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09 febrero 2022

JAIME MORENO
Carbón Ecológico, una solución para la desforestación Rep. Dominicana

Nos fuimos al corazón del Cibao para conocer una solución al problema de la deforestación en la República Dominicana, junto a Jaime Moreno y B&E (Biomasa y Energía) 

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03 febrero 2022

FRANKLIN MIESES BURGOS (Rep. Dominicana, 1907-1976)
Esta canción estaba tirada por el suelo

Esta canción estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
la hallaron unos hombres que luego me la dieron
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.

Yo entonces ignoraba que también las canciones,
como las hojas muertas caían de los árboles;
no sabia que la luna se enredaba en las ramas
náufragas que sueñan bajo el cristal del agua,
ni que comían los peces pedacitos de estrellas
en el silencio de las noches claras.

Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
que eran todas posibles en la tierra del viento,
en donde la leyenda no es una hierba mala
crecida en sus riberas, sino un árbol de voces
con las cuales dialogan las sombras y las piedras.

Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
cuando aún no era mía
esta canción que estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
pero ahora ya sé de las formas distintas
que preceden al ojo de la carne que mira,
y hasta puedo decir por qué caen de rodillas,
en las ojeras largas que circundan la noche,
las diluidas sombras de los pájaros.

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30 junio 2014

FELIX MARÍA DEL MONTE (Rep. Dominicana, 1819-1899)
El hombre, el árbol y el toro

En un áspero desierto,
lleno de maleza y  zarzas,
un árbol de fruto henchido
la enhiesta copa ostentaba.

Al pastor, al peregrino,
al rebaño sombreaba
y a muchas generaciones
muelle descanso brindaba.

Un hombre brusco, grosero,
que aquel yermo atravesaba
sin acordarse de ayer
y sin pensar en mañana;
de estos que toman la vida
como instrumento de holganza,
sin pensamiento, sin fruto,
sin lecciones ni mudanzas,
llegó al árbol secular,
tendió a su sombra la capa,
y al sueño más indolente
entregóse sin tardanza.
Transcurridas largas horas,
entre el descanso y la calma,
examinó los frutos
la profusión extremada,
e incitado el apetito
probó a trepar a las ramas;
pero juzgando más fácil
cortar el árbol, el hacha
despiadado observa,
y al rey del yermo descuaja.
Apenas probado había
el fruto que ambicionaba,
cuando un Toro montaraz
a aquel sitio se abalanza.

La tierra escarba altanero,
enardecido rebrama,
mientras el hombre en tal peligro
al débil tronco se agarra,
y en ademán convulsivo
y en fatídica plegaria
al cielo en amargas quejas
favor, piedad demandaba.

Paróse el Toro un momento,
y preguntóle la causa
de que aquel árbol decrépito
que al viajador de su saña
muchas veces socorriera
cortado en tierra se hallara:
" Mi inexperiencia, mi crimen,
ha causado esta desgracia.

Ansié comer de su fruto
y como en tierra apartada
resido, juzgué que nunca
su apoyo requeriría:
gocé de su grata sombra
y al despedirme, del hacha
probé los tajantes filos...
y derribé mi esperanza..."

"Eres ingrato, le dijo
aquella fiera, tu audacia
insensata y criminal
es digna de mi venganza.
Gozaste la fresca sombra
del árbol, bajo sus ramas
conciliaste el sueño dulce,
que el alma feliz restaura,
y creyendo que otra vez
a ti mismo no auxiliara
sin respeto a tanto bien,
su copa al cielo desgajas;
pues bien, malvado, perece,
que si yo te perdonara,
pronto, infame, algún yesquero
fabricarías de mis astas".
---Fin---

23 noviembre 2013

LUPO HDEZ. RUEDA (Rep. Dominicana, 1930)
Definición del árbol


I

     Es natural que el árbol abandone su cuerpo.
Mariposa de tránsito, venturoso existir
de la hebra pura,
el árbol que yo canto es una débil llama,
un alma vegetal que se elabora apenas.

Herida por el goce la savia,
donde habita,
desnuda la corriente de su madera toda
para que un mar posible de sombras la sitúe.

El árbol sabe entonces,
que la raíz de aire de sus ramas
asciende, sostenida en atinada claridad de sombras,
                            de otra raíz oculta.


II

     Canto el árbol a solas
en la sangre,
el árbol que se escapa
por la herida del cuerpo.


Canto el árbol azul de la ignorancia
que me recorre entero,
árbol de sombras sólo,
de oscuridad exacta.

Canto para cantarme,
para cantar el árbol en que habito,
la dulce morada solitaria
del cuerpo que me tiene.

Canto porque deseo,
porque quiero vivir, amar,
andar libre,
sin peso por el árbol.


III

     Cuando ama el árbol se deshace, huye,
proclama su levedad de hojas,
publicación de verdes regalados o canción diluida,
deleite de su rama carnal,
de su escondrijo de azuladas raíces en espera.

Cuando ama el árbol se diluye
en alegre corriente de la madera dulce.
Cuando ama el árbol del amor...

Hueco de soledad que te pronuncia a solas,
quizás, el árbol del amor duerme en olvido,
en apretada soledad más pura.
Porque el oro de mi risa no basta para llenar su límite,
se abre como un sol
para ofrecerse entero cuando ama,
el árbol del amor.


IV

     Hay almas que no mueren en las hojas del canto
aunque no encuentren otra manera posible de escapar,
aunque no exista otro refugio,
apetecido vaso, ardido recipiente,
olorosa unidad de carne viva que ocupe su lugar,
su desmedido espacio, porque una muerte existe
en cada hoja vacía de sustancia,
y una huidiza llama.

Hay almas que se pudren en las hojas del
                        (cuerpo por su origen oscuro,
porque después, pudiendo libertarse,
darse a todos, sin interés ni esfuerzo,
asumen la condición de pájaros comunes.

Hay almas que se nutren a la sombra de todos
con los apetecidos metales de la sangre,
de cuantos, humanamente sanos, confiados,
se acercan a su espacio
para entregarse solos a su gran apetencia.


V

     Es posible que el árbol sepa entonces
que atado definitivamente al mar de soledad que habita
carece de toda libertad
para decir las cosas que humanamente vive repitiendo.

Es posible, oh Dios, crecer cada domingo en
                      (desmedido arroyo de alabanzas.

Es posible, oh vida, que el árbol de la sangre se derrame
y el universo todo de mi isla sea pequeño para
                     (su inacabado límite.

Es posible, oh sangre, que dolorosas hebras
formulen una noche más honda que la nuestra.
Pero también, oh libertad, es posible
que el árbol conmovido, tomando agudas fuerzas,
-no sé de dónde-, acierte en una furia libertada
y con ello motive su justo crecimiento.


VI

     Porque las raíces de los árboles todos
pululan en lo oscuro,
en el vientre crecido de la tierra.
Porque una lluvia de hombres se traduce
en finísimo polvo,
la tierra estará llena de raíces amargas,
de inacabados ríos de lágrimas.

La alegría de los frutos,
la rosa regalada,
la humedad de los huertos,
la fiesta de oro de los días alegres
ignoran la raíz,
su propiedad de abeja,
porque la raíz es un árbol de sombras,
es un árbol de sombra rodeado de oscuro.

Pero todas las humanas raíces se aúnan
                   (en un río de trabajo
en la noche completa del árbol.
Y la madre de todas, las amorosas madres
esperan una muerte,
una ola de savia en fruto consumada,
su semejante amando, que respire unidad
en un río subterráneo interminablemente largo,
como una noche más en la noche de todos.

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