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1/08/2024

ARMAND PAZ RICO, en Facebook
El ciprés de Silos

El 17 de noviembre de 1835 la vida monástica de Silos se interrumpe a consecuencia y efectos de la desamortización de Mendizábal que implicaron la pérdida por expolio de parte de sus riquezas artísticas y documentales. Por fin, el 18 de diciembre de 1880 se establece una nueva comunidad de monjes benedictinos llegados de la abadía francesa de Ligugé, dirigidos por el monje Ildelfonso Guépin.  (de Wikipedia)

En 1880 fueron plantados cuatro cipreses por los monjes franceses de Solesmes que reabrieron el monasterio (cerrado por la Desamortización en 1836). Trajeron con ellos la tradición del canto gregoriano, que se había perdido aquí, y entre otras mejoras plantaron cuatro cipreses (de la forma estirada de Cupressus sempervirens) en cada esquina del Claustro románico. Uno salió normal, no apuntado; junto con otros tres fue languideciendo, y muriendo, por las heladas burgalesas; dos al menos por falta de sol. 

El poeta Gerardo Diego impresionado por el más lanzal* (ya con 45 años) le escribió en 1924 uno de los sonetos castellanos más conocidos, que solíamos recitar (de broma) empezando por:

“Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acojonas el cielo con tu lanza…” 

El superviviente, que quedó en posición anormal y asimétrica, tiene ahora algo más de 145 años y casi 30 de altura. Estuvo también a punto de irse también con sus hermanos, fue salvado por el agrónomo del IVIA de València Juan Tuset hace unos 30 años. La receta fue sencilla: eliminación del césped regado a sus pies, y reducir los riegos a sólo dos (profundos) al año. Lo difícil era saber qué pasaba y qué hacer.

*Lanzal: adxectivo Alto, delgado e bin proporcionado, coma unha lanza. Corpo lanzal (Real Academia Galega)

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5/12/2012


SILOS-KO ZLIHAITZARI
Donostiako apaizgaiak

Gaur arte ez zaitugu ezagutu,
eta horrelako handia zinela ez genuen uste.

Inoiz, ixiltzen zarenean
eta lehiotik begira jartzen
sure ederrez txorarazten gaituzu,
geu bezain atsipen handiz
geu bezain etsipen zaharrez.

Ez da orduan atseginik,
hartatik libra gaitzakeenik
ez eta musu bat ere
ez eta hizt bat bakarrik.

Zu ikustera behartua egote honek
zuregandik bereizteko, bakarrik, gure begiak izanik,
gure ondoan zu sumatze honek,
baina guregandik urrun zarelarik, gu gabe jaioa zarelarik,
erdiminez urratzen zaizkiguzu erraiak.

Ixilik, handitasunez begiranen duzu.
Haizeak, terteka, ilea astintzen dizu:
ur baretan, kainaberak bezala,
zure bekoki gainean emana.

Inoiz, hodei bat txirristatzen duk zeruan,
eta haren errainua ikusten dugu zure aurpegian.
Orduan, betikotasuna zarela iruditzen zaigu,
eta une batez bakarrik
bizi gaitezkeela zure ondean,
geure aldikortasuna bide dela.
Orduan aurpegia amaten diguzu
eta zure irribarra ikustera eman…

19-2-1977
Autor: Federico Vélez - 2008, restauración del Ciprés

AL ÁRBOL DE SILOS
Seminarista de San Sebastián

Hasta hoy no te hemos conocido
y no creíamos que eras tan grande.

Alguna vez, cuando te callas
y te miramos por la ventana,
nos enloquecemos con tu hermosura,
con agrado grande como nosotros,
con viejo agrado como nosotros

Entonces no hay placer
que nos libre de aquel enloquecimiento,
ni un beso siquiera,
ni una sola palabra.

El tener que estar contemplándote
siendo nuestros ojos lo único que nos diferencia de ti,
este sentirte junto a nosotros,
pero estando lejos de nosotros,
habiendo nacido sin nosotros,
nos parte por medio nuestras entrañas

En silencio miras con grandeza,
el viento, de vez en cuando, te sacude el cabello
como una caña en aguas mansas
que pega encima de tu frente.

Alguna vez un rayo brilla en el cielo
y vemos un resplandor de tu rostro.
Entonces no parece que eres la eternidad
y parece que un momento sólo
podemos vivir a tu lado,
dada nuestra temporalidad.
Entonces nos muestras tu rostro
y nos das a ver tu sonrisa.
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2/10/2012

CIPRÉS, CIPRÉS DE SILOS
S. González


Ciprés, ciprés de Silos
monasterio, en pequeño, de pájaros
oración, hecha vida, de un fraile.

Ciprés que contemplas tu imagen
entre el susurro intranquilo
del cristalino estanque.

Ciprés que cobijas tus plantas
en el suelo sagrado del claustro
y que miras con honda nostalgia
al cielo, aún, tan alto.

Ciprés, ciprés de Silos
que ves que paseo a tus pies
y acaricio, con pena tus ramas
y te dejo en recuerdo mi alma.

Ciprés, oración, hecha vida, de un fraile
llega al cielo en un último intento
y di a Dios que quiero volver a mirarte
y, sintiendo la envidia de verte tan alto
con tu ayuda poder enviarle a mi canto.

26-8-1963

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1/05/2012

UN CIPRÉS QUE APUNTA AL CIELO
R. Núñez

Un ciprés que apunta al cielo,
un surtidor paralelo,
rocas y verde en campiña,
piedra y silencio: ¡Castilla!

22-8-1950  
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12/08/2011

TESTIGO FUI LA NOCHE SOLITARIA
Salvador Muñoz Iglesias

Testigo fui la noche solitaria…
Hablé con el ciprés del monasterio.
Traté de penetrar en el misterio
que encierra su capucha centenaria.

Me habló el ciprés. Y no con funeraria
lección de huesa, muerte o cementerio.
Dijérase su voz la de un salterio
pulsado por un habla imaginaria:

“Son –me dijo– mis ramas verticales,
pobladas de pardillos y zorzales,
mecidas suavemente por la brisa,

reflejo de estas vidas monacales:
todo ponderación en los modales,
todo hospitalidad en la sonrisa”

15-8-1946

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7/28/2011

AGUJA ESBELTA
R. Mendizábal

Aguja esbelta que, hilvanando estrellas,
estrella fuiste para mi destino,
muda y augusta, bella entre las bellas.
Tu línea recta marcará el camino
y tu silente vertical sin mellas
hará de cada estrella mi destino.

10-8-1972
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5/29/2011

CIPRÉS DE SILOS
Fray Pedro de Anasagasti 

A mis hermanos monjes de Silos

Un dedo vertical
flechando al cielo.
Astral cohete
frenado
por violencia sorda
de unas raíces presas en la gleba.
Un dedo vegetal
que ríe y llora
y anuncia la vigencia de una savia
que mana de un venero misterioso.

Un dedo puesto en pie,
gigante verde,
vestido del fanal de la esperanza.
Gigante vivo,
más vivo todavía en la lejana
y amarga incertidumbre
del ojo que no ve
el más allá sin árboles ni ríos.
Una isla serenada
en un lago agitado de violencias.

Un árbol, un ciprés,
un grito fecundante
en la dormida viva
de tumbas, de espirales y de arcadas,
que son tan sólo espuelas
–artísticas, sublimes–
de unos artífices sumidos en olvido.
Tú das a piedras y sepulcros
el beso fascinante
de una pasión latente que amanece.

Un árbol, un hogar,
adonde arriban
los pájaros hermanos
de sol avivador,
de la íntima llovizna acariciante
del viento agitador que los impulsa.
Aquí llegáis de noche,
piando vuestro gozo
al cofre del amor del Padre,
que siembra de colores vuestras plumas.

Un alto monasterio
con claustros vegetales
que saben de fraterna comprensión.
Espejo luminoso
de Silos –todo árbol–
que acoge, fraternal,
a pájaros humanos
heridos por los climas y las lacras
de un mundo desangrado en su divino.

Ciprés, que es oración
con salmos engolfados en silencio.
Ciprés, que es monasterio
abierto a la indigencia hermana.
Ciprés, que es ilusión
al corazón enfermo de tinieblas.
Ciprés de Silos ¡tan ciprés!

31-8-1975
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4/03/2011

LAMENTO POR EL CIPRÉS DE SILOS
José Mª Manrique

                                          Para el P. Quintiliano con
                                                                       admiración
                                             porque siempre admiro
                                                                        la bondad.

Desde un ángulo perdido,
en un claustro misterioso,
te veo alzarte hasta el cielo
en el silencio nocturno
y acariciar una estrella.

Yo no sé viejo ciprés,
lo que sientes cuando el día
va llegando poco a poco
y cuando la luz que nace
mata a la luz de tu estrella.

Pero creo adivinar
entre el campo de los pájaros
y entre el rumor de la fuente
un silencioso lamento
porque tu estrella se fue.

Después, tal vez, tu esperanza
sueña, ansiosa, con la noche.
Con ella vuelve tu estrella,
la acaricias tiernamente,
pero la sientes lejana.

Y hallas frío en su sonrisa,
y ves hielo en su mirada,
y tú quisieras llorar
como la fuente en el alba,
pero ya no tienes lágrimas.

Luego, otro día, otra noche...
tú piensas: “Quizá mañana”.
Y en la estrella que acaricias
no hallas fuego ni alegría,
sólo frialdad lejana.

Quisieras llorar, ciprés,
y ya no te quedan lágrimas...
Sólo el llanto de la fuente
te consuela, y tristemente
tú piensas: “Tal vez mañana”...

28-8-1966

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3/06/2011

CONVENTICO DE SILOS
Urramírez






Conventico de Silos; un ciprés
centro de sus capiteles;
un pensamiento, laureles
y después…
pensar, soñar y vivir
y creer en Dios y seguir
el camino del ciprés.

19-2-1937

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12/16/2010

NOCTURNO EN SILOS
Ángel Velarde (fragmento)

Por el claustro en silencio un monje marcha.
En la huerta los legos, a la espera,
trabajan en los toques de la siembra,
mientras en el silencio el yantar llega.
En el jardín del claustro
el gran ciprés se puebla:
son los alados huéspedes que llegan.
Sus píos de inquietud la lucha cantan
por el abrigo que su follaje presta;
más que las hojas de sus viejas ramas
son los pequeños cuerpos que él alberga,
y al compás de la luz que se atenúa
la paz renace en la sin par colmena.
La campana ha sonado en toque triste
como la humanidad que se lamenta.
Sin andar se deslizan…

Semana Santa 1947 

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10/29/2010

EL CIPRÉS DE SILOS
Ricardo García Villoslada

 I (de día)

Ciprés de Silos, monje con capucha,
que con voz susurrante y solitaria
rezas fuera del coro. Tu plegaria
allá en el cielo azul alguien la escucha.

Mucha es tu fe, tu fortaleza mucha.
Dios te otorgue existencia milenaria
en premio a tu virtud –milicia diaria–
que contra el mundo y el demonio lucha.

Monje madrugador, yo sé que sales
de tu celda en las horas matinales
a gozar de este claustro palaciego.

Y absorto aquí te quedas todo el día,
mientras te canta la pajarería
aquel soneto de Gerardo Diego.

II (de noche)

Monje ciprés, ¿por qué no te recoges
a tu celda, si es ya noche cerrada?
Mira que va a hacer frío, y tras la helada
temo que venga lluvia y que te mojes.

El abad ¿no te manda que te alojes
en el monjío –oveja en la majada–?
No esperes a que asome la alborada
y la escarcha humedezca prado y bojes.

¿Qué haces o piensas en la noche fría?
¿Ver estrellas? ¿Cursar astronomía?
¿Soñar? ¿Cabecear? No te amohínes,

si ante de que amanezca el sol de oro
te hacen entrar con los demás al coro,
a salmodiar nocturnos y maitines.

Mayo-1976
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10/04/2010

COMO EL CIPRÉS
Lázaro Seco

Como tu quiero ser ciprés erguido
que escondes tu raíz en el subsuelo,
y tu frente levantas atrevido
para bañarte en claridad de cielo.

Tú en la noche brillante y silenciosa
te recoges a hacer meditación
y en la quietud solemne y misteriosa
a los cielos elevas tu oración.

Y al despertar el día te despiertas
y el rocío sacudes de tu manto,
a cien bocas de pájaros abiertas
alegran tu existencia con su canto.

¡Subir! ¡Subir! Por el espacio inmenso
hasta tocar el cielo con la frente.
¡Subir! ¡Subir! En un crescendo intenso
hasta el trono de luz resplandeciente.

Como tú quiero ser, ciprés erguido,
como te quiero ser.

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8/25/2010

UNA FUENTE SILENCIOSA
F. Moreno

Una fuente silenciosa
arcos de piedra amarilla
el alto ciprés reposa
sobre el cielo de Castilla.

8-9-1959
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7/14/2010

AU CYPRES DE S. D. DE SILOS
Jean Camp

Clocher vivant dressé vers le ciel qui l’aspire,
Cypres de mon ferveur latin,
Tu méprises la courbe et dédaignes la spire
Et désignes le seul empire
Ou droit tendre notre destin.


2-9-1935

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6/14/2010

AL CIPRÉS
Fernando Jiménez


En el cuadrante limpio del claustro solitario
eres tú la varilla que marcas el horario
del tiempo desgranado a ritmo de rosario
con música de fondo de viejo antifonario.

Aunque eres menos viejo de lo que cree la gente
de pensar tantas horas se marcan en tu frente
las arrugas del monje cantor y penitente
con los pies en el suelo, pero del suelo ausente.

Yo no creo que crezcas para mirar afuera
la baraúnda loca de ciega tolvanera.
Tú te vas alargando en tu vigilia austera
en busca de ese cielo que tu cabeza espera.

Hoy –sólo de momento– con verso berceano
me despido de ti con añorar de hermano
abrazando tu tronco y ofreciendo mi mano.
Tú mi mejor recuerdo de mi andar de un verano.

31-8-1959

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11/11/2009

EL CIPRÉS DE MI CLAUSTRO
Fray Justo Pérez de Urbel

Silencioso ciprés que en la limpia tersura
del estanque retratas tu severa figura,
que levantas la cresta, por la luna argentada,
el magnífico enigma de la noche azulada,
besando las arcadas de oro con tu sombra
y barriendo luceros en la celeste alfombra;
algo grande hay en ti, que me invita a pensar,
y a soñar, y a sentir, y a morir y a cantar:
algo grande y divino que endulza el sufrimiento,
que en las horas de angustia y de aniquilamiento,
aquel lácteo camino me señala el cielo,
y levanta mis ansias y despierta mi anhelo;
cual si hubiese en tus frondas algo que sueña y siente
el latido fraterno de un corazón ardiente…

Silencioso ciprés, cuya negra silueta,
como un dedo gigante me señala la meta
allá lejos, muy lejos…: un palacio de bruma,
una isla de oro, una ilusión de espuma,
la sombra imperceptible de una forma querida
que sin cesar persigue el alma dolorida.

¡Oh, galán de la noche! Árbol dulce y amigo,
compañero del monje, de sus luchas testigo:
tú recoges sus rezos y sus pálidos cantos;
te envuelven sus miradas, sus anhelos de santos,
y te asocias, muy grave, a sus mil postraciones,
cuando el viento te agita mientras sus oraciones.
Tú compartes sus éxtasis, con sus pesares lloras
y en la esfera estrellada enumeras sus horas;
desgarras los cendales de la desesperanza,
el corazón le llenas de una dulce añoranza
y el sueño le vigilas, quieto, inmutable y fuerte:
-el sueño de la vida y el sueño de la muerte.

¡Oh, ciprés, que en la página de la noche infinita
deletreas la “Summa” con luceros escrita…!
Grave seor teólogo, árbol dulce y amigo,
de los monjes hermano, de sus dichas testigo:
tal vez roza la gracia divina tu espesura,
pues comprendes lo cuerdo de su excelsa locura,
el orgullo celeste que vibra en su humildad,
el ardor de sus frías llamas de castidad,
la gloria de su ayuno, su coro y su cilicio,
la cumbre de deleite, que hay en su sacrificio.
Y un día dedujiste, ciprés meditabundo,
que eran los aristócratas del amor del mundo.
A unos pálidos príncipes, por amor encantados,
guardas, como el dragón de los cuentos dorados…

Ciprés fuerte, a las furias ideleble y estático,
como la verdad santa, santo ciprés dogmático,
nuestro hermano más viejo, con ese gran sayal
y con tu puntiaguda capucha monacal…
En tu espesura cónica y alargada, maestro,
¿no hay un secreto oculto, que es el secreto nuestro?
No es secreto de miedo, no es secreto de llanto,
de vana podredumbre, de olvido y camposanto.
Ciprés de la esperanza, pocos han comprendido,
por no saber oírte, tu profundo sentido,
tu profundo sentido de un claro más allá
en el que la alegría no se marchitará.

¡Oh, grave anacoreta de infinitos desiertos
que guías por la senda de la vida a los muertos!
Viejo ciprés del claustro, que en los días de oro
lleno de luz, de alas y de salmos del coro,
esponjas el ramaje, vibras como un salterio
y eres el corazón del viejo monasterio…
¡Oh, chorro de nostalgias! Gigantesco ciprés,
la cabeza en el cielo y en la tierra los pies…
Yo te adoro por alto, por piadoso, por bueno,
por tu actitud señera, por tu aspecto sereno,
porque huyes de la vida en tu recta ascensión,
y te das al ensueño y a la contemplación;
te canto por poeta, por místico te quiero,
compañero del monje, dulce y fiel compañero…

Febrero 1923

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10/12/2009

AL CIPRÉS DE SILOS
Alfonso Prieto



Corto césped se crece con tu lanza
en triunfo vegetal sobre lo inerte:
un símbolo cabal de la esperanza
que horada, hacia la luz, sombras de muerte.

Si viera mi esperanza cómo verte
consigo en esta tarde: sin tardanza
subiendo hacia la luz; esbelto y fuerte;
vibrando, del cielo, en añoranza,

tendría dura trama con sus hilos
donde tejer mi vida cotidiana
sin temor del aquende cuyos filos

destruyen la esperanza meridiana.
Aguza mi canción, ciprés de Silos,
y en Cristo clávala que es el mañana.

10-10-1977

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8/10/2009

AL CIPRÉS DE SILOS
Manuel Pérez de Arévalo


Oración vegetal
suspiro verde.

Tienes hermanos seglares
en la Alambra,
y hermanos plañideros
en las fincas de los muertos.

Pero tú eres solo
en la maceta románica.

Tus raíces se hacen fustes y arquivoltas
y tus hojas
tañer de campanas.

Hay un pájaro que pone semifusas
al canto llano
que sube al cielo
por tus ramas.

¿Ciprés de Silos!
Yo quisiera que el día de mi muerte,
como al canto gregoriano,
sirvieras de rampa de despegue
a mi alma.

15-8-1962

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7/23/2009


En comentarios Javierseijasq me manda este poema ...
gracias

SILOS 8 DE LA TARDE (canción)
Grupo Almas Humildes, Madrid 1968

Hay una paloma blanca
a la sombra de un ciprés
blanca es la mañana que canta
sueña con su atardecer

Resbala el agua
por la musgosa piedra
las golondrinas
se posan a beber
el clautro es un silencio entre sol y sombra
y canta el agua
como un suspiro

Hay una paloma blanca
a la sombra de un ciprés
blanca es la mañana que canta
sueña con su atardecer
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7/06/2009

CIPRÉS SILENSE
Enrique Borras Vidaola


¡Oh, árbol erguido!, cónico y ceñido;
qué verde y gigante sombra del instante,
hito de las horas, plectro de la aurora,
cetro de los claustros, cincel del relieve.

¡Oh, ciprés de Silos! No sé qué tú eres;
sólo te conozco a través del eco
cantor de los aires, rimador del viento.

En la madrugada, tú sutil portento
vibra cual campana de martín entero;
te copia el estanque igual que un espejo,
te oprime la niebla con cíngulo fiero.

Recita la tarde tu nombre agorero
y clama la noche tu eterno recuerdo,
mas tú respondes con tu mudo verbo.

Nochebuena-1972


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