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3/05/2024

Una magnolia en Nueva York, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
La magnolia de Nueva York
 
La magnolia (Magnolia grandiflora), es un árbol de hoja perenne, coriácea y brillante, con grandes flores blancas, originaria de la zona situada al norte del golfo de México, que con demasiada frecuencia ve su nombre vulgarizado como “magnolio”.
     En el territorio de los Estados Unidos, se considera que muy difícilmente una magnolia puede vivir al norte de Filadelfia (realmente se considera la llamada línea Maxon-Dixon, una demarcación entre cuatro estados, creada en el siglo XVIII, para delimitar las antiguas colonias inglesas y que forma la frontera sur de Pennsilvania). Por eso, en una ciudad como Nueva York, donde el invierno es muy frío -en enero y febrero puede llegar hasta los -10º C-, encontrar una magnolia es como encontrar una aguja en un pajar, y sin embargo hay una.
     La magnolia de Nueva York llegó en 1885 como un pequeño plantón, traído desde Carolina del Norte por William Lemken, para plantarlo en el patio delantero de su casa, en Brooklyn y que sobrevivió.
     En 1958 Hattie Carthan, una mujer afroamericana, dos veces divorciada y con dos hijos, se fue a vivir a Bedford-Stuyvesant, un barrio de Brooklyn. En esa época, la moda era marcharse a los barrios exteriores de la ciudad, buscando un entorno más verde, lo que entonces se definía como “tener una vida de campo en la ciudad”, ¡y eso, en Nueva York! Es una activista creando una asociación para mantener limpia la zona. En 1964 inició una campaña para preservar y plantar árboles en las calles de Brooklyn y fundó varias
organizaciones para promover la ecología y el espíritu comunitario del barrio, trabajando para fundar más de 100 asociaciones de bloques. En 1966, organizó una fiesta en Bedford-Stuyvesant para recaudar fondos y mantenerlo limpio, a la que invitó y acudió el alcalde. Desde entonces mantendrían muchos contactos y colaborarían en varios proyectos. 
     En esa época, Hattie todavía estaba trabajando para una empresa de investigación de mercados en el centro de Brooklyn. Todos los días tomaba el autobús número 38 de ida y vuelta por la Avenida Lafayette. Entre las calles Marcy y Tompkins, contemplaba con asombro una enorme magnolia de 14 metros de alta. Hattie, nacida en estado sureño de Virginia, sabía que el árbol que veía todos los días, frente a lo que parecían edificios abandonados, era especial y se propuso conocer su historia. Uno de esos días, en lugar de tomar el autobús hasta casa, se bajó del autobús y comienza a preguntar datos y nombres en los edificios próximos. Descubrió que los tres edificios de ladrillo rojizo en los que se encontraba la magnolia se iban a demoler para construir grandes bloques y un aparcamiento. Buscó la historia del árbol y su fecha de plantación. El árbol fue plantado allí antes de que se construyeran los edificios de ladrillo a su alrededor (tal vez William Lemken lo tuviese en maceta, esperando a tener jardín en el que plantarlo) se cree que esa es la razón por la que había sobrevivido en este clima, por la forma en que se construyeron los edificios detrás y al hecho de que pusieron la caldera directamente debajo del árbol. Entonces el árbol había tenido calor durante el invierno, impidiendo la congelación de sus raíces. Así sobrevivió.
     Corría el año 1969, cuando inició una campaña para salvar a la magnolia. Acudió al alcalde, al jardín botánico y recaudó fondos del vecindario para salvar las casas de detrás del árbol. Trabajó con escuelas locales recaudando 7.000 dólares a través de la venta de hojas de magnolia de papel creadas por los estudiantes. La cantidad fue igualada por la Horticultural Society de Nueva York, y finalmente consiguió pagar los 12.000 dólares que le pedían por los edificios, después de mucho regatear, desde los 30.000 que era su precio inicial. Los esfuerzos de la comunidad para salvar la magnolia llamaron la atención de la Comisión de Monumentos Históricos y el árbol fue declarado ese mismo año como “hito viviente” de la ciudad de Nueva York (hubo otro, un sauce llorón, ya muerto), consideración de la que sigue disfrutando en la actualidad. En los edificios de ladrillo rojo se instaló el “Magnolia Tree Earth Center”, una organización ambiental sin fines de lucro, que continúa funcionando en la actualidad.
     Hattie Carthan, que centró su actividad en enseñar a los niños a cuidar los árboles y fue la responsable de plantar más de 1.700 ejemplares en Brooklyn, lo que le valió ser denominada por el New York Times, como “la Dama de los Árboles”.
     La Sra. Carthan murió en 1984 y es la madre del movimiento medioambiental urbano en Estados Unidos, que sin ayudas puso en marcha cuando se cansó de ver cómo se deterioraba su barrio de Brooklyn. Su mantra era: “Salva un árbol, salva un vecindario”, y lo persiguió sin descanso, liderando el movimiento de base hasta bien entrados los 70. Después de su muerte, su obra continúa y varias iniciativas siguen su senda. Su labor ha sido reconocida dedicándole un jardín, un libro con su biografía y una magnolia: la Magnolia x brooklynensis “Hattie Carthan”, un híbrido de segunda generación de flores amarillas con una vena violeta de entre 10 y 20 cm.
     En los edificios de ladrillo rojo, hay un mural en su honor que se extiende por la pared que ayudó a financiar para proteger el árbol. Cuando miras la magnolia de Nueva York, ella lo está mirando contigo.

 

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10/03/2022

La magnolia de Xubia, del narrrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
La Magnolia de Xubia - Narón - A Coruña
Esta es la bicentenaria Magnolia grandiflora de Xubia (Ayuntamiento de Narón, en A Coruña) la más antigua de Galicia y posiblemente de España. Su tronco tiene más de 6,5 metros de perímetro. Tiene una altura aproximada de 14 metros, con un tronco de 2 metros de largo, que pronto se ramifica y soporta una copa de 23 m x 22 m. 
     Las magnolias están entre los árboles más antiguos, sólo superadas por las coníferas. Las de esta especie (grandiflora) son originarias del sureste de Estados Unidos y la primera que llegó a Europa fue traída en 1737. Si bien no es frecuente un tronco de este diámetro, si lo es que lleguen a ser más altas, hasta 25 metros. Son de hoja perenne y grandes flores blancas, de hasta 25 cm de diámetro, que llegan a durar cuatro días antes de caerse. Las flores fecundadas dan lugar a un fruto en forma de piña que guarda las semillas, de color rojo, que cuando maduran cuelgan por fuera de la piña como de un hilo. En su zona de origen, donde hay bosques enteros de este árbol, se aprovecha su resina para hacer un tipo de incienso, su corteza, por sus propiedades medicinales, y su madera, pese a que es poco resistente. 
     Precisamente en Xubia, en ramas secas, puede verse madera apolillada y cortes grandes con muy mala cicatrización, recuerdo de épocas pasadas, cuando aún no era “Árbore Senlleira” de Galicia, (categoría otorgada en el año 2007, siendo el Nº 58 A de este catálogo). Aunque hay otras antiguas en el país, ninguna lo es tanto. 
     ¿Qué tiene este árbol que le haga especial? Básicamente, su edad y tamaño. Según los datos que se conservan, fue plantado en la década de 1790 por un matrimonio de origen francés, Mathias Dufoire y Josefa Bucau, que poseían por aquel entonces una casa con huerta de unos 1200 m2 en la desembocadura del río Jubia y a donde llega el agua salada. Desde siempre es conocido en la zona que la magnolia vino en maceta de un país extranjero, traída por un embajador, siendo la primera de esta especie en llegar a Galicia.      
     ¿Quién la trajo? Probablemente Eugenio Izquierdo y Lazaún, un personaje ilustrado, casi de leyenda. Navarro de naturaleza, estudió y viajó por toda Europa, fue profesor y jefe de estudios en el Real Colegio de Francia, (donde conoció a Lavoisier y al sucesor de Tournefort al frente del jardín del Rey), y creó una fundición de cobre en Francia con otros socios. Fue el segundo director del Real Gabinete de Ciencias Naturales (actual Museo de lo mismo) y en 1790 llega a Xubia, donde compra casa y se establece, para crear una fábrica de cobre y donde oficialmente permanece hasta 1803. Sólo oficialmente, puesto que debía estar más tiempo viajando que parado: en 1798 es detenido por espionaje en Francia (era amigo personal de Godoy) y debe intervenir el mismo rey Carlos IV para lograr su liberación; en 1800 nombra heredera a una hija natural que tiene en Madrid. La fábrica de cobre por él fundada, pasará a ser durante la guerra de la independencia, fábrica de armas y luego de moneda hasta la época de Isabel II. Vendida por el estado durante el sexenio revolucionario, pasó a ser fábrica textil y así continúa a día de hoy.
     Volviendo al fundador, Izquierdo, en 1804 es miembro honorario del Consejo Supremo de Guerra. En 1805 se instala de nuevo en París y se le nombra “embajador plenipotenciario” y trata directamente con Napoleón. Interviene en asuntos de deuda nacional y se le nombra Consejero de Estado para firmar la paz con Inglaterra, luego de la batalla de Trafalgar, cosa que finalmente no se hizo. En 1807 firma con Napoleón la entrada de las tropas francesas “camino de Portugal”, que daría origen a la Guerra de la Independencia. Cuando se produce el motín de Aranjuez y Carlos IV es obligado a abdicar, Napoleón llama a Izquierdo y durante cinco horas están reunidos. No se sabe lo que allí se habló, pero desde ese día Izquierdo profesa un odio mortal a Napoleón, tan patente a todo el mundo, que la policía imperial lo pone bajo vigilancia. Carlos IV le nombra Secretario de Estado del gobierno en el exilio e Izquierdo, mientras vivió no sólo acompañó a los reyes durante su permanencia en territorio francés, también procuró defender los bienes del monarca e incluso le ayudó con dinero de su propio bolsillo. En 1813 fallece y deja como heredera a su hija, que nunca recibió nada. Entre sus cosas, un par de miles de libros (muchos de botánica) y dos herbarios. 
     Volviendo ahora al árbol, este fue plantado en la huerta de aquella casa de franceses, a medio camino entre la fábrica de cobre y la propia casa de Izquierdo. Seguramente les uniría la amistad y el recuerdo de Francia, por lo que Izquierdo debió de hacer del recuerdo traído, un obsequio. En 1795, muere Mathías Dufoire y la casa pasa 25 años deshabitada (y la magnolia, posiblemente creciendo a su aire). Luego la casa es vendida a la familia que aún hoy es propietaria, que la alquila durante más de un siglo a diversos inquilinos. Posiblemente el aprecio original que tuvieron los compradores y la obligación de los inquilinos a respetarla, garantizaron su supervivencia, junto a las labores y abonos del campo. 
     A mediados del siglo XIX, ya con siglo y medio encima debía ser un árbol notable, del que se dice que fue admirado por la reina Isabel II. En realidad quién allí estuvo fue su hermana Luisa Fernanda y su marido Antonio de Orleans (Duques de Montpensier). Cuando un árbol como este llega a esa edad, los hechos y las circunstancias se desdibujan y dan lugar a nuevas historias. Que a cien metros del árbol pasase sus últimos años el cartógrafo que levantó el primer mapa de la Islas Filipinas, da lugar a que se atribuya también el origen de la magnolia a una llegada desde Filipinas… A principios del siglo XX, también recibió las miradas de la reina María Cristina de Habsburgo y su hijo Alfonso XIII, que junto a ministros, obispos y militares de alto rango se veían en la obligación de pasar a su lado de camino a los astilleros y la base naval de Ferrol. 
      Durante la Segunda Guerra Mundial, debido a su proximidad de dicha base, sucedió una circunstancia poco clara y la magnolia sirvió de improvisado refugio antiaéreo, o más bien de ocultación que de refugio. A finales del siglo XX las casas adyacentes fueron derruidas para mejorar el entorno de la carretera y, aunque sigue siendo de propiedad privada, la parcela de la magnolia está anexa al paseo marítimo municipal.

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2/06/2022

AMELIA DE QUEROL OROZCO, en 2017
A magnolia de Santa Rita

En un "recunchiño" de nuestra querida ferrolterra hay un testigo mudo del pasar del tiempo y de sus avatares por esta tierra nuestra. Un testigo por cuyas venas no corre sangre, sino savia, y que regala su testimonio entre los susurros al viento y a las mareas de su capa montonera y toda una geografía de cicatrices en su porte retorcido: la magnolia de Santa Rita.
     En el rincón más amable en la historia del pasar del río Xubía, donde la propia corriente llora el final de sus penas sobre el cieno fructífero de la ría, se alza, imponente, la magnolia centenaria. Halla en el beso de las aguas su reflejo, y en su reflejo, el de toda la comarca. Un reflejo del quehacer de hombres aguerridos y luchadores, plagado de venturas entre atarazanas y toneleras, molinos, fábricas de armamento, talleres textiles y el perfil de uniformes militares. Un "recunchiño" apenas, una esquinita pequeña, humilde, pero bella y emblemática que nos trae, en la brisa norteña, el vestigio de lo que fue una historia preñada de historias y de vida.
     Ayer, acompañados del Presidente de la Diputación de la Coruña y del Alcalde de Narón, los autores del libro "A magnolia de Santa Rita e a cultura verde de Narón", Carlos Rodriguez Dacal y Tomás Casal Pita, en el Pazo da Cultura de Narón, presentaron su libro en un acto al que asistí con gran interés. Lógico mi interés pues, de alguna manera, también soy parte de sus páginas.
     Hace tiempo, Tomás, nos pidió, a Maricarmen Sendón López y a mí, colaboración para ofrecer algún aspecto artístico que pudiera enriquecer el ya rico trabajo que estaban realizando en la confección del libro mencionado. Enseguida nos entusiasmó la idea y, con la colaboración de varios socios de MESTURAS, nos prestamos, sin lugar a dudas, para aportar nuestro granito de arena. Organizamos varios encuentros de pintura al natural ante la Magnolia de Xubia, yo escribí algún que otro poema... organizamos una charla-coloquio sobre la magnolia, su entorno y circunstancias, así como un par de exposiciones con las obras que se habían ido trabajando... La magnolia se convirtió en referente de nuestra labor artística durante bastante tiempo y en una amiga especial que nos llegó al corazón. Forma ya parte de nuestra propia historia. Y eso, además, ha quedado reflejado en la deliciosa -y esperada- obra que ayer presentaron Tomás y Carlos, en Narón. Aprovecho para darles a ambos las gracias por contar conmigo y con mis amigos de MESTURAS y para aplaudir, tanto a ellos, como a los propios socios de MESTURAS, el buen trabajo llevado a cabo.

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A Magnolia de Santa Rita, candidato a Árbol Europeo 2021
Especie: Magnolia grandiflora
Altura: 14 metros
Perímetro del tronco: 6,65 metros
Edad: 225años. La más antigua magnolia de España y, sin duda, la de mayor perímetro, que no la más alta, posiblemente por las características del suelo y la proximidad del mar.

     Fue traída de Francia en el siglo XVIII en una maceta, por el embajador plenipotenciario ante Napoleón, D. Eugenio Izquierdo de Rivera y Lazaún y regalada a un matrimonio de franceses. Su presencia está ligada al desarrollo industrial de la zona (Real Fábrica de Harinas, Real Fábrica de Cobrería, Real Fábrica de Moneda, etc..). En 1900 fue visitada y admirada por la Reina Regente María Cristina de Habsburgo y en los últimos 200 años ha pertenecido a la misma familia. Situada al pie de la desembocadura del río Xuvia, antes de modificarse la ribera con la construcción de un muelle, estaba a cinco metros de la línea de marea alta.

 Datos: Voz de GaliciaÁrbol Europeo del Año Tomás Casal Pita

 

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9/03/2021

La magnolia de la Casa Rivero - Magnolias acodadas (y II), del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Magnolias acodadas (y II)
 
En algún momento del siglo XIX que no he podido precisar, de la Magnolia grandiflora de Xubia se hizo un acodo, para llevarlo a otra casa de sus propietarios. Como curiosidad puedo decir que el sobrino de la entonces propietaria (y posteriormente su heredero) se casó con la hija de los inquilinos que habitaban en la casa donde estaba la magnolia, así que no sería extraño que ellos mismos, después de mocear bajo el árbol, decidiesen llevarlo a la otra casa a donde fueron a vivir en la década de 1870 y donde nacieron tres de sus cuatro hijos. 
     Una vez arraigado el nuevo árbol, de sus ramas basales se hicieron seis acodos y con ellos una especie de glorieta que funcionaba como merendero-cenador, destinado a celebraciones familiares. La situación del merenero en la parte trasera y elevado sobre la casa (aunque en la foto se ve sólo como una mancha oscura) permitía la contemplación, sin ser vistos, de lo que sucedía en la carretera. Por las numerosas visitas que se recibían en la fábrica (ahora textil, antes de cobre, de armas y de moneda) el lugar debió ser un sitio muy demandado por quienes no acudiesen a los actos, como la visita real de 1900. En la década de 1960, cuando ya los autores habían desaparecido y la casa estaba habitada por nietos y bisnietos, un trabajador, cortó los lazos de unión de cinco de los árboles (...) Uno de los bisnietos, ya fallecido, me contó personalmente el hecho, citando que el mirador-cenador tenía incluso puerta de entrada y salida. 
     El tronco principal medía, la última vez que fue medido, 2,75 m de perímetro, los árboles separados crecieron a su aire, desarrollándose notablemente, no así el adherido a la planta madre, que se quedó menor. 
     Un inédito “Inventario de Árboles Sobresalientes de Galicia (XUNTA DE GALICIA, 1985)”, lo cita así: “Ejemplar interesante por su porte, belleza y edad. Sus propietarios orientaron seis de sus ramas de forma que se constituyeran en acodos, con el objeto de formar una estructura de arcos múltiples. Sin embargo, un error del jardinero hizo que se cortaran las uniones del pie central con los acodos, rompiendo la estructura, que se adivina perfectamente y que habría constituido un conjunto realmente excepcional”. 
     Hoy, tanto la casa como el mirador, llevan años deshabitados y deteriorándose.

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8/04/2021

Magnolias acodadas I, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Magnolias acodadas (I)

Antes de hablar de las magnolias acodadas, quiero hablar primero del significado que, en ocasiones, damos los humanos a los árboles, un tanto alejada de su verdadera naturaleza. Es el caso de las magnolias en Italia. En los albores del movimiento que llevaría a la unión del país y su independencia algunos consideraron a la magnolia como símbolo de resistencia frente a los invasores (principalmente la casa de Habsburgo), porque en ella se condensaba la bandera de la nueva Italia: verdes sus hojas, blancas sus flores y rojos sus frutos. En este contexto, plantar magnolias era un símbolo de resistencia, plenamente legal y a ojos vista de los enemigos. 
     En la ciudad de Gorizia, Italia, casi en la frontera con Eslovenia (tan cerca de la frontera que después de la Segunda Guerra Mundial, en la parte de la antigua Yugoslavia, y a tan sólo dos kilómetros se fundó Nueva Gorica -Gorizia en eslavo-). 
     En los jardines públicos de Gorizia, en la década de 1850-60, se plantó una magnolia, cuyo desarrollo permitió que, con el tiempo, un jardinero acodase* doce ramas a la misma distancia. Posiblemente la idea era permitir que enraizasen, rodeando al tronco principal, para luego cortar las uniones. Una vez enraizadas, las ramas dieron lugar a nuevos árboles que permanecían unidos al progenitor. La historia oficial dice que fue un olvido, pero este olvido se convirtió en permanente. En la actualidad, rodeadas por una verja para evitar daños, continúan creciendo unidas aquellas 1+12 magnolias, posiblemente en una formación única en el mundo, que ahora son un atractivo más del lugar. 
 
Fotos de Internet
* Acodo o amorgonamiento es un método artificial de propagación vegetal, que consiste en hacer posible la aparición de raíces, por medio del calor, de la humedad, de la tierra preparada y de incisiones o ligaduras en las ramas acodadas, formando nuevos individuos


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12/18/2012

Antonio Casares - El magnolio

ANTONIO CASARES (Liébana-Cantabria, 1946)
El magnolio

El magnolio no sabe que lo miro,
o acaso sabe que lo miro y calla,
sin inmutarse, erguido en la alameda,
indiferente a cualquier conjetura.
Me paso largo tiempo contemplándolo,
tratando de adivinar lo que piensa,
¿Alguien sabe lo que piensan los árboles?
¿Alguien puede negarlo o afirmarlo?
Hay seres que hablan sin palabras
y que no necesitan la escritura,
¿Alguien sabe si sienten o no sienten?
La respuesta, en verdad, no me importa.
Me basta con mirarlo y con dejarme
invadir por su indolente belleza.


 (Santander, 17 de septiembre de 2008)

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4/21/2009

MIGUEL DE UNAMUNO (Bilbao, 1864-1936)
Las magnolias de la Plaza Nueva de Bilbao

Mi Plaza Nueva, fría y uniforme,
cuadrado patio de que el arte escapa;
mi Plaza Nueva puritana y hosca,
¡tan geométrica!

Tus soportales fueron el abrigo
de mis vagas visiones juveniles
mientras el cuadrado de tu pardo cielo
llovía lúgubre.

En ti, a la edad en que el imberbe mozo
ternuras rima, yo en mi mente ansiosa
con abstractos conceptos erigía
severa fábrica.

Dando vueltas en ti, nunca lo olvido,
discutía del todo y de la nada,
del principio primero de las cosas
y del fin último.

Entre tus casas orvallaba* triste
como si al mundo el cielo aleccionase,
era tu cielo un cielo, hoy lo comprendo,
muy metafísico.

En torno a aquel estanque de las ranas
de metal, vomitando el agua a chorros,
se alzaban desterradas las magnolias
soñando a América.

Llegaba primavera con tus flores
y el perfume, recuerdo de la selva,
a embalsamar el patio despedían
las blancas ánforas.

Tiritando las pobres bajo el terco
orvallo, con los trinos se dormían
que entre el verdor de su follaje alzaban
cientos de pájaros.

Así, bajo el tedioso sirimiri*
que hizo en mi alma caer la para lógica,
florecieron magnolias que soñaban
la patria mística.

Y me dieron perfumes de la selva
nunca hollada, y los pájaros celestes
bajaron a cantarme en su verdura
de amores trémulos.

Mi Plaza Nueva, fría y uniforme,
cuadrado patio de que el aire escapa,
mi Plaza Nueva, puritana y hosca,
¡mi metafísica!

* orvallaba – lloviznaba
* sirimiri - llovizna
Plaza Nueva, año 1874
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12/01/2008

LUIS CERNUDA - El magnolio

LUIS CERNUDA (Sevilla, 1904-1963)
El magnolio

      Se entraba a la calle por un arco. Era estrecha, tanto que quien iba por en medio de ella, al extender a los lados sus brazos, podía tocar ambos muros. Luego, tras una cancela, iba sesgada a per­derse en el dédalo de otras callejas y plazoletas que componían aquel barrio antiguo. Al fondo de la calle sólo había una puertecilla siempre cerrada, y parecía como si la única salida fuera por encima de las casas, hacia el cielo de un ardiente azul.
      En un recodo de la calle estaba el balcón, al que se podía tre­par, sin esfuerzo casi, desde el suelo; y al lado suyo, sobre las tapias del jardín, brotaba cubriéndolo todo con sus ramas el inmenso magnolio. Entre las hojas brillantes y agudas se posaban en primavera, con ese sutil misterio de lo virgen, los copos neva­dos de sus flores.
      Aquel magnolio fue siempre para mi algo más que una her­mosa realidad: en él se cifraba la imagen de la vida. Aunque a veces la deseara de otro modo, más libre, más en la corriente de los seres y de las cosas, yo sabía que era precisamente aquel apar­tado vivir del árbol, aquel florecer sin testigos, quienes daban a la hermosura tan alta calidad. Su propio ardor lo consumía, y brota­ba en la soledad unas puras flores, como sacrificio inaceptado ante el altar de un dios.
Placa a Luis Cernuda en la calle Judería de Sevilla

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