Mostrando entradas con la etiqueta Talas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Talas. Mostrar todas las entradas

27 octubre 2025

ANTONIO MUÑOZ MOLINA Antonio Muñoz Molina
Como árbol talado (El País, mayo 2025)

Crímenes estúpidos y estupideces criminales se mezclan a diario en el carnaval de esta época, pero su repetición no las vuelve menos hirientes

Fran Pulido
Hay sospechas de que la simple estupidez puede ser tan dañina como la crueldad. La crueldad, entre nosotros, se asocia muchas veces a la inteligencia, sobre todo cuando es una crueldad verbal o ideológica, o cuando la ejercen esos asesinos en serie que gozan de tanto crédito intelectual en el cine y la televisión. Mentes privilegiadas europeas consideraron que las matanzas de Lenin, Stalin y Mao eran accidentes dolorosamente necesarios en el devenir de liberación de la Historia. Y sigue habiendo mentes contemporáneas para las cuales los regímenes desastrosos de Cuba, Venezuela y hasta Nicaragua —¡y Rusia!— poseen la legitimidad de oponerse al imperialismo americano. Si hay formas de crueldad que son agravadas por la estupidez —el citado imperialismo americano y sus actuales dirigentes serían sin duda un ejemplo— queda la duda de si se podrá ser bueno y estúpido, compasivo y obtuso.

“Ahora la estupidez sucede al crimen”, dice un verso terrible de Luis Cernuda, en un poema en el que acusa a un poeta vinculado a los vencedores de la guerra civil, Dámaso Alonso, de querer apropiarse la memoria de Federico García Lorca. Estupideces y crímenes, crímenes estúpidos, estupideces criminales, se mezclan a diario en el carnaval de esta época, pero su repetición y su monotonía no las vuelven menos hirientes, aunque a muchas personas las empujen hacia una indiferencia anestésica. A mí, por el contrario, algunas me provocan una curiosidad algo morbosa, sobre todo cuando parecen ejemplos de una estupidez pura, sin mezcla de ninguna otra sustancia, una estupidez cruel y al mismo tiempo gratuita, sin beneficio alguno para quien la practica, sin motivo visible, una especie de arte por el arte.

Desde hace tiempo vengo siguiendo en la prensa extranjera el misterio de ese árbol de casi 200 años y 15 metros de altura que se alzaba solitario y magnífico en las ruinas de los que fue la Muralla de Adriano, erigida en el siglo II para marcar la frontera entre la Inglaterra romanizada y los territorios de las tribus belicosas del norte. En un territorio de monte bajo y colinas desnudas, el Sycamore Gap Tree era una presencia imponente, plantado como un guardián en el muro mismo que señalaba la antigua frontera, con esa majestad tutelar de los grandes árboles que no sin razón tuvieron una naturaleza sagrada en muchas culturas. La gente de las comarcas cercanas acudía a él para celebrar bodas, comidas de fraternidad, rituales fantasiosos de paganismo céltico. El árbol, un arce sicomoro, había ganado incluso una celebridad cinematográfica. Aparecía en la película Robin Hood: Príncipe de los Ladrones, de 1991, y tenía en ella una prestancia más heroica que sus dos protagonistas humanos, Kevin Costner y Morgan Freeman.

Sycamore Gap Tree

Un día, el 28 de abril de 2023, el árbol amaneció talado, con huellas dentadas de motosierra en tronco macizo, derribado como la columna principal del templo que era el árbol en sí mismo. Apareció derribado y tan sin explicación como esos cadáveres de las novelas y las series británicas que inauguran un misterio en principio insoluble. Policías y forenses botánicos emprendieron de inmediato una investigación tan rigurosa como la que habría merecido el hallazgo de una víctima humana. Un índice de civilización es el trato que reciben, además de las personas, los animales y las plantas. La tala del Sycamore Gap Tree fue noticia prominente en portadas de periódicos y telediarios. En las fotos, la hondonada en la que se había perfilado su silueta durante casi dos siglos era un vacío inaceptable, la señal de una ausencia que ya no se podía remediar. Le preguntaron a Ronald Reagan qué opinaba sobre los redwoods de California, las secuoyas monumentales que pueden vivir 1.500 años y medir hasta 90 metros, y contestó encogiéndose de hombros: “Que una vez has visto uno, ya los has visto todos”.

Por suerte, las autoridades de la región de Northumberland tuvieron algo más de sensibilidad, y al cabo de unos meses habían descubierto a los autores de la tala, dos cretinos de 38 y 32 años que eran compañeros de barras y pintas de cerveza y que la noche del 27 de abril, por broma, por distraerse, por una apuesta beoda, concibieron la idea y la pusieron en práctica, muertos de risa, usando una motosierra que llevaban en la trasera de la camioneta. En unos minutos y sin demasiado esfuerzo —los dos tenían experiencia en trabajos de construcción— talaron lo que había crecido con extrema lentitud durante dos siglos, al ritmo solemne de los procesos de la naturaleza, con la paciencia gradual con la que crecen y se edifican las obras más valiosas, las naturales y las humanas, los bosques y las catedrales, los arrecifes de coral, las ciudades crecidas orgánicamente sin que nadie las haya planificado, las formas civilizadas de convivencia.


La estupidez tiene una gran ventaja para los investigadores criminales, y es que deja todo tipo de pistas. Aquellos dos cretinos se grabaron mutuamente en sus teléfonos móviles mientras se esforzaban en su hazaña, y luego intercambiaron mensajes en los que se congratulaban del impacto que estaba teniendo en las redes sociales y en los noticiarios. Quizás el mayor embuste de las ficciones policiales es la dificultad y encontrar la pista de un asesino o de un delincuente. A la mayor parte de ellos se les atrapa tan rápido que la búsqueda no daría ni para un relato corto, y cuando quedan impunes no es porque tuvieran la maña suficiente para desaparecer, sino porque nadie los buscó, o porque los investigadores eran todavía más lerdos o chapuzas que ellos.

En este caso particular, los dos sospechosos tienen, como cualquiera, caras de culpables en las fotos de frente y de perfil de la policía, pero tienen sobre todo caras de imbéciles. Hace justo un mes empezó el juicio contra ellos, y se calcula que la sentencia será dictada hacia mediados de julio. El fiscal dice que aquella noche se lanzaron a una “moronic mission”, una tarea de cretinos, y solicita una pena de diez años para cada uno de los dos. La estupidez y la crueldad tampoco son incompatible con la bajeza: ahora los dos acusados se declaran inocentes y se echan la culpa el uno al otro. Ni siquiera les cabe la justificación de una ceguera ideológica religiosa, como la de aquellos talibanes que pusieron tanto esfuerzo en dinamitar los Budas gigantes de Bamiyán o los milicianos madrileños que en el verano de 1936, en vez de ir al frente a combatir a los fascistas, se desplazaron en camiones al Cerro de los Ángeles para fusilar heroicamente la estatua del Sagrado Corazón.

Talaron un árbol de 200 años por pasar el rato y porque era fácil y en mitad de la noche era difícil que alguien los viera. Talaron un árbol porque el esplendor de las cosas mejores y de la suma belleza despierta el rencor de algunos imbéciles igual que despiertan la codicia de los depredadores y la crueldad de los doctrinarios y de los aprovechados que se amparan en ellos para obtener beneficios. En la bella Baeza, que forma con Úbeda un espejismo doble de clasicismo italiano en medio de los olivares de Jaén, un ayuntamiento regentado por bárbaros decretó hace unos meses la tala de los árboles enormes que daban sombra y vida al paseo de la Constitución. La tala no se hizo de noche ni fue anónima, y, sin embargo, los concejales arboricidas no corren el menor peligro de ser acusados ante un tribunal. Dejan desierto y pelado un paisaje que uno lleva viendo toda la vida y están talando al mismo tiempo este momento presente y el recuerdo.

Dice Montaigne: “Hasta los árboles si tuvieran voces gritarían por el trato que les damos los seres humanos” Al menos el arce de la muralla de Adriano está empezando a echar brotes nuevos. Con algo de suerte, es cuestión de esperar unos 100 años.

-----

Condena a los infractores:  https://elpais.com/cultura/2025-07-15/condenados-a-cuatro-anos-de-carcel-los-dos-hombres-que-talaron-un-arbol-en-el-muro-de-adriano.html

----- 

06 diciembre 2020

Si un árbol cae..., de Marshall Curry

 MARSHALL CURRY
"Si un árbol cae"

(Documental de 1h 25', en inglés y subtitulado en francés, tomado de Kapro Arboricole). Subtitulado en español, aunque la imagen no es buena de Foro Revelde)

La historia del ELF -Earth Libertation Front-. Un documental de 2011 de Marshall Curry, nominado al Oscar y premiado en el Festival de Sundance. 
     ELF (Earth Liberation Front) es un grupo de ambientalistas radicales (calificados en 2001 por el FBI como "enemigo público número uno de la seguridad interna") cuyo objetivo es preservar el medio ambiente mediante acciones de sabotaje contra empresas americanas de explotación de la madera. 
     Un documental que presenta este movimiento ambiental del que debemos recordar tanto cosas positivas como negativas. Para meditar y analizar. Un examen minucioso del ambientalismo radical y las implicaciones de las leyes de terrorismo de Estados Unidos. Se nos presenta a Daniel McGowan, un activista de Oregón, un ciudadano medio y nada extremista que fue acusado de terrorismo por intentar sabotear unas instalaciones para deforestar la propiedad de una gran compañía.


-----

01 febrero 2018

MUNDIYA KEPANGA-MARC DOZIER
Frères des arbres - Hermanos de los árboles

   Película en francés de ARTE France, marzo de 2017, 85 minutos
     Nacido en Papúa Nueva Guinea, Mundiya Kepanga, un líder papú de la tribu Huli, todavía vive en el corazón de uno de los últimos bosques primarios del mundo. Quiere advertir al público sobre la deforestación que ha tenido por el momento dramáticas proporciones en su país y que pronto tendrá un impacto en el futuro de la humanidad. Al mismo tiempo, heredero y transmisor de una cultura ancestral de tradición oral, y con su conocimiento del mundo occidental, su mirada es un puente entre dos mundos. Lejos de las estadísticas y los informes alarmistas, habla con sencillez de la naturaleza, sean en grandes reuniones internacionales, o bien en encuentros con locales. Malicioso, le gusta hacer preguntas simples que ponen el dedo donde molesta para hacer que demos un paso atrás en nuestras acciones. En su papel de "puente" ofreció su cofia más preciada al Museo del Hombre. Con esta donación envía un mensaje a la humanidad: su bosque es un patrimonio universal que hay que salvaguardar.
«Cuando todos los árboles hayan desaparecido, los hermanos de los árboles desaparecerán con ellos»
     Fotógrafo y realizador, Marc Dozier ha publicado numerosos libros y documentales, dedicados a la Papúa Nueva Guinea, en particular la película La Exploración invertida. Pone su experiencia y su conocimiento en el servicio de producciones en la realización de documentales difundidas en grandes canales como National Geographic, BBC, Discovery Channel, Canal +, Arte o Francia 5 y también es fotógrafo integrado en la redacción de la revista francesa Grandes Reportajes desde el 1998.



Desconozco los días que estará visible en Rutube... dividido en dos partes:
https://rutube.ru/video/8663790b7c25024ff5e03009cf36b6ef/
https://rutube.ru/video/d699bc4b0afbd3c468f54e7919006b63/

Vídeo disponible en VoD 
Información y fotos:  https://boutique.arte.tv/detail/freres_arbres_appel_un_chef_papou
                                     https://www.quaisdudepart.fr/freresdesarbres

-----