miércoles, 28 de octubre de 2020

Historias en los anillos de los árboles


AINA S. ERICE
Las historias que se esconden en los troncos de los árboles

De todas las insensateces que hemos cometido los humanos, hay una de la que se habla sorprendentemente poco, quizás porque su coprotagonista (y víctima) fue un árbol.

Los anillos del interior del tronco reflejan las épocas de crecimiento del árbol.
     Las circunstancias que la rodean son controvertidas, pero nadie discute lo que sucedió el 6 de agosto de 1964 en el Estado de Nevada (EE UU). Como relata Stefano Mancuso en su último libro, La pianta del mondo, los implicados fueron tres: el ejemplar de Pinus longaeva marcado como WPN-114, el servicio forestal estadounidense, y el que probablemente sea el investigador más odiado de la historia de la dendrocronología, Donald Currey. Tampoco existen dudas sobre el trágico resultdo: un tocón y un tronco seccionado que revelaban, por fin, la información que Currey andaba buscando. 

      Todos hemos visto espectáculos parecidos en multitud de ocasiones, más o menos felices: una serie de círculos concéntricos de anchura y color variables, que llamamos "anillos de crecimiento", y que dibujan el análogo arbóreo a una huella dactilar. No hay dos ejemplares que formen exactamente el mismo patrón de anillos; cada uno es, como nosotros, único e irrepetible.

En climas templados, donde un ciclo anual consta de estaciones favorables y desfavorables para el crecimiento vegetal, aparece este patrón anillado que refleja de forma aproximada el paso de los años. Aina S. Erice

     La existencia de los anillos de crecimiento no es ninguna novedad: desde que el ser humano emplea madera sabe que están ahí, que forman bellos diseños al cortar el tronco para convertirlo en vigas, mesas o tablas de pared. Sin embargo, una de las primeras personas que se interrogó y dejó testimonio de sus reflexiones sobre la naturaleza de estos anillos fue Leonardo da Vinci, que en su Tratado de la pintura escribe: "Los círculos de las ramas de los árboles talados muestran el número de sus años, y cuáles fueron más húmedos y más secos según su mayor o menor anchura". Intuición genial, que ve en estos anillos la memoria de los árboles. La planta sedimenta sus recuerdos —capa tras capa, anillo tras anillo— desde su más tierna infancia; al igual que nosotros, guarda en su interior la marca de todo lo que le ha sucedido a lo largo de su vida. A diferencia de nosotros, sin embargo, los árboles no olvidan fácilmente: en el caso de las especies más longevas conocidas, como el bien llamado Pinus longaeva, las memorias arbóreas pueden abarcar varios milenios.
     Para acceder a estos anillos hay que tener una llave y saber emplearla bien: conocida como barrena de Pressler, se trata de un pequeño instrumento que permite horadar el tronco de un árbol y extraer un cilindro de madera, sin causar mayores daños al ejemplar. Se requiere habilidad y práctica (hay que aprender a orientar la barrena correctamente, y no todas las maderas te ponen fácil su perforación); no se requiere, en cambio, el sacrifi cio de ningún árbol... a no ser, claro está, que seas Donald Currey. Al no lograr obtener muestras de WPN-114 mediante barrena, se decidió talar el árbol para consultar su memoria arbórea.
     ¿Pero, por qué? ¿Qué pueden decirnos un montón de anillos que sea interesante? El primer dato que pueden ofrecernos es, por supuesto, la edad aproximada del árbol en cuestión —un dato que a veces se revela dramático, como le sucedió a Currey al contar los anillos de WPN-114 y descubrir que acababa de talar a Prometeo, el Pinus longaeva más viejo de la Tierra.
Anillado de una rama de enebro de la miera (Juniperus oxycedrus). Aina S. Erice
     En segundo lugar, la secuencia de anillos —cuya madera muestra diferencias anatómicas según si fue temprana, hija de la primavera, o más tardía— proporciona una crónica de las condiciones de crecimiento del árbol: como ya decía Leonardo da Vinci, puedes saber en qué años creció más, y en cuáles menos. Si eliges al árbol adecuado y tomas muestras con cuidado, quizás puedas incluso detectar el rastro de incendios o heridas de rayo, que generalmente dejan cicatrices reconocibles en el tronco, unidas a tejidos que el vegetal desarrolla como reacción a la herida, y que un ojo entrenado logra distinguir. Quizás esta crónica parezca algo sosa y aburrida de buenas a primeras, pero si sabes interrogarla puedes desvelar tesoros; y la disciplina que se ocupa de bucear en los recuerdos de la madera y acercarse al tiempo (cronos) de los árboles (dendron) se  conoce como dendrocronología
     La memoria de los árboles es, por ejemplo, una extraordinaria fuente de pruebas que muestran cómo está cambiando el clima. Sin embargo, para ello debes escoger bien a tus compañeros vegetales, y asegurarte de que sus recuerdos son fiables. Las palmeras, por ejemplo, no te servirán de nada, pues ni siquiera forman anillos de crecimiento; si te adentras en los trópicos e interrogas a un árbol cualquiera, quizá la respuesta no sea satisfactoria, pues la madera de la mayoría de especies tropicales no muestran patrones anillados. Incluso hay árboles con tendencia a la amnesia, como los tejos (Taxus baccata); existen varios ejemplares, como el famoso tejo de Llangernyw, en Gales, cuya edad exacta nos resulta imposible determinar, porque sus troncos se han quedado huecos, borrando los primeros siglos —quizás milenios— de las crónicas. 
     (El fenómeno de los troncos huecos también puede suceder como consecuencia de podas realizadas de forma incorrecta, mal cicatrizadas, que facilitan la aparición de infecciones —por ejemplo fúngicas— capaces de horadar el tronco. Ello, además de suponer un riesgo estructural que compromete la estabilidad del árbol, es un caso de alzhéimer arbóreo al que por desgracia se ven sometidos muchos árboles de nuestros barrios y plazas.)
     Pero si escoges a árboles en plena posesión de sus facultades mnemónicas, y entrevistas a un número suficiente de ellos (¡nunca te fíes de un único testimonio!), un mundo de posibilidades extraordinarias se abre ante ti.
     ¿Necesitas confirmar tus sospechas de que la minería a cielo abierto en Siberia del norte, tal y como se ha desarrollado en los últimos noventa años, es un desastre ecológico directamente responsable de la destrucción del bosque boreal en la región? Está en la memoria de los alerces y píceas del lugar.
La cantidad de anillos no siempre se corresponde con la edad del ejemplar: hay árboles que 'se saltan' años (sobre todo cuando han sido muy duros y no se ha producido crecimiento alguno). Por ello es importante calibrar cualquier lectura dendrocronológica con otros métodos, como el del Carbono 14. Aina S. Erice
     ¿Quieres entender si la expansión del imperio mongol en el s. XIII estuvo ligada a un cambio climático en sus tierras, y de qué tipo? Los pinos siberianos (Pinus sibirica) de la región aún se acuerdan de aquellos años locos.
     La madera tiene, además, una ventaja evidente sobre el cerebro como sede de la memoria, y es que los recuerdos conservados en anillos de crecimiento pueden sobrevivir al árbol que los creó. No hace falta encontrar a ningún venerable matusalén vegetal para saber qué tal tiempo hacía en tiempos de la república romana, o en la Francia napoleónica: un tocón de la edad adecuada puede ser suficiente, incluso un palo. Eso significa que toda la madera maciza que te rodea está ahíta de recuerdos. Las planchas de los violines Stradivarius pueden revelarte sus orígenes —de qué especie provenían (Picea abies), en qué región crecieron, en qué período, qué climatología vivieron—, igual que las vigas de la catedral de Segovia (hechas de Pinus nigra), o cualquier escultura japonesa de madera (p. ej. de Chamaecyparis obtusa). Todos cuentan una historia para quien sabe interpretar su lenguaje.
     La memoria es un componente imprescindible de nuestras vidas; si la perdemos, se lleva consigo parte de nuestra identidad, nuestra capacidad de aprender y madurar. La sabiduría no existe sin memoria; cada anciano que se apaga nos priva —a ti, a mí, a todos los seres humanos— de una raíz hecha de recuerdos, raíz que ancla, pero que a la vez nos permite seguir creciendo hacia la luz (y, se espera, sobrevivir a los temporales futuros). Incluso si nos han dejado una crónica pormenorizada de su vida, interrogar memorias vivas es más bello que consultar archivos inertes —más aún, cuando la muerte de aquel ser vivo no era necesaria.
     ¿Quién no se indigna al pensar en los 4900 anillos de crecimiento que Donald Currey contó en la madera de su Pinus longaeva, cuyo último recuerdo fue una sierra en agosto de 1964? Nadie se atrevería a defender la tala de seres vivos cuya memoria abarca milenios... pero ¿y si son cinco siglos? ¿O uno? ¿O varios lustros? ¿A partir de qué momento la memoria de un árbol merece ser conservada, cuidada, estimada?
     Quizás llegue un día en que veamos y tratemos a los árboles de nuestras ciudades, no como muebles baratos, sino como archivos vivos: una infinidad de pequeñas bibliotecas que sedimentan y atesoran la historia del lugar que habitan junto a nosotros (y, de regalo, dan sombra y mejoran las condiciones urbanas).
     En silencio, sin que nos demos cuenta, los árboles escriben nuestras crónicas; ojalá sean dignas de pervivir en sus memorias de madera.

                                                         -----

lunes, 26 de octubre de 2020

Sólo escuchan los árboles

MANUEL RIVAS
Sólo escuchan los árboles

viernes, 23 de octubre de 2020

El Tejo de Fortingall, Perthshire


ROYAL BOTANIC GARDEN EDINBURG
El viejo tejo cambia de sexo

Arilos, los frutos del tejo
El Tejo de Fortingall de Perthshire es un árbol de renombre internacional como potencialmente el árbol individual más antiguo de Europa. Se ha sugerido que podría tener hasta 5.000 años de antigüedad, pero esto no es universalmente aceptado y necesita alguna aclaración. Para empezar, esta es una estimación basada en una medida de la circunferencia de 56 pies realizada por Thomas Pennent en 1769. En viejos tejos, la evidencia definitiva en forma de anillos de crecimiento anuales hace tiempo que se ha podrido. La palabra "individuo" se vuelve importante para calificar esta afirmación, ya que ahora sabemos que ciertos árboles se clonan y pueden superar en gran medida los 5,000 años. Sin embargo, todavía es un pensamiento notable que este tejo invidual podría haber estado creciendo antes de que la Gran Pirámide de Giza o Stonehenge se construyeran.
     Lo primero que los visitantes ven de este antiguo árbol es el muro de piedra y secciones de hierro que rodea el recinto que permiten vislumbrar el interior. Toda la experiencia recuerda a un viaje al zoológico. Este desafortunado estado de cosas surgió como una forma de impedir a los cazadores de recuerdos sin escrúpulos que se llevaran partes del árbol.
Conos masculinos del tejo
     Un examen más detallado revela que el Tejo de Fortingall es un árbol masculino. Los tejos son machos o hembras y, en otoño e invierno, los tejos son generalmente fáciles de diferenciar. Los machos tienen pequeñas estructuras esféricas que liberan nubes de polen cuando maduran. Las hembras tienen bayas rojas brillantes desde el otoño hasta el invierno. Por lo tanto, fue una gran sorpresa para mí encontrar un grupo de tres bayas rojas maduras en el tejo de Fortingal en octubre, cuando el resto del árbol era claramente masculino. Por extraño que parezca, se ha observado que los tejos y muchas otras coníferas que tienen sexos separados cambian de sexo. Normalmente, este cambio ocurre en parte de la copa en lugar de que todo el árbol cambie de sexo. En Fortingall Yew parece que una pequeña rama en la parte exterior de la copa ha cambiado y ahora se comporta como hembra.
     Se han recogido tres semillas que se incluirán en un ambicioso proyecto para conservar la diversidad genética de los tejos en todo su rango geográfico, incluidos Europa, el Cáucaso, Asia occidental y el norte de África. El proyecto reemplazará el seto perimetral existente en el Jardín Botánico por un seto de conservación de tejo cultivado a partir de esquejes y colecciones de semillas hechas de poblaciones silvestres y árboles antiguos significativos como el Tejo de Fortingall. Las
Seto de tejo del Botánico
primeras fases de la siembra se iniciaron en 2014 y al finalizar el seto rodeará el Jardín con un notable recurso genético de más de 2,000 árboles individuales, cada uno de los cuales tendrá una historia que se remontará a sus orígenes en Gran Bretaña o más allá. Este seto podría ser el seto de conservación más grande de su tipo en cualquier parte del mundo.
     A medida que madure, el seto mostrará una gama de características que reflejen la diversidad genética de los muchos árboles individuales involucrados y, como tal, no se verá como un seto de tejo normal. El propio Tejo de Fortingall estará representado en el seto y también su descendencia a través de la curiosa capacidad de los tejos para cambiar de sexo.
La visita a Fortingall Yew el 12 de octubre de 2015, cuando se recogieron tres bayas de tejo de una parte del dosel.
-----

martes, 20 de octubre de 2020

Neskowin, el bosque enterrado

NESKOWIN, el bosque enterrado

En la costa de Tillamook en Oregón, EE.UU., entre Lincoln City y Pacific City, alrededor de un centenar de viejos tocones en descomposición se encuentran como centinelas plantados en la playa. Se le ha llamado el Bosque Fantasma Neskowin, un recuerdo inquietantemente hermoso de los imponentes abetos de Sitka que crecieron en esta zona durante unos milenios.

     Antes del gran descubrimiento, los troncos eran una mera leyenda local, pues los residentes del Condado de Tillamook, sostenían que solo salían una vez cada varias décadas, y únicamente durante un corto periodo de tiempo.
Durante siglos, estos viejos tocones estuvieron escondidos en la arena. En el invierno de 1997-98, la costa fue golpeada por poderosas tormentas que erosionaron las arenas y expusieron la asombrosa maravilla natural que estaba enterrada. Desde entonces el Bosque Neskowin se ha convertido en un elemento permanente del paisaje.     
     Los geólogos teorizan sobre estos árboles antiguos, que el carbono data sobre 2.000 años. Este bosque debía tener unas alturas de entre 40 y 60 metros. Parece ser que fueron derrivados por el gran terremoto que golpeó esta zona de subducción de Cascadia en 1700. El terremoto empujaría la tierra boscosa a la zona de marea y cuando el agua del océano entró, enterró los tocones en el lodo, lo que evitó la descomposición y preservó estos restos de bosque durante años. Hay referencias en manuscritos japoneses de un tsunami ocurrido entre 1.680 y 1.720. Los anillos de los árboles de los tocones revelaron que estos estaban vivos y sanos a finales de 1.699.

     Hoy las reliquias de esos gigantes comparten la playa con pequeñas piscinas de marea y diversas especies marinas. El bosque fantasma se revela en las aguas poco profundas de la marea baja, y más y más viejos tocones quedan expuestos cuando la marea está en su punto más bajo durante el invierno.


Antes de ir...
     Neskowin es un pequeño pueblo costero en el condado de Tillamook, a unas 15 millas al norte de Lincoln City. El bosque fantasma se encuentra dentro del recinto de recreo estatal Neskowin Beach, cerca de Proposal Rock. La playa está a unos 5 minutos a pie del estacionamiento público. El bosque fantasma es accesible durante todo el año, pero se ve mejor con las grandes mareas bajas, cuando el Sol, la Tierra y la Luna se alinean.

       
Información de Wikipedia 

-----

sábado, 17 de octubre de 2020

El aromo

HÉCTOR ROBERTO CHAVERO  y ROMILDO RISSO
con ATAHUALPA YUPANQUI 
El aromo

Hay un aromo nacido
En la grieta de una piedra
Parece que la rompió
Pa' salir de adentro de ella
Está en un alto pela'o
No tiene ni un yuyo cerca
Viéndolo solo y florido
Tuito el monte lo envidea

Lo miran a la distancia
Árboles y enredaderas
Diciéndose con rencor
Pa uno solo, cuánta tierra

En oro le ofrece al sol
Pagar la luz que le presta
Y como tiene de más
Puña'os por el suelo siembra

Salud, plata y alegría
Tuito al aromo, la suebra
Asegún ven los demás
Dende el lugar que lo observan

Pero hay que dar y fijarse
Como lo estruja la piedra
Fijarse que es un martirio
La vida que le envidean

En ese rajón, el árbol
Nació por su mala estrella
Y en vez de morirse triste
Se hace flores de sus penas

Como no tiene reparo
Todos los vientos le pegan
Las heladas lo castigan
L'agua pasa y no se queda

Ansina vive el aromo
Sin que ninguno lo sepa
Con su poquito de orgullo
Porque es justo que lo tenga

Pero con l'alma tan linda
Que no le brota una queja
Que en vez de morirse triste
Se hace flores de sus penas

¡Eso habrían de envidiarle
Los otros, si lo supieran

Fuente: LyricFind
-----

miércoles, 14 de octubre de 2020

Takahashi en Kumamoto, el cronista de Japón (011)

TAKAHASHI HIROSHI (Yamagata, 1960)
El alcanforero del señor Jakushin (prefectura de Kumamoto)
Especie: Kusunoki(Cinnamomum camphora, familia Lauraceae, género Cinnamomum)
Dirección: Kitazakomachi 618, Kita-ku, Kumamoto-shi, Kumamoto-ken 861-5531
Perímetro del tronco: 17,1 m.     Altura: 30 m.       Edad: 800 años (atribuida)
Tamaño: ★★★★★   Vigor: ★★★★   Porte: ★★★★★   Calidad del ramaje: ★★★★★
Majestuosidad: ★★★★★

Kyūshū es tierra fértil en grandes árboles y, dentro de esta isla la prefectura de Kumamoto lo es en especial por su gran variedad, hasta el punto de ser llamado “el país de los árboles gigantes”. Uno de los más llamativos gigantes de Kumamoto es el llamado Alcanforero del señor Jakushin, un ejemplar de primerísima categoría por su tamaño, vigor, porte, calidad de ramaje y majestuosidad. Si hacemos un balance general de todas estas características, el alcanforero del señor Jakushin es sin lugar a dudas el más espléndido ejemplar de su especie que tenemos en Japón. Durante el tifón 19 del año 1991 perdió una buena parte de sus ramas, pero gracias a su gran vigor actualmente casi todos los destrozos se han borrado y su follaje parece cada vez más denso. Un árbol que hace gala de una vitalidad asombrosa. 
     Quien contemple la portentosa copa de este ejemplar no necesitará explicaciones al respecto. Cualquier figura humana que se cobije a su sombra quedará convertida en Pulgarcito. 
     El nombre de este ejemplar se relaciona con la cercanía de la tumba del noble Kanokogi Chikakazu Nyūdō Jakushin, señor del castillo de Kumamoto y de las tierras circundantes hasta que el famoso Kato Kiyomasa (1562-1611) puso la región bajo su control. Ahora, la tumba de Jakushin aparece engullida por las raíces del gigante, que siguen extendiéndose. 
     Antiguamente, el alcanforero estaba rodeado de huertos, pero en 1989, gracias a la aplicación de un programa estatal de subvenciones a las regiones, fue posible comenzar a acondicionar las inmediaciones, que se convirtieron en un parque bajo el nombre de Zona Verde de Jakushin. Es un magnífico entorno, que adorna la copa del alcanforero, grandiosa desde cualquier ángulo, con bellas vistas de extensiones de césped y campos cubiertos de flores de cosmos. Y el esmero con que es protegido el árbol es prueba elocuente de lo mucho que significa para los vecinos del área. Para quien visita ese lugar, este árbol debe de ser un gran apoyo moral, que sosiega el espíritu y renueva las energías vitales.

 

Número 011 del mapa
 
-----

domingo, 11 de octubre de 2020

La cruz celta, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
La misteriosa cruz celta descubierta en un bosque irlandés
     En el otoño de 2016, los pasajeros que volaban al aeropuerto de Derry notaron algo muy inusual mientras volaban sobre un bosque en el condado de Donegal. Descubrieron que se había dibujado una enorme cruz celta en medio de un bosque. La cruz celta se descubrió porque se produjo un período inusualmente seco que hizo que colores los árboles contrastaran aún más, revelando así la hermosa cruz que sólo es visible desde el aire.     
     Esta hermosa disposición de coníferas en forma de cruz celta está en el condado de Donegal, en la República de Irlanda. Mide 91,4 m. de largo (330 pies) por 64 m. de ancho (210 pies), y es el resultado de plantar dos especies diferentes de árboles.
     La cruz fue plantada en el bosque de Kilkee por un silvicultor local llamado Liam Emmery. Lamentablemente, el Sr. Emmery falleció en 2010 a la edad de 51 años y no pudo disfrutar de la emoción del descubrimiento de su creación. Su esposa, cuando le contactaron los medios locales, dijo que ella, junto con todos los demás, se había olvidado por completo de la creación de su esposo. Dijo: "Me había olvidado de la plantación, si él estuviera aquí, todos habríamos oído hablar del bosque porque habría estado muy orgulloso. Simplemente amaba que las cosas fueran perfectas. Y creo que la Cruz Celta es perfecta para él". 
    Qué maravilloso legado que otros disfrutarán durante muchos años.
 
Este artículo fue publicado originalmente en CNA el 5 de noviembre de 2016.
Información:  Wikipedia
-----

jueves, 8 de octubre de 2020

El árbol de membrillo

LOUISE GLÜCK (Nueva York, 1947) Premio Nobel de literatura 2020
El árbol de membrillo

El tiempo era, al final, nuestro único tema.
Por suerte, vivíamos en un mundo con estaciones:
sentíamos que teníamos acceso a cierta variedad:
oscuridad, euforia, varios tipos de espera.

Supongo que, en rigor de verdad, nuestros intercambios
no se podían llamar conversaciones, porque se imponía
el acuerdo, la repetición. 

Y aún así, sería un error pensar que no teníamos
idea de lo que le pasaba al otro y que no respondíamos
en profundidad al mundo, como sería un error pensar
que vivíamos vidas limitadas o vacías.

>Teníamos gran riqueza.
Teníamos, de hecho, todo lo que veíamos
y si bien es verdad que no veíamos
ni demasiado lejos ni con mucho detalle,
lo que podíamos discernir lo absorbíamos
con un hambre que apenas se imaginan los jóvenes,
como si toda la experiencia se hubiese canalizado
en estas pocas percepciones.

Canalizado sin dejar recuerdo.
Porque para nosotros, el pasado era un referente perdido,
una imagen perdida, un relato perdido. ¿Qué contenía?
¿Había amor ahí? ¿Alguna vez
habrá habido un esfuerzo sostenido? ¿Y fama?
¿Habrá habido algo así alguna vez?

Al final, no hizo falta preguntar. Porque sentíamos
el pasado; estaba, de algún modo,
en esas cosas, el jardín de adelante y el de atrás
las impregnaba, dándole al arbolito de membrillo
un peso y un sentido casi insoportables.

Perdida por completo y a la vez extrañamente viva, la totalidad de nuestra existencia humana:
Sería un error pensar
que porque nunca salíamos del jardín
lo que sentíamos era reducido o parcial.
En su grandeza y su esplendor, el mundo
estaba al fin presente.

Y de eso conversábamos o hacíamos alusión
cuando se nos daba por hablar.
El tiempo. El árbol de membrillo.
Y vos, en tu inocencia, ¿qué sabés de este mundo?

Traducción de Ezequiel Zaidenberg

 -----

Almeces en la ciudad

JOSÉ MARÍA RIBA
¿Qué les está pasando a los almeces de las ciudades?           (Artículos del autor)

Introducción

     El almez mediterráneo, Celtis australis, es una especie muy utilizada en jardinería, como árbol ornamental de alineación (en viario y generalmente en alcorque) o en parques y jardines. En los últimos años, muchas ciudades están apostando para rebajar el porcentaje muy elevado que había llegado a tener el plátano de sombra (Platanus x acerifolia, un híbrido de jardinería surgido en el siglo XVII) dentro del arbolado municipal, en favor de otras especies, donde destaca de manera muy importante el almez. Así, por ejemplo, el patrimonio arbóreo municipal de Barcelona en el 2017 era de unos 240.000 árboles, donde el 9% correspondían al plátano de sombra y el 6% al almez; en el 2011 y para los árboles de alineación, estas proporciones eran del 30% en el caso del plátano y del 12% en el almez; o más escandalosas fueron las cifras en el 1992, cuando el plátano había llegado al 53%. 
     La substitución del plátano de sombra por otras especies (con el almez, ciprés de Lambert, troana, sófora y tipuana, entre la más utilizadas) se hace atendiendo a razones diversas, destacando: a) aumentar la diversidad de especies arbóreas, b) buscar árboles con menos fenómenos de alergias o molestias, c) menos delicados, menos sensibles (o más tolerantes, según se mire) a plagas, enfermedades y/o fisiopatías, d) que tengan menos requisitos de poda, e) que sean de dimensiones más pequeñas, entre otras.
El género Celtis cuenta con unas 70 especies de árboles de hoja caduca, de regiones templadas a nivel mundial, tanto del hemisferio Norte, como del Sur. La especie ornamental más utilizada en el litoral mediterráneo corresponde a Celtis australis, pero también se utilizan C.occidentalis (almez norteamericano) y C.sinensis (almez chino).
      C.australis es originario del sur de Europa, oeste de Asia y norte de África; crece habitualmente entre los 50 y los 1.300 m de altitud, y prefiere exposiciones soleadas en bosques caducifolios mixtos termófilos (templados), bien adaptado a suelos pobres, secos y pedregosos que carecen de humus; no forma nunca bosques, apareciendo aislado en barrancos, laderas y terrenos alejados de riberas; en condiciones óptimas, puede superar los 600 años de edad.
      Además de los factores indicados anteriormente, en las últimas décadas se ha favorecido la plantación del almez como árbol municipal y de alineación, por el hecho de ser tolerante a la contaminación urbana, por presentar muy pocas plagas/enfermedades agresivas y por ser bastante tolerante a la sequía.
Los daños más frecuentes, aunque de poca importancia y agresividad, que presentan los almeces se encuentran asociados generalmente a ataques de insectos minadores (Agromyza, Caloptilia, Phyllonorycter), ácaros eriófidos (Aceria, Reckella), pulgones (Aphididae), cochinillas (Diaspididae) y de hongos foliares (Erysiphe, Taphrina).
      Pero esta situación de “normalidad” parece estar cambiando. En Europa, los primeros casos de “decaimiento anormal” aparecieron en la década de los 70s; es a partir de la década de los 90s cuando estos daños se hacen más evidentes y frecuentes, hasta llegar a la situación preocupante de los últimos años (2016-2019). Cada vez es más fácil encontrar ejemplares de almeces ornamentales que muestran un decaimiento anormal y muy generalizado en la copa, con síntomas y daños más evidentes en años de sequía e inviernos fríos. Una de las causas a las que se atribuyen estos daños parece ser la presencia, cada vez más diagnosticada por los laboratorios, de fitoplasmas (pertenecientes a los grupos “Apple Proliferation”, “Aster Yellow” y “Elm Yellows”).

Daños que se observan
      En los almeces más afectados, destacan los daños que se hacen muy evidentes en la copa, especialmente en la más apical; generalmente son ramas aisladas, mientras que el resto de la copa, así como las ramas inferiores, muestran un aspecto completamente normal. En las zonas de copa afectadas, y a golpe de vista, se puede apreciar una densidad foliar más pobre del normal, e incluso procesos de seca de brotes y de ramillos; ya en más detalle, y en el ramaje afectado, es fácil observar hojas más pequeñas de lo normal (microfilias), con deformaciones foliares (de todo el limbo, en lugar de tener la hoja típica de planifolio) y/o con un patrón de coloraciones verde-amarillo alternado, con mosaicos amarillos muy definidos, o con un amarilleo difuso (clorosis); pueden darse fenómenos de esterilidad de flores y una menor fructificación; en algunas ocasiones, pueden observarse también brotes y ramillos con entrenudos más cortos (enanismos).
      Estos daños se observan tanto en árboles jóvenes (plantados hace 10-15 años), como en árboles maduros-viejos (con más de 100-150 años), tanto en zonas urbanas (arbolado viario o en parques), como en zonas rurales (en jardines). Este debilitamiento y decaimiento generales son daños progresivos, pero muy lentos en el tiempo; con los años (y para los ejemplares en seguimiento), estos daños pueden evolucionar y agravarse durante 20-30 años, hasta la muerte del ramaje principal o de la copa; finalmente, podría conllevar la muerte del árbol. Destacan los daños observados en Mallorca (Palma [I.Gascón comunicación personal], Calvià), Barcelona (Badalona, Barcelona, Manresa, Prat del Llobregat, Rajadell, Sabadell, Sant Cugat, Vallirana), Girona (Mont-ras, Viladesens), Tarragona (Reus).

¿Qué son los fitoplasmas?
      Los fitoplasmas (a diferencia de los eucariotas, que forman los 4 Reinos [animales, plantas, hongos y protistas]) son organismos procariotas sin pared celular, polimorfos (pero “no espiral”), “gram positivo” y con un tamaño medio de 200-800 nm, muy relacionados con las bacterias, dentro de la Clase de los Mollicutes; descubiertos por primera vez en 1967. Provocan enfermedades en cientos de especies vegetales de regiones tropicales y templadas, actuando como parásitos obligados del hábitat intracelular de las plantas huésped, localizándose en el tejido del floema (principalmente en las células cribosas que conducen la sabia). En las plantas leñosas de hoja caduca, la distribución espacial de los fitoplasmas no es regular y parece estar influenciada por factores externos.
      Los fitoplasmas necesitan de organismos vectores para la transmisión de la enfermedad, generalmente durante la fase de alimentación de insectos del tipo picador-chupador, del grupo de los Hemiptera-Homoptera. (...)
      Hay muy poca información y estudios sobre estos daños por fitoplasmas y observados en el almez, pero las analíticas de laboratorio realizadas sobre muestras de plantas afectadas (en España, Francia e Italia) han dado positivo a estos fitoplasmas.

Medidas correctoras y actuaciones de control
      En agricultura, el control de los fitoplasmas se basa en la prevención, destacando: a) usar material vegetal sano, b) plantar especies/variedades resistentes a estos fitoplasmas, c) evitar plantar en áreas donde existe el fitoplasma y sus vectores potenciales y d) controlar las poblaciones de insectos vectores (mediante aplicaciones periódicas con insecticidas). En los últimos años han aparecido nuevas alternativas, como son e) aplicaciones de antibióticos (oxitetraciclina) mediante la técnica de la inyección a tronco por endoterapia, f) utilizar híbridos de variedades resistentes o bien clonar material vegetal sano (modificado, obtenido por técnicas in-vitro) y g) utilizar ejemplares obtenidos de plantas madre infectadas con cepas hipo-virulentas de estos mismos fitoplasmas.
      Pero estas actuaciones indicadas anteriormente no tienen aplicación posible en el arbolado ornamental y mucho menos con el almez. Hay muy poca información sobre esta enfermedad de los almeces (cómo se introduce, desarrolla y evoluciona) y tampoco se conocen a los insectos vectores. También es sabido que las podas sanitarias (con la eliminación del ramaje afectado) no son la solución: se reduce o elimina el daño visible en la copa, pero no se elimina el fitoplasma, ya que éste se mueve por el interior del sistema vascular de la planta y puede encontrarse en reservorios radiculares y en el tronco, por lo que al formarse los nuevos brotes, se moverán nuevamente los fitoplasmas.
      Pero debido a que el progreso de los daños asociados a estos fitoplasmas en el almez tiene un ritmo muy lento (superior a 20 años), ciertas actuaciones dirigidas a la reducción de situaciones de estrés pueden favorecer al árbol. Destacan por ejemplo: a) riegos puntuales y de soporte en períodos de estrés hídrico, b) aplicaciones con abonos del tipo radicular/foliar específicos, c) mejoras en la calidad del suelo.

-----

lunes, 5 de octubre de 2020

Chanson pour un arbre

DOMINIQUE DIMEY (Francia, 1957)
Chanson pour un arbre


Il a plus de deux cents ans
C’est l’ancêtre, dit le vent
Dit le vent
Les hommes ont bien essayé
Maintes fois de le couper
Le couper
Mais il a levé les bras
En criant : non pas le droit !
Pas le droit !
Je suis vivant comme vous
Je ne peux vivre à genoux
À genoux !

Racines aux pieds
Les pieds dans la terre
Un arbre debout
Face à l’univers
Racines aux pieds
Entre ciel et terre
Un arbre de vie
Attend et espère!

Il respire et il murmure
Il se couvre de verdure
De verdure
Il s’étire et il grandit
Donne des fleurs et des fruits
Et des fruits
Il est l’ombre en plein soleil
La fraîcheur dans le désert
Le désert
Il a un collier d’écorce
Nourri de sève et de force
Et de force

Les enfants lui font la cour
Font la ronde tout autour
Tout autour
Les oiseaux cachent leurs nids
Pour protéger leurs petits
Leurs petits
La pluie sème quelques grains
Les caresses du matin
Du matin
Et la nuit bleue s’y repose
Avec la lune toute rose
Toute rose!

-----

viernes, 2 de octubre de 2020

El origen de las espinas de las plantas

HÉCTOR RODRÍGUEZ
El origen de las espinas de las plantas

¿Por qué las plantas tienen espinas? La respuesta es fácil: para protegerse de los animales hambrientos a los que les gusta masticarlas. Pero, ¿de dónde vienen las espinas? La respuesta es un poco más complicada.
     Antes un pequeño apunte botánico: en las plantas, pese a cumplir la misma función, no todos esos apéndices puntiagudos, que en más de una ocasión nos han hecho pasar un mal rato, tienen la misma naturaleza. Por ejemplo, "las espinas de las rosas, que también podemos encontrarlas en arbustos como las zarzamoras o las frambuesas, son como los pelos de nuestros brazos, es decir, crecen a partir de la epidermis del vegetal", explica Vivian Irish, bióloga evolutiva de la Universidad de Yale y autora un artículo que se publica esta semana en la revista Current Biology.
      Otras plantas, entre las que se incluyen los cactus, tienen pinchos, otro tipo de armamento afilado y puntiagudo pero que en esta ocasión se forman en lugar de las hojas. O mejor dicho, los pinchos de los cactus son hojas que se han especializado en la función defensiva de la planta. Por último, los espinos de plantas como las buganvillas y otras especies entre las que se incluyen los cítricos surgen de los brotes, es decir, en el lugar donde debería surgir una nueva rama.
      Irish explica que desde hacia mucho tiempo se hallaba fascinada por las espinas de las acacias negras -Gleditsia triacanthos- que son habituales en algunas áreas urbanas de Estados Unidos. Si bien la mayoría de estos árboles habían sido seleccionados para no tener espinas, la doctora, apasionada por las plantas, se había percatado de que algunos especímenes más viejos aún hacían gala de peligrosas espinas que en ocasiones podían alcanzar los 30 centímetros. Irish estaba intrigada por cómo surgieron estas estructuras pero, según cuenta, han tenido que pasar 4 décadas para dar con la respuesta, y que precisamente han llegado desde la disciplina en que la científica es experta, la biología molecular; y concretamente de su campo de estudio: las células madre.

Gleditsia triacanthos

      La investigación de Irish y su equipo se centró en los cítricos, demostrando por primera vez que en estos, en un fenómeno nunca observado hasta ahora, las espinas surgen de las poblaciones de células madre de sus brotes . Al contrario que sucede con las células madre típicas de animales o plantas, que continúan dividiéndose hasta especializarse en otro tipo de célula, las células madre de las espinas sufren un paro programado. Así, los científicos descubrieron que dos reguladores de la producción de células madre denominados TI1 y TI2 son los responsables de este parón. Dichos reguladores cortan gradualmente la actividad de las células madre en la espina en desarrollo, de modo que esta se reduce gradualmente hasta que no queda más que un extremo puntiagudo.
      Cuando los investigadores eliminaron genéticamente los dos reguladores, la actividad de las células madre continuó, y en lugar de espinas, las plantas de cítricos produjeron nuevas ramas. La información podría conducir a huertos de naranjos u otros frutales con más ramas y por tanto más frutas.
-----