El Cedro de Takamoridon (prefectura de Kumamoto)
Especie: Sugi (Cryptomeria japonica, familia de las cuprasáceas, subfamilia Taxodiaceae, género Cryptomeria).
Dirección: Takamori 3341-1, Takamori-machi, Aso-gun, Kumamoto-ken 869-1602.
Perímetro del tronco: 10,46 m. aprox. Altura: 38 m. Edad: 400 años
Designado Monumento Natural Municipal
Tamaño ★★★ Vigor ★★★★★ Porte ★★★★★
Calidad del ramaje ★★★★ Majestuosidad ★★★★★
La ladera suroriental de la majestuosa caldera volcánica del monte Aso está recorrida por la carretera nacional 265, que conduce hacia el puerto de Takamori. Tomando la desviación hacia el puerto de Kuroiwa por otra carretera más estrecha, aparece de pronto ante nuestros ojos una gran extensión de pastos tachonados de vacas, un plácido paisaje que parece obrar sobre el visitante un efecto purificador.
Bajaremos de nuestro vehículo, traspasaremos la valla del pastizal y seguiremos hacia adelante, hasta que veamos, en una hondonada a mano derecha, lo que parece ser un bosquecillo. Se trata, en realidad, del Cedro de Takamoridon, que con tan solo dos troncos desarrolla una copa de proporciones gigantescas.
El Cedro de Takamoridon consta de dos cepas, una masculina y otra femenina, ambas de forma muy peculiar, que crean un ambiente tan inquietante que algunas personas dicen, incluso, que prefieren no pasar demasiado tiempo en el paraje. No son totalmente injustificados estos temores, pues la tradición dice que fue aquí donde se quitaron la vida Takamori Korenao, castellano de Takamori, y su vasallo Mimori Nōin, un hecho legendario que parece confirmado por la lápida elevada a los pies del árbol.

La cepa femenina, situada al Este de la otra (derecha, en la fotografía), da la impresión de llevar varios otros cedros pegados por la raíz y su figura transmite, como corresponde a su sexo, una sensación de amabilidad. La cepa macho, situada al Oeste, es menor en grosor, pero las ramas que se desarrollan en todas las direcciones a unos tres metros por encima del suelo alcanzan una enorme anchura. Diríase que ese caótico ramaje está agitado por un íntimo rencor, como si en él anidara el alma de aquel castellano que se dio muerte sin haber podido desquitarse del mundo. Entre las ramas, algunas han llegado hasta el suelo y, transformadas en nuevos troncos en ese punto, han comenzado a apuntar hacia arriba, mostrando una tenacidad sin límites. Y esto redunda también en ese ambiente inquietante al que me refería.
Dos cedros de formas tan diferentes que no parecen crecidos en un mismo lugar. No hay forma de saber qué ha ocurrido en sus respectivos pasados, pero el ambiente que se respira a su vera hace pensar que cada uno de ellos arrastra su propio karma. Durante la toma de fotografías, el cielo se nubló súbitamente y comenzó a ventisquear. Sabía que la caldera volcánica del monte Aso es una zona de considerables nevadas, pero no imaginaba que iba a verme envuelto en semejante tormenta de nieve.































