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2/09/2021

Un peral en la historia norteamericana, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
¿Un peral de 390 años?

      El “peral de Endicott” es un peral europeo (Pyrus communis) que está plantado en Danvers, condado de Essex (Massachusetts, en la costa este de EEUU), del que se dice que es el árbol frutal cultivado más antiguo de América del Norte. Los primeros colonos europeos desembarcaron en Plymouth Rock en 1620, entre ellos un puritano inglés llamado John Endicott quien, en 1629, fue el primer colonizador de la bahía de Massachusetts y se propuso hacer allí un lugar agradable para los nuevos colonos. Aproximadamente en 1630, con sus hijos como testigos, Endicott plantó uno de los primeros frutales cultivados en América: Una muestra de peral importada a través del Atlántico. Se dice que declaró en ese momento: “Espero que el árbol ame la tierra del nuevo mundo y que cuando nosotros ya no estemos, él todavía siga vivo” (una frase muy elocuente a día de hoy, que posiblemente ni sea cierta).
      Según los residentes de la zona, el árbol sigue vivo después de 390 años. La historia está narrada de la siguiente manera: en 1763 los colonos notaron que el árbol, apodado el peral Endicott, ya era “muy viejo” y mostraba señales de decaimiento. Pero aun así persistió y continúo dando frutas. En 1809, el árbol era tan famoso que incluso se dice que el presidente John Adams recibió una entrega especial de sus peras. Después de resistir tres fuertes huracanes que abatieron a la región durante la primera mitad del siglo XIX, el árbol se convirtió en una figura querida, e incluso se colocó una reja para protegerlo. En 1852, ya se proclamaba al peral de Endicott “el frutal de mayor edad en Nueva Inglaterra”. Para celebrar el día del árbol en 1890, la poetisa Lucy Larcom compuso un poema acerca del árbol enraizado hace tanto tiempo en la historia de América. Durante el siglo XX, el peral de Endicott perduró mientras los Estados Unidos – la nación a la que precede por 153 años – continuó creciendo a su alrededor. Mientras resistía fuertes huracanes, e incluso el ataque de un vándalo en la década de 1960, el árbol nunca dejó da dar fruta, calificada como “mediana, sin atractivo y de textura áspera”. Pese a ello, la fama del mismo llevó al Banco Nacional para la Conservación del Germoplasma (Departamento de Agricultura de EEUU) a clonar el peral de Endicott.
     Hasta aquí un resumen de lo que dicen los estadounidenses acerca de su árbol. Sin embargo, como en toda leyenda que se precie, no todos lo tienen asumido. No está claro que este venerado árbol sea el que plantó Endicott, puesto que está alejado de lo que fue su granja original. Desde su supuesta plantación hasta el siglo XX, hay tanto tiempo sin noticias de él, que la propia Wikipedia americana plantea sus dudas. La foto de los injertos tras el ataque del vándalo en los años 60, tampoco ayuda. En resumidas cuentas, cada cual tomará la parte que más le guste o aborrezca en función de su opinión. Yo solo lo he contado.
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8/27/2020

Excursión a las Islas Canarias

ADOLPHE COQUET
Una excursión a las Islas Canarias, 
de Javier Lima

“Muy cerca de allí he admirado, en casa del Marqués de la Candia, otro fenómeno vegetal. Es un castaño enorme, cuyas ramas pesadas rompen y se separan del tronco carcomido que no las puede soportar ya. Es el árbol que reproduzco aquí, según el croquis que le hice en La Orotava. En estos jardines todavía existe la palmera de 30 metros de altura que los primeros conquistadores nos señalaron. La araucaria, importada en la isla, extiende sus ramos majestuosos. Allí se encuentran mil arbustos de diversas especies que se desarrollan muy bien. La hierba se salpica de flores y se escalona en anchas graderías donde los arroyos de la montaña vienen a multiplicar sus cascadas. Esta Naturaleza vigorosa forma un contraste sorprendente con las calles desiertas y silenciosas y las viviendas cerradas de La Orotava. Este aspecto triste, en medio del más imponente espectáculo de la Naturaleza, parece una antítesis inexplicable. Aquí no existe ningún comercio: el terreno es suficiente para alimentar a los habitantes. El campesino habita en cabañas, cultiva la tierra, vive con poco y permanece miserable. El suelo no le pertenece; está repartido entre las familias antiguas, cuya inmensa mayoría hace remontar su origen a la época de la conquista”.

Texto e imagen: Adolphe Coquet. “Una excursión a las Islas Canarias”. Traducción de José A. Delgado, pp. 32-33-34.

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5/22/2020

El castañeiro de Bembibre, del narrador de historias

TOMÁS PITA CASAL
El castiñeiro de Bembibre

Foto tomada alrededor de 1910. Médicos de As Frieiras (Gudiña-A Mezquita) y Viana do Bolo posan en la foto a la sombra del majestuoso árbol
Foto de 1936
(...) Este era el “castiñeiro de Bembibre”, que fue famoso por sus dimensiones. Según notas de la época se necesitaban once hombres para poder abrazarlo, por lo que se estimó que tendría unos 20 m de circunferencia; pero según el texto que acompaña a la segunda foto, el tronco, perfectamente sano medía 13 metros de perímetro. Estaba en el balneario de Bembibre, en el Ayuntamiento de Viana do Bolo, en la provincia de Ourense y tuvo la misma suerte que los castaños centenarios famosos por sus grandes dimensiones. En la Guerra Civil fue abatido y con él desapareció sabe Dios cuánta historia del balneario o del propio lugar, narrada mil y una veces bajo la sombra acogedora del viejo castaño. Según referencias de D. Antón Fraguas, fue cortado porque desde una de sus ramas D. Ramón Otero Pedrayo pronunció un discurso en favor del Estatuto Gallego en 1936. Fuese ese el motivo o no, hay que hacer notar que a principios del siglo XX, en Galicia desaparecieron muchísimos soutos (plantaciones de castaño) por efecto de la tinta (Phytophthora cinnamomi). En la actualidad no se puede (no se debe) plantar castaño (excepto el híbrido resistente) por debajo de los 800 m. de altitud.
Foto de 1908, publicada en la Rep. Argentina
Coordenadas: 42.14396, -7.141649  --   N42º 8.638 W7º 8.499  --  42° 8' 38.26" N, 7° 8' 29.94" W
Altitud: 779,45 m

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4/07/2020

El olmo se la calle Dexter, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA 
El olmo de la calle Dexter, en Malden (Massachusetts)
 
(...) El árbol era un olmo que estaba situado en la Calle Dexter, en Malden, una pequeña ciudad cerca de Boston, en el estado de Massachusetts (costa este de los EEUU, más al norte de Nueva York). La calle recibe su nombre de la antigua familia propietaria de la zona, los Dexter, que llegaron en 1663. Tres años más tarde, plantaron una doble hilera de olmos en el camino de acceso a la granja, siendo este el último de los originales. Se trataba de olmos europeos, aunque se desconoce la especie exacta. Datos sin conformar apuntan a que en la época previa a la guerra de la Independencia de los EEUU con Inglaterra, en la propiedad estuvieron escondidos unos cañones. Así mismo, se dice que en 1775, George Washington pasó una tarde allí y ató su caballo a este árbol, que desde entonces fue conocido como "el olmo de Washington", si bien existió otro olmo con el mismo nombre, bajo el cual según la leyenda, Washington tomó el mando de las tropas. Este otro olmo estaba situado en el parque público de Cambridge (también en Massachusetts) y murió en 1923. Las fotos, con pequeñas variaciones en la posición de los hombres y la distancia del fotógrafo, son sin duda del mismo momento (aunque no está claro el año, y según las fuentes varía entre 1894 y 1896). La primera de ellas, rotulada como “Plate XXXVI”, se conserva en la Biblioteca del Congreso de los EEUU y puede ser consultada en la dirección siguiente: https://www.loc.gov/pictures/item/2002715046/
     Los hombres están tratando de librar al árbol de una plaga de de una polilla, la europea polilla gitana "Lymantria dispar dispar". Esta polilla fue llevada a Massachusetts en 1852 y desde Francia, por Étienne Léopold Trouvelot que quería ser entomólogo. Los insectos escaparon y causaron una plaga imposible de controlar. En la actualidad se dice que causan daños por valor de más de 860 millones de dólares anuales. Después del episodio con sus polillas, Trouvelot perdió interés en ellas y decidió recurrir a su experiencia anterior como astrónomo y artista a tiempo parcial. Sus ilustraciones lo llevaron a trabajar en el observatorio de Harvard, y más tarde, una temporada, en el Observatorio Naval de los Estados Unidos, donde se le permitió el acceso a los telescopios de refracción de última generación. Trouvelot se sintió especialmente atraído por el sol, sus protuberancias y las manchas solares "veladas" que descubrió en 1875. Hoy su nombre está vinculado a cráteres tanto en la Luna como en Marte.
     A principios de 1891 se hizo un primer intento de eliminar las polillas del árbol. Un grupo de cuatro hombres, que habían tenido alguna experiencia previa, se pusieron a trabajar para destruir los huevos de la polilla. Después de trabajar durante varios días en el árbol, informaron que estaba despejado. Otro nuevo grupo se puso a trabajar en el árbol, y descubrieron seiscientos grupos de huevos adicionales. A pesar de esto, las orugas reaparecieron en la primavera y se procedió a rociarlo a fondo, utilizando una escalera de extensión de veinte metros de largo, junto con varias escaleras adicionales colocadas en varias partes del árbol. Avanzada la temporada, todo estaba revisado y los pocos racimos de huevos encontrados fueron tratados con aceite de creosota. En 1892, el árbol fue anillado con papel alquitranado, que se mantuvo constantemente húmedo con una mezcla de tinta, alquitrán y aceite. Sin embargo, se encontraron algunas orugas en el árbol, que probablemente eclosionaron debido a los huevos dispersos que habían quedado aún en las grietas de la corteza. En 1893 no aparecieron orugas, y no se encontró ninguna forma de la polilla desde 1892 en el árbol. En las inspecciones del árbol tuvieron mucho cuidado en revisarlo a fondo, desde sus ramas más altas hasta la base del tronco. Se eliminaron las extremidades muertas y se cubrieron  los agujeros, pero no fue necesario ningún otro trabajo en las inspecciones periódicas.
     El olmo Dexter, tenía según las mediciones de la época las siguientes dimensiones: circunferencia en la base, 8,85 metros; circunferencia a 1,80 m del suelo, 6,4 metros, altura, 33 metros; la copa en el eje de nordeste a sudoeste, 32 metros y algunas de las ramas hasta 90 cm de diámetro. Con casi 250 años, el árbol ya muy enfermo, murió en 1915, después de una gran sequía en el año anterior y atacado por otra plaga, esta vez se cita a la "polilla leopardo" (Hypercompe scribonia), una polilla nocturna de la zona, cuyos machos miden unos 5 cm y las hembras 3 cm. Finalmente, los restos del árbol se deterioraron rápidamente, en un clima que le era ajeno, hasta que finalmente el tocón, ya de tan solo 3,4 metros de diámetro y ocho toneladas de peso, fue arrancado y cambiado de lugar con pompa y boato. Allí terminó de pudrirse. En la actualidad es la parte trasera de una pizzería “Dipietro´s”. En el lugar del emplazamiento original, se construyeron posteriormente casas y también la casa de los Dexter fue demolida en 1945, para construir otras en su lugar.
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1/31/2020

JONATHAN RUBINES GARCÍA, en Euskonews
La apuesta de aizkolaris que acabó con las hayas más grandes de Euskadi
El aizkolari Luxia (Juan José Narvaiza) durante la prueba de corte del Airoko-pago. Foto: CC BY-SA Indalecio Ojarguren – Gure Gipuzkoa.
     Es posible que junto con las traineras, las competiciones de corta de troncos sean los dos deportes rurales vascos con mayor tradición y popularidad. La Aizkora tiene posiblemente su origen en la corta de árboles para su uso en el carboneo, y por tanto está profundamente arraigada a la historia y la economía rural vasca.
2-El aizkolari Luxia (Juan José Narvaiza) 

     Para las pruebas de aizkolaris se utilizan generalmente hayas verdes, sin nudos a la vista. Los concursos y campeonatos consisten en cortar un número determinado de troncos, siendo el ganador el que lo consigue en el menor tiempo posible. Aunque las pruebas oficiales comenzaron en 1950, desde el siglo XIX las apuestas ya eran muy habituales. Existen multitud de modalidades y condiciones, desde un desafío entre aizkolaris, una prueba por parejas, incluso un aizkolari contra una pareja. Cuanto más espectacular es la competición, mejores las apuestas; esa es la clave.
     Durante la primera mitad del siglo XX los aizkolaris comienzan a ser deportistas conocidos y generan una gran afluencia de público en las plazas de toros de Tolosa, Azpeitia, Donostia y Eibar entre otros lugares. La prensa llena titulares con Santa Agueda, Atxumberria, Keixeta, Kotaberri, Arria, Corta o Luxía. Estos dos últimos aizkolaris, Antonio Soraluze “Corta” (Azkoitia, 1918) y Juan José Narbaiza “Luxía” (Azkoitia, 1921), participaron cada uno por separado en un desafío nunca antes visto. Si lo normal es que los troncos de haya para las competiciones midan de circunferencia entre 36 pulgadas “oinbetekoak” (91,44 cm) y 72 pulgadas “oinbikoak” (182,88 cm), a veces 80 pulgadas (203,20 cm) y excepcionalmente 108 “kanak” (274,32 cm), su reto consistía en tratar de cortar las dos hayas más grandes conocidas en Euskadi: el hacha frente a dos gigantes de más de 160 pulgadas.

Dos desafíos con diferente final

     Las dos hayas procedían del mismo monte, el de Nabarniz (Bizkaia). Aun hoy sobrevive algún retazo de hayedo entre plantaciones de coníferas. Como si fuesen ciudadanos del pueblo, los árboles tenían nombre propio, y su destino, aunque separado en un principio, tiene curiosamente un final común.
     Corta, con sus 1,86m y 100kg de peso, aunque especialista en troncos de 36 pulgadas decidió enfrentarse a “Artagoitiko pague” (o Artegoitiko pague), una inmensa haya brava de 169,3 pulgadas de circunferencia (430 cm de circunferencia o 137 cm de diámetro). La tronza cortada para el evento pesaba 4.000kg y mostraba en su corte los 167 anillos de crecimiento del árbol. Hicieron falta 10 hombres y dos días de trabajo para abatir el árbol, y ocho pares de bueyes para trasladarlo hasta el probadero1. La apuesta consistía en descuartizar el colosal tronco en menos de 120 minutos, jugándose 20.000 pesetas de la época. La prensa local se deshizo en elogios ante la hazaña2,3,4, que consiguió en una hora, 47 minutos y 17 segundos, y tras 3.295 golpes, habiendo utilizado 11 hachas diferentes. La descripción periodística incluía los momentos previos a la cita con los gritos de apuestas, la estrategia seguida por Antonio Soraluze y las reacciones de los espectadores del campo de futbol de Marquina (Bizkaia). El espectáculo tuvo lugar el domingo 17 de julio de 1949.

3- Leñadores junto a al tronco de Artagoitiko pague recién derribado.
Fotografía: © Euskal Museoa Bilbao Museo Vasco
     Una semana más tarde, el 25 de julio, esta vez en el frontón de Deba, Luxía repetía modalidad de desafío pero enfrentándose al haya brava más grande de Euskadi, “Airoko pague”. La apuesta, este vez de 50.000 pesetas, consistía en cuartear al coloso de 185 pulgadas de circunferencia (470 cm de circunferencia o 149,7 cm de diámetro, aunque en su parte más ancha cerca de la base llegara a 210 cm de diámetro) en 120 minutos. El reto congregó a miles de espectadores, entre los cuales acudieron algunas personalidades como el Sr. Areitza, embajador de Argentina5. A doce minutos de finalizar el reto, exhausto por el calor, Luxía abandonó, no pudiendo completar el reto y perdiendo por tanto la apuesta. Entre los espectadores se especulaba que “Airoko Pague” era en realidad un haya trasmocha (pago-motxa) y no un haya brava (pago-lixarra), y que las características de la madera hacían imposible el lance. La prensa no fue benévola con su fracaso5 y no dudó en compararle con el éxito cosechado por Corta la semana anterior5, 6, dedicándole algunos diarios tan solo una triste columna7. Apenas se aportan datos técnicos y las noticias divagan sobre aspectos banales, como el aspecto físico de Juan José o la bebida que le daban sus entrenadores. En este caso, David no pudo vencer a Goliath, aunque paradójicamente el gigante estaba muerto desde el primer momento.
     La Asociación de Ciencias Aranzadi recoge entre las comunicaciones recibidas en 1949 un artículo8 relativo a las competiciones de Corta y Luxía, donde se critica el afán de espectacularidad de la corta de troncos, sin tener en cuenta el valor intrínseco de la singularidad de los árboles cortados para este fin. El texto, escrito el 17 de julio de 1949 no tuvo ninguna repercusión en prensa, tal y como indica la nota al pie de página del compendio de artículos. Son los únicos párrafos de la época que van más allá del deporte y las apuestas, y lanzan un mensaje crítico sobre la falta de ética ambiental o el escaso valor patrimonial que se le daba a los árboles añosos.

Las dos hayas juntas de nuevo
4- El aizkolari Corta (Antonio Soraluze)

     La historia de los dos gigantes no acabó en los duelos llevados a cabo en Marquina y Deba. La Asociación de Ciencias Aranzadi, en su recopilación de trabajos realizados en 19499 explica cómo, gracias a Don José Echeandia y a Don Castor Uriarte, se pudieron conseguir dos rodelas completas de ambas hayas. En los dos casos, fueron trasladadas a la Sala de Ciencias Naturales del Museo de San Telmo y más tarde al hall de entrada de la Sede principal de la Sociedad de Ciencias Aranzadi en Donostia. Las dos rodelas se encuentran juntas y etiquetadas, habiéndose indicado sobre los anillos de crecimiento de “Artagoitiko Pague” diversas efemérides de la historia del País Vasco (sobre todo de la historia de Aranzadi) desde su nacimiento en 1782 hasta su derribo en 1949. En el caso de “Airoko Pague”, se indica como 1774 su año de nacimiento, por lo que tenía 175 años en el momento en que se cortó. Don Cástor Uriarte no sólo consiguió una rodela de “Artagoitiko Pague” sino dos, donando la segunda al Euskal Museoa de Bilbao, una tronza de 127 cm de diámetro que recoge toda la historia del árbol, incluidas algunas fotografías que se incluyen en el presente artículo.
     Aunque existen sensibilidades a favor de la conservación de los árboles añosos y singulares a principios del siglo XX, no es hasta los años 80 y 90 cuando se desarrollan campañas específicas para la puesta en valor de estos ejemplares y su protección legal. Aunque hoy nos parece casi un crimen que se talasen semejantes hayas para una prueba deportiva, la sociedad de la época veía en los montes un modo de vida y una forma de aprovechamiento y no se contemplaban otras alternativas como el disfrute de los valores naturales, el valor de la biodiversidad, etc. Las dos rodelas que se conservan en la Sociedad de Ciencias Aranzadi son testigos de una parte de nuestra historia, y al contemplarlas hoy podemos constatar los cambios que se han producido en nuestra visión del medio natural en los últimos 70 años.

El autor del artículo junto a las dos rodelas presentes en la entrada de la sede de Aranzadi en Donostia.

1 Iñaki Egaña, 2009. Mil nuevas noticias insólitas del país de los vascos. Editorial Txalaparta.
2 En Markina, viendo “trabajar” a Corta. El Diario Vasco. 19 de julio de 1949.
3 A “Corta” le sobró tiempo para deshacerse de “Artegoitiko-pague”. Hoja oficial del lunes de la Provincia de Guipúzcoa. 18 de julio de 1949.
4 A Corta le sobró tiempo para despachar la famosa Artegoitiko Pague. La Voz de España Diario tradicionalista. 19 de julio de 1949.
5 “Luxía” no pudo con el “Airoko-Pagua”. El Diario vasco. 27 de julio de 1949.
6 Luxía no pudo con el “Airoko Pague”. La Voz de España Diario tradicionalista. 26 de julio de 1949.
7 “Luxía” fracasó en su intento. Hoja oficial del lunes de la Provincia de Guipúzcoa. 25 de julio de 1949.
8 Luis Peña Basurto, 1949. El árbol, el hacha y el deporte rural en Guipúzcoa. Artículo inédito.
9 Sociedad de Ciencias Aranzadi, 1949. Actividades del grupo Aranzadi. (http://www.aranzadi.eus/fileadmin/docs/Munibe/1949208209.pdf)
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Foto2: El aizkolari Luxia (Juan José Narvaiza) en el momento de comenzar la prueba de corte del Airoko-pago. Fotografía: CC BY-SA Indalecio Ojarguren – Gure Gipuzkoa.

Foto 4: El aizkolari Corta (Antonio Soraluze) durante la prueba de corte del Artagoitiko pague. Fotografía: © Euskal Museoa Bilbao Museo Vasco
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8/06/2019

Leyenda del Aderno

CÉSAR-JAVIER PALACIOS
Redescubierto en La Gomera el árbol de las brujas de alcurnia (enero 2013)

     De todas maneras hay que aclarar que no existe un único ejemplar de aderno en La Gomera. Hay bastantes, pero son muy raros. La tradición oral sin embargo lo hizo único, señalando las hojas de este árbol, que se retuercen de una forma muy peculiar, como algo imposible de falsificar. De ahí la leyenda
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8/15/2018

EL CARBAYÓN DE OVIEDO - Asturias
     En 1865 una gran tormenta en el Campo San Francisco -lugar de recreo y paseo de los ovetenses a lo largo de los años- derribó un gran árbol, un negrillo u olmo, tan apreciado por los ciudadanos como su vecino "el Carbayón".
     En 1874 se construyó la estación de ferrocarril de Oviedo, que distaba un kilómetro del núcleo de la población, por lo que se proyectó, en el marco del desarrollo urbanístico en curso, abrir una vía de comunicación entre la ciudad y la nueva estación, la calle Uría.
    
Con la apertura de esta vía, una parte del Campo de San Francisco, quedó separada del resto y en la zona aislada, quedó el otro árbol querido y admirado por los ovetenses: el Carbayón. Tras quedar sólo este viejo roble, el cariño por él creció exponencialmente. Pero como contaba el rector de la Universidad de Oviedo Fermín Canella: «El silbido de la locomotora anuncia su caída».
    Y como narraba el Diario el Comercio...


Coordenadas: 43°21′44.63″N 5°50′55.40″O, talado en 1879, Foto: Fernando del Fresno, Fondo Armán
DEL DIARIO EL COMERCIO: 
     
El 13 de septiembre de 1879 el jardinero municipal manifestó la necesidad de derribar el árbol, que, informaba, estaba enfermo. «Lo real es que ocupaba parte de la acera de Uría y en lugar de modificar unos metros el trazado, ganó la chapuza como siempre», describe la cronista oficial. Hubo polémica y una discusión entre los ediles, pero el derribo fue aprobado, tras dos votaciones nulas, por 14 votos contra 9. El Carbayón fue subastado y por él que pagaron 192,50 pesetas. El 2 de octubre comenzó la tala «que duró tres o cuatro días». Las raíces estaban bien ancladas: llevaban al menos cinco siglos allí, hasta alcanzar los 30 metros de altura y un tronco de seis. Así era El Carbayón.
1949, una placa conmemorativa se fija en el lugar donde estuvo situado El Carbayón en la Calle de Uría
     Los datos tomados tras su derribo nos hablan de una altura de 30 metros, un perímetro de seis y una antigüedad de 600 años. Un árbol nacido en el siglo XIV que demolió el "progreso" urbano.

Antiguo grabado, el 2 de octubre de 1879 se hizo efectiva la tala.

Actual Carbayín plantado en 1950 a un lado del Teatro Campoamor, como dice la placa... 
 De Jean Laurent, 1862
   "Como continuador de aquel árbol simbólico que nos dio el título de carbayones, el Ayuntamiento plantó este roble el día XI de febrero del año de gracia de MCML"

     Carbayón -aumentativo de carbayu, que significa roble en asturiano- ha dado lugar al gentilicio oficioso de los oventenses, llamados también carbayones por este árbol.
     Después de la tala del árbol se creó el semanario primero y luego diario El Carbayón, que en su primera edición rememoró a El Carbayón de esta manera:

Aquí estuvo el Carbayón,
seiscientos años con vida
y cayó sin compasión
bajo el hacha fratricida
de nuestra corporación.
Este pasquín respetad,
si sois buenos ovetenses,
y en su memoria llorad
todos los aquí presentes
por el que honró a la ciudad.
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11/22/2017

La generosidad del Pino de Pilancones

FAUSTINO GARCÍA MÁRQUEZ
La lección del Pino de Pilancones
 
Arquitecto urbanista, exdirector de la Agencia Canaria de Desarrollo Sostenible y Lucha contra el Cambio Climático
En defensa del territorio en Canarias ante tanta depredación del ser humano, a propósito de la desaparición en un incendio forestal...
 
     El Pino de Pilancones era mucho más que un símbolo: era un ser vivo, un resistente, un superviviente. Emociona ver ahora la tremenda amplitud del espacio vacío de su ausencia, y lo levantamos de nuevo, inmortal, en nuestro recuerdo. Pero a él, a su colosal tamaño, a sus 400 años, no le bastan nuestra pequeña emoción ni nuestra efímera memoria. Caído en pedazos, sigue destilando vida en las gotas de resina que caen lentamente hasta el suelo, en el millar de piñas cargadas de semillas que era aún capaz de generar. Para perpetuarse en otros, no sólo en nosotros. El Pino de Pilancones no murió porque le dejaran de poner unas muletas imposibles y humillantes, ni porque no le hicieran alrededor un cortafuegos que nos hubiera privado de su grandeza, de su carácter de parte singular de un todo. Murió porque era un ser vivo gigantesco, viejo y generoso que dio de comer su propia sangre, su resina, en tiempos de hambre y de miseria pavorosas, aunque le costara una negra y enorme herida que terminaría acabando con él.

Los responsables

      Y sólo nosotros, todos nosotros, somos los responsables. Somos responsables de nuestra propia historia y de nuestro propio futuro. Somos responsables de ser los felices herederos de una sociedad que no le dejaba a muchos otra salida que vaciar los bosques y sangrar a los gigantes. Somos responsables de pertenecer a una sociedad que reclama de los poderes públicos el cuidado de la naturaleza, pero no a costa de las autovías que nos permitan llegar, a 80 kilómetros por hora, al último rincón de la isla. No a costa de nuestra comodidad, de nuestra propiedad, de nuestro consumo desaforado de bienes, de recursos naturales, de combustible, de energía, de agua, de territorio.

     Hace 114 años, alguien dijo que esta tierra no es nuestra, que nosotros sólo somos sus administradores, encargados de gestionarla cuidadosamente para entregarla, mejorada, a sus legítimos y únicos propietarios, las generaciones futuras. Administrar bien ese préstamo, esa herencia del futuro, no nos obliga a resucitar al Pino de Pilancones, pero nos exige crear las condiciones necesarias para que sigan viviendo sus nietos y los nietos de sus nietos, junto a los nuestros.
      Y para eso, tenemos que cambiar muchas cosas, empezando por nosotros mismos. Tenemos que hacer un uso más cuidadoso de unos recursos limitados y tenemos que compartirlos con millones de personas que están muriendo por falta de ellos, a nuestras mismas puertas, ante nuestros brillantes escaparates. Limitado es el planeta que estamos calentando y deshelando con el humo de nuestros coches, con la luz escandalosa de nuestras bombillas, con el confort artificial de nuestras casas, con el agua que dejamos perder, con la basura que producimos. Limitado es el territorio que ocupamos, que acosamos, que  compartimentamos, que destruimos. Limitada es la isla que decimos querer, el pinar que queremos asfaltar, la finca que vamos a urbanizar.

     Podemos ahorrar futuro, pero tenemos que
reprimirnos, limitarnos, sacrificarnos. Aprender a compartir espacio, a preservar el suelo, a reducir gastos, a habitar en pisos. Aprender de nuevo a movernos, a caminar, a compartir con otros el transporte. Aprender a indignarnos ante el derroche, la destrucción y la injusticia. Aprender a vivir mejor, a vivir con menos, a transformar una sociedad del despilfarro en una sociedad atenta, austera, alegre, feliz, viva.

Última lección
     Aprendamos la última lección del Pino de Pilancones. Aprendamos a respetar y a transmitir la vida hasta después de que haya terminado la nuestra, para que podamos vivir en otros, para que, dentro de 400 años, pueda acostarse un niño soñando que a la mañana siguiente va a hacer su primera gran caminata, a ver su pino de Pilancones, ése que está germinando, justo ahora, al pie del coloso caído.

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Datos del Pino de Pilancones en las redes...
Edad: 550 años
Circunferencia: 5,65 m
Altura: 45 m
Muerte: 30 Enero 2008
Paraje: Barranco  de Ayagaures
Municipio: San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria
Altitud: 1000 m
 
Sección del pino a cuatro metros de altura


Más información
Fotos de "Plantas de mi tierra" 
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11/20/2017

El extinto Pino de Pilancones, del cronista de Canarias

JUAN GUZMÁN OJEDA, Ing. técn. forestal
Los 550 años del Pino de Pilancones, el “abuelo forestal” 
Ilustración de Mary Anne Kunkel
Aunque el pino canario es uno de los treinta árboles propios de este archipiélago y a su vez el más abundante, pocos son los ejemplares que cuentan con el honor de haber sido bautizados con un nombre propio. El Pino de Pilancones estaba localizado en el parque natural del mismo nombre. Con el vocablo de pilancón, nuestros ancestros denominaban los charcos naturales que quedaban tras la escorrentía del agua por los cauces. Y cierto es, muy cerca de la latitud 27º 53’ 40” N y longitud 15º 36’ 13” W donde habitó nuestro protagonista, pueden observarse pilancones con agua y vida aún en pleno verano.
     ¿Qué podemos contar de tan singular espécimen de Pinus canariensis, posiblemente el árbol más conocido de Gran Canaria aunque no el más visitado? ¿Que su lejanía alimentó el mito de su tamaño? ¿Que mientras Cristóbal Colón desembarcaba en las Américas o mientras el guerrero canario Doramas luchaba por salvar su tierra de los invasores, este individuo crecía poderosamente bajo el pinar de Tirajana? S. Domínguez en su obra Leyendas vivas (2005), ya señalaba a este árbol como uno de los más singulares de Canarias y de España.
     El Pinus canariensis es un portento de resistencia, adaptación y evolución, desarrollando diversas estrategias para durar muchos años y prácticamente resucitar tras los incendios. La habilidad adaptativa para evitar las pudriciones internas y en consecuencia prolongar la longevidad se basa, esencialmente, en impregnar su duramen con resina, formando la incorruptible y aromática tea.

Datación dendrocronológica
     
En 2009 la dendrocronóloga M. Génova (junto a C. Santana y B. Martínez) –en un estudio practicado sobre una troza enviada a la Universidad Politécnica de Madrid–, precisó que la datación más fiable obtenida para las secuencias de crecimiento promedio fue de 542 años, la más larga conocida hasta ahora del pino canario. A este dato habría que sumarle el tiempo en alcanzar la altura de la muestra, espacio que se calculó en 8 años. Con ello la época en que germinó Pilancones tuvo que andar muy cerca del invierno de 1457-1458, coincidiendo ya con los años más tardíos del Medievo.
     Muchos fuimos los expertos o entendedores que tras el mayor incendio registrado en Canarias, el de 2007, quisimos albergar la esperanza de que el árbol pudiera recuperarse. Su función fotosintética no se vio demasiado afectada, presentando la mayor parte de su copa verde sobre un paisaje vegetal color sepia. Pero lo cierto es que este singular árbol había comenzado a morir hacía mucho tiempo, aproximadamente unos 185 años antes, según se desprende del estudio dendrocronológico.

“Manojitos” de tea, casa por casa
     La herida que a la larga causó la muerte del árbol se inició hacia el año 1823, coincidiendo con una época de incremento poblacional y de reducción del suelo destinado al uso agropecuario. Fueron tiempos difíciles, con un aumento importante de la tensión social entre el campesinado y las autoridades, situación que explotó con la denominada “Sublevación de Doramas”, que implicó a más de 4.000 personas (más de un 10% de la población de la isla de Gran Canaria en esa época) al dejar al pueblo sin acceso a las leñas comunes. En este ambiente de lucha por la supervivencia, no fue extraño que se intensificara la deforestación y pese a que Pilancones ya era un árbol respetado, defendido de la tala en varias ocasiones, no pudo impedirse la costumbre de que fuera “catado”. Con la cata se buscaba averiguar la cantidad de tea que tenía. De esta herida se aprovechaban pequeñas astillas, que eran vendidas como “manojitos”, casa por casa, por los alrededores de Tunte con el fin de prender la lumbre.
     Pilancones poseía un gran corazón de tea debido a que sus crecimientos iniciales fueron excepcionales, pero la herida antes mencionada empezó a provocar un cambio importante en dicho crecimiento, rompiendo su simetría. Aunque resulta más difícil de correlacionar, es posible que también el crecimiento asimétrico fuera el causante de la inclinación de 5 grados que presentaba (desplazando su guía terminal unos tres metros sobre la horizontal de la base).
     Fueron, ciertamente, los incendios intermitentes los que aumentaron el tamaño de la hornacina, consumiendo la inflamable tea que una y otra vez exudaba gotitas de resina para tratar de cicatrizar. Tras el incendio de 2007, el hueco de la cara sur era ya de casi 4 metros cúbicos; la tea se había consumido prácticamente en los primeros 5 metros del ejemplar. Sobre un arco de madera de apenas 20 centímetros de espesor, aún se erguían los 42 metros de esta joya botánica con sus aproximadamente 35.000 kilogramos de peso. Se necesitaban 5 personas para abrazarlo por completo.

Sigue vivo en dos injertos
     
En estas pésimas condiciones se mantuvo aún otros seis meses en pie, hasta la noche del 30 de enero de 2008 cuando las leyes de la física acabaron imponiéndose. No hizo falta ningún viento para tumbar al cinco veces centenario, incluso algunos testigos dijeron haber oído sus fibras retorcerse en las vísperas de su abatimiento.
     Para los amantes de los árboles y para la Asociación de Vecinos de Ayagaures, custodios del libro que se encontraba en su base desde el año 1960, fue como la pérdida de un viejo y querido amigo. Sin duda la visión de este gigante de la naturaleza imponía, yo mismo recordaré para siempre la primera vez que lo vi, siendo un chiquillo de unos trece años. Pero Pilancones sigue vivo. No solo en nuestras mentes y fantasías, sino también en dos injertos que, gracias a la labor del Cabildo de Gran Canaria, lograron conservar su ADN en dos ejemplares que, a día de ho, prosperan en el monte.
     Pilancones se encontraba ya en su etapa senil, pero podría haber durado 200 ó 300 años más. Sin duda fueron sus daños irreparables los que acortaron su longevidad natural. El incendio de 2007 también se cobró muchos otros ejemplares adultos y monumentales que presentaban el mismo problema en su base. Algunas metodologías de bajo coste e impacto, practicadas desde la Administración Pública, han demostrado su eficacia para que estos huecos no sigan creciendo con los incendios. Debe considerarse como absolutamente necesario y prioritario que éstas prácticas y otros cuidados particulares se lleven a cabo, incluso con apoyo legislativo. Debe permitirse que el universo forestal canario progrese y no pierda más biodiversidad patrimonial y singular.

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La lección del pino de Pilancones 

11/11/2017

LOS CEDROS DEL LÍBANO...
como nunca se habían visto, de "Lebanon Culture"



The Cedar may be the emblem of the Lebanese flag, but it represents much more than that as well. For as far back as history can remember, the Cedar has been cherished for its beauty, majesty, mystical and healing powers.

El cedro puede ser el emblema de la bandera libanesa, pero representa mucho más que eso. Por lo que la historia nos puede recordar, el cedro ha sido apreciado por su belleza, su majestad, su misticismo y por sus poderes curativos.

Cedrus libani (Lebanon Cedar or Cedar of Lebanon), is an evergreen coniferous tree growing up to 40 m tall, with a trunk up to 2.5 m in diameter. The crown is conic when young, becoming broadly tabular with age with fairly level branches. The cedar of Lebanon is a plant of cold high mountainous regions.it occurs most abundantly at altitudes of 1,000-2,000 m.

Cedrus libani (Cedro del Líbano), es un árbol conífero de hoja perenne que crece hasta 40 m de altura, con un tronco de hasta 2,5 m de diámetro. La corona es cónica cuando es joven, siendo ampliamente tabular con la edad con ramas bastante niveladas. El cedro del Líbano es una planta de frías regiones montañosas altas. Se produce más abundantemente a altitudes de 1.000-2.000 m.



In the past, Lebanese mountains were covered with Cedars. In fact, the Cedars of Lebanon formed one great big forest. Sadly enough and due to deforestation and over exploitation, all that is left today is 18 scattered patches of protected Cedar land. In total, protected forests (both Cedar and other) make up approximately 4 to 8% of the Lebanese territory.

En el pasado, las montañas libanesas estaban cubiertas de cedros. De hecho, los cedros del Líbano formaron un gran bosque. Lamentablemente, y debido a la deforestación y la explotación excesiva, todo lo que queda hoy son 18 dispersas manchas de cedro protegidas. En total, los bosques protegidos (Cedros y otros) representan aproximadamente del 4 al 8% del territorio libanés.

Therefore the Lebanese state has created several Cedar Reserves or nature reserves that contain cedars, including the Chouf Cedar Reserves, the Jaj Cedar Reserve, the Tannourine Reserve, the Ammouaa and Karm Shbat Reserves in the Akkar district, and the most famous reserve is the Forest of the Cedars of God near Bcharri.

Por lo tanto, el estado libanés ha creado varias reservas de cedro o reservas naturales que contienen cedros, incluyendo las reservas de cedro de Chouf, la reserva de cedro de Jaj, la reserva de Tannourine, las reservas de Ammouaa y Karm Shbat en el distrito de Akkar y la reserva más famosa es el bosque de los Cedros de Dios cerca de Bcharri.


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10/24/2017

El aromo del perdón, en BA

EL AROMO DEL PERDÓN
OTRO ARBOL CON HISTORIA: EL AROMO DEL PERDÓN
     En Buenos Aires, concretamente en el Parque Tres de Febrero, Barrio de Palermo, se ubicó la quinta de Don Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires, y principal caudillo de la Confederación Argentina desde 1835 a 1852. En el jardín de dicha quinta crecía el árbol llamado el "Aromo de Manuelita" o "el Aromo del Perdón". 
     Según cuenta la leyenda Doña Manuelita, hija de Don Juan Manuel, bajo aquel árbolito solía requerir de su padre mayor indulgencia para algunos de los adversarios de su padre caídos en desgracia.
     En el libro Estampas del Pasado II, de José Luis Busaniche podemos leer una carta, escrita por William Mac Cann, sobre la influencia que tenía Doña Manuelita Rosas en las decisiones políticas de su padre:

“...Cuando me presenté de visita en su residencia, encontré reunidas, bajos las galerías y en los jardines, a muchas personas de ambos sexos que esperaban despachar sus asuntos. Para todo aquel que deseaba llegar hasta el general Rosas en carácter extraoficial, la hija del Dictador, doña Manuelita, era el intermediario obligado. Los asuntos personales de importancia, como confiscaciones de bienes, destierros y hasta condenas de muerte, se ponían en sus manos como postrer esperanza de los caídos en desgracia. Por su excelente disposición y su influencia benigna, doña Manuelita era para con su padre lo que la emperatriz Josefina fue para Napoleón.
La hija de Rosas, que posee grandes atractivos, dispone de muchos recursos para cautivar a sus visitantes y ganar su confianza. En una de mis visitas a la casa, como su padre se encontrara ocupado, montó enseguida a caballo, y juntos nos echamos a galopar a través del bosque."

     A Doña Manuelita, huérfana de madre a los 21 años, le sobraban admiradores, tanto locales como extranjeros, interesantes o aburridos, federales o unitarios, y amigos o enemigos de su padre; hombre muy celoso y muy bien dispuesto a censurar las relaciones sentimentales de esa hija que siempre lo acompañaba, ya que cumplía funciones de primera dama y dueña de casa, pero que era clemente cuando se lo pedía su queridísima hija.
     Doña Manuelita, al fin, se casó a los 36 años con Máximo Terrero, muy pesar y en contra de su padre. Con el tiempo Doña Manuelita obtuvo, para ella, el perdón de su celoso padre. Para ese momento Don Juan Manuel había perdido el poder y no tuvo más remedio que aceptar a su yerno.
     En el parque hoy podemos contemplar un retoño de aquel símbolo histórico de la ciudad, una  Acacia caven, originaria de América del Sur y conocido como Aromo criollo o Espinillo negro. En el año 1974 se efectuaron mejoras en el entorno del árbol, rodeándolo con una pequeña valla.
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