miércoles, 20 de septiembre de 2023

Takahashi en Aomori 2, el cronista de Japón (063)

TAKAHASHI HIROSHI
El Ichō de Hōryō (prefectura de Aomori)
Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: Aza-Ginnagi 16-2, Hōryō, Towada-shi, Aomori-ken 034-0303.
Perímetro del tronco: 13,48 m.
Altura: 31 m (medición del autor).
Edad: 1.100 años.
Designado Monumento Natural Nacional.
Tamaño ★★★★     Vigor ★★★    Porte ★★★★    Calidad del ramaje ★★★★
Majestuosidad  ★★★★

Dice la leyenda que este árbol fue plantado para conmemorar la construcción en este lugar del templo de Zenshōji, en el periodo Heian (794-1185), pero hoy en día todo lo que vemos en sus inmediaciones son arbolado y campos de cultivo, sin el menor vestigio que aquellos hechos. Probablemente, la edad atribuida a este ejemplar se haya inferido de tal leyenda.
     En 1926, por primera vez, el Ministerio del Interior eligió entre los ichō de todo Japón cinco ejemplares para declararlos monumentos naturales nacionales. El Ichō de Hōryō fue uno de ellos. Para entonces su nombre debía de resonar, pues, por todo el país, favorecido, quizás, por su ubicación cerca de una carretera.
     El Ichō de Hōryō ocupa, por el grosor de su tronco, la cuarta posición entre los ichō de todo el país. Aparece también en el listado de los Cien Árboles Famosos del Japón, renovado en 1990, y es, en todo caso, un magnífico representante de su especie en la prefectura de Aomori.
     A una altura de siete metros del suelo su tronco se divide en seis grandes ramas que, como es común en los individuos de sexo masculino de su especie, presentan muchas raíces aéreas colgantes, que por su parecido con las ubres de los animales han hecho del árbol, según las leyendas del lugar, objeto de devoción de las mujeres con problemas para amamantar a sus hijos (se le llama “árbol de la teta” o “árbol del que recibir leche”).
     Se desconoce la causa, pero los ichō de gran tamaño amarillean más tarde que el resto y este ejemplar no es una excepción. Lo hace a mediados de noviembre, lo cual en la región norteña de Tōhoku puede considerarse un periodo bastante tardío. Todos los años le ocurren cosas como perder las hojas de la parte inferior de la copa antes de que el conjunto se haya vuelto amarillo, o amarillear y quedarse desnudo solo por el lado norte. Tampoco es raro que las primeras nieves le sorprendan antes de amarillear, con lo que puede perder todas sus hojas estando todavía verdes. Todos estos imponderables son causa de gran aflicción entre los aficionados a la fotografía, que lo conocen, por esta razón, como “el ichō más intratable de Japón”. Pero una vez obrada su transformación cromática el amarillo forma un magnífico contraste con el intenso verde de los bosques de cedros japoneses que le sirven de fondo. Una belleza que, como suele decirse, quita el hipo. Quien haya podido contemplar este paisaje aderezado con el toque de color que le aporta este árbol habrá tenido una experiencia inolvidable.
     El gran tifón, número 10 de la temporada, que arribó a tierras de Tōhoku el 30 de agosto de 2016 quebró o dañó varias de las ramas más grandes del árbol. La pérdida se extendió al tronco más alto del conjunto, situado en el centro del árbol, y su figura resultó dañada de forma muy ostensible. Se temió que pudiera retirársele la designación de Monumento Natural Nacional, pero el diagnóstico de un dendrólogo reveló que sus funciones vitales básicas no se habían visto afectadas y que no habría lugar a retirársele tal consideración, lo cual nos permitió respirar tranquilos. Durante el mes de noviembre, el árbol fue intervenido “quirúrgicamente” para devolverle su vigor. Solo nos queda desear que recupere cuanto antes su magnífico porte.

Nº 063

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