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15 octubre 2025

ANDRÉS ACTIS, en La vanguardia, jun2025
El jubilado que plantó 41.000 árboles y creó un bosque urbano en medio del asfalto
 

El Parque Lineal de Tiquatira es un respiro de biodiversidad en medio del hormigón de São Paulo. La mayoría de sus árboles fueron plantados por Hélio da Silva (73 años): “Necesitamos más naturaleza en las ciudades”

Hélio da Silva (73 años)
Una tarde de noviembre de 2003, Hélio da Silva, ejecutivo de una empresa del sector azucarero, regresaba de su trabajo por la zona de Tiquatira, al este de São Paulo, una de las ciudades más pobladas de Brasil. Dedicó la caminata a contemplar un paisaje totalmente degradado y abandonado, convertido en un vertedero a cielo abierto. Cuando llegó a su casa, le dijo a su mujer: “Voy a plantar árboles y a transformar Tiquatira en un enorme parque verde”.
     Días más tarde, este empresario, hoy ya jubilado (73 años), se llevó en su maletín una semilla de jequitibá, el árbol más grande y noble de la Mata Atlántica. Lo plantó en un camino de tierra y lo anotó en una libreta. “Fue el primero de muchos”, dice 22 años después. El cuaderno tiene hoy un registro de 41.100 árboles plantados.

El Parque Lineal de Tiquatira es un respiro de biodiversidad en medio del hormigón de São Paulo




  Hélio da Silva es conocido en São Paulo como “el plantador de árboles”. Es el ideólogo y ejecutor de una imponente transformación urbana. Donde antes había asfalto, tierra degradada y basura, hoy hay un bosque urbano, una enorme franja verde de tres kilómetros de largo, repleta de biodiversidad, que conecta dos grandes avenidas. “Hay pocos parques lineales en el mundo tan grandes como el que tenemos aquí en Tiquatira”, se jacta.
     Con sus manos, este brasileño ha logrado una medida de adaptación clave al cambio climático: la renaturalización como motor de transformación urbana y mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos. En Tiquatira han regresado especies de aves y otros seres vivos que no se veían desde el siglo pasado. La marea de árboles contrarresta en verano el efecto de isla de calor, fenómeno que ocurre en zonas urbanas donde las temperaturas son más altas que en las áreas rurales circundantes. Además, la región se ha convertido en un epicentro de ocio, esparcimiento y deporte.  
     “Este pulmón verde ha cambiado mucho la vida de esta región y de sus alrededores. Lo ha cambiado todo. Y no es una exageración. La gente tiene más autoestima, mejor salud, más ocio, más vida. Los parques y los bosques curan las ciudades”, celebra Hélio en diálogo con La Vanguardia. “Hemos demostrado que esta transformación es posible y está al alcance de nuestras manos. Es una lección a nivel global”, agrega. 

Hélio da Silva lleva más de 20 años plantando árboles en la zona de Tiquatira, al este de São Paulo

     Silva recuerda que su familia no tomó en serio su aventura. Su mujer pensó que aquella promesa, la de plantar miles de árboles, iba a morir en palabras. No sabía que su marido ya tenía planificado un viaje al interior de São Paulo para comprar una primera bolsa de 200 semillas de jequitibá. En São Paulo no existe ninguna ley que prohíba a un ciudadano plantar un árbol en un área pública.
     La primera siembra, sin embargo, fracasó. Todos los árboles fueron vandalizados y destruidos. Empecinado, esparció otras 400 semillas por todo Tiquatira. La escena de destrucción se repitió. “Déjalo ya”, le repetía su mujer ante su desazón y amargura. “Todo lo contrario: ahora voy a plantar 5.000 árboles”, replicó. En el tercer intento, los árboles empezaron a crecer. En 2005, Silva advirtió que la misión era titánica y que necesitaba ayuda política para que su proyecto escalara. Entonces, golpeó la puerta del despacho de Eduardo Jorge, el por entonces secretario de Medio Ambiente de São Paulo.
     El funcionario se acercó a Tiquatira y vio la gesta de Silva con sus propios ojos. Se comprometió a ayudarlo. La renaturalización se convirtió en una política pública. Agrónomos y jardineros empezaron a trabajar en el proyecto. El parque alberga hoy 162 especies de árboles. 

Fotografías por satélite de Tiquatira en 2005 (arriba) y en 2024 (abajo) cedida

     Silva ánima a todos los vecinos de todas las ciudades del mundo a seguir sus pasos. Pero aclara que la tarea requiere no sólo esfuerzo, también formación. Hay que saber elegir el lugar, comprar las semillas o plántulas y plantar y fertilizar durante un año. “Un árbol es como un niño. Necesita ayuda y eso es fantástico. No basta sólo con cavar un hoyo y plantarlo”, explica.
     Su meta es superar la marca de 50.000 plantaciones. También quiere instalar bibliotecas públicas para que la gente, en medio de sus paseos, se siente a leer. “El apoyo del Estado debe venir también con estas acciones. Es importante incluir la educación ambiental y la importancia de los árboles en la currículo escolar. Hay que estimular la conexión entre la naturaleza y los jóvenes”, reflexiona sobre los próximos pasos.
     Por lo pronto, Silva está satisfecho por haber recuperado un “trozo de Bosque Atlántico”, uno de los seis biomas de Brasil, en el corazón de una de sus ciudades más grandes. Doscientos años atrás, São Paulo era toda verde. “El hombre en nombre del progreso destruyó la naturaleza. Hemos recuperado una pequeña porción. La satisfacción es inmensa”, dice orgulloso.

 
 Lo hemos leído aquí 

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06 octubre 2025

Las flores de la libertad, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Las camelias de Brasil
 
El día 13 de mayo de 1888, fecha de la abolición de la esclavitud, la princesa Isabel Cristina (hija de D. Pedro II de Brasil y nieta de D. Pedro IV de Portugal) recibió varios regalos, entre ellos la famosa pluma de oro, engarzada de brillantes y rubíes, usada para firmar la Ley Áurea que ponía fin a la esclavitud en Brasil. Sin embargo, el regalo que emocionó a la princesa y llamó la atención de quienes la acompañaban en el acto, consistió en dos ramos de flores de camelia. 
     Exhibidas en los ojales, las camelias funcionaban como una señal para que los abolicionistas se identificaran y por ello se transformaron en el símbolo principal de la lucha por la liberación de los esclavos. Las camelias que la princesa recibió habían sido cogidas en el Quilombo (1) de Leblon, en Río de Janeiro, o sea, en un local de refugio de esclavos negros. El líder y dueño de ese quilombo era el fabricante de bolsas Xosé de Seixas Magallanes, un emigrante portugués que mantenía buenas relaciones con las figuras centrales del movimiento abolicionista y también con la princesa Isabel. 
     Los quilombos eran agrupaciones de antiguos esclavos huidos de sus señores en el período colonial de Brasil y representaban una de las más importantes formas de resistencia a la esclavitud, constituyendo una inmensa red que participaba ya en el juego político de la transición y la participación del pueblo negro en la conquista de la libertad. En verdad, sin la adhesión franca y consciente de los cautivos manifestada por fugas en masa, imposibles de reprimir o controlar, la “avalancha negra”, como se dice ahora, el proyecto abolicionista no habría tenido la mínima posibilidad de éxito. Sus habitantes, los “quilombolas”, intentaron en algunas ocasiones reproducir la organización social africana, incluso con la elección de reyes tribales. 
     La mayoría de los quilombos tuvo una corta duración porque los señores de esclavos de las villas vecinas, en cuanto se asentaban en sus tierras, organizaban expediciones de ataque. Al contrario del modelo tradicional de quilombo, se constituyeron también los llamados “quilombo rotura”, donde los esclavos se escondían en lugares distantes e inaccesibles para fundar otra comunidad o sociedad más agradable para vivir. En Leblon funcionaba el llamado “quilombo abolicionista”, donde los líderes eran figuras conocidas de la sociedad, con un elevado grado de participación política. 
     El nuevo modelo de resistencia, organizado e localizado cerca de las grandes ciudades, funcionaba como una especie de instancia intermedia entre la comunidad de huidos y la sociedad, cuyo objetivo era transformar la vieja sociedad esclavista por dentro, al igual que sucedía en otros quilombos idénticos, o Quilombo da Jabaquara, en Sao Paulo y tantos otros repartidos por Brasil. No se sabe exactamente cómo, pero las camelias se convirtieron en el símbolo del movimiento abolicionista, subterráneo y subversivo. Proteger esclavos huidos o dar abrigo a los quilombolas, iba contra las leyes vigentes y estaba penado con elevadas multas, procesos judiciales y penas de cárcel. Había que encontrar un símbolo y una señal especial, y esa recayó en la camelia, la primera flor después del Invierno, aquella que anuncia el comienzo de la Primavera. No se puede olvidar que “La Dama das Camelias” de Alejandro Dumas Hijo, era una de las piezas de teatro de mayor éxito en Río de Janeiro en esa época. 
     La idea genial de los esclavos huidos de Leblon fue la capacidad de hacer las alianzas necesarias con el mundo político de la época, juntando a los abolicionistas y obteniendo la colaboración de la princesa Isabel, la Princesa Imperial Regente, que llegó a aparecer en público usando en su vestido una camelia producida en el Quilombo de Leblon. El mundo político brasileño se vino abajo y no era para menos.
     La princesa Isabel también protegía fugitivos en el palacio imperial en Petrópolis. De acuerdo con los registros del abolicionista André Rebouças, ingeniero y tesorero de la Confederación Abolicionista (una organización política cuyo programa defendía, simplemente el fin del trabajo esclavo) 14 esclavos huidos de las haciendas próximas a Petrópolis almorzaron en el palacio imperial y todo el esquema de promoción de fugas y alojamiento de esclavos fue montado por la propia princesa Isabel. En vísperas de la abolición, André Rebouças ya tenía contabilizados más de mil fugitivos protegidos por la princesa. 
Princesa Isabel Cristina
     El quilombo de Leblon se especializó en la producción de camelias, flores románticas e inocentes que pasaron desde entonces a ser el símbolo de un movimiento altamente subversivo: la lucha por la libertad inmediata e incondicional. Las camelias eran el símbolo del movimiento abolicionista, en la recta final de la lucha contra la esclavitud. Los abolicionistas las usaban en el ojal, las reunían en ramilletes o las cultivaban en los jardines para sugerir la adhesión a la causa. Este quilombo contaba con la protección de la princesa Isabel y se puede decir que con la discreta (o no tan discreta) simpatía del Emperador D. Pedro II. La princesa recibía en secreto ramos y más ramos de camelias, que sabía muy bien de dónde venían y lo que significaban. Por ser uno de los símbolos del movimiento abolicionista, una de sus mejores bases simbólicas y uno de sus triunfos para la negociación política, el Quilombo de Leblon no pasaba desapercibido y sus líderes hacían además lo posible para que no pasase. Al contrario, promovían confraternizaciones, conciertos y fiestas.
 
(1) La palabra “quilombo” es brasileña, pero de origen africano. Inicialmente significaba “campamento de esclavos huidos”. Actualmente se sigue usando con distintos significados.
(2) Fotos de la Princesa Isabel Cristina “la Redentora” (“Si otros mil tronos yo tuviese, mil yo perdería para poner fin a la esclavitud”) 
Texto de la Ley Aurea.
 
Nota.- Este artículo fue tomado del libro “Camelias... otros olhares” do Ing. Agrónomo D. Jorge Garrido. (Agro- Manual Publicações Lda, Odivelas, Portugal, 2011), y se reprodujo en 2014 con el permiso del autor, en la Revista “Camelicultura” que por aquel entonces yo dirigía. Hoy y siempre, D. Jorge, un abraço.
 Camellia japonica “D. Pedro II emperador de Brasil” y “Emperatriz de Brasil”, obtenidas ambas por Marques Loureiro en 1865.

Texto de la Ley Aurea

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04 julio 2025

El mayor anacardo del mundo, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
El mayor "cajueiro" del mundo
 
Quienes consuman en alguna ocasión anacardos conocerán este fruto, procedente del árbol del mismo nombre (Anacardium occidentale), pero también llamado cajú, nuez de la India, anacardo, merey, marañón, cajuil, caguil, pepa, y algunos nombres más, que es originario de Centroamérica, nordeste de Brasil y sur de Venezuela. Menos personas sabrán que el fruto es doble: un pseudofruto formado por la estructura carnosa del pedúnculo, que se consume en fresco como fruta y la semilla que, cruda o tostada, llega a todo el mundo como fruto seco. 
     Mi intención ahora era hablar del mayor anacardo (cajueiro) del mundo que crece en la playa de Piranji, cerca de la ciudad de Natal -estado de Río Grande del Norte- en el extremo este de Brasil. Según los vecinos más antiguos de la zona, el árbol fue plantado en 1888 por Sylvio Pedrosa, ex prefecto de Natal y propietario del terreno en esa fecha. Aunque el terreno era suyo, sin duda, otras voces apuntan a que la plantación fue obra de un pescador local. 
     Sea quien fuere el plantador, el caso es que desde entonces no ha parado de crecer de modo continuo y en la actualidad cubre un área de entre 7.300 y 8.400 m2, equivalente a lo que ocuparía una plantación de 70 anacardos normales o dos campos de futbol. ¿A qué se debe esto? Según los estudios científicos, el árbol presenta dos anomalías genéticas debido a las cuales sus ramas no crecen en vertical, si no en horizontal, por su propio peso acaban tocando suelo y enraizando formando nuevos troncos. El tronco original, ya casi indistinguible en este laberinto de troncos, poseía originalmente cinco ramas, de las cuales cuatro sufrían esa alteración.
     Convertido en atracción turística de la zona, desde el año 1994 figura registrado en el “Libro Guiness de los Records”. Hay una serie de pasarelas por el interior, preparadas para visitarlo (previo pago, eso sí) y la parte exterior está urbanizada, con lo que posiblemente se detenga su crecimiento, también se ha levantado una torre para hacer un mirador panorámico. Aparte de esto, el anacardo está rodeado por una superficie igual o mayor de tierra dedicada a tiendas de suvenires de todo tipo con temática de anacardos, incluida cachaça (alcohol brasileño a base de caña de azúcar) con sabor a anacardo. De septiembre a diciembre también se pueden saborear sus frutas, que continúa produciendo. En 2010, se recogió la mayor cosecha en época reciente: una tonelada de frutos.







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01 marzo 2025

FERNÁN SILVA VALDÉS (Uruguay, 1887-1975)
Bajo un árbol


Yo quisiera acostarme bajo un árbol,
bien envuelto en mi poncho,
sobre los yuyos verdes y fragantes;
y con los ojos a medio cerrar
ver nacer y agrandarse los astros
de una noche americana.

Yo quisiera acostarme holgadamente
y dormir, y dormir,
con el sueño tranquilo que antes tuve,
mareado por el aire puro y agrio del campo,
y arrullado como un niño
por la voz afónica del silencio.

Yo quisiera dormirme bajo un árbol
con un sueño de niño,
y luego despertarme fresco y ágil
entre los pliegues de mi poncho,
a la hora en que el alba en el oriente
está como un relámpago que se ha quedado inmóvil. 

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30 enero 2025

PABLO NERUDA (Chile, 1904-1973)
Sólo el hombre


Yo atravesé las hostiles
cordilleras,
entre los árboles pasé a caballo.
El humus ha dejado
en el suelo
su alfombra de mil años.

Los árboles se tocan en la altura,
en la unidad temblorosa.
Abajo, oscura es la selva.
Un vuelo corto, un grito
la atraviesan,
los pájaros del frío,
los zorros de eléctrica cola,
una gran hoja que cae,
y mi caballo pisa el blando
lecho del árbol dormido,
pero bajo la tierra
los árboles de nuevo
se entienden y sé tocan.
La selva es una sola,
un solo gran puñado de perfume,
una sola raíz bajo la tierra.

Las púas me mordían,
las duras piedras herían mi caballo,
el hielo iba buscando bajo mi ropa rota
mi corazón para cantarle y dormirlo.
Los ríos que nacían
ante mi vista bajaban veloces
y querían matarme.
De pronto un árbol ocupaba el camino
como si hubiera
echado a andar y entonces
lo hubiera derribado
la selva, y allí estaba
grande como mil hombres,
lleno de cabelleras,
pululado de insectos,
podrido por la lluvia,
pero desde la muerte
quería detenerme.
Yo salté el árbol,
lo rompí con el hacha,
acaricié sus hojas hermosas como manos,
toqué las poderosas
raíces que mucho más que yo
conocían la tierra.
Yo pasé sobre el árbol,
crucé todos los ríos,
la espuma me llevaba,
las piedras me mentían,
el aire verde que creaba
alhajas a cada minuto
atacaba mi frente,
quemaba mis pestañas.
Yo atravesé las altas cordilleras
porque conmigo un hombre,

otro hombre, un hombre
iba conmigo.
No venían los árboles,
no iba conmigo el agua
vertiginosa que quiso matarme,
ni la tierra espinosa.
Sólo el hombre,
sólo el hombre estaba conmigo.
No las manos del árbol,
hermosas como rostros, ni las graves
raíces que conocen la tierra
me ayudaron.
Sólo el hombre.
No sé cómo se llama.
Era tan pobre como yo, tenía
ojos como los míos, y con ellos
descubría el camino
para que otro hombre pasara.
Y aquí estoy.
Por eso existo.

Creo
que no nos juntaremos en la altura.
Creo
que bajo la tierra nada nos espera,
pero sobre la tierra
vamos juntos.
Nuestra unidad está sobre la tierra.

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31 diciembre 2024

MARIANA AMATO (Argentina, 1975) 

 

El pasado más remoto de un árbol

se oculta en su corazón,

y una enorme cáscara se acumula

sobre el misterio más sólido

e invisible de su centro.

El árbol no tiene olvido.

Giuseppe Penone (obra)
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28 noviembre 2024

PAULINA ABRAMOVICH, Newsweek, Abril/2023
El ‘Gran Abuelo’, un árbol milenario considerado una cápsula del tiempo


Este árbol de 28 metros de altura y cuatro de diámetro está en proceso de ser certificado como el más viejo del planeta con más de 5,000 años.
       En un bosque en el sur de Chile, protegido de incendios y la tala que diezmaron a la especie, un gigantesco alerce, conocido como el “Gran Abuelo”, ha sobrevivido miles de años. Su tronco encapsula valiosa información para la ciencia frente a la adaptación al cambio climático.
       El “Gran Abuelo”, un árbol de 28 metros de altura y cuatro de diámetro, está en proceso de ser certificado como el más viejo del planeta con más de 5,000 años, mayor al pino Matusalén de Estados Unidos —de 4,850 años—, reconocido como el más anciano del mundo.
      “Es un sobreviviente. No hay ningún otro que haya tenido la oportunidad de vivir tanto”, dice frente a él Antonio Lara, investigador de la Universidad Austral y del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia de Chile, parte del equipo que estudia la edad de este árbol.
      Al filo del barranco donde está ubicado, en la región de Los Ríos, a 800 kilómetros al sur de Santiago, esquivó el fuego y la sobreexplotación de esta especie endémica del sur del continente americano, donde por siglos su madera —extremadamente resistente— se usó para construir casas y embarcaciones. Su tronco grueso y sinuoso, que solo puede ser rodeado por varias personas, está tapizado de musgos y líquenes.
      Convive con pájaros como el chucao o el peuquito, con ranitas de Darwin, lagartijas y otros árboles menos longevos como coigües, mañíos o tepas. En los últimos años han llegado turistas para fotografiarse con el “árbol más antiguo del mundo”.
      Tras una hora de caminata por un sendero atravesado por las raíces de un tupido bosque de alerces más jóvenes (de 300 a 400 años), asoma el “Gran Abuelo”. A raíz de su fama, la Corporación Nacional Forestal debió aumentar los guardaparques y restringir las visitas para protegerlo.
     El guardabosque Aníbal Henríquez encontró al alerce milenario mientras patrullaba en 1972. Falleció de infarto16 años después cuando vigilaba a caballo por el mismo bosque.
“No quería que la gente y los turistas supieran (donde estaba el árbol) porque sabía que era muy valioso”, narra su hija, Nancy Henríquez, guarparques igual que él.
     El nieto de Aníbal, Jonathan Barichivich, creció jugando entre alerces y hoy es uno de los científicos que estudia esta especie. Actualmente, trabaja en el Laboratorio de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente de París. En 2020, investigando sobre cambio climático, extrajo junto a Antonio Lara una muestra del árbol usando el taladro manual más largo que existe, pero no llegaron al centro.
     Con el pedazo extraído estimaron que tenía 2,400 años y a través de un modelo predictivo completaron lo que faltaba. “El 80 por ciento de las posibles trayectorias entregan que el árbol tendría 5,000 años”, dice Barichivich, que espera publicar pronto su investigación.
     El estudio generó expectación en el mundo científico, pues la “Dentrocronología” (que estudia la edad de los árboles a través de los anillos del tronco) tiene limitaciones a la hora de medir ejemplares más antiguos, ya que muchos tienen el centro podrido.
      Mientras se determina si destrona al Matusalén, el “Gran Abuelo” entrega valiosa información: “No sólo se trata de su edad, hay muchas otras razones que le dan valor y sentido a este árbol y la necesidad de protegerlo”, plantea Lara.
     Hay muy pocos árboles milenarios en el planeta. La mayoría tiene menos de 1,000 años y poquísimos sobre 2,000 o 3,000. “Los árboles muy antiguos tienen genes y una historia muy especial, porque son símbolos de resistencia y de adaptación. Son los mejores atletas de la naturaleza”, describe Barichivich.
     “Son como un libro abierto y nosotros somos los lectores que leemos cada uno de sus anillos”, explica por su parte Carmen Gloria Rodríguez, asistente de investigación del Laboratorio de Dentrocronología y Cambio Global de la Universidad Austral.
     Las páginas de este libro muestran años secos (con anillos más angostos) y lluviosos (más anchos). Quedan registrados también los incendios y terremotos, como el más potente registrado en la historia de la humanidad que sacudió a esta región de Chile en 1960.
     Como testigo de los últimos 5,000 años, el alerce milenario es considerado también una gran “capsula del tiempo” que almacena información sobre el pasado y cómo estos árboles han logrado adaptarse a los cambios del clima y su entorno. “Si estos árboles desaparecen, desaparece con ellos una clave importante de cómo la vida se adapta a los cambios del planeta”, plantea Barichivich.
     Mientras la ubicación exacta del Matusalén se mantiene en reserva para protegerlo, el “Gran Abuelo” puede ser visitado previo registro. “Es un árbol muy antiguo y solo por existir debería ser ya suficiente para cuidarlo”, destaca Barichivich.

Lo hemos leído aquí

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05 septiembre 2024

FERNÁN SILVA VALDÉS (Uruguay, 1887-1975)
El sauce

El sauce es el afiche de la melancolía;
sella sus actitudes un luto espiritual;
vive ensayando un gesto cansado de apatía
y verano e invierno le resultan igual.

El sauce me parece el bohemio de la flora;
con su melena rítmica él barre su solar;
a mediodía sueña, a medianoche llora,
y lo demás del tiempo lo emplea en meditar.

El viento lo despeina en desiguales blondas.
La laguna es el paño de sus lágrimas hondas.
En su historia hay dos hechos de amor y de emoción

que son dos sensaciones en su vida sin ruido:
un pájaro, que hizo entre sus ramas nido,
y un hombre, que en el tronco le grabó un corazón.

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02 agosto 2024

FERNÁN SILVA VALDÉS (Uruguay, 1887-1975)
El alma del ombú


Yo soy un árbol sin flores. 

Mis flores, al parecer,
son tan insignificantes
que casi no se me ven.

Y así, soy árbol sin galas,
mi madera no es madera ;
sirvo mucho para sombra,
mas no sirvo para leña.
Sin embargo, soy el árbol
más hermoso de estas tierras.

En mi copa redonda,
donde anidan las estrellas,
se refugiaron un día
unas cuantas canciones,
todas de la tierra nuestra,
arrojadas y corridas
por costumbres forasteras.

Y al ser un árbol sin galas,
sin galas y sin madera
-como lo dije al principio-
tengo las flores más bellas,
las de más vivos colores,
las que perfuman la selva,
estos cantos y estas danzas
que en mi savia ponen fiesta.

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04 abril 2024

IRMA PINEDA (México, 1974)
Canta la mujer:

Niño hermoso
al que más ama mi corazón
tu padre
el que te ama
ha rasgado la tierra
a los pies de un árbol grande
para guardar la olla-casa de tu ombligo.

La olla es ancha y fresca
para que el alma de tu ser descanse
protegida por la tierra de los abuelos
la que humedecieron con sudor
la que bendijeron con su trabajo.

El árbol es frondoso
amplia su sombra
largos y fuertes sus brazos
para que no exista día en que el sol te lastime
ni haya viento del norte que te derribe.
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03 junio 2023

IDEA VILARIÑO (Uruguay, 1920-2009)
Entonces soy los pinos


Entonces soy los pinos
soy la arena caliente
soy una brisa suave
un pájaro liviano delirando en el aire
o soy la mar golpeando de noche
soy la noche.
Entonces no soy nadie.
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01 mayo 2023

JULES SUPERVIELLE (Uruguay, 1884-1960)
En el bosque

En el bosque sin horas
Un gran árbol derriban.
Un vacío vertical
Tiembla en forma de fuste
Cerca del tronco tendido.

Buscad, pájaros, buscad
El lugar de vuestros nidos
En ese algo recuerdo
Mientras aún susurra.

De "Vivir y quehacer del poeta"

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10 agosto 2022

Gameleira y la Iglesia del Senhor Bom Jesus do Matozinhos, distrito de Barra do Guaicuí - Várzea da Palma (Brasil)

JANAINA CALAÇA
Gameleira de la Iglesia  

(Fotos de 2012)


Estas son las ruinas de la iglesia de Bom Jesus do Matozinhos en el distrito de Barra do Guaicui de Várzea da Palma en el norte de Minas, que una vez estuvo sumergida en las aguas del río São Francisco (popularmente Velho Chico) y ahora es un lugar rodeado de leyendas.
      Mientras el barco del cine* del río São Francisco iba hacia Barra do Guaicuí, pensé en las historias inquietantes que había escuchado durante los días que anticipaban a nuestra llegada a la ciudad. Sentía una mezcla de fascinación y miedo… El mismo lugar que alberga una iglesia envuelta en misterios, también guardaba historias de chicos demoníacos que corrían tras los visitantes y forasteros con varitas (con intención de azotar las piernas) y tirarles semillas de ricino para espantarlos. La última gran broma fue tirar una piedra a una enorme colmena y que los monitores de "Cinema no Rio" tuvieran que tirarse al suelo y taludes para protegerse de las abejas “Zoropas”. Pero mas que el miedo a correr de un lado a otro con chicos pegados a mis talones, pasé los primeros días con la imagen de una extraña iglesia vista desde el río cuando nos acercáramos a Barra do Guaicuí.
     No me había dado cuenta de que el barco disminuía su ritmo, cuando me encontré con la extrañísima imagen de la iglesia del Senhor Bom Jesus do Matosinho, reinando absolutamente en lo alto del talud, con un gigantesco árbol en lo alto del techo. A su alrededor los chicos de Barra do Guaicuí, como guardianes de las ruinas, nos miraban con curiosidad y comencé a imaginar con qué tipo de travesura pensaban recibirnos. ¿Semillas de ricino? ¿Varitas? ¿Abejas? A pesar del miedo a ser perseguido por un puñado de mocosos, me las arreglé para prestar más atención a la iglesia que a la posibilidad de rodar por un talud considerable.
     Cuentan las historias que, hace mucho tiempo, el Velho Chico (río São Francisco) en una de sus crecidas, cubrió con sus aguas esta antigua iglesia, que guardaba entre sus muros, el triste recuerdo de un padre que había ahorcado a su hijo en esas tierras. Quizás el São Francisco, padre de tantos ribereños, se rebeló con violencia y decidió limpiar con sus aguas la memoria de esta tragedia familiar. Nadie lo sabe… El Velho Chico, sin embargo, tras su silencioso barrido, un día decidió retraer los brazos y dejar que la historia siguiera su curso. Con la sequía y con el nivel del río más bajo, la iglesia reapareció después de su larga temporada entre las aguas y los peces, trayendo en su techo una Gameleira gigantesca (Ficus gomelleira).
     Hoy la iglesia guarda, en su techo, el inmenso árbol, que allí nació y se incrustó en sus paredes como un mural, viviendo ambos en una extraña simbiosis. La Gameleira fue quizás la respuesta de vida de Velho Chico por la muerte de un hijo por parte de su padre. La vida pudo haber continuado en ese tronco, en esas hojas, en esa extraña presencia. Mientras todos desembarcaban y yo me preparaba para escalar un talud más, me pregunté si le tenía más miedo al alma perdida o las historias de niños demoníacos, con sus semillas de ricino, varitas y abejas "Zoropa" y cómo habíamos pasado toda nuestra existencia con miedo tanto a la vida como a la muerte.

*Una de las misiones del proyecto "Cinema no Rio São Francisco", además de acercar el cine a las poblaciones ribereñas del Velho Chico, es mapear los personajes de las ciudades (que reúnen historia e “historias”) y las manifestaciones culturales de la región, como una forma de rescatar y preservar la memoria de estos lugares. A lo largo de cada edición se escuchan historias, se catalogan y muchas de ellas aparecen en documentales producidos por el proyecto, para ser proyectados antes de la programación oficial de películas. (...) los pequeños documentales producidos por Cinema no Rio São Francisco se convierte en una forma de entrar en contacto con su propia identidad. Hay ciudades, sin embargo, donde no es el pasado lo que más llama la atención, sino el presente. En el caso de Barra do Guaicuí, la fascinación de los chicos de la ciudad por el funk acabó convirtiéndose en el tema del documental de la ciudad. El río São Francisco tiene 2830 km y una cuenca superior a la superficie de España.

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En Marzo de 2020, la municipalidad decidió desmochar el árbol porque la iglesia amenazaba ruina

   
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01 agosto 2022

ELÍAS CAUREY (Bolivia)
Ivopei - Algarrobo

Del poemario Ñeepotɨ kaa peguarä - Canto al bosque (2020)

Ser primigenio
De imponente envergadura
Regalo del dios Zorro
Para dar cobertura
Su frondosa rama
Brinda majestuosa sombra
Referencia para la construcción de morada
Anfitrión de celebraciones de días auténticos
Bajo su falda acoge eventos sagrados
Y cánticos
Pista de baile, asambleas
Y espacio para el ocio
Hábitat de otros seres que gustan de su rocío
Su cuerpo macizo danza al son del viento
Dejando caer la "Algarroba" para alimento
Sus hojas en brevajes curan enfermedades
La dureza de su madera atrae al rayo
Y al hombre codicioso
¡Algarrobo, tus resinas son lágrimas de mis ojos!

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06 junio 2022

RENÉ VILLANUEVA MALDONADO, México
Selenicereus hamatus

Selenicereus hamatus (Scheidw.) Britton & Rose es una especie de planta fanerógama de la familia Cactaceae. Es endémica de México, Se circunscribe a ciertas áreas donde es muy abundante. Es una planta perenne carnosa expansivo con tallos armados de espinas, de color verde y con las flores de color blanco y amarillo.
No debemos confundirla con el Selenicereus megalanthus - la Pitaya, o Fruta del Dragón 

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05 abril 2022

BOSQUES DE POLYLEPIS, 
de El Ángel, Ecuador

Polylepis es un género botánico que incluye pequeños árboles y arbustos, comúnmente llamados queñua o quewiña (del quechua qiwiña). Comprende aproximadamente 28 especies, nativas de los Andes tropicales. El grupo se caracteriza por ser polinizado por el viento. Polylepis se caracteriza por poseer un tronco retorcido y la corteza de color rojizo. Aunque es raro, en algunas áreas algunos árboles pueden llegar a alcanzar 15-20 m de alto y troncos con 2 m de diámetro. El follaje es siempre verde, con gran densidad de pequeñas hojas y ramas muertas. Su madera fuerte y pesada es utilizada para la construcción de aperos de labranza y en construcción. La corteza posee propiedades medicinales contra enfermedades respiratorias y renales, y también se utiliza como tinte para tejidos.
     
El nombre Polylepis deriva de dos palabras griegas, poly (muchas) y letis (láminas), refiriéndose a la corteza compuesta por múltiples láminas que se desprenden en delgadas capas. Este tipo de corteza es común en todas las especies del género. La corteza es gruesa y cubre densamente el tronco, que protege el tronco contra bajas temperaturas e incendios.  
 
        El cantón El Ángel, perteneciente a la provincia del Carchi, Ecuador, cuenta con la reserva ecológica de Polylepis, un bosque único en el mundo, un atractivo para turistas nacionales y extranjeros. Se encuentra en el sector conocido como el Cañón del Colorado, a 3500 m.s.n.m. Está considerado único en su género por la exclusividad de la especie. Tiene una extensión de 12 has. y se ha desarrollado en un valle de origen glaciar de la era cuaternaria (pleistoceno), con una antigüedad entre 2 y 4 millones de años. En él se pueden apreciar aproximadamente 400 árboles Polylepis incana, árboles endémicos.
      Según la leyenda, hace 500 años en este bosque habitaba un ser mitológico, el Curupí, que se enamoró de Ishuaquinua, una joven de la etnia Pasto. El Curupí la hechizó convirtiéndola en un Polylepis. Su cabello se transformó en hojas y sus pies en raíces. En el momento del hechizo abrazó al duende, que se transformó en un árbol Pumamaqui. Estás dos especies están entrelazadas por sus ramas y raíces, y simbolizan el amor eterno.
      En el bosque de Polylepis se pueden observar plantas como la hierba del Infante del Cerro (Lachemilla orbiculata), Zarcillo Sacha (Brachyotum jamesonii), Cardón Santo (Erymgium humile), y diferentes variedades de gencianas y orquídeas.
Frailejones
      Otro de los ecosistemas que coexiste en la Reserva Ecológica El Ángel es el Páramo de Frailejones (Espeletia pychnophyla). Son plantas que tienen una corona de hojas en roseta recubiertas por pelos blanquecinos que protegen del frío, repelen el agua y reflejan el exceso de radiación solar. Por su textura aterciopelada también se las conoce como “de conejo".
Información: La Geoguía , Wikipedia y de "Viajes Erráticos"
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21 marzo 2022

Día de la Poesía y los Bosques

JORGE TEILLIER (Chile, 1935-1996)
Olvido


¿Has olvidado que el bosque es tu hogar?
¿Que el bosque grande, profundo y sereno
te espera como un amigo?
Vuelve al bosque

Allí aprenderás a ser de nuevo un niño.

¿Por qué te olvidaste que el bosque es tu amigo?

Los caminos de las hormigas bajo el cielo,
el estero que te daba palabras luminosas,
el atardecer con el que juegas con la lluvia.

¿Por qué lo has olvidado?

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12 febrero 2022

LLARETA o YARETA, Azorella compacta

Este es un blog dedicado a los árboles pero hay plantas que al verlas te cautivan. Este es el caso de la  Llareta, una planta de la puna andina (Chile, Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador), -entre los 3.000 y 4.500 msnm-. Cuando las ves en distintas zonas del altiplano pueden parecerte que todas son iguales, sin embargo me dice la Wikipedia que hay 119 especies descritas, ¡qué ignorancia la mía!.
      A primera vista puede parecer un tipo de musgo gigante pero pertenece a la familia de las Apiaceae, anterior y tradicionalmente llamada Umbelliferae. Es un arbusto compuesto por cientos de miles de ramitas en cuyo extremo tiene una agrupación de hojitas. Al tacto es dura, compacta y resinosa, de un color verde brillante que crece pegada al suelo adaptándose a los accidentes del terreno. El modo de crecimiento impide las pérdidas de calor y gana de 1 o 2 ºC debido a la absorción de la onda larga de la luz irradiada por el suelo.
      Tiene un crecimiento lento y puede llegar a ser muy longeva, algunos dicen que existen ejemplares de cientos de años. Requiere terrenos bien drenados aunque sean pobres, no importándole el pH. Necesita la radiación directa para poder vivir. Está perfectamente adaptada a las condiciones pluviales de la puna, de 100 a 300 mm de lluvia anual.
     Los lugareños la emplean como medicina (diabetes, golpes,...) y combustible, por su alto contenido calórico debido a sus resinas. En algunos lugares se ha esquilmado, llegando a estar en peligro. En la zona de Calama, alrededor de la mina de Chuquicamata llegó a desaparecer. Los programas de reintrodución están funcionando ya que es relativamente fácil reproducirla en vivero. 

Para quien quiera conocer más acerca de esta planta, esta es la tesis doctoral de Susana Martínez: REVISION DEL GÉNERO AZORELLA (APIACEAE)
  Reproducción en vivero. Viveros de la CONAF
  
Información y fotos de Internet, de las páginas citadas e Informes
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