
"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti. A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.
05 diciembre 2025
Los Royal Oaks, del narrador de historias

27 octubre 2025

Como árbol talado (El País, mayo 2025)
Crímenes estúpidos y estupideces criminales se mezclan a diario en el carnaval de esta época, pero su repetición no las vuelve menos hirientes
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| Fran Pulido |
“Ahora la estupidez sucede al crimen”, dice un verso terrible de Luis Cernuda, en un poema en el que acusa a un poeta vinculado a los vencedores de la guerra civil, Dámaso Alonso, de querer apropiarse la memoria de Federico García Lorca. Estupideces y crímenes, crímenes estúpidos, estupideces criminales, se mezclan a diario en el carnaval de esta época, pero su repetición y su monotonía no las vuelven menos hirientes, aunque a muchas personas las empujen hacia una indiferencia anestésica. A mí, por el contrario, algunas me provocan una curiosidad algo morbosa, sobre todo cuando parecen ejemplos de una estupidez pura, sin mezcla de ninguna otra sustancia, una estupidez cruel y al mismo tiempo gratuita, sin beneficio alguno para quien la practica, sin motivo visible, una especie de arte por el arte.
Desde hace tiempo vengo siguiendo en la prensa extranjera el misterio de ese árbol de casi 200 años y 15 metros de altura que se alzaba solitario y magnífico en las ruinas de los que fue la Muralla de Adriano, erigida en el siglo II para marcar la frontera entre la Inglaterra romanizada y los territorios de las tribus belicosas del norte. En un territorio de monte bajo y colinas desnudas, el Sycamore Gap Tree era una presencia imponente, plantado como un guardián en el muro mismo que señalaba la antigua frontera, con esa majestad tutelar de los grandes árboles que no sin razón tuvieron una naturaleza sagrada en muchas culturas. La gente de las comarcas cercanas acudía a él para celebrar bodas, comidas de fraternidad, rituales fantasiosos de paganismo céltico. El árbol, un arce sicomoro, había ganado incluso una celebridad cinematográfica. Aparecía en la película Robin Hood: Príncipe de los Ladrones, de 1991, y tenía en ella una prestancia más heroica que sus dos protagonistas humanos, Kevin Costner y Morgan Freeman.
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| Sycamore Gap Tree |
Un día, el 28 de abril de 2023, el árbol amaneció talado, con huellas dentadas de motosierra en tronco macizo, derribado como la columna principal del templo que era el árbol en sí mismo. Apareció derribado y tan sin explicación como esos cadáveres de las novelas y las series británicas que inauguran un misterio en principio insoluble. Policías y forenses botánicos emprendieron de inmediato una investigación tan rigurosa como la que habría merecido el hallazgo de una víctima humana. Un índice de civilización es el trato que reciben, además de las personas, los animales y las plantas. La tala del Sycamore Gap Tree fue noticia prominente en portadas de periódicos y telediarios. En las fotos, la hondonada en la que se había perfilado su silueta durante casi dos siglos era un vacío inaceptable, la señal de una ausencia que ya no se podía remediar. Le preguntaron a Ronald Reagan qué opinaba sobre los redwoods de California, las secuoyas monumentales que pueden vivir 1.500 años y medir hasta 90 metros, y contestó encogiéndose de hombros: “Que una vez has visto uno, ya los has visto todos”.
Por suerte, las autoridades de la región de Northumberland tuvieron algo más de sensibilidad, y al cabo de unos meses habían descubierto a los autores de la tala, dos cretinos de 38 y 32 años que eran compañeros de barras y pintas de cerveza y que la noche del 27 de abril, por broma, por distraerse, por una apuesta beoda, concibieron la idea y la pusieron en práctica, muertos de risa, usando una motosierra que llevaban en la trasera de la camioneta. En unos minutos y sin demasiado esfuerzo —los dos tenían experiencia en trabajos de construcción— talaron lo que había crecido con extrema lentitud durante dos siglos, al ritmo solemne de los procesos de la naturaleza, con la paciencia gradual con la que crecen y se edifican las obras más valiosas, las naturales y las humanas, los bosques y las catedrales, los arrecifes de coral, las ciudades crecidas orgánicamente sin que nadie las haya planificado, las formas civilizadas de convivencia.La estupidez tiene una gran ventaja para los investigadores criminales, y es que deja todo tipo de pistas. Aquellos dos cretinos se grabaron mutuamente en sus teléfonos móviles mientras se esforzaban en su hazaña, y luego intercambiaron mensajes en los que se congratulaban del impacto que estaba teniendo en las redes sociales y en los noticiarios. Quizás el mayor embuste de las ficciones policiales es la dificultad y encontrar la pista de un asesino o de un delincuente. A la mayor parte de ellos se les atrapa tan rápido que la búsqueda no daría ni para un relato corto, y cuando quedan impunes no es porque tuvieran la maña suficiente para desaparecer, sino porque nadie los buscó, o porque los investigadores eran todavía más lerdos o chapuzas que ellos.
En este caso particular, los dos sospechosos tienen, como cualquiera, caras de culpables en las fotos de frente y de perfil de la policía, pero tienen sobre todo caras de imbéciles. Hace justo un mes empezó el juicio contra ellos, y se calcula que la sentencia será dictada hacia mediados de julio. El fiscal dice que aquella noche se lanzaron a una “moronic mission”, una tarea de cretinos, y solicita una pena de diez años para cada uno de los dos. La estupidez y la crueldad tampoco son incompatible con la bajeza: ahora los dos acusados se declaran inocentes y se echan la culpa el uno al otro. Ni siquiera les cabe la justificación de una ceguera ideológica religiosa, como la de aquellos talibanes que pusieron tanto esfuerzo en dinamitar los Budas gigantes de Bamiyán o los milicianos madrileños que en el verano de 1936, en vez de ir al frente a combatir a los fascistas, se desplazaron en camiones al Cerro de los Ángeles para fusilar heroicamente la estatua del Sagrado Corazón.
Talaron un árbol de 200 años por pasar el rato y porque era fácil y en mitad de la noche era difícil que alguien los viera. Talaron un árbol porque el esplendor de las cosas mejores y de la suma belleza despierta el rencor de algunos imbéciles igual que despiertan la codicia de los depredadores y la crueldad de los doctrinarios y de los aprovechados que se amparan en ellos para obtener beneficios. En la bella Baeza, que forma con Úbeda un espejismo doble de clasicismo italiano en medio de los olivares de Jaén, un ayuntamiento regentado por bárbaros decretó hace unos meses la tala de los árboles enormes que daban sombra y vida al paseo de la Constitución. La tala no se hizo de noche ni fue anónima, y, sin embargo, los concejales arboricidas no corren el menor peligro de ser acusados ante un tribunal. Dejan desierto y pelado un paisaje que uno lleva viendo toda la vida y están talando al mismo tiempo este momento presente y el recuerdo.
Dice
Montaigne: “Hasta los árboles si tuvieran voces gritarían por el trato
que les damos los seres humanos” Al menos el arce de la muralla de
Adriano está empezando a echar brotes nuevos. Con algo de suerte, es
cuestión de esperar unos 100 años.
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Condena a los infractores: https://elpais.com/cultura/2025-07-15/condenados-a-cuatro-anos-de-carcel-los-dos-hombres-que-talaron-un-arbol-en-el-muro-de-adriano.html
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01 junio 2025
Afraid, letting our syllables be soft
For fear of waking the rooks,
For fear of coming
Noiselessly into a world of wings and cries.
If we were children we might climb,
Catch the rooks sleeping, and break no twig,
And, after the soft ascent,
Thrust out our heads above the branches
To wonder at the unfailing stars.
Out of confusion, as the way is,
And the wonder, that man knows,
Out of the chaos would come bliss.
That, then, is loveliness, we said,
Children in wonder watching the stars,
Being but men, we walked into the trees.
* * *
Siendo tan solo hombres
Siendo tan solo hombres, entramos en los árboles
temerosos, dejando a nuestras sílabas ser suaves
por miedo a despertar a los grajos,
por miedo a venir
silenciosos a un mundo de alas y llantos.
Si fuéramos niños podríamos escalar,
encontrar a los grajos mientras duermen y no romper una sola rama,
y, después del suave ascenso,
impulsar nuestras cabezas por encima de sus copas
para maravillarnos ante las estrellas constantes.
y el asombro, que el hombre conoce,
fuera del caos vendría a la bendición.
Eso, entonces, es la belleza, dijimos,
niños que miran las estrellas maravillados,
eso es la meta y el final.
Siendo tan solo hombres, entramos en los árboles.
Traducción: María González de León
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05 mayo 2025
El tejo de Crowhurst, del narrador de historias
El tejo de Crowhurst, Surrey, England
Fue medido la primera vez en 1630, pero como no se sabe a qué altura, no se considera esta medida. La primera medida que podemos tener en cuenta es del año 1650, cuando fue medido a una altura de 5 pulgadas (127 cm) y dio una medida de 9,14 metros de perímetro -desde entonces se considera esa altura el punto para la referencia de medida comparativa para este árbol en concreto-. Me saltaré las diez mediciones hechas desde entonces, y me centraré en la undécima: en 1994 dicha medida era de 9,60. En 344 años ha aumentado tan sólo ¡46 cm! Es decir unos 13 cm por siglo. Esta referencia de crecimiento perimetral en un determinado período es muy orientativa para otros árboles; robles, hayas, pinos etc… pero no para un tejo. Si fuese constante en el tiempo, este árbol tendría ¡más de 7.000 años! (una medida posterior del año 2000, da una medida menor, pero se debe al desgarro producido por la caída de una gran rama). Claramente se sabe la edad del árbol y su medida no ayuda a nada. 21 enero 2025
The Royal Oak, un nombre omnipresente...
Royal Oak es un nombre muy común en algunos países como Reino Unido, Canadá o Australia. Numerosos bares, hoteles y productos de consumo llevan su nombre. Pero, ¿de dónde procede el nombre de este “Roble Real”?
El aspirante a rey y su amigo el coronel Carlis, huyendo de sus perseguidores disfrazados de aldeanos, pasaron el 6 de septiembre ocultos entre las ramas de un gran roble de Boscobel. Al día siguiente cansados e incómodos, bajaron del árbol y consiguieron huir a Francia. Nueve años después, en 1660, a la muerte de Cromwell, volvió triunfante a Inglaterra. El Rey instauró el Día del Roble, en honor del árbol que le había salvado de una muerte segura.
En 1712 el Roble Real había quedado prácticamente destruido por las personas que se habían llevado ramas y trozos de recuerdo. A su lado se plantó un retoño del anterior que es el Roble Real que se conoce hoy día.
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El rey Carlos II (1630-85) escondido en un roble en Boscobel después de su derrota en la Batalla de Worcester en 1651, dibujo publicado en 1660 |
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19 diciembre 2024
THE ELFIN OAK - KENSINGTON GARDENS - LONDRES
¿Has ido a ver el Griglan gigante en los jardines de Kensington?
¿Sabías realmente que había un Griglan gigante en los jardines de Kensington?
¿Sabes siquiera qué es un Griglan?
Yo tampoco. Hasta que descubrí el árbol duende, el tronco nudoso de un viejo roble que se puede encontrar junto al parque infantil Princess Diana en los jardines de Kensington.
De repente, me encontré transportado a un reino mágico, habitado por una variedad de elfos, hadas, duendes, brujas y animales y pájaros en miniatura.

Creado por IVOR INNES

La tierra de los Gnomos del Tío George


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| The Pink Floyd album, ‘Ummagumma’ |


30 junio 2024
En Sherwood Forest, Nottinghamshire, Inglaterra
THE MAJOR OAK
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| El Major Oak en octubre de 2014. |
Una de las historias más famosas de Inglaterra es la de Robin Hood, que va unida indisolublemente al Gran Roble (Major Oak -Quercus robur-) del bosque de Sherwood en Nottinghamshire, Inglaterra. Es el lugar inspirador de una de las leyendas más queridas de Inglaterra y también es una zona boscosa para dar paseos por la naturaleza, ciclismo de montaña y cervezas en pubs centenarios.
El que fuera un brillante arquero, seguidor de Ricardo Corazón de León, el Rey Ricardo I de Inglaterra que a la sazón luchaba en las cruzadas, se convirtió en jefe de una banda de “merrie men” (personas fuera de la ley) que actuaba en el bosque de Sherwood. La leyenda dice que la banda robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Tras burlar al malvado Sherrif de Nothingham, la banda se reunía alrededor del Gran Roble en el corazón del bosque.
El “árbol de Robin Hood” es hoy un árbol muy antiguo que está protegido por una valla y cuyas ramas están apoyadas en palos que las sujetan. El tronco tiene un perímetro de 10 metros y un dosel arbóreo de 28 metros. Su peso aproximado es de 23 toneladas y su edad estimada es de entre 800 y 1000 años. En una encuesta realizada en 2002, fue elegido como "árbol favorito de Gran Bretaña". En 2014 fue elegido como "árbol del año en Inglaterra" en una encuesta publicada por el Woodland Trust, recibiendo el 18% de los votos.
El conjunto es un mosaico de bosques, colinas y pueblos de cuentos, al
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| El Major Oak en diciembre de 2006. |
Senderos perfectamente señalados e historia se conjugan en este bosque. Muy cerca se encuentra Newstead Abbey, un antiguo priorato agustino convertido en residencia privada y el hogar ancestral de Lord Byron. En su interior se pueden visitar los apartamentos privados del poeta.
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21 junio 2024

En 1799 y 1800, las Leyes de Combinación en el Reino de Gran Bretaña prohibían la "combinación" u organización para obtener mejores condiciones laborales, aprobadas por el Parlamento debido al susto político tras la Revolución Francesa. En 1824, las Leyes de Combinación fueron derogadas debido a su impopularidad y reemplazadas por la Ley de Combinaciones de Trabajadores de 1825 , que legalizó las organizaciones sindicales pero restringió severamente su actividad.
Los árboles se han utilizado durante siglos como lugares de reunión para discutir,celebrar, punto de encuentro, refugio o punto de referencia; sin embargo, como espacio público, la gente tenía que tener cuidado con lo que hablaba. En 1833, bajo un sicomoro (Acer pseudoplatanus), en el pueblo de Tolpuddle, un grupo de trabajadores agrícolas se reunió para discutir sus condiciones tanto laborales como salariales y las malas condiciones de vida a las que les sometían sus patronos. Los patronos de seis trabajadores deseando sofocar la disensión y apoyados por el gobierno, ordenaron el arresto de los hombres y en 1834 fueron juzgados en la cercana ciudad de Dorchester bajo la Ley de Incitación al Motín de 1797. Los llamados entonces 'Mártires de Tolpuddle', como llegaron a ser conocidos, fueron condenados por prestar un juramento secreto y fueron sentenciados a siete años de trabajos penitenciarios en Australia y transportados a Botany Bay de Sidney. Su difícil situación atrajo la atención pública a través de protestas y peticiones. La protesta pública hizo que el gobierno, avergonzado, anulara la sentencia y, después de tres años de trabajo como criadores de ovejas, los hombres fueron liberados y devueltos a Inglaterra.
Posteriormente, el sicomoro se convirtió en un símbolo-cuna del movimiento sindical y de derechos de los trabajadores, un símbolo de esperanza para aquellos cuyas vidas no son nada fáciles. Una placa conmemorativa se encuentra al lado de este gran árbol.
En 2005 se determinó que tenía 320 años, por lo que tenía 150 años cuando los Mártires de Tolpuddle se reunieron bajo su copa. Es el sicomoro más grande de Dorset, con un diámetro de 1,3 metros. El árbol es administrado por el National Trust, que desmocha periódicamente el árbol para reducir el peso de sus ramas y estimular el crecimiento de la copa. Se espera que esto aumente la vida útil del árbol durante dos siglos más.
Este árbol ha inspirado numerosos proyectos creativos. El refugio y alivio que brindó a los Mártires de Tolpuddle convive con sus otras apariciones simbólicas en la literatura y las artes. El árbol fue seleccionado entre los 50 grandes árboles británicos para conmemorar el Jubileo de Oro de la Reina en 2002. Fue preseleccionado como Árbol del Año de Inglaterra en 2015.
Mas información aquí, fotos e información de la red
Mas información aquí, fotos e información de la red
12 junio 2024
El Espino de José
El Reino Unido cuenta con una gran cantidad de árboles antiguos, muchos de ellos asociados a diversas leyendas e historias. A menudo es difícil saber dónde acaba la historia y dónde empieza la fantasía.
Uno de los árboles más célebres del Reino Unido es el llamado espino de Glastonbury. En diciembre de 2010 sufrió la mutilación de todas sus ramas pero lentamente se regeneró.
Se alza sobre la cima de una colina cerca de la ciudad del mismo nombre en Somerset, al suroeste de Inglaterra. Es uno de los muchos espinos que crecen en la zona pero misteriosamente florece en pleno invierno además de hacerlo, como todos los demás, también en primavera.
La leyenda dice que, cuando el cuerpo de Cristo fue bajado de la cruz, fue
depositado en una tumba que petenecía a José de Arimatea, tío de María, madre de Jesús, y que asustado por la vida que había llevado, José emigró de Palestina llevando consigo el Santo Grial y refugiándose en Britania. Al llegar a la cima de una colina, entonces rodeada de pantanos, cerca de Gltoastonbury, hincó en tierra el bastón de espino que traía, indicando que había llegado al final del viaje. Ese bastón echó raíces y el día de Navidad, en pleno invierno, floreció. El “milagro” se conmemoró construyendo la primera iglesia cristiana en tierra extraña.
Al lugar llegaron muchos peregrinos y con el tiempo se construyó una abadía, hoy derrruída. Los peregrinos cortaban retoños del “árbol sagrado”, práctica que habría continuado a lo largo de los siglos de modo que todos los espinos de la zona podrían ser descendientes directos del de José de Arimatea. Los devotos también dejaban sus anhelos colgados del espino con la esperanza de que se cumplieran.
Lógicamente el espino que ahora crece en la colina es un descendiente de aquel original que sería originario del Líbano y su nombre en latín es: Crateagus monogyna praecox.
Todos los años, antes del día de Navidad, se envían a la realeza inglesa ramilletes del espino de Glastonbury y se dice que la Reina Isabel los ponía sobre la mesa y presidían el desayuno del 25 de diciembre.
29 mayo 2024
El árbol de la Armada, del narrador de historias
El árbol de la Armada Española
De Colin Urwin
Hace casi cuatrocientos treinta fui arrastrado a la orilla arenosa de la bahía de Ballygally en el bolsillo de un marinero que luchaba por el rey español contra el clima cruel y la reina virgen inglesa.
Y allí podría haber muerto yo misma, arrugada en mi piel, pero nos enterraron a ese pobre marinero y a mí junto con él. Me estremecí en ese suelo frío y húmedo tan lejos de casa rezando para que el sol calentara la tierra fértil y turbia.
La primavera siguiente asomé la cabeza, nunca me sentí tan valiente pero fui recibido por un viento más frío que la tumba. ¡Cómo anhelaba mi tierra natal de naranjas y calor, donde los olivares son fragantes y todas las castañas dulces!
Pero aquí no me molestaron, y en el clima irlandés mis raíces consumieron la carne, los huesos y las botas de cuero español de mi involuntario amigo marinero, poco mundano e ignorante quien pensó que me consumiría, oh, ¡cómo cambiaron las tornas!
He visto muchas cosas en mi larga vida ¿quién no?, supongo, pero por cada pregunta respondida, se plantearon cien más. Desde este tranquilo cementerio vi guerras y hambruna,
y aunque de todos los árboles nativos me he apartado el canto del pinzón y el mirlo me animaron. El petirrojo a través de los oscuros días de invierno, tardes ruidosas en la primavera. Y qué alegría cada domingo por la mañana, al escuchar a la gente cantar.
He soportado el viento y la lluvia, mis ramas han crujido con la nieve, pero a pesar de todo, mi viejo corazón nunca dejó de crecer. Pero no importa dónde te encuentres, debes hacer lo mejor que puedas así seas un castaño dulce español o el irlandés nativo. Y ahora, por desgracia, mi tiempo ha llegado, como debe ser y a mis semejantes confío mi viejo corazón de madera. Haz de mí algo útil, una glorieta o un asiento donde los peregrinos se tomen un momento para sentarse y descansar los pies, y dejad que los niños trepen y jueguen, mientras tú te acuerdas de mí y cuéntales toda la historia del Árbol de la Armada Española.


























