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3/27/2025

DANIEL STONE, en National Geographic, 2025
¿Por qué hay cerezos japoneses (sakura) creciendo en Estados Unidos?
Los árboles de sakura japoneses llegaron a la capital estadounidense con la ayuda de unos cuantos sorprendentes defensores.
Un grupo de personas disfruta de una tarde con cerezos en flor en el Jardín Botánico de Brooklyn el 24 de abril de 2024, en Nueva York. Los cerezos en flor, una de las atracciones más destacadas de la primavera del jardín, han alcanzado su punto álgido de floración, que durará un tiempo limitado antes de que el suelo se tiña de pétalos rosados. Foto: Spencer Platt

En Estados Unidos, la primavera en Washington D.C. comienza cada año con el famoso Festival de los Cerezos en Flor, en el que florecen los esponjosos cerezos rosados que rodean el National Mall y el Tidal Basin. Cientos de miles de personas acuden allí para contemplar las hermosas flores, lo que lo convierte en uno de los acontecimientos más queridos de Washington. Resulta difícil de imaginar, pero hace más de un siglo, esta misma zona de Washington estaba desnuda, sin un solo cerezo.
     La historia de la llegada de los cerezos a Estados Unidos es casi tan extraordinaria como la de los propios cerezos en flor, y es posible que nunca hubiera ocurrido de no ser por un puñado de aventureros y defensores improbables.
     En una época en la que la agricultura estadounidense era tan variopinta como la mugre, un cazador de alimentos para el Departamento de Agricultura (USDA, por sus siglas en inglés) llamado David Fairchild se lanzó a la búsqueda de plantas novedosas que pudieran tener un valor económico para los agricultores estadounidenses. Impulsado por la curiosidad y alimentado por el optimismo, trajo muchas plantas y frutas que ahora se dan por sentadas, como mangos de la India, melocotones de China y aguacates de Chile.
     En 1902, Fairchild conoció por primera vez los sakura, los cerezos en flor de Japón. Encantado por su belleza, Fairchild quiso llevárselos a casa y encargó 125 sakuras para su jardín de Chevy Chase (Maryland).
     El propietario del vivero de Yokohama estaba tan contento de tener un cliente americano que cobró a Fairchild sólo 10 centavos por árbol. En la primavera de 1906 los árboles importados de Fairchild florecieron por primera vez, y la noticia de las flores rosas atrajo a tantos curiosos a su casa que Fairchild encargó 300 más como regalo a la ciudad de Chevy Chase.
     Eliza Scidmore, la primera mujer escritora, fotógrafa y miembro de la junta directiva de National Geographic, fue también una defensora de los cerezos en flor en D.C. Tras pasar un tiempo viviendo y haciendo reportajes en Japón, regresó a Washington con fotografías de cerezos en flor ("lo más hermoso del mundo") y comenzó a solicitar a la administración del presidente Grover Cleveland que los plantara a lo largo de la cuenca de las mareas.
     Años más tarde, el presidente Theodore Roosevelt habló a menudo de "embellecer" la capital del país, entonces cubierta de barro por el Potomac. Helen Taft, la primera dama, creía que los cerezos en flor eran la solución. Su marido estaba de acuerdo. Además de su belleza, el presidente William Taft también vio la oportunidad de forjar una amistad diplomática con los japoneses.
     En otoño de 1909, el alcalde de Tokio envió 2000 árboles jóvenes a Washington. Sin embargo, llegaron apenas vivos, con las raíces demasiado cortas y plagados de insectos. Temerosos de las plagas extranjeras, los entomólogos del USDA los quemaron en una gran hoguera en el National Mall. Sólo cuando Japón envió un segundo cargamento más grande de 3020 árboles, todos altos y maduros, los árboles lograron llegar al suelo.
     El 27 de marzo de 1912, la Sra. Taft cavó la tierra durante una ceremonia privada en el West Potomac Park, cerca de las orillas del río Potomac. La esposa del embajador japonés fue invitada a plantar el segundo árbol. Fairchild cogió una pala poco después y participó en el acto.
     Sólo hicieron falta dos primaveras para que los árboles se convirtieran en objeto de adoración universal por parte del público estadounidense, al menos lo suficiente para que el Gobierno de Estados Unidos correspondiera y enviara a Japón un regalo a cambio. Los funcionarios decidieron ofrecer a Japón un cargamento de cornejos en flor, nativos de Estados Unidos, de floración blanca y brillante.
     La mayoría de los árboles originales han desaparecido. Los sakura suelen sobrevivir unos 25 años, 50 si tienen suerte, más si se trata de un milagro. De los 3020 originales, sólo quedan dos, canosos y caídos, cerca de la base del Monumento a Washington, junto a una placa que conmemora el día, 27 de marzo de 1912, en que fueron plantados.

Lo hemos leído aquí

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2/20/2025

La historia de un superviviente

EL OLMO DE OKLAHOMA CITY

Edificio Alfred P. Murrah

Este olmo americano centenario podría haber sucumbido al brutal atentado de Oklahoma City, pero sobrevivió, siguió creciendo y, lo que es más importante, se convirtió en un icono para la gente de allí y de todo el mundo.
     El atentado en la ciudad de Oklahoma fue perpetrado con un camión bomba en el edificio federal "Alfred P. Murrah" en Oklahoma City, Oklahoma, Estados Unidos, el miércoles 19 de abril de 1995, a las 9:02 am. Murieron 168 personas y más de 680 resultaron heridas, destruyendo más de un tercio del edificio, que tuvo que ser demolido. Los autores fueron dos extremistas antigubernamentales con simpatías con los terroristas supremacistas blancos, Timothy McVeigh y Terry Nichols. El edificio albergaba un conjunto de servicios del gobierno federal de los Estados Unidos: la Social Security Administration, el Federal Bureau of Investigation (FBI), la Drug Enforcement Administration (DEA) y el Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives (ATF); también contenía oficinas de reclutamiento del ejército y el cuerpo de marines. En el complejo trabajaban alrededor de 550 empleados.

Cuatro días antes de ser demolido
     En el aparcamiento había un sólo árbol. A lo largo de las décadas, el árbol fue testigo del cambio del horizonte, del crecimiento de la ciudad y de la vida cotidiana de generaciones de personas. Fue ignorado en gran medida (simplemente otro árbol que salpica el centro de la ciudad) hasta ese fatídico día. Según apuntan algunos comentarios, en el momento del atentado, este olmo debía tener como 100 años. La foto más antigua que hemos podido ver data de 1947.
     Fue muy dañado por la bomba, pero sobrevivió incluso a la investigación inicial, cuando los trabajadores querían recuperar pruebas que colgaban de sus ramas e incrustadas en su corteza. La fuerza de la explosión arrancó la mayoría de sus ramas. En su tronco había cristales y plástico incrustados y el fuego de los coches aparcados ennegreció lo que quedaba. Se pensó que el árbol no podría sobrevivir y lo olvidaron. Casi un año después los supervivientes y los trabajadores de rescate se reunieron para una ceremonia conmemorativa junto al árbol que estaba comenzando a florecer nuevamente.
     Cuando comenzó la planificación preliminar para un monumento permanente, se determinó rápidamente que cualquier diseño debía incluir el árbol, una parte integral de la historia de lo que sucedió allí, así como la esperanza para el futuro. El árbol se convirtió en un símbolo firme de resiliencia y su protección fue ordenada como parte de la Declaración de Misión del Memorial. Este árbol superviviente se convirtió en un faro de esperanza y sus raíces calaron muy hondo en el tejido social de la ciudad. Survivor Tree ahora prospera y el diseño "Outdoor Memorial" incluye un mandato para preservar y proteger el árbol por los arboristas del Departamento de Agricultura, Alimentación y Silvicultura de Oklahoma.
      La inscripción del cartel junto al árbol dice: El espíritu de esta ciudad y esta nación no será derrotado; nuestra fe profundamente arraigada nos sostiene.
      Cientos de semillas y clones del Survivor Tree se plantan anualmente y los retoños resultantes se distribuyen cada año en el aniversario del atentado. Miles de árboles hijos de Survivor Tree están creciendo en lugares públicos y privados en todo Estados Unidos.

El presidente Clinton hablando al público junto al árbol - 1996
Después de la bomba

 

Información:
https://es.wikibrief.org/wiki/Oklahoma_City_bombing
https://es.wikibrief.org/wiki/Survivor_Tree
https://memorialmuseum.com/experience/the-survivor-tree/the-survivor-tree-today/
https://memorialmuseum.com/experience/the-survivor-tree/the-survivor-tree-then/
https://www.amazon.com/Survivor-Tree-Oklahomas-Symbol-Hope-Strength/dp/1937054497





1947 El árbol visible entre otros en el patio trasero de una casa.
Era un árbol olvidado en un aparcamiento, sólo él había sobrevivido a la tala
El árbol entre los escombros y la destrucción poco después del atentado
Parte del árbol
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1/18/2025

A vueltas con Pando

JAN VIGATA, en "La Vanguardia", nov-2024
El ser vivo más viejo de la Tierra: un árbol de más de 16.000 años que ocupa 42 hectáreas


El árbol Pando que ha crecido en Utah desvela mecanismos que permiten a los organismos ancianos preservar su identidad genética


     Una alameda que ha crecido a partir de un solo sistema de raíces en Utah (EE.UU.), y que técnicamente forma un único organismo, tiene una edad de entre 16.000 y 80.000 años, lo que le convierte en el ser vivo más viejo de la Tierra, según una investigación de las universidades de Utah y de Chicago.
     La alameda, llamada Pando, corresponde a la especie Populus tremuloides y está en el Parque Nacional de Fishlake. Bajo la arboleda se esconde un complejo sistema de raíces que se expande por 42,6 hectáreas.
     El secreto de la longevidad de Pando se encuentra en la genética y en el mecanismo de reproducción de su especie. El álamo se reproduce de forma asexual, generando clones que emergen de sus raíces formando un extenso sistema subterráneo. En el caso de Pando, cuenta con 47.000 tallos individuales. Su nombre significa “Me propago” en latín.
     Las especies documentadas más longevas son aquellas que se reproducen de forma clonal, como Pando. “Aunque los tallos tengan una vida media de 110 años, los clones se pueden regenerar del tronco de la raíz, de modo que el organismo puede ser mayor que sus partes” explica los autores de la investigación en un artículo científico que han publicado en BioRxiv. Añaden que este mecanismo de crecimiento indefinido hace al organismo “potencialmente inmortal”.
     El sistema clonal de Pando es uno de los organismos más longevos de la Tierra. Para afirmar esto los investigadores han estudiado las variaciones genéticas que encuentran en diferentes partes del organismo. Predicen que Pando tiene al menos 16.000 años, pero podría llegar hasta los 81.000.
     Además, a diferencia de muchas especies que tienen dos grupos de cromosomas, los álamos se caracterizan por tener tres. Los investigadores proponen que esto supondría una ventaja en la adaptabilidad a diferentes ambientes, que proporciona otro factor para la longevidad de Pando.

Su sistema de reproducción hace al álamo potencialmente inmortal

     Pando proporciona un medio para estudiar la evolución de una forma diferente a la tradicional, sostienen los investigadores. La larga vida del organismo, añadido al mecanismo de reproducción clonal, lo hacen muy interesante para estudiar la evolución en un mismo organismo, de una forma poco explorada hasta el momento.
     El árbol forma una representación física de su evolución. Los clones son casi idénticos, pero durante su vida y reproducción se producen mutaciones. Aunque estas sean poco comunes, se van acumulando en los clones más jóvenes a medida que el organismo crece. Esto produce un fenómeno interesante ya que el árbol forma un mapa físico de estas variaciones.

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1/15/2025

Hyperion, el árbol más alto del mundo

ERIKA MONTEJO, en National Geographic, agosto2022
La historia de Hyperion, el árbol más alto del mundo corre peligro por el turismo irresponsable


El árbol más grande del mundo está prohibido para los visitantes. Los daños que han causado en el Parque Nacional Redwood pone en peligro su supervivencia.
     Con 600 años sobre su copa, Hyperion (
Sequoia sempervirens) se levanta a 115.824 metros del suelo en el Parque Nacional Redwood, en Estados Unidos. Sin una placa que lo distinga y sin mayores distinciones, esta secuoya se gana centímetro a centímetro, el título del árbol más grande que habita la tierra.
     Su ubicación pasó de ser un misterio, a uno de los tesoros más buscados por los amantes de los bosques, visitantes y senderistas, que atraídos por la información difundida en blogs, sitios de viaje o influencers, han puesto en riesgo la estabilidad del imponente árbol y otras reliquias de la naturaleza con cientos de años.
     Hyperion recibió su nombre inspirado en uno de los 12 titanes de la mitología griega, y su significado es "el que mira hacia arriba". Todo esto en alusión a sus ramas que crecen y lo hicieron obtener el título del árbol más alto.

Buscar a Hyperion puede llevarte a la cárcel

     Los turistas ansiosos que han llegado al Parque Nacional Redwood atraídos por el titán, han empezado a causar daños en el lugar, razón por la que buscar el árbol e irrumpir en la zona cerrada en la que se encuentra, podría ser motivo de una multa de 5,000 dólares o hasta seis meses de cárcel.
      El Servicio de Parques Nacionales (NPS, por sus siglas en inglés) advirtió a los turistas acerca de las posibles sanciones y, de forma incisiva, sobre el riesgo que representa la actividad humana para la secuoya.
     “Como visitante, debe decidir si será parte de la preservación de este paisaje único o será parte de su destrucción”, menciona el comunicado.
     Llegar hasta Hyperion requiere de un gran esfuerzo y podría resultar en una labor complicada, dado que se encuentra fuera del sendero en medio de una densa vegetación. Muchos visitantes emprenden la búsqueda, pese a que el resultado puede ser decepcionante.
     El árbol podría ser poco impresionante cuando se ve desde abajo, adelanta el NPS, pues su tallo es pequeño en comparación con otras secuoyas antiguas y desde el tallo hay otros árboles que pueden resultar más imponentes. 

El humano contra Hyperion, el árbol más grande de la Tierra 

     Los cientos de visitantes que han ido tras el árbol más grande que existe sobre la Tierra, han pisado su base en tantas ocasiones, que los helechos sobre sus raíces han empezado a escasear.
     Los daños son considerados severos, y han resultado en la degradación de la secuoya y de otras que están a su alrededor. Las nuevas reglas impuestas son un esfuerzo por frenar el turismo destructivo, pues el efecto humano está creando un impacto negativo en el sistema de raíces del árbol.
     “Había basura y la gente estaba creando aún más senderos laterales para usar el baño. Dejan papel higiénico usado y desechos humanos; no es algo bueno, no es una buena escena”, dijo Leonel Argüello, jefe de Recursos Naturales del parque a SFGATE.
     Las secuoyas son árboles que poseen raíces poco profundas con un tamaño promedio de menos de 4 metros. El agua la obtienen del suelo y de restos naturales, como las agujas de pino que atrapan la humedad del bosque.
     Los entusiastas de viajes y blogueros tendrán que mirar hacia los senderos designados para salvar a Hyperion, un titán que puede caer por la mancha humana. 

Lo hemos leído aquí

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1/11/2025

Bomberos impensables

BEN GOLDDFARB, en National Geographic, sept 2020
Cómo el castor se convirtió en el mejor bombero de Norteamérica

Un castor nadando en Schwabacher Landing en el Parque Nacional Grand Teton. Fotografía de Charlie Hamilton James, Colección de imágenes de Nat Geo Por Ben Goldfarb

El oeste americano ardió con incendios alimentados por el cambio climático y un siglo de extinción de incendios equivocada. En California, los incendios forestales ennegrecieron más de tres millones de acres. En Oregón, una crisis única en una generación obligó a medio millón de personas a huir de sus hogares. Mientras tanto, se ha pasado por alto a uno de nuestros aliados más valiosos en la extinción de incendios: el castor.
     Un nuevo estudio concluye que, al construir represas, formar estanques y cavar canales, los castores irrigan vastos corredores de arroyos y crean refugios a prueba de incendios en los que las plantas y los animales pueden refugiarse. En algunos casos, la ingeniería de los roedores puede incluso detener el fuego en seco.
     "No importa si hay un incendio forestal justo al lado", dice la líder del estudio Emily Fairfax, ecohidróloga de la Universidad Estatal de California Channel Islands. “Las áreas represadas por castores son verdes, alegres y saludables”
     Durante décadas, los científicos han reconocido que el castor norteamericano, Castor canadensis, brinda una letanía de beneficios ecológicos en toda su área de distribución, desde el norte de México hasta Alaska. Se ha demostrado que los estanques de castores y los humedales filtran la contaminación del agua, sustentan el salmón, secuestran carbono y atenúan las inundaciones. Los investigadores han sospechado durante mucho tiempo que estos arquitectos de cola de paleta ofrecen otro servicio crucial: frenar la propagación de incendios forestales.
Este humedal represado por castores en Baugh Creek, Idaho, es el llamado "refugio esmeralda" que puede servir como cortafuegos y refugio para otras especies durante los incendios forestales. Fotografía de Joe Wheaton, Departamento de Ciencias de Cuencas Hidrográficas de la Universidad Estatal de Utah
     “Realmente no es complicado: el agua no se quema”, dice Joe Wheaton, geomorfólogo de la Universidad Estatal de Utah. Después de que el incendio Sharps carbonizara 65.000 acres en Idaho en 2018, por ejemplo, Wheaton se topó con una exuberante bolsa de verde brillante dentro de la zona quemada: un humedal de castores que había resistido las llamas. Sin embargo, ningún científico había estudiado rigurosamente el fenómeno.  
     “El estudio de Emily no podría ser más oportuno”, dice Wheaton, quien no participó en la investigación. “Esto apunta hacia la importancia de las soluciones basadas en la naturaleza y la infraestructura natural, y nos brinda la ciencia para respaldarlo”.
 
Refugio contra los incendios
     Inspirados en parte por las observaciones de Wheaton, Fairfax y su colega Andrew Whittle eligieron grandes incendios forestales que habían ocurrido desde el año 2000 en cinco estados de EE. UU. (California, Colorado, Idaho, Oregón y Wyoming) y examinaron imágenes de satélite en busca de presas y estanques de castores cercanos. (La infraestructura de Castor es tan impresionante que es visible desde el espacio). 
     Luego, utilizando una medida estadística de la salud de las plantas, calcularon la exuberancia de la vegetación circundante antes, durante y después de los incendios. Como era de esperar, las plantas prósperas y bien regadas tendían a aparecer de color verde vivo en las fotos de satélite, mientras que las plantas secas se veían comparativamente marrones. 
 
Los estudios de presas de castores revelan las ubicaciones de los refugios verdes seguros  
     Utilizando imágenes satelitales, los científicos inspeccionaron de forma remota presas de castores en diferentes áreas que se han quemado en incendios forestales, como el incendio de Sharps en Idaho.
 Distancia:     0km                              2 km                             4 km                               6 km
     La planta verde e hidratada, por supuesto, también es menos inflamable que una desecada y crujiente. Y eso es lo que hace que los ecosistemas de castores sean tan incombustibles. Fairfax y Whittle encontraron que en secciones de arroyos represadas por castores, la vegetación se mantuvo más de tres veces más exuberante mientras el fuego incontrolado corría sobre el arroyo. Los castores habían saturado tan completamente sus valles que las plantas simplemente no se encendían. 
     Estos botes salvavidas no solo protegen a los castores: una amplia colección de animales, que incluye anfibios, reptiles, aves y pequeños mamíferos, probablemente se refugian en estos "refugios" de fuego construidos por castores, dice Fairfax. Aunque los incendios forestales son una fuerza vital que rejuvenece el hábitat de algunas criaturas, como los pájaros carpinteros de lomo negro, pueden devastar otras poblaciones de animales. 
     El hábitat del castor también protege el ganado doméstico y las tierras agrícolas, agrega Fairfax, cuyo estudio se publicó este mes en Ecological Applications. “Si tiene un humedal de castores, sus vacas pueden aprovechar ese refugio y les va mejor durante los incendios forestales que si tuviera que empacarlas en remolques”.
 
Apoyando a los castores 
     Además, los castores pueden ayudar a un ecosistema a recuperarse de un incendio forestal. En el norte del estado de Washington, Alexa Whipple, directora del Proyecto Methow Beaver, descubrió que los castores promovieron la recuperación de especies nativas, como el sauce y el álamo temblón.
     Los arroyos sin castores, por el contrario, tenían más probabilidades de ser colonizados con plantas invasoras después de una quema. Whipple también descubrió que los estanques de castores mejoraban la calidad del agua al capturar el sedimento cargado de fósforo que se escurre de las laderas incendiadas. 
     “Si tenemos un paisaje más húmedo, resistiremos el fuego y nos recuperaremos mejor”, dice Whipple, cuyos resultados aún no se han publicado en una revista revisada por pares. “Mi esperanza es que los incendios forestales puedan ser la puerta de entrada para que las personas entiendan todo el conjunto de beneficios que ofrecen los castores”
     A pesar de todo el bien que hacen los castores, miles mueren cada año por inundar caminos, talar árboles y causar otros daños a la propiedad humana. Emplear políticas más inteligentes y humanas (utilizar dispositivos de prevención de inundaciones no letales como "Beaver Deceivers", por ejemplo, y reubicar a los castores que causan problemas en lugar de matarlos) podría mejorar nuestras relaciones con los castores y los incendios forestales por igual, dice Fairfax.
     “Apoyar estratégicamente a los castores en las cuencas hidrográficas locales podría brindar la seguridad de que tiene suelos húmedos y plantas húmedas alrededor de su ciudad”, dice Fairfax. De hecho, como sugiere el título de su artículo, el Servicio Forestal de EE. UU. podría considerar el crear una nueva mascota animal: Smokey the Beaver.

Lo hemos leído aquí
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11/04/2024

Thuja plicata, del narrador de historias

Tomás Casal Pita
Thuja plicata

El árbol que nosotros conocemos como Tuya (Thuja plicata) es comúnmente llamado en EEUU cedro rojo occidental, cedro rojo del Pacífico, cedro gigante, tejas, y a saber cuántas cosas más. Se trata de una conífera siempre verde, pariente de los cipreses y nativa del oeste de América del Norte, pero no tiene nada que ver con los auténticos Cedros (y hace unos días decía yo por aquí, que los nombres comerciales de la madera se las traen). En nuestro país su uso es decorativo y como cierre en verde para setos. Según la Wikipedia, el más alto de estos árboles en la actualidad mide 59 metros, así que la foto de 1906 (si lo que pone era verdad) debía ser un espectáculo. Traducido y pasado a metros dice: 
"Cedro gigante, 87 metros de altura y 4, 46 metros de diámetro, se le supone unos mil años de edad”.

     Por último ese recorte de prensa, publicado en The Mason County Journal, (Shelton, W.T.) el día 14/09/1894 en la página 3, dice más o menos lo siguiente: G. A. Dyer de Tacoma tiene en exhibición el árbol más grande jamás mostrado en el estado. Es un cedro cortado cerca de Ocosta, Washington. Ocho hombres tardaron veinticuatro días en cortarlo y cargar los carros. La parte expuesta consta de unos 4,2 m de la base, junto con secciones de las raíces. La característica  base hinchada. Después de talarlo, se dividió en secciones que podían manipularse y se quitó el centro. Ahora está configurado de modo que desde el exterior parece en su estado original, pero por dentro es hueco, y se entra a través de una puerta. El señor Dyer dice que el árbol tenía 124 m de altura y que mide 21,33 m de circunferencia (esto son 6,8 metros de diámetro). Esto incluye los "entresijos" de la base, mientras que a una altura de 10 m su diámetro era de 4,25 m. Había 18,25 metros hasta la primera rama, que se dice que tenía 2,1 m de diámetro. Los primeros 91,5 m tenían 4,5 m de diámetro, disminuyendo desde ahí hasta los 30 cm. en la parte superior. Este árbol se llevará al este para su exhibición cuando cierre la feria.- West Coast Lumberman.
     Naturalmente después de estos datos, y suponiendo que los americanos de la época no nos hayan tomado el pelo, queda claro que los grandes tuyas ya se extinguieron por obra del hombre y de la sierra y nunca se volverá a ver otra tuya en todo su esplendor y magnificencia.

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9/11/2024

Otro rosal "más grande..." California

FRANK y JILL PERRY
"El rosal más grande del mundo, Santa Cruz"

    Este artículo es parte del Online History Journal del MAH, una colección de investigaciones originales sobre la historia local. Sugiere sumergirse en la historia del condado de Santa Cruz en este foro en constante crecimiento y comenzar a crear el tuyo propio. Esta ciudad está ubicada junto a la Bahía de Monterey en el centro de California, jactándose durante mucho tiempo de su clima templado durante todo el año. A principios de 1900, un gran rosal que crecía en un jardín de Santa Cruz se utilizó para promover el turismo y atraer posibles compradores de viviendas, no sólo para Santa Cruz, sino para California en general.
    California ha sido descrita a menudo en forma hipérbole, y Santa Cruz no es diferente. A principios del siglo XX, lo que llamó la atención de la ciudad fue el "rosal más grande del
mundo", plantado en un patio trasero.
     El rosal floreció y creció en la imaginación de los lugareños y de los californianos cuando su imagen apareció en postales. La fotografía era la de Charles Leyon Aydelotte y su tema fue el “Rose Tree” al lado de la Mansión Hihn -hoy City Hall- en el centro de Santa Cruz. Las postales con imágenes estuvieron de moda entre 1906 y 1912, y se imprimieron millones cada año.
     Hoy en día esta variedad de rosa, con abundantes y feroces espinas, se conoce como Fortune's Double Yellow -Rosa odoratavariety pseudindica-. Puede crecer como un arbusto, pero se le conforma preferentemente como trepador con potencial para alcanzar alturas de 5 a 20 m. En primavera, luce flores doradas teñidas de rosa y albaricoque.

Si quieres leer -en inglés- el artículo completo...

Informaciuón:
https://santacruz-mah.imgix.net/uploads/Rose-Tree.pdf
https://es.santacruzmah.org/blog/the-largest-rose-tree-in-the-world-santa-cruz

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9/08/2024

Historia de un rosal, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Un rosal en el desierto de Arizona

Esta no es la historia de un árbol, si no de un arbusto, pero creo que bien merece la pena que sea contada. Se trata de un rosal de Banks que crece en Tombstone (Arizona, EEUU). Pero antes de hablar de este ejemplar en concreto, veamos antes un par de circunstancias para ponernos en situación.
     El rosal de Banks (Rosa banksiae), al que los anglosajones denominan “Lady Banks rose”, es un arbusto semitrepador originario del centro y oeste de China, a altitudes de entre 500 y 2.200 m.s.n.m. Se considera que crece hasta unos seis metros de altura y, a diferencia de la mayoría de las rosas, prácticamente no tiene espinas. Sólo en brotes jóvenes y fuertes puede presentar algunas pequeñas espinas. Las flores tienen sobre unos dos centímetros de diámetro y un color que va del blanco al amarillo pálido, pasando por un color crema, dependiendo de la variedad. Todas ellas huelen a violetas y el número de pétalos varía, desde las formas simples, con cinco pétalos, a las semidobles o las dobles, con un número amplísimo de pétalos, obtenidos por la transformación de los estambres en pétalos.
     Tombstone es llamada popularmente, «la ciudad demasiado dura para morir», no tiene más de 1500 habitantes. Situada al sur del estado de Arizona, muy próxima a la frontera con México, su estación seca dura diez meses. Según se dice, el nombre procede de lo que un soldado dijo a un minero que encontraría allí: la lápida de su tumba (tombstone). Y así bautizó a la mina que en 1878 el minero que la halló, de ahí el nombre de la ciudad. 
     Tan solo tres años después tenía 8.000 residentes, además de una escuela, un periódico, cuatro iglesias, dos bancos y una sala de ópera. Tombstone se ganó la justa fama de ser de los pueblos más violentos del suroeste de los Estados Unidos (y posiblemente de los más inmundos). En la década de 1890 llegaron a residir allí hasta 15.000 personas, en un paraje semidesértico donde veinte años antes no había nada. 
      La inundación de algunas minas por un río subterráneo marcó el inicio de su declive y en la actualidad vive del turismo, con hasta 400.000 visitantes al año. A fin de cuentas, el famoso duelo tantas veces llevado al cine, del O.K. Corral (Duelo de titanes), tuvo lugar allí.
     Es momento de hablar del protagonista, del rosal más grande del mundo, según el Libro Guinness de los Records. La historia comienza en Escocia en 1884 cuando el matrimonio entre Henry Gee y Mary, al día siguiente de su boda, emigraron a Tombstone al olor de las minas. Hasta poder construirse una casa residieron en la pensión Cochise, donde al año siguiente les llegó una gran caja desde Escocia, en la que les enviaron plantas, bulbos y esquejes. Entre los esquejes había varios de un rosal blanco de Banks que Mary había plantado siendo niña. Uno de los esquejes se lo regaló a Amelia Adamson, la mujer que dirigía la pensión y con la que había hecho amistad. Juntas lo plantaron en el patio trasero, cerca de la leñera, donde sorprendentemente, aquel esqueje de rosal de origen chino procedente de Escocia, arraigó y floreció en el desierto de Arizona.
     En 1920, cuando ya habían pasado 35 años de la plantación, el matrimonio de James y Ethel Macia compraron la pensión y derribaron la antigua leñera, creando un soporte de enrejado de postes de madera y tubos de metal que podría ampliarse a medida que el rosal fuese creciendo. El sombreado del patio en el clima de Arizona, era algo que los huéspedes apreciaban y comentaban, junto a la enormidad del rosal. 
      Sería en 1933 cuando, por vez primera, una columna de periódico le diera el título de “el rosal más grande del mundo”. Tres años más tarde la pensión pasaría a llamarse “The Rose Tree Inn” (la pensión del rosal). Allí se alojó durante una semana un conocido caricaturista y empresario, Robert Ripley, conocido por sus columnas y programas sobre hechos curiosos (Ripley ¡aunque no lo crea!). Ripley llevó la noticia del rosal a sus programas y a partir de ahí, el rosal se hizo definitivamente famoso. 
     En 1953 el edificio dejó de ser pensión y pasó a domicilio privado, pero aún así el patio permaneció abierto al público para que el rosal pudiese ser contemplado. Finalmente, en 1964 los hijos y nietos de los Macia crearon el Rose Tree Museum en la antigua pensión (que aún sigue ofreciendo un par de “suites”) donde pueden admirarse fotos, libros y todo tipo de objetos relacionados con la historia de Tombstone y, por supuesto, del gran rosal que le da nombre. 
     El rosal florece, normalmente, de mediados de marzo a finales de abril, época en la que se celebra el “festival de la rosa”. Aunque nadie ha logrado explicar su increíble supervivencia, se supone que ha logrado llegar con sus raíces a alguna filtración subterránea de agua de la que, en parte, se alimenta. Aquel esqueje llegado de Escocia hace 136 años, tiene hoy un nudoso tronco que sobrepasa los cuatro metros de perímetro y una copa, soportada sobre columnas, que cubre unos 840 m2. No está mal, para vivir casi en el desierto…
 
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8/30/2024

Sequoias con historia

ANTONIO MADRIDEJOS
Portolá y el descubrimiento de las secuoyas

De cómo los europeos observaron los primeros "palos colorados"



En 1768, Carlos III ordenó a José de Gálvez, su virrey en la ciudad de México, la organización de cuatro expediciones -dos por tierra y dos por mar- para consolidar la presencia española en la Alta California y así evitar el desembarco de colonos ingleses y rusos. Una de ellas, bajo el mando de Don Gaspar de Portolá (o Portolà), un prestigioso militar leridano, debía salir de La Paz (Baja California) y dirigirse primero a San Diego y luego a la llamada Bahía de los Pinos, hoy Bahía de Monterrey (Monterey Bay), un fértil enclave costero conocido vagamente tras las expediciones marítimas de Juan Rodríguez Cabrillo (1542) y Sebastián Vizcaíno (1602).

      Se desconoce el motivo, pero Portolá no localizó el puerto de Monterrey y pasó de largo en dirección a lo que luego serían Santa Cruz y San Francisco. Los expedicionarios, esencialmente soldados y padres franciscanos, entre ellos Junípero Serra, acamparon cerca de la actual ciudad de Watsonville y visitaron el lago Pinto (Pinto Lake), donde el padre Juan Crespí, cronista mallorquín de la expedición, anotó la existencia de unos «árboles muy altos de color rojo» que recordaban a los cedros. «Estos árboles son muy numerosos en la región», proseguía Crespí. Como nunca se habían observado especímenes de esa especie, fueron bautizados escuetamente como «palos colorados», equivalente a «troncos rojos», denominación que luego dio origen el inglés «redwood».

El martes 10 de octubre, Crespí escribió:

"Como a las ocho de la mañana salimos tomando el rumbo al noroeste; no pudimos andar toda la jornada que se pretendía por ver a los enfermos más agravados, y que cada día se iba aumentando el número de ellos, y así andaríamos poco más de una legua por llanos y lomas tendidas muy pobladas de unos palos muy altos de madera colorada, árboles no conocidos que tienen la hoja muy diferente de la de los cedros, y aunque la madera en el color se le asemeja, pero es muy diferente sin tener el olor del cedro (…). Hay por estos parajes mucha abundancia, y porque ninguno de los de la expedición los conoce se les nombra con el nombre de su color. Paramos cerca de una laguna que tiene mucho pasto y mucha arboleda del palo colorado; por esta jornada se han encontrado muchos rastros de ganado que parece vacuno (…)"
     La escueta anotación es la primera prueba documental del avistamiento por parte de europeos de secuoyas, o más concretamente de secuoya roja o de costa (Sequoia sempervirens), puesto que el descubrimiento de la secuoya gigante o de sierra (Sequoiadendron giganteum) fue aún más tardío y no aconteció hasta 1833. Con toda seguridad, Rodríguez Cabrillo, Vizcaíno y otros marineros que navegaron por la zona con anterioridad, entre ellos el pirata inglés Francis Drake, debieron de observar secuoyas, puesto que los inmensos árboles llegaban prácticamente hasta la costa, pero no dejaron la más mínima constancia del hallazgo de una nueva especie. La única mención corresponde al sacerdote Antonio Asunción, miembro de la expedición de Vizcaíno, que se refirió en un cuaderno de viaje a la presencia de «grandes pinos cuya madera podría ser útil en la reparación de buques», aunque de sus palabras no se deduce que hubiera observado algo extraordinario.
     Con posterioridad, la expedición de Portolá estableció un campamento al pie de una inmensa secuoya que fue bautizada como el Palo Alto, denominación que con posterioridad dio nombre a la ciudad de Palo Alto. En recuerdo de sus orígenes, la Universidad de Stanford, que allí tiene su sede principal, cuenta con una secuoya en su emblema. El árbol sigue vivo tras unos trabajos de poda selectiva que le salvaron la vida a finales del pasado siglo.
     Obviamente, los árboles gigantes ya eran conocidos para la docena de tribus indígenas que vivían en el territorio potencial de secuoyas, desde la bahía de Monterrey hasta el sur del estado de Oregón, entre ellas los ohlone, los yurko, los miwok, los pomo y los shasta. Las tribus vivían esencialmente de lo que les aportaban el mar o los ríos y tenían un uso limitado de los recursos del bosque denso, circunscrito a la confección de canoas y algunas construcciones. Además, como talar un árbol de esas dimensiones no era nada fácil, parece ser que en la mayoría de los casos lo que hacían era emplear ramas y troncos caídos.


      La primera descripción científica del árbol no llegaría hasta 1791, de manos del botánico checo Tadeas Haenke, científico a bordo de la expedición Malaspina, que además recogió semillas que bien podrían haber servido para traer las primeras secuoyas a España y a Europa. En cuanto al origen de la palabra secuoya, es motivo de controversia: lo único que está claro es que el botánico austriaco Stephan Endlichler (1804-1849) fue el primero en emplearla científicamente para referirse a los grandes árboles californianos -Haenke los llamó «cipreses rojos»-, pero no dejó por escrito el motivo de la elección. La etimología más popular sostiene que la palabra procede de Sequoyah (1770-1843), un famoso líder indio hijo de un comerciante blanco y una indígena cherokee, aunque la realidad es que el susodicho nunca llegó a pisar California.

Entre secuoyas rojas. Crédito foto: Humboldt State University Library

     Las secuoyas rojas superaron con buena salud la convivencia con los indígenas americanos y luego la colonización española, con poca tradición en el uso de madera para la construcción. Antes del inicio de la fiebre del oro, se calcula que existían en la costa norte de California unas 800.000 hectáreas, pero la instalación de aserraderos para satisfacer las necesidades de los nuevos asentamientos costeros redujo la extensión drásticamente. A finales del siglo XIX, el 97% del territorio de la omnipresente secuoya roja había sido talado para obtener tablas con la que construir casas de todo tipo, mástiles de barcos, traviesas de ferrocarril y acueductos.

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7/06/2024

Chapel Rock, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
El pino blanco de Chapel Rock

 

 

Foto de 1900
El lago Superior, en la región de los grandes lagos entre EEUU y Canadá, tiene una superficie de unos 82.000 Km² (algo más de 87.000 tiene Andalucía) siendo el mayor de todos ellos. Realmente es un auténtico mar interior de agua dulce, cuya costa sur pertenece, casi toda, al estado de Michigan. Allí, en el condado de Alger, está la conocida como “Roca de la Capilla”.  
     Originalmente, el área fue nombrada por los primeros exploradores franceses y se encuentra en los primeros mapas como “La Chappelle”, debido a su curiosa forma. Luego los ingleses y sus descendientes norteamericanos tradujeron el nombre y pasaron a denominarla “Chapel Rock”. La Roca de la Capilla, está en el extremo de una playa, en una zona conocida como Pictured Rocks National Lakeshore. Para llegar hasta allí, partiendo de la población más cercana, con unos 2.300 habitantes, hay que recorrer unos 24 km por la única carretera estatal de la zona, luego desviarse 8 km. hasta el aparcamiento más próximo y continuar a pie otros 4 kilómetros más por senderos de bosque bien marcados. Normalmente los visitantes no vienen sólo por un día, puesto que es un área de campamentos y mochileros, pero aquellos que si lo hacen, suelen caminar mucho más. La mayoría se desplazan también a ver alguna de las muchas cataratas que hay por la zona con lo que al final, entre ida y vuelta, nadie hace menos de 10 km por los bosques.  
     La Roca de la Capilla, está formada por roca arenisca del período Cámbrico, que une a su curiosa forma, la no menos curiosa presencia de un pino blanco americano (Pinus strombus) que se encuentra cerca del límite norte de su área de distribución natural. Al pino, que tiene su base sobre la roca pero se alimenta desde tierra firme, se le calculan unos 250 años. Parecen muchos para su pequeño tamaño, pero las suyas son también unas circunstancias muy poco corrientes. Cerca hay un cartel interpretativo en el que está escrita una nota tomada del diario de Charles Penny, un miembro de una expedición de 1840 dirigida por Douglass Houghton, el geólogo que exploró la costa sur del lago Superior y que murió ahogado en el propio lago. El texto dice así: “Desayunamos en La Chapelle (Chapel Rock) esta mañana de Pictured Rocks. La Chapelle es una parte de estas rocas; cuyas partes más blandas se han desgastado, dejándolo en forma de costoso templo. … Este techo tiene alrededor de seis pies de espesor y no tiene goteras. Hay algo de tierra en el techo, y en el centro crece un gran pino recto a modo de aguja. Pero creo que todavía no hay ninguna campana que crezca allí". De modo que hace ya 180 años el pino crecía allí, y su tamaño le permitía hacerse notar lo suficiente para que el explorador tomase nota de él. 

     Chapel Rock formó parte, en el pasado, de una zona de costa más compacta, pero la erosión de la arenisca la ha ido aislando de tierra firme. No sabemos cómo era cuándo la vieron los franceses por vez primera, pero sí sabemos que en el pasado más reciente estaba unida a tierra por un arco de roca, como se ve en esta foto tomada en 1900. El arco se cayó en los años 40, quedando la roca casi como una isla en las orillas del lago, cuyo nivel de aguas varía con frecuencia hasta más de un metro. El pino, consiguió sobrevivir a la rotura del arco porque sus raíces estaban en tierra firme, de donde se alimenta, puesto que la roca sólo le ofrece un mínimo apoyo y posiblemente ningún alimento. Alimentado a distancia y sin una buena sujeción, puesto que carece de raíz pivotante, el futuro de este árbol es poco halagüeño. Lleva allí un cuarto de milenio, pero cualquier tormenta puede acabar derribándolo, a él, o al conjunto Chapel Rock, (a la que está prohibido escalar) como sucedió en el pasado con el arco. Siempre nos quedarán sus fotos como recuerdo.


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