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09 octubre 2025

RICHARD MEDHURST
Toca madera: ‘kanji’ con el radical de árbol (木)

Los kanji con el radical de árbol, 木, suelen ser caracteres con una fuerte conexión semántica con los árboles y la madera.

Los estudiantes de la escuela primaria, en Japón, aprenden el kanji 木, que significa “árbol” o “madera”, en su primer curso. También estudian 林, que es una “arboleda” relativamente pequeña, y 森, que es un “bosque”. Aprender los primeros caracteres con el radical de “árbol” es tan fácil como contar 一二三 (un, dos, tres).

Los radicales, componentes clave asociados con cada kanji, no siempre tienen una relación inmediatamente obvia con el significado del carácter. A continuación adoptamos un enfoque selectivo, concentrándonos en los kanji más comunes con el radical de árbol que también tienen fuertes asociaciones con los árboles, lo cual puede facilitar su memorización. Consulte las listas al final del artículo para ver cómo se pronuncian.

Dicho sea de paso, algunos kanji adquieren significados diferentes al combinarse con otros. Por ejemplo, dado que el 木 básico significa “madera”, como uno de los elementos clásicos, aparece en el nombre del planeta Júpiter (木星), y por una compleja ruta llegó a formar parte también de “jueves” (木曜日).

Árboles, plantas y madera

Hay muchos kanji para árboles individuales. Entre los 2.136 jōyō kanji estándar (la lista oficial de caracteres de uso común elegidos por el Ministerio de Educación) se encuentra el famoso sakura o cerezo (桜), así como el ume o albaricoquero japonés, comúnmente llamado “ciruelo” (梅), de floración más temprana. Algunas frutas favoritas son la pera, nashi (梨), el melocotón (桃), la mora (桑) y el caqui (柿). Otros de este grupo son el pino (松), el castaño de indias (栃), el cedro (杉), el sauce (柳) y el shii (椎), un tipo de castanopsis.

Otros kanji se asocian directamente con los árboles o las plantas en general, como las raíces (根) y las ramas (枝). 植 aparece en el verbo 植える, que significa “plantar”, y en el sustantivo 植物 para “plantas”. 果 se suele ver en el compuesto 果物, “fruta”, y lleva el significado de “fruto” en otras palabras, incluso en sentido figurado, como en 結果, o “resultado”. 樹 significa básicamente “árbol”; aparece en compuestos como 樹液 (savia), 樹脂 (resina) y 樹皮 (corteza), vocablos que se pueden recordar fácilmente haciendo traducciones aproximadas: “líquido de árbol”, “grasa de árbol” y “piel de árbol”. Otros kanji incluyen 朽, “pudrirse” y 枯, “marchitarse”.

Podemos formar un tercer grupo a partir de los kanji para objetos que solían estar hechos de madera. El kanji 材 puede verse en la palabra 木材, “madera”, pero también representa otros tipos de materiales y recursos, incluidos los “recursos humanos” (人材), en otros contextos. 板 significa “tablón” o “tabla”, y con ella los carpinteros pueden fabricar un 橋 (puente), 柱 (pilar), 机 (escritorio), 棚 (estantería) o 棺 (ataúd).

Hay muchos más kanji con el radical 木, incluidos algunos extremadamente comunes, pero las conexiones semánticas no están tan claras. A efectos de memorización, estos son los kanji más fáciles de aprender, lo que nos deja más tiempo para centrarnos en caracteres menos memorables.

Lo básico

árbol (ki), madera (moku)

árbol (ki), madera (moku)
木星: Júpiter (mokusei); 木曜日: martes (mokuyōbi)
arboleda (hayashi)
bosque (mori)
森林: bosque, espesura (shinrin)

Tipos de árboles

cerezo /cereza (sakura)

cerezo (sakura)
albaricoque japonés (ume)
pera japonesa (nashi)
melocotón (momo)
mora (kuwa)
caqui (kaki)
pino (matsu)
falso castaño japonés (tochi)
栃木: Tochigi
cedro (sugi)
sauce (yanagi)
chinquapin (shii)

Árboles y plantas

raíz (ne)

raíz (ne)
根拠: base (konkyo); 大根: rábano (daikon)
植える: plantar (ueru)
植物: planta (shokubutsu)
significa “fruta”; es raro ver este kanji solo
果物: fruta (kudamono); 結果: resultado (kekka)
alternativa a 木; significa “árbol”. Es raro ver este kanji solo
樹液: savia (jueki); 樹脂: resina (jushi); 樹皮: corteza (juhi)
朽ちる: pudrirse (kuchiru)
不朽: inmortal (fukyū)
枯れる: marchitarse (kareru)
枯渇する: secarse, acabarse (kokatsu suru)

Madera y objetos de madera

tabla, tablón (ita)

madera, material, persona hábil (zai); es raro ver este kanji solo
木材: madera, leña (mokuzai); 材料: materiales (zairyō); 人材: recursos humanos -con habilidades- (jinzai)
tabla, tablón (ita)
看板: señal, anuncio (kanban)
puente (hashi)
pilar (hashira)
電柱: poste de luz (denchū)
escritorio (tsukue)
estantería (tana)
ataúd (hitsugi, kan)

(Artículo traducido al español del original en inglés. Imagen del encabezado: © Pixta.)

 https://www.nippon.com/es/japan-topics/b05618/

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24 agosto 2025

Takihashi en Tochigi, el cronista de Japón, (121)

TAKIHASHI HIROSHI (1960, japón)
El Senbon Katsura de Kasosan (prefectura de Tochigi) 

La estación de las lluvias

Para los árboles, que han gastado en el salto a la primavera buena parte de sus reservas nutritivas, el tsuyu o baiu (estación de las lluvias) es un importante periodo para volver a aprovisionarse de dichas sustancias. Presentaremos a continuación árboles que brillan con esplendor en esta estación pasada por agua, como el katsura (Cercidiphyllum japonicum), que en algunos casos es adorado y objeto de rogativas por la lluvia en zonas montañosas apartadas de los núcleos de población, o el akagi, especie considerada sagrada según las creencias de las islas Ryūkyū (prefectura de Okinawa).
     Durante la última parte de la primavera, el verde de las hojas cobra intensidad y los árboles lucen exultantes de vida, pero lo cierto es que sus energías no dan para mucho más. Especialmente en el caso de los caducifolios, que han gastado en el esfuerzo de crecimiento primaveral todos los nutrientes acumulados durante el otoño anterior, puede hablarse incluso de una incipiente precariedad nutritiva.
     El tsuyu visita, tras la primavera, todo el territorio japonés, si exceptuamos la septentrional isla de Hokkaidō y el lejano archipiélago de Ogasawara, perdido en el océano Pacífico. Entre el 20 % y el 25 % de todas las precipitaciones pluviales anuales que recibe Japón (un país que dobla el promedio mundial de lluvia) se produce en este periodo. El agua que se evapora de las hojas de todas las especies vegetales trae nieblas y con ellas los bosques quedan empapados de humedad. En este ambiente, los árboles van atesorando los nutrientes que necesitarán para el verano. Si nos fijamos en los diversos fenómenos relacionados con el agua que son propios de esta estación, como el kisame (literalmente, “lluvia de árbol”, la que cae al condensarse la lluvia en la superficie de ramas y hojas y formar gotas) o el jukanryū (literalmente “corriente por tronco de árbol”, en referencia al flujo formado en el tronco por la lluvia recogida por toda la copa) sentiremos con gran inmediatez cómo el bosque vivo, con todo su dinamismo, promueve el ciclo del agua.
     A diferencia de las grandes lluvias producidas por la temporada de los tifones, que suelen acarrear grandes daños a los árboles, las suaves lluvias de esta estación son en muchos casos benéficas. Claro está, no se trata simplemente de que llueva mucho, pues la escasez de horas de sol que acompaña a los días de lluvia puede convertirse en un factor de retraso en el crecimiento de las especies. Si el volumen de precipitaciones es el adecuado, la aportación de humedad y nutrientes será suficiente y los árboles podrán seguir creciendo sanos y fuertes cuando reciban los rayos del sol estival.
     A muchos japoneses, pese a todo, el tsuyu no les resulta grato. Sus argumentos son un tanto egocéntricos: el ambiente empapado de humedad se les hace muy molesto, la ropa tendida no se seca, etcétera. Pero para los árboles, que en primavera han echado brotes, este es el momento de acceso a esa esperada estación de plena actividad, en la que se harán más frondosos y desarrollarán su ramaje. Si salimos al encuentro de los árboles gigantes, que hallaremos exultantes, recibiendo la lluvia en toda su anatomía, es muy probable que la imagen que teníamos del tsuyu cambie.

Especie: Katsura (Cercidiphyllum japonicum), familia Cercidiphyllaceae, género Cercidiphyllum
Dirección: 1710 Kamikuga, Kanuma-shi, Tochigi-ken 322-0254
Perímetro del tronco: 8,25 m.
Altura: 38 m.
Edad: 1.000 años (atribuida)
Designado monumento natural prefectural
Tamaño ★★★★        Vigor ★★★★        Porte ★★★★
Calidad del ramaje ★★★★         Majestuosidad ★★★★★

     Si, entre los árboles que alcanzan grandes dimensiones, hay alguno cuyo aspecto mejore con la lluvia, ese es sin duda el katsura. Tanto su tronco, que brilla empapado de lluvia, como sus bellas hojas acorazonadas parecen recibir con gozo el agua que tan generosamente mana en esta estación. El santuario sintoísta de Kasosan está rodeado de un bosque de cedros. Ascendiendo durante unos 30 minutos por el camino de montaña que partiendo de un costado de su pabellón principal y remontando el curso de un arroyo conduce al monte Ozaku, aparece nuestro gigante en plena quebrada, cortándonos el camino. Por su majestuosidad, diríase que estamos ante el dueño y señor del bosque. Una enorme personalidad la de esa estampa suya de árbol ennoblecido por el paso del tiempo, a la que contribuye no poco su corteza cuarteada y poblada de musgo.
     Este katsura está formado por dos cepas bien definidas y de diverso tamaño que se han ido desarrollando entorno al antiguo tronco principal. Este debió de ocupar la parte central del conjunto, pero terminó pudriéndose por completo. Según el ángulo desde el que lo miremos podría parecernos un único árbol y es esta compenetración lo que le ha ganado desde antiguo la fama de árbol propiciador de uniones y ha hecho de él el árbol sagrado asociado al citado santuario de Kasosan, al pie de la montaña. Tampoco quienes hayan tomado este camino solo para llegar hasta el pabellón trasero del santuario pueden ocultar su sorpresa ante una aparición tan aparatosa y se les ve detener su paso olvidados de sí mismos y levantar sus ojos hacia las ramas superiores, que alcanzan una altura de unos 40 metros. El árbol aparece justo cuando el visitante desearía tomarse un descanso en su ascenso, así que es el lugar ideal para recuperar el aliento refugiándose en la sombra y hacer acopio de valor para afrontar la dureza del camino restante.

Nº 121

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25 julio 2025

Takihashi en Okinawa, el cronista de Japón (123)

TAKIHASHI HIROSHI (1960, Japón)
El Gran Akagi de Shurikinjō (prefectura de Okinawa)


Especie
: Akagi (Bischofia javanica), familia Phyllanthaceae, género Bischofia
Dirección: 3-18 Shurikinjō-chō, Naha-shi, Okinawa-ken 903-0815
Perímetro del tronco: 8,75 m.          Altura: 25 m.           Edad: 300 años
Tamaño ★★★      Vigor ★★★★★        Porte ★★★★
Calidad del ramaje ★★★★        Majestuosidad ★★★★

     El barrio de Shurikinjō-cho, en Naha, se formó a los pies del castillo de Shuri, centro político del antiguo reino de Ryūkyū (actual prefectura de Okinawa). Sus calles adoquinadas con la piedra caliza típica de la zona han entrado en la selección de los 100 caminos más bellos de Japón y se han convertido en el símbolo de este barrio lleno de exótico encanto. Si tomamos uno de los pasadizos laterales entre viviendas, llegaremos a un bosquecillo donde verdea un akagi (Bischofia javanica) de gran tamaño. Es un lugar muy especial, una zona verde que se abre, aislada, en medio de las casas. En otros tiempos, los akagi fueron muy abundantes en el recinto amurallado del castillo de Shuri, pero durante la batalla de Okinawa (1945, Segunda Guerra Mundial) la zona fue intensamente bombardeada por los americanos desde sus buques y casi todos los bosques perecieron bajo el fuego. Y este núcleo arbolado, que incluye seis akagi, fue el único y milagroso superviviente.
     En lo más profundo de este reducto, que alberga en poco espacio un rico muestrario de especies vegetales, impone su altura sobre el resto un portentoso akagi. Su corteza mojada por la lluvia se basta para crear la peculiar atmósfera de humedad que caracteriza a los bosques de los países meridionales. Sobre la pulida corteza se presentan muchos abultamientos y sobre el grueso tronco, de color rojizo, crecen numerosos helechos, como el ootaniwatari (Asplenium antiquum Makino). Pero el akagi no da muestras de acusar su presencia. Sus raíces, que se extienden poderosas y macizas en todas las direcciones, parecen morder ávidamente la tierra, dándole al árbol un aire de gran vigor.
     Esta zona verde es llamada Uchikanagusukutaki y es una de los muchos utaki (en las creencias del antiguo reino de Ryūkyū, lugar natural sagrado) que hallamos en las islas. Cuenta también con un uganju (lugar de oración), formado con hileras de piedras superpuestas, y en ese conjunto este akagi sagrado ocupa el lugar central de honor. Un buen ejemplo de la disposición que caracteriza a los utaki de Okinawa.
     Habitualmente tranquilo y silencioso, el bosquecillo se abarrota de gente cuando llega el día 15 del sexto mes del antiguo calendario. Se cree que este es el único día del año en que el dios de árbol se aposenta en la pequeña capilla que lo acompaña y esto da oportunidad a visitarlo a muchas personas que han regresado a la isla tras una larga ausencia. Para quienes residen en este barrio es un lugar sagrado desde siempre y el akagi, su manifestación más divina. Debió de haber un tiempo en que toda esta área alrededor del castillo de Shuri estaba cubierta por bosques de estos árboles.


Nº 123

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02 mayo 2025

Tomado de "Krapo Arboricole"

LUNG-YA KIU-TUN (Japón 835-923)
Rendez-vous pareils à l’arbre

« Voyez l’arbre devant votre porte,
Il laisse les oiseaux se brancher ou s’envoler.
Quand ils viennent à lui, il ne les a pas appelés,
Quand ils prennent leur vol, il ne les retient pas.
Rendez-vous pareils à l’arbre ;
Vous n’irez pas contre la Voie. »
 

Volvéos semejantes al árbol

«
Mira el árbol en tu puerta,
Él deja que los pájaros se posen o se vayan volando.
Cuando vienen a él, no los ha llamado,
Cuando retoman su vuelo, no los detiene.
Volvéos semejantes al árbol;
No iréis contra el Camino.»


     Lung-ya kiu-tun (835-923), discípulo de Tung-shan, fundador de la escuela Ts'ao-tung (Sôtô). Citado por Jacques Brosse en su libro "El espíritu del Zen", Capítulo III, Le tch'an et la poésie.

 

     El monje Myōe practicando zazen (meditación sentada) en el corazón de un pino venerable llamado Nawadoko, situado cerca del templo de Kōzan-ji donde el monje fue a retirarse en los últimos años de su vida. Esta pintura en rollo del siglo XIII -atribuida a un discípulo de Myöe, el monje Enichibō Jōnin- es un tesoro nacional japonés, conservado en el Temple Kōzan-ji.

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30 marzo 2025

¿Cambio en la fecha de la floración de los Cerezos (Sakura)?


Fotografía de Rinko Kawauchi
RINKO KAWAUCHI, en National Geographic, 2024
La floración de cerezos cada vez se adelantará más debido al cambio climático
Un registro de 1200 años de floración de cerezos muestra que nuestro clima actual no tiene precedentes históricos.

Los cerezos en flor (o sakura) de Kioto, Japón, atraen a multitudes de todo el mundo. Pero desde 1850, los delicados capullos que adornan los cerezos de Kioto florecen, de media, casi dos semanas antes de lo que solían hacerlo.

Primero aparece el brote verde, que emerge de la rama de un árbol como un polluelo asomándose al cielo desde el nido de su madre. A continuación aparecen los ramilletes, que se extienden desde el centro de la rama como un pétalo que se despliega para tomar el sol. A esto le sigue el alargamiento de un puñado de tallos florales, de los que finalmente brota un puñado de infladas flores de cerezo que se abren en una deslumbrante floración.
     Los cerezos en flor (o sakura) de Kioto (Japón) congregan a multitudes de todo el mundo, atraídas por el hechizante espectáculo visual y por la oportunidad de percibir el aroma almendrado de las flores. Pero el momento en que los delicados capullos que adornan los cerezos de Kioto florecen en primavera se ha adelantado casi dos semanas con respecto a cuando solían emerger en 1850.
     El investigador Yasuyuki Aono, de la Universidad Metropolitana de Osaka, ha buscado y recopilado las fechas de floración de los cerezos en los diarios y crónicas escritos por emperadores, aristócratas, gobernadores y monjes de Kioto desde el siglo IX. Se trata del conjunto de datos de este tipo más largo conocido en el mundo.


Yasuyuki Aono, de la Universidad Metropolitana de Osaka
    
Conjunto de datos de este tipo más largo conocido en el mundo
Ese momento es uno de los puntos de referencia más valiosos para los científicos que rastrean los efectos del cambio climático en las plantas con flores. "Estamos superando cualquier experiencia climática que hayamos vivido como seres humanos", afirma Elizabeth Wolkovich, profesora asociada de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) que estudia las comunidades vegetales y el cambio climático.
     El calentamiento global, impulsado en gran medida por la quema de combustibles fósiles, elevó tanto las temperaturas en 2023 que se
convirtió en el año más caluroso de la historia, seguido de los meses de enero y febrero más cálidos jamás registrados.
     "Para mí, el registro de la floración del cerezo capta realmente lo extremos que son estos cambios", dijo. Wolkovich, coorganizadora del Concurso Internacional de Predicción de la Floración del Cerezo, afirma que el cambio climático antropogénico está provocando primaveras más tempranas, lo que se traduce en una floración más temprana de los cerezos en lugares como Kioto.
     "No habíamos vivido nada igual", afirma Wolkovich; "realmente empequeñece la Pequeña Edad de Hielo o el periodo cálidomedieval... es un mundo nuevo al que nos dirigimos".

El pico de floración se adelanta
     Las primaveras más cálidas que provocan floraciones más tempranas no son un fenómeno aislado de las famosas sakuras de Kioto, sino algo que los científicos también observan en otros lugares, como Washington D.C. (Estados Unidos).
     El 17 de marzo, los característicos cerezos de la capital estadounidense alcanzaron su segundo pico de floración más temprano registrado, casi una semana antes de lo previsto, empatando con el año 2000, según datos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés).
Puente enmarcado por cerezos en flor en Arashiyama, Kioto. Foto: Rinko Kawauchi
     El pico de floración, o el momento en que se abren casi dos tercios de las flores de un árbol, suele durar al menos una semana, pero varía en función de las condiciones meteorológicas y de la especie. Históricamente, entre finales de marzo y principios de abril es cuando el cerezo Yoshino experimenta su punto álgido de floración, pero los científicos creen que esto está cambiando en respuesta al rápido calentamiento de las temperaturas del planeta.
     Aunque las épocas de floración varían cada año, la tendencia a largo plazo muestra una floración más temprana en Washington, según Patrick González, científico especializado en cambio climático y ecólogo forestal de la Universidad de California en Berkeley.
     En D.C., el adelanto de la floración es coherente con el cambio climático de origen humano, pero no se atribuye científicamente a él", afirma González. Esto significa que, aunque los científicos han detectado un cambio estadísticamente distinto de la variación natural, aún no lo han atribuido al cambio climático antropogénico. Otras posibles causas son el efecto isla de calor urbano.
     Por eso es tan importante la investigación en Kioto. Los registros de sakura de la ciudad se remontan a hace más de 1200 años, lo que supone un tesoro de datos meteorológicos históricos que se ha descrito como el registro anual de fenología, o estudio de los ciclos biológicos, más largo de la Tierra.
     Y, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en Washington D.C. (donde también abunda el cerezo Yoshino), la investigación sobre floraciones más tempranas en Kioto "se ha detectado y atribuido al cambio climático provocado por el hombre", afirma González.
     En 2020, 2021 y 2023, los sakura de Kioto experimentaron floraciones tempranas récord, las más tempranas jamás registradas, informó la BBC. Según un estudio de 2022, el cambio climático antropogénico es la principal causa de que la primavera se adelante al periodo de floración máxima en Kioto, adelantando la estación unos 11 días.


     En un escenario de emisiones medias, la investigación estima que la llegada más temprana de los cerezos en flor de Kioto se adelantaría casi una semana más en 2100. Para algunos, este
patrón debería considerarse alarmante.
     "Se trata de una de las señales más visibles de los efectos de la excesiva contaminación humana por carbono", afirma González, quien añade que, en el peor de los casos, el cambio climático podría adelantar aún más la floración de los cerezos. "Realmente señala la seriedad con la que debemos reducir nuestra contaminación por carbono para reducir los impactos más drásticos del cambio climático".
 
¿Por qué es importante la floración temprana?
     El adelanto de la primavera y la consiguiente floración acelerada de los cerezos pueden provocar alteraciones ecológicas, como el desajuste de las flores con sus polinizadores y una mayor vulnerabilidad a las olas de frío que afecta a los propios árboles.
     Según Lewis Ziska, fisiólogo de plantas y profesor asociado de la Universidad de Columbia (EE. UU.), aunque no produzcan fruta comestible, los efectos del cambio climático en los cerezos en flor son un buen ejemplo de lo que están sufriendo
simultáneamente otros árboles productores, como los manzanos y los melocotoneros en flor.
     Y si el invierno sigue calentándose más deprisa que el verano en gran parte de EE. UU., es posible que no se cumpla el tiempo de exposición al frío que necesita un árbol en su periodo de latencia invernal, lo que provocará que algunos árboles no lleguen a florecer en primavera.
     Un cerezo en flor necesita un mes de temperaturas por debajo de los cinco grados para florecer completamente cuando hace calor. En zonas de floración de cerezos como D.C., un análisis reciente de los datos del Servicio Nacional de Parques muestra que la temperatura media de primavera en D.C. ha aumentado unos dos grados centígrados desde 1970 hasta 2023. En 2017, una helada tardía mató aproximadamente la mitad de las flores de los árboles.
     "[La fecha de máxima floración] puede acelerarse en el futuro", dijo Ziska; "pero el resultado final de no tener flores, si no hay invierno, puede ocurrir antes de lo que pensamos".

"Un sentimiento espiritual"
     Los cerezos no sólo son una herramienta para que los científicos comprendan el cambio de temperaturas, sino que su floración representa también un símbolo histórico y cultural "muy visible" para que la gente celebre el comienzo de la primavera, afirma Soo-Hyung Kim, ecofisiólogo vegetal y profesor de la Universidad de Washington (EE. UU.).
      "La llegada de la primavera es una sensación... de calidez", afirma Kim, quien añade que la "espectacular" experiencia no se limita a Kioto y Washington D.C. Un bosque de cerezos en flor de Seattle (Estados Unidos), que también ha alcanzado recientemente su punto álgido, se encuentra entre las docenas de lugares donde se puede contemplar el esplendor de la floración en todo el país, una lista que incluye desde un jardín botánico de San Luis (Misuri) hasta un festival anual en Macon (Georgia).
Para quienes no hayan tenido la oportunidad de pasear bajo un dosel de cerezos en flor, el investigador Lewis Ziska, de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), afirma que la experiencia es similar a "caminar por una iglesia o una catedral".
     
     "Puedes imaginar colores. Rosas de todos los tonos, rojos de todas las tonalidades, y el cielo azul detrás de ellos. Y en algún momento las palabras no se aplican... no hay palabras para describirlo", dice Ziska. "Es una sensación espiritual. Toca una parte de tu alma a la que no puedes llegar de ninguna otra forma".

Lo hemos leído aquí
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17 febrero 2025

El Ginkgo del templo Zoshigaya Kishimojin, Tokio

EL GINKGO QUE DA HIJOS
Historia del templo Zoshigaya Kishimojindo 
 

Kishimojindo es un templo dentro del recinto de Ikosan Homyoji, un templo budista Nichiren (una rama budista). El templo fue fundado originalmente en 810 como Ikoji, un templo de la secta Shingon, pero en 1312, se dice que Nichigen Shonin, uno de los discípulos de Nichiren Shonin, se convirtió a la secta Nichiren y lo rebautizó como Ikoji. El templo Kishimojindo se fundó cuando un hombre llamado Yamamura Tan’emon desenterró una estatua del Kishimojin en el área alrededor de la actual Mejiro-dai y la dedicó al templo llamado Toyobo, que luego se fusionó con Homyoji. La remodelación del templo actual es de 1664, en el período Edo (1603-1868). Fue designado Bien Cultural Tangible por el Gobierno Metropolitano de Tokio durante el período Showa, cuando fue desmantelado y restaurado (periodo del emperador Hirohito 1926-1989) y es Bien Cultural Importante Nacional en el período Heisei (1989-actual).

Kishimojin

     Kishimojin, también llamada Kariteimo, es una deidad india, una madre que busca proteger a todos los niños del mundo de cualquier daño. Como Demonio -Yaksha-, se dice que dio a luz a mil niños. Sin embargo, la gente la temía y la odiaba porque tomaba niños de las áreas vecinas y se los comía. Buda decidió salvar a Kishimojin de su error y escondió al hijo más pequeño de ésta. La historia dice que al hacerle sentir el dolor de perder a un hijo, hizo que se diera cuenta de su error y se arrepintiera. Kishimojin juró convertirse en la diosa del parto seguro y tranquilo, y desde entonces es profundamente venerada. La estatua de Kishimojin en el templo Homyoji no tiene la forma de un demonio, sino de un hermoso bodhisattva (un ser destinado a Despertar, a ser un futuro Buddha) que lleva un hagoromo (túnica celestial) y un yoraku (collar budista dorado), sosteniendo un bebé. El nombre de Kishimojin contiene la letra 鬼 que significa demonio. Pero oficialmente, cuando se escribe en el nombre de Kishimojin, la letra 鬼 se escribe sin el "cuerno" en la parte superior.
     En Daikokudo, en el distrito de Kishimojindo, los domingos y los días festivos (8, 18 y 28 de cada mes) puedes comprar los dango osen (bolas de masa de arroz dulces). El nombre de esta golosina significa mil, en honor a los mil hijos de Kishimojin, con la esperanza de que las personas que coman estos dulces sean bendecidas con muchos hijos.


El gran Ginkgo

     El gran árbol de ginkgo que se encuentra en el recinto del templo es el árbol sagrado del salón Kishimojindo. Se dice que tiene unos 700 años y está sano y fuerte. El árbol mide 32,5 metros de altura, la circunferencia del tronco es de 6,63 metros y sus ramas se extienden unos 10 metros en todas direcciones. Fue nombrado Monumento Natural por el Gobierno Metropolitano de Tokio. Desde el período Edo, la gente ha creído que abrazar a este ginkgo te bendecirá con hijos y aportará fertilidad a los fieles. Por eso es ampliamente conocido y querido como el "Ginkgo que da hijos".

Takeyoshi Inarido

     En el recinto del templo también se encuentra el Takeyoshi Inarido, con su llamativa hilera de puertas torii rojas. La deidad principal de este recinto es Uka-no-mitama, que se dice que es el dios de la comida, la agricultura, la industria y el comercio. Antes de que se construyera el salón Kishimojindo, la tierra que rodea esta zona se llamaba "Bosque de Inari". Desde entonces, este dios ha protegido la zona y es adorado por la gente de los alrededores. Frente al santuario, hay estatuas de zorros sentadas a ambos lados, y el zorro de la izquierda tiene un pergamino en la boca. Junto con la hilera de puertas torii, es un lugar popular para tomar fotografías.

Hokushin Myoken Daibosatsu

     La parte trasera del salón principal se encuentra consagrado el Hokushin Myoken Daibosatsu, conocido popularmente como "Myoken-san". Se dice que protege la tierra, aleja diversos problemas y desastres, mantiene alejados a los enemigos y prolonga la vida.

Información:
https://japon-secreto.com/tag/dango/
https://foundjapan.jp/en/2206_kishimojindo_temple/#


Nº 154

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08 febrero 2025

Takahashi en Hyōgo, el cronista de Japón (112)

TAKAHASHI HIROSHI (1960, Japón)
El Gran Katsura de Itoi (prefectura de Hyōgo)

Especie: Katsura (Cercidiphyllum japonicum), familia Cercidiphyllaceae, género Cercidiphyllum
Dirección: Takenouchi, Wadayama-chō, Asago-shi, Hyōgo-ken 669-5237
Perímetro del tronco: 19,55 m.      Altura: 36 m.        Edad: 2.000 años
Designado Monumento Natural Nacional
Tamaño ★★★★★     Vigor ★★★★★     Porte ★★★★
Calidad del ramaje ★★★★★     Majestuosidad  ★★★★

Este gran árbol de cepa macho es, probablemente, el katsura (Cercidiphyllum japonicum) con mayor perímetro de tronco que tenemos en Japón. Desde el sitio del antiguo castillo de Takeda, envuelto siempre en un mar de nubes, podemos llegar en una hora y media por carretera al valle de Itoi, que ocupa el extremo norte del término municipal de Asago. En lo más recóndito de ese valle se encuentra la aldea de Takenouchi, desde donde comenzamos una caminata a lo largo del curso superior del río Itoi que nos conducirá a un lugar situado unos cuatro kilómetros más arriba. Es ahí donde encontraremos nuestro árbol.
     Los katsura de gran tamaño son árboles huraños, que solo suelen encontrarse en el corazón de las zonas montañosas y, considerando esto, estamos ante un caso verdaderamente raro, pues hasta este paraje podemos llegar sin demasiado trabajo. El árbol se alza en el arranque del camino que conduce a la cima del monte Higashitokonoo, situada un kilómetro hacia el norte, y esta ubicación explica que los alrededores sean periódicamente limpiados de hierbas y que se haya instalado un banco y hasta unos retretes.
     Alrededor del viejo tronco, que se pudrió y desapareció, han crecido con fuerza multitud de hikobae (brotes que nacen en torno a un árbol o tocón) que forman algo así como una gran gavilla, dando cuerpo a un nuevo tronco. Se dice que su número llega a los 80. Muchos son de grosor similar, crecen a intervalos regulares y además se han desarrollado muy rectos, consiguiendo en conjunto una forma de tronco notable por su perfección. Sentimos una magia muy especial cuando, mirando desde abajo, contemplamos el hueco todavía perceptible en la parte central del conjunto, donde un día estuviera el viejo tronco. Es de suponer que este árbol ha sobrevivido a más de una crecida del vecino río Itoi, que le ha ido robando la tierra de los alrededores y dejado parte de sus raíces al descubierto. Algunas de ellas parecen avanzar como serpientes en la dirección de la corriente del río, a lo largo de más de 10 metros. La leyenda dice que, cierto año en que la sequía se cebaba en la región, un monje de gran virtud colocó sus hábitos sobre el árbol y elevó allí sus plegarias, que fueron oídas. Ha llegado hasta nuestros días el nombre de koromogi (árbol de la vestidura), en referencia a este ejemplar del que, según se dice, sigue siendo objeto de veneración.
     Su edad ha llegado a estimarse en 2.000 años. Fue precisamente un katsura el árbol sobre el cual, según la tradición, se posó la garza blanca que portaba a Kanayako, dios de las ferrerías. En estos talleres era preceptivo rendir culto al dios, como también lo era plantar un katsura en sus inmediaciones. Dada la cercanía de los montes Tokoo y Kanatoko, zonas de extracción del mineral desde antiguo, no podemos descartar que, hace quizás veinte siglos, el Gran Katsura de Itoi hubiera sido plantado también a ese efecto.


Nº 112

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26 octubre 2024

Takihashi en Yamagata, el cronista de Japón (122)

TAKIHASHI HIROSHI (1960, Japón)
El Gran Katsura de Gongenyama (prefectura de Yamagata)


Especie: Katsura (Cercidiphyllum japonicum), familia Cercidiphyllaceae, género Cercidiphyllum
Dirección: Hōden, Mogami-machi, Mogami-gun, Yamagata-ken 999-6213
Perímetro del tronco: 18,4 m.
Altura: 38 m.
Edad: 1.000 años
Tamaño ★★★★★         Vigor ★★★           Porte ★★★★
Calidad del ramaje ★★★           Majestuosidad ★★★★★

     Este katsura se alza solitario en la parte alta de la ladera suroriental del monte Gongenyama, situado en la zona norte del término municipal de Mogamimachi. El camino forestal se hace muy empinado ya desde su arranque. Hay que ascender durante unos 45 minutos siguiendo el lecho seco de un arroyo hasta llegar a un punto donde el paisaje se ensancha, dejándonos contemplar el gigantesco árbol.
     El tamaño es para dejar pasmado a cualquiera. El paso de los años ha dejado la superficie de su tronco cubierta de profundas grietas y, según el ángulo desde el que lo miremos, hay en él algo que recuerda vivamente al milenario cedro (sugi) de Yakushima conocido como Jōmonsugi. Por lo que a tamaño se refiere, este supera con creces al famoso cedro. El perímetro de su tronco rondará los 20 metros y su porte es realmente imponente. El que otrora fuera tronco principal está ya totalmente descompuesto y ha dejado en el centro un hueco por el que puede pasar una persona adulta. Es muy posible que sea un ejemplar todavía joven, pues apenas presenta la división en varios troncos de una misma cepa ni los hikobae (brotes que nacen alrededor de un árbol o tocón) que caracterizan a su especie. No habrá problema en otorgarle el segundo puesto entre los katsura más grandes de Japón, a la zaga solo del Gran Katsura de Itoi, en la prefectura de Hyōgo.
     El árbol está situado en un paraje montañoso al que no llega el ruido de los pueblos y donde no se advierten indicios de presencia humana. Mi visita, además, se vio amenizada por una fina lluvia y una densa niebla. Pero estas condiciones atmosféricas se aliaron para escenificar un espectáculo fantástico que perdura en mi mente como un recuerdo imborrable.
     Al parecer, este árbol ha sido conocido por los cazadores del área desde tiempos muy antiguos, pero su fama se extendió sobre todo a raíz de su inclusión en una base de datos del Ministerio de Medio Ambiente. Acceder al lugar es ahora más fácil que antes, pues un grupo local de aficionados a la naturaleza ha abierto una senda hasta allí, pero aun así los 45 minutos de ascensión directa resultan muy duros.
     Desde luego, lo ideal es llevar un guía. Podría ser muy divertido contratar uno y hacer un recorrido por los numerosos katsura gigantes de perímetro troncal superior a los 10 metros que se encuentran en el área de Mogami (prefectura de Yamagata).

Número 122

 

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20 septiembre 2024

Takahashi en Osaka, el cronista de Japón (071)

TAKAHASHI HIROSHI
Desnudados por el frío...


Despojados de sus hojas durante el otoño, los árboles gigantes muestran en invierno siluetas desnudas de fuerza impactante, que no pueden verse en ninguna otra estación del año.      
     Como es sabido, hay árboles de hoja perenne y árboles de hoja caduca. El aspecto de estos últimos va transformándose a lo largo de las cuatro estaciones del año. En primavera estrenan follaje, cuyo intenso verde va haciéndose más frondoso conforme avanza el verano, ofreciéndonos a los seres humanos acogedoras sombras que dan frescura y solaz a nuestras vidas. En otoño renuevan su vestuario hacia las gamas de los rojos, los amarillos o los anaranjados, una verdadera delicia para la vista. Al empezar a despojarse de sus hojas, nos avisan de que las inclemencias del invierno ya no están tan lejos. La imagen de un árbol completamente desnudo hará pensar a más de uno en lo efímero de las estaciones y en su eterno retorno.
     Japón es un país en el que el paso de las estaciones se siente con toda claridad. El pueblo japonés es un pueblo originariamente agrícola, que siempre ha estado pendiente de cuándo entran en floración o echan vástagos los árboles caducifolios para plantar el arroz o, ya en el otoño, para calcular el momento de la cosecha. Por otra parte, este tipo de árbol suele mostrar flores más llamativas que las de los perennifolios y entre ellos hay muchos que en otoño dan frutos comestibles. Estas especies están íntimamente ligadas a las formas de vida de los japoneses y, apelando tanto a la vista como al gusto, aportan una peculiar percepción del ciclo estacional.

El Gran Keyaki de Noma (prefectura de Osaka)

Especie: Keyaki (Zelkova serrata, familia de las Ulmáceas, género Zelkova)
Dirección: Nomainaji 266, Nose-chō, Toyono-gun, Ōsaka-fu 563-0133
Perímetro del tronco: 14,15 m.       Altura: 20 m.        Edad: 1.000 años
Designado monumento natural nacional
Tamaño ★★★★★ Vigor ★★★★ Porte ★★★★ Calidad del ramaje ★★★★
Majestuosidad ★★★★

     Es este un espléndido representante de los keyaki (especie de olmo) japoneses. Con una silueta que transmite una gran sensación de solidez, se alza en el recinto del santuario sintoísta de Arinashinomiya, en medio de un bucólico paisaje rural a unos cinco kilómetros al sudeste del centro de Nose, un municipio situado en el extremo norte de la prefectura de Osaka y colindante con las de Kioto y Hyogo. Se venera en el santuario una deidad agrícola, y se dice que cuando el Gran Keyaki echa buenos vástagos se augura una buena cosecha ese año.
     En la región de Kansai ha habido, desde tiempos antiguos, una fuerte demanda de buena madera para construir templos y castillos, por lo que los ejemplares gigantes de esta especie de olmo son muy escasos, pudiendo considerarse un verdadero milagro que el Gran Keyaki de Noma haya sobrevivido hasta nuestros días. Además, este ejemplar es tanto más valioso cuanto que ha crecido de un solo tronco perfectamente definido, una característica que lo hace único. El Gran Keyaki de Higashine, en la prefectura de Yamagata, que muchos citan como el mayor de Japón en su especie, ha crecido, a juzgar por su porte, de dos troncos fundidos en uno, así que no sería equivocado decir que su congénere de Noma es, en rigor, el de tronco único más grueso de Japón. Al menos, si nos quedamos en la mitad occidental del país, el Gran Keyaki de Noma es todo un yokozuna (luchador).
     Los olmos keyaki, al hacerse viejos, tienden a crear grandes oquedades que estropean sus troncos principales, y no es extraño ver que muchos se sostienen solo apoyados en su corteza. Pues bien, el Gran Keyaki de Noma destaca entre otros ejemplares gigantes por no presentar ningún hueco y por un envidiable vigor mantenido a despecho de la edad. Para comprender las descomunales proporciones de este keyaki bastará decir que, hace tiempo, en una aldea situada a algunos cientos de metros de su emplazamiento, durante unas obras de construcción los operarios toparon con una gran raíz supuestamente suya. Queremos pensar que efectivamente lo era, y que se habían extendido hasta allí en busca de agua.
     Cuando, ya en invierno, el árbol ha perdido la totalidad de su follaje, su copa se ve que está parasitada, en casi toda su extensión, por el muérdago. Es ésta una especie perenne que despliega también en invierno sus verdes hojas, dando origen a un curioso cuadro. El muérdago extrae el agua y los nutrientes del keyaki que le sirve de anfitrión y, lógicamente, a éste no le reporta más que molestias. He oído que, aunque cada cierto número de años se procede a arrancar el muérdago de su copa, este esfuerzo no es suficiente para atajar del todo su crecimiento. En el centro de documentación sobre el keyaki situado cerca del árbol se expone, entre otras cosas, parte de una rama que le fue cortada al árbol y que permite vislumbrar la lucha que se entabla entre ambas especies.

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21 agosto 2024

Takahashi en Okayama, el cronista de Japón (072 - 013)

TAKAHASHI HIROSHI (JAPÓN, 1960)

El ichō del templo de Bodaiji (prefectura de Okayama)

Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: Kōen 1532, Nagi-chō, Katsuta-gun, Okayama-ken 708-1307.
Perímetro del tronco: 11,9 m.       Altura: 30 m.          Edad: 900 (atribuida)
Designado monumento natural nacional.
Tamaño ★★★★    Vigor ★★★★★     Porte ★★★★
Calidad del ramaje ★★★★     Majestuosidad ★★★★★

     Me gustaría presentarles ahora el austero aspecto que muestra el ichō (Ginkgo biloba) más grande de la región de Chūgoku, que fue presentado ya en el artículo La estación más verde.
     A media ladera del monte Nagi, a una altitud de 600 metros, se encuentra el templo budista de Bodaiji. Acercándonos al edificio principal procedentes del aparcamiento, atraerá inmediatamente nuestra vista, al fondo del recinto, a mano derecha, un gran ichō que se alza imponente, como figura principal sobre un fondo de cedros japoneses (sugi).
     El templo de Bodaiji es el lugar donde se preparó entre los nueve y los 13 años el sabio budista Hōnen (1133-1212), fundador de la secta de la Tierra Pura (Jōdoshū). Se dice que el ichō se desarrolló a partir de un bastón o rama que Hōnen clavó en el suelo en un gesto de determinación en su empeño por coronar con el éxito su formación educativa.
     Durante algún tiempo, el templo quedó abandonado y su recinto ofrecía una ruinosa imagen, pero ahora luce tan bello que parece otro, pues es objeto de un cuidadoso mantenimiento y además de parking tiene también servicios. Alrededor del árbol se han instalado corredores de madera elevados sobre estacas para evitar dañar las raíces, una muestra del celo con que está siendo preservado. Muestra el gigante, como es típico en los ichō de sexo masculino, unas magníficas raíces aéreas, raíces que se extienden a partir del tronco y de las ramas. Las que cuelgan de una gran rama horizontal a modo de innumerables estalactitas son realmente inigualables. Da la sensación de que cada una de esas raíces fuera extendiéndose por propia voluntad.
     Estas raíces aéreas se denominan normalmente chichi u oppai (tetas) pero aquí, en el municipio de Nagi, reciben el nombre de rengi, forma dialectal de la palabra japonesa surikogi (mano de mortero), y su parecido con este objeto es innegable. Esta comarca es de copiosas nevadas y, según se dice, en la era Tenmei (1781-1789) una gran rama que se extendía hacia el norte cedió al peso de la nieve hasta quedar en contacto con el suelo, de donde surgió un nuevo tronco. Una buena muestra de la asombrosa vitalidad que tiene el ichō.
     Presenta este ejemplar el poderoso porte que caracteriza a su especie, con mayor anchura de tronco a una cierta altura que en la base. Durante el estío su follaje es tan lujuriante que no permite obtener una imagen de conjunto, mientras que en invierno se muestra literalmente cubierto de unas ramillas finas como agujas que crecen profusamente por todo su tronco. Como debió de perder su tronco principal original, cabe pensar que con este desarrollo de nuevas ramillas trata de sostener el nivel de fotosíntesis. Con esa corpulencia que tiene, parece un ser robusto e inamovible, pero lo cierto es que está luchando con todas sus fuerzas para no debilitarse.
     Los momentos más recomendables para visitarlo son el otoño, cuando sus hojas se tiñen de amarillo, y el invierno, cuando está asegurado el espectáculo de esa fuerza casi terrorífica de sus raíces aéreas, que quedan totalmente al descubierto una vez perdido el follaje.
     Entre mediados y finales de noviembre el tono amarillo de su manto otoñal alcanza su mayor esplendor, realzado desde 2012 por la iluminación nocturna. La fantástica visión de este gigante iluminado en medio de la oscuridad se convertirá, sin ninguna duda, en una experiencia inolvidable.

Nº 072
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30 julio 2024

Takahashi Hiroshi en Sizuoka, el cronista del Japón (073)

TAKAHASHI HIROKI
El Haya-serpiente (prefectura de Shizuoka)

Especie: Buna (Fagus crenata, familia de las Fagáceas, género Fagus).
Dirección: Jizōdō, Izu-shi, Shizuoka-ken 410-2515.
Perímetro del tronco: 3 m.                Altura: 15 m.                 Edad: 150 años.
Tamaño ★★ Vigor ★★★ Porte ★★★★★
Calidad del ramaje ★★ Majestuosidad ★★★★

     Al oír hablar de hayedos, lo primero que acude a la mente de muchos japoneses es la zona montañosa de Shirakami-Sanchi (norte de la isla de Honshū). El haya japonesa (buna) es una especie que gusta básicamente de climas fríos, pero incluso en zonas aledañas a la región central de Kantō podemos encontrar algunos de estos bosques. Más sorprendente aún resultará saber que también existen hayedos en la península de Izu (suroeste de Tokio), si bien su área se limita a las zonas altas de la cadena montañosa de Amagi.
     La península de Izu tiene fama de ser un lugar de clima templado, pero los montes de Amagi, donde llegan a registrarse algunas nevadas, ofrecen un ambiente muy a propósito para el crecimiento de estos árboles. Los hayedos, así como los grupos de himeshara (Stewartia monadelpha, familia Teáceas) pueden verse especialmente en las cercanías de Kawagodaira, que es precisamente el lugar donde encontraremos el haya que está considerada la mayor de la península de Izu. La llamada Haya-serpiente (Hebibuna) se alza junto a una ruta de montaña y es, por su peculiar forma, muy conocida entre los montañeros. Aproximadamente a un kilómetro caminando desde la cima del monte Banzaburō, el más alto de la zona, veremos un letrero indicativo del camino que debemos tomar para descubrir el árbol. Siguiendo la indicación, unos 100 metros más allá, veremos aparecer repentinamente ante nuestros ojos un árbol de insólita estampa. La imagen que tenemos del haya es la de un árbol perfectamente recto y no es fácil entender que un ejemplar de esa especie haya podido llegar a tener una forma así. Pero el misterio se disipa cuando observamos su figura desde la trasera del árbol.
     Se cree que, siendo todavía joven, este ejemplar perdió buena parte de su tronco por alguna causa desconocida, que bien pudo ser la caída de un rayo o el embate de un fuerte viento. La corteza fue la única parte que sobrevivió de alguna manera, adquiriendo el árbol forma de “n”. Lo más normal habría sido que el haya se hubiera secado, pero este ejemplar tuvo la suerte de su lado, pues con poco más que la corteza logró salir adelante y echó renuevos desde el extremo que había quedado próximo al suelo. La corteza que quedaba debía de estar rozando el suelo, pero los renuevos crecieron con fuerza buscando una vez más el cielo y así continuaron, beneficiándose, seguramente, de un periodo durante el que el árbol no sufrió grandes daños.
     Con el paso de los años, el árbol se desarrolló hasta ser capaz de sostener una vez más su propio peso. Si, como se cree, el árbol tiene unos 150 años de edad, aquel accidente debió de ocurrir hace unos 100. Y si pensamos en la gran suerte que tuvo al salvar el pellejo tras haber estado al borde de la muerte, este ejemplar es, desde luego, un prodigio viviente.
     Visité el lugar un día soleado de principios de invierno. El árbol, perdidas ya sus hojas, se alzaba allí, recibiendo placenteramente en toda su superficie los tibios rayos del sol. Imaginé su figura envuelta en la niebla, y pensé que tampoco estaría mal visitarlo en un momento así. Tales son los pensamientos que nos inspira esta rareza del mundo arbóreo.
Número 073

 

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09 junio 2024

Takahashi en Okayama, el cronista de Japón (072)


TAKAHASHI HIROSHI
El ichō del templo de Bodaiji (prefectura de Okayama)
Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: Kōen 1532, Nagi-chō, Katsuta-gun, Okayama-ken 708-1307.
Perímetro del tronco: 11,9 m.
Altura: 30 m.
Edad: 900 (atribuida)
Designado monumento natural nacional.
Tamaño ★★★★   Vigor ★★★★★    Porte ★★★★     
Calidad del ramaje ★★★★    Majestuosidad ★★★★★

Me gustaría presentarles ahora el austero aspecto que muestra el ichō (Ginkgo biloba) más grande de la región de Chūgoku, que fue presentado ya en otro artículo.
      A media ladera del monte Nagi, a una altitud de 600 metros, se encuentra el templo budista de Bodaiji. Acercándonos al edificio principal procedentes del aparcamiento, atraerá inmediatamente nuestra vista, al fondo del recinto, a mano derecha, un gran ichō que se alza imponente, como figura principal sobre un fondo de cedros japoneses (sugi).
     El templo de Bodaiji es el lugar donde se preparó entre los nueve y los 13 años el sabio budista Hōnen (1133-1212), fundador de la secta de la Tierra Pura (Jōdoshū). Se dice que el ichō se desarrolló a partir de un bastón o rama que Hōnen clavó en el suelo en un gesto de determinación en su empeño por coronar con el éxito su formación educativa.
     Durante algún tiempo, el templo quedó abandonado y su recinto ofrecía una ruinosa imagen, pero ahora luce tan bello que parece otro, pues es objeto de un cuidadoso mantenimiento y además de aparcamiento tiene también otros servicios. Alrededor del árbol se han instalado corredores de madera elevados sobre estacas para evitar dañar las raíces, una muestra del celo con que está siendo preservado. Muestra el gigante, como es típico en los ichō de sexo masculino, unas magníficas raíces aéreas, raíces que se extienden a partir del tronco y de las ramas. Las que cuelgan de una gran rama horizontal a modo de innumerables estalactitas son realmente inigualables. Da la sensación de que cada una de esas raíces fuera extendiéndose por propia voluntad.
     Estas raíces aéreas se denominan normalmente chichi u oppai (tetas) pero aquí, en el municipio de Nagi, reciben el nombre de rengi, forma dialectal de la palabra japonesa surikogi (mazo de mortero), y su parecido con este objeto es innegable. Esta comarca es de copiosas nevadas y, según se dice, en la era Tenmei (1781-1789) una gran rama que se extendía hacia el norte cedió al peso de la nieve hasta quedar en contacto con el suelo, de donde surgió un nuevo tronco. Una buena muestra de la asombrosa vitalidad que tiene el ichō.
     Presenta este ejemplar el poderoso porte que caracteriza a su especie, con mayor anchura de tronco a una cierta altura que en la base. Durante el estío su follaje es tan lujuriante que no permite obtener una imagen de conjunto, mientras que en invierno se muestra literalmente cubierto de unas ramillas finas como agujas que crecen profusamente por todo su tronco. Como debió de perder su tronco principal original, cabe pensar que con este desarrollo de nuevas ramillas trata de sostener el nivel de fotosíntesis. Con esa corpulencia que tiene, parece un ser robusto e inamovible, pero lo cierto es que está luchando con todas sus fuerzas para no debilitarse.
     Los momentos más recomendables para visitarlo son el otoño, cuando sus hojas se tiñen de amarillo, y el invierno, cuando está asegurado el espectáculo de esa fuerza casi terrorífica de sus raíces aéreas, que quedan totalmente al descubierto una vez perdido el follaje.

     Entre mediados y finales de noviembre el tono amarillo de su manto otoñal alcanza su mayor esplendor, realzado desde 2012 por la iluminación nocturna. La fantástica visión de este gigante iluminado en medio de la oscuridad se convertirá, sin ninguna duda, en una experiencia inolvidable.

 
Número 072
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19 mayo 2024

Los espíritus del bosque

TORIYAMA SEKIEN (1712-1788)
Los Kodama, los espíritus del árbol
Kodama pintado por Toriyama Sekien, del volumen Gazu Hyakki Yagyö, llamado Yin, aquí aparece como un hombre mayor

Un kodama (木霊 o 木魂) es un espíritu del folclore y la mitología del Japón que vive en un árbol (similar a las dríades de la mitología griega). También se conoce como kodama al propio árbol donde habita uno de estos espíritus. Por otro lado, el fenómeno del eco, dentro del folclore japonés, también es conocido por este nombre.
      Los kodamas también habitan en los bosques espesos. Por lo general tienen apariencia humana y cada individuo es único en su aspecto y personalidad. Se dice que pueden presentarse en formas no humanas, y pueden parecer tan hermosos o terribles como deseen. La mayoría de ellos se muestra con una apariencia adorable. Sus cuerpos, de baja estatura, son semitransparentes, verde pálido o blancuzco.
      En la mitología nipona se les conoce como los espíritus de los árboles en general. No necesariamente representan un árbol en particular, aunque algunos de ellos están asociados directamente a una especie de árbol. Se cree que estos espíritus pueden trasladarse de un árbol a otro, o nacer a través de su semilla.
     La mayoría de estos espíritus se disgustan ante aquellos que no tienen respeto por el medio ambiente. Si un árbol es cortado de forma irresponsable, uno o más kodamas pueden buscar venganza. La mayoría de estos espíritus es de carácter pacífico y tranquilo; les gusta compartir conocimientos y sabiduría con aquellos que saben cómo comunicarse con ellos. Los kodamas son sorprendentemente fuertes y poderosos, dada su larga vida. Su comunicación con el mude misterio.

Resumen

      Terroríficos espectros y sorprendentes criaturas, kappa y otros animales sobrenaturales, yokai, demonios de lluvia y de niebla… Editorial Quaterni publica por primera vez en una lengua occidental la más famosa y reconocida recopilación de monstruos y fantasmas de la historia de Japón, obra cumbre de la mitología japonesa. Sekien Toriyama fue el primer artista en dibujar una antología o guía ilustrada de los mitos populares de la tradición nipona. Sus demonios y espíritus, originales de 1776, han perdurado hasta nuestros días pues suponen la única representación visual que existe de ellos. Por este motivo, son el origen de muchos de los personajes fantásticos que aparecen en los manga y anime de los siglos XX y XXI. Una obra de referencia tanto para los interesados en Japón como para los amantes de la novela gótica y de misterio.

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13 abril 2024

Takahashi en Aomori, el cronista de Japón (082)

TAKAHASHI HIROSHI (1960, Japón)
El ginkgo Koyasu de Ichōnoki (prefectura de Aomori)


Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: Ichōnoki 19, Shichinohe-machi, Kamikita-gun, Aomori-ken 039-2561
Perímetro del tronco: 12,1 m.      Altura: 25 m.        Edad: 700 años
Designado Monumento Natural Prefectural.
Tamaño ★★★★       Vigor ★★★★★       Porte ★★★★★
Calidad del ramaje ★★★★    Majestuosidad ★★★★


En las avenidas arboladas de Japón descubrimos las más variadas especies, desde los olmos keyaki o los alcanforeros, hasta los cerezos sakura. Pero la especie más abundante es el gingko o ichō. Resistente tanto a los gases de escape como a las podas, su condición de árbol caducifolio le permite extraer, además, todos los matices del ciclo estacional. Y no habrá que decir que es el magnífico amarillo que alcanza en la estación otoñal lo que en mayor medida le ha valido el favor de la gente.
     El ginkgo Koyasu se alza en la parte central del término municipal de Shichinohe-machi, en la prefectura de Aomori. El nombre del lugar es, precisamente, Ichōnoki (Árbol de Ginkgo o Ichō) y no parece equivocado pensar que haya sido este ejemplar, que destaca entre sus congéneres por su espectacular tamaño, el que ha dado origen al topónimo.
     El árbol perdió hace ya mucho tiempo y probablemente debido a un rayo la parte superior de su tronco principal, pero de la parte quebrada se desarrollaron varias grandes ramas en sentido horizontal, de modo que su crecimiento no se ha interrumpido. Al contacto con la tierra, algunas de las ramas se han separado e independizado totalmente del árbol principal, que hace gala de una capacidad de crecimiento impresionante. Tampoco desmerecen las raíces aéreas que descienden del tronco y que llegan a superar, en algunos casos, el metro de longitud. Es posible observar el proceso por el cual una parte de estas raíces aéreas se va clavando en la tierra y produciendo nuevos troncos que acaban siendo absorbidos por el tronco principal. No puede uno dejar de sentir la portentosa vitalidad de esta especie arbórea.
     Los alrededores forman un vasto parque rural del que este ginkgo es protagonista indiscutible. Sin ningún estorbo visual, su silueta puede ser contemplada a placer desde cualquier ángulo. Hacia mediados de noviembre es el momento en que el árbol adquiere su característico manto amarillo que va extendiéndose por su inmensa copa. Poco después las hojas van cayendo y formando una tupida alfombra amarilla igualmente digna de verse.
     Llegado el invierno y perdidas ya por completo sus hojas, el árbol muestra una cara enteramente nueva. Es entonces cuando la forma del árbol, que durante el verano y el otoño ha permanecido oculta bajo el espeso follaje y era perceptible apenas como un vago semicírculo, se muestra tal como es. El ginkgo Koyasu destaca por su forma especialmente bella, realzada por lo arrugado de su corteza, que no se ve afectada por la pérdida de las hojas. Un insigne ejemplar que sigue atrayendo visitantes de las regiones más distantes.

Nº 082

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