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4/07/2021

El más duro, el Guayacán, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
La madera de Guayacán

Ya hace más de 40 años que, junto al resto de mi promoción, inicié mi período de aprendiz en lo que para nosotros siempre fue “la Empresa”, la misma que a lo largo de los siglos recibió diversos nombres desde su fundación como “Reales Astilleros de Esteiro”,  con más de un cuarto de milenio de historia. Precisamente era un astillero el sitio clave para ver y conocer la madera conocida como “Guayacán”, uno de los lugares en los que se empleó durante siglos, pero en la época de nuestro ingreso ya sólo era como un fantasma, del que todos hablaban, pero pocos habían visto. 
     La albura de esta madera es de color claro y el duramen puede variar desde un verde oliva hasta un marrón verdoso oscuro hasta casi negro, a veces con un tono rojizo. El color tiende a oscurecerse con la edad, especialmente con la exposición a la luz. Durante siglos, e importada de América, esta madera había ocupado su sitio en los barcos, hasta llegar a desaparecer sustituida por nuevos procedimientos (como los rodamientos) y nuevos materiales (como el celotex) ¿Qué la hacía especial? Pues varias cosas: es una madera densa y más pesada que el agua, por lo que no flota (posiblemente de las maderas “comerciales” fuese la más pesada, 1,26 Kg/litro), dura y difícil de trabajar, su grano es muy fino y se consigue un acabado extraordinario. Es poco menos que imputrescible, e inatacable por los insectos, altamente resistente a los elementos y sobre todo al roce, motivo por el que se empleaba en las chumaceras de los barcos y también en la fabricación de los engranajes de relojes para ambientes marinos. Esta madera posee de forma natural su propio aceite lubricante que libera conforme se va calentando y que la hacía ser “la joya de la corona”. 
     Decían los viejos en otra época que, de no haber guayacán, debería emplearse madera de olivo y a falta de ambos, la única opción sería la madera de boj. Pero eso fue en otro tiempo. Yo conocí la madera de guayacán, en recortes, porque en el timón de los petroleros ya sólo el celotex. Además de su uso industrial, dónde tiene aplicaciones más allá de los arsenales, durante siglos ha tenido un uso médico. Conocida también como
“lignum vitae” (árbol o madera de la vida) o “palo santo” produce una goma resinosa (la misma que libera luego en caliente) que durante siglos se empleó en medicina, entre otras cosas para tratar la sífilis y determinar la presencia de sangre en las heces. 
     ¿Y de dónde se saca esta madera? Aunque el nombre se otorga a nivel vulgar a varias plantas, los árboles originales son el Guaiacum officinale y el Guaiacum sanctum, árboles perennes, muy ramificados y de lento crecimiento que a duras penas alcanzan los 15 metros de altura, con la copa redondeada, muy frondosa, nativos de América tropical y con amplia distribución en el Caribe. Tienen hojas opuestas y nervadas, compuestas con tres pares de foliolos y flores solitarias, de color azul claro o violeta (flor nacional de Jamaica).       
     Desafortunadamente, el Lignum vitae ha sido explotado al borde de la extinción y ahora es una especie en peligro de extinción, incluida en el Apéndice II de CITES y en la Lista Roja de la UICN. Nunca fue una madera barata, pero hoy en día debe de ser de las más caras del mundo, si su origen es legal, claro.

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7/02/2018

JOSÉ ZOILO en...
"Padre Mario: Sanaciones desde el cielo" habla del "Lapacho"
    
     Este es un pasaje en el que Zoilo describe al lapacho, seguido de una poesía que no sabemos si también es del mismo autor. El lapacho, del género Tabebuia, comprende alrededor de un centenar de especies de árboles nativos de la zona intertropical de América hasta el centro-norte de Argentina y Paraguay.

     (...) Es un árbol que crece lento. No tiene apuros. Sabe esperar en la fidelidad de sus ciclos, viviéndolos uno a uno con intensidad, tanto en sus desnudeces invernales como en sus derroches de vida. Su madera se va haciendo lentamente por eso logra ser tan resistente. No necesita ser descortezado como el quebracho su resistencia le llega hasta la piel. Cuando se entrega, se entrega entero. Cuando los antiguos misioneros jesuitas construían sus iglesias monumentales, iban a los montes y arrancaban los lapachos con sus raíces enteras, transportándolos con su terrón de tierra colorada adherida a ellas. Y así los volvían a plantar en el suelo, constituyéndolos en columnas que sostendrán toda la estructura del edificio. Las paredes eran de esa misma tierra colorada apisonada en un encofrado de madera que luego se retiraba. Toda la resistencia del edificio, que aguantó siglos, se fiaba a las columnas. Por supuesto para esta misión había que despojarlo de sus ramas. Pero eso le sucede a todo árbol que tiene que cumplir una misión distinta a la de ser simplemente planta. En San Ignacio Guazú y en muchos otros lugares de tierra guaraní, donde estuvieran antiguas y hermosas iglesias, hoy sólo quedan en pie parte de esos troncos de “taye”, trozos de columna aún clavadas junto a su montículo de tierra colorada que constituían las paredes. Su madera no se pudre. Poco a poco va saltando en astillas que regresan a la tierra madre, uniéndose al humus fértil que alimenta la vida nueva que nace a sus pies (...)

Alerta vigía de septiembre,
ternura de fiesta quinceañera,
se estrella el invierno entre sus flores,
cubriendo de rosa las veredas.

Mil soles te diron fortaleza,
mil noches te dieron su frescura;
es tuyo el misterio de las selvas,
del viento y del indio en su espesura.

Tenés corazón que no se pudre,
lapacho de flores sonrosadas,
 pudor virginal que se arrebola
 guardando tu savia acumulada.

Son parcas las ramas de us gestos,
que sólo en la copa se te ensancha,
dejando que el tronco surja recto,
igual como surge la confianza.

Tayé, te llamaron los antiguos,
y el nombre, por gracia, ha perdurado,
volviendo a endulzarlo el acmoatí
que busca la miel entre tus labios.

 Imagen del alma de los curas
-rara conjunción de tierra y gracia-
columna sacada de los montes
y luego de pie crucificada.

Sacado con todas sus raíces
trajiste contigo tu pasado,
bravo imaguaré de los antiguos,
Retá con color de sangre y barro.

Hoy quedas de pie sobre las ruinas,
cual mudo testigo del pasado,
e invitas a todos los que llegan
a ver, a pensar y dar la mano.

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3/31/2014

MAGDA STELLA QUINTERO (Colombia, 1935-1998)
Los árboles

Han visto florecer
todos los años,
el araguaney
que crece
en medio del campo?

Se viste de amarillo
y engalanado,
parece un rey
que tiene
traje dorado

Árboles que dan sombra,
que se llenan de nidos,
frutos y cantos
y cuando llueve, escampan
gentes y pájaros...!

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9/04/2013

DENITH URANGO TUIRÁN (Colombia)
Guayacán

De junio a julio de julio a agosto
hay un festín dorado
una orgía amarilla
que sucede silvestre.

Se desbocan se extienden
castillos primaverales
donde sucede la fiesta
mágica de los insectos.

Lira callada de los montes
canta rítmico al son del aire
mientras uno a uno desgaja sus pétalos.

Quiero fundar una ciudad poética
donde sea verso el guayacán,
donde se enfilen los árboles
como poemas vegetales
y den una lírica amarilla.

Si no eres sensible
el guayacán no te exitará,
no conquistarás la palabra
que no has logrado
en el idioma del ambiente,
no sulfurarás materia poética,
no serás el dominante versador,
dominador del lenguaje guayacán.

Te llevará esa lengua
a conquistar un verso
que de junio a julio de julio a agosto
dice en los montes todo es poesía.

Y mientras canta y mientras se vuelve poema
y árbol férreo, hierro vegetal
sembrado sobre el suelo que fenece
guarda en los archivos de la tierra
su epopeya.
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8/28/2013

MAGDA STELLA QUINTERO (Colombia, 1935-1998) 
El araguaney o guayacán

Árbol nacional de Venezuela

¿Has visto cómo cambia
todos los Mayos,
el araguaney que crece
en medio del campo?

Va perdiendo las hojas,
flores brotando,
como un rey que se pone
traje dorado.

Después caen las flores
sólo quedando
las semillas aladas
que van volando.
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  • Guayacán amarillo / Tabebuia chrysantha
    El Guayacán amarillo -Tabebuia chrysantha-, originario de Colombia, Ecuador y Venezuela, es un árbol abundante en Medellín. Por esta época están florecidos, como para celebrar la Feria de las Flores de Medellín. Este año florecieron todos al mismo tiempo, tal vez por el clima irregular por "La Niña", ya que la mayor parte del año ha llovido pero hace una semana hay tiempo seco. Hay una "traviesa" de floración de algunos de estos árboles en febrero. Las flores caen rápidamente, formando una alfombra de flores.
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  • 8/20/2013

    JOSÉ FRANCO (Panamá, 1936) 
    El Guayacán y el Niño

    El niño mira a los cielos
    bajo un celaje encendido,
    la belleza lo conmueve,
    las luces de los racimos,
    parecen que fueran de oro
    salidos del paraíso.

    El niño interroga al árbol
    que lo escucha conmovido,
    ¿De qué te asombras?, pregunta.
    ¿De qué te asombras cariño?
    ¡De tan hermoso ramaje
    que te viste de amarillo!
    ¡Ja, Ja, Ja!, el árbol ríe
    y así le contesta al niño

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    Durante los meses de julio y agosto del trópico, y sólo por unos días, este árbol estalla en un chispazo amarillo.