz y de felicidad cuando, fijándose en la tumba de su hermanito, vio el brote de una encina. Efectivamente, la bellota había germinado. De nuevo sintió la bella melodía de aquellas palabras:
-Estimada Emna, si tu y las futuras generaciones de niños que pueblan esta bella tierra al lado del seco río de Tarafa cuidáis de mi y me hacéis amiga y compañera vuestra, creceré robusta y poderosa; acogeré en mis ramas todo tipo de pájaros y animales; ofreceré mis frutos, tan dulces como nutritivos, a todos los que lo deseen; daré sombra a los niños que juegan, a los hombres que trabajan y a los ancianos que esperan; seré el cobijo natural de La Romana para los siglos de los siglos. Y pasarán los años y llegaré a ser la Gran Carrasca de la Romana, la encina gigante que a duras penas pueden abrazar tres personas uniendo sus manos.
Después de muchos años, Emna sonreía de nuevo con plenitud, la Carrasca le había devuelto a su madre, a su padre, a su hermanito y a su querida tierra. Emma creció, tuvo muchos hijos e hijas y les transmitió esta bella historia, y la carraca crecía a la vista de los niños y niñas del pueblo que la visitaban y la querían. Y Emma llegó a ser abuela y sus nietos y nietas continuaron cuidando amorosamente la encina.
Y así, generación tras generación, Al Rumana -tierra de granados- pasó a ser La Romana, donde los niños de aquel pueblo de los Valles del Vinalopó, a pesar de no conocer la historia de aquella carrasquita, que llegó a ser pequeña carrasca y que con el paso del tiempo creció hasta hacerse una encina gigante -la Carrasca- allí donde no se encuentra este tipo de árboles, siguieron visitándola, comiendo y recogiendo sus dulces frutos, jugando bajo su sombra y cantándole canciones, ofreciéndole su amor telúrico y su inseparable amistad.
Por eso, si algún día la visitáis, no dejéis de cantarle estas bellas estrofas que los niños de la escuela del pueblo le dedican cuando la visitan:
Ningún viento nunca la podrá doblar con tronco tan frondoso y creador de vida. No puede tener ninguna herida por ser milenaria y tener profundas raíces. Y para que el pueblo la admire queremos conseguir que el niño la cuide y por siempre la pueda sentir.