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3/21/2025


JORDI DOCE (Gijón, 1967)
Amanecer con tejo

En sombra, este ramaje
dispone celdas, redecillas,
calladas oquedades
de una penumbra
que la escarcha humedece apenas
con lengua terca y desprendida.
A espaldas de la luz
principiante,
mientras ladran los perros a lo lejos
y el íntimo rumor del aire
aviva los matojos de las lindes,
cuánta noche se anuda aún
en su corteza atenta
como una palabra no dicha,
como una sílaba prohibida
que el alba sólo atina a remedar
con voz y cuerpo largo
de calina.
Grávida, la mañana
desciende, se detiene junto al tronco
como enhebrada a su perfil
negro, fijo,
nocturno,
de dueño que reclama
sin prisa a su lebrel.

También sin prisa, yo los miro
absorto en la terraza, con palabras
que el silencio propone
como ciñe el ramaje
esa luz que despierta y, breve, se despereza
tras la primera nube fugitiva.

... de su poemario, Diálogo en la sombra (1997)

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5/01/2024

ÁLVARO VALVERDE (Plasencia, 1959)
La sombra dorada


Abro la verja del jardín sin nadie.
Espera mi llegada el viejo limonero
y al verlo me parece
que no hubiera pasado en parte alguna
todo este largo tiempo,
que siempre hubiera estado
sentado en esta sombra, silencioso,
viendo pasar los días
con la mirada turbia de los que nada esperan,
pero al fin sobreviven.
Con tanta asiduidad he recordado
este mismo lugar
que no es extraño
sentir la vuelta a casa
como un hecho casual como si ahora
volviera una vez más y simplemente
cerrara una vez más la misma puerta.
La casa es hacia dentro el laberinto
que siempre he perseguido. Permanece
sitiada por los muros
azules de la infancia,
por ecos de una edad sobrevenida.
En la azotea,
el puerto sigue siendo un sueño antiguo
y arriba en las estrellas
leo de nuevo
el rumbo del viaje que comienza.

A sombra dourada

Abro a cerca do jardim deserto.
Espera-me o velho limoeiro
e parece-me, ao vê-lo,
que não estive ausente
este longo tempo,
estive sempre aqui,
sentado nesta sombra, silencioso,
a ver passar os dias,
com o olhar incerto de quem nada espera,
mas a final sobrevive.
Tantas vezes recordei
este mesmo lugar
que não é estranho
sentir o regresso a casa
como um facto normal, como se voltasse
agora uma vez mais e simplesmente
fechasse a porta mais uma vez.
A casa é para dentro o labirinto
que eu sempre persegui.
É ainda cercada pelos muros
azuis da minha infância,
pelos ecos de uma idade sobrevinda.
No terraço,
o porto continua sendo um sonho antigo
e nas estrelas em cima
leio de novo
o rumo da viagem que começa.

(Trad. A.M.)

De "Una oculta razón" 1991

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3/02/2023

ELENA CÓRDOBA 
Árboles


Balanceáis vuestros brazos poderosos,
y parecéis querer, tras los cristales,
abrazarme.
Movéis vuestras cabezas con ternura,
como si toda mi angustia dolorida
comprendieseis.
Me llamáis por mi nombre, susurrando,
me llamáis a algún sitio,
pero
¿a dónde?

Tomado  de "La poesía de los árboles. Antología universal de poemas de los árboles y el bosque. Publicado en

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1/01/2023

 

 

MIGUEL ANTÚNEZ LÓPEZ (Córdoba, 1983)
A la sombra de plátanos maduros

 

A la sombra de plátanos maduros
dos están conectados,
compartiendo sentimientos en evolución convergente.
En orgía de polen
y miradas que se encuentran y se incendian,
alcanzan a no besarse,
con pizcos en los ojos
y alergia a sentirse lejos.
Dos.
Cubiertos de frutos en poliantocarpos globulares y esféricos,
abrigados por miles de aquenios claviformes
rodeados de un penacho de pelos erectos,
de color canela,
que se desprenden,
vuelan como copos de nieve
y se posan para ser alfombra para mirlos.
Dos.
Polinizados por árboles cansados de contaminación,
condenados a dosis cada vez mayores
de antihistamínicos en abrazos.

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7/02/2021

MIGUEL D'ORS (Santiago de Compostela, 1946)
Arrendajo


C
entinela del bosque, el arrendajo
advierte a toda la Naturaleza
tu llegada.

                  Ese grito,
que desgarra como una cuchillada
herrumbrosa el silencio, significa
que un intruso está entrando en este espacio
puro.

          Tú que no eres
puro, tú que no eres hermano de los robles,
de las piedras musgosas,
de las aves que pían en ramas ignoradas,
del agua que, secreta, halaga las raíces,
no mereces vivir en este mundo;
tú no tienes derecho a entrar a la armonía
mientras no haya armonía dentro de ti. Detente;
vuelve a tu vida; deja en ella todo
lo que crees saber; busca de nuevo
la infancia, aquella luz
del corazón.

                      Con ella, acaso algún día
puedas volver al bosque
sin que se sobresalte el arrendajo.

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5/09/2021

JOSÉ MANUEL CABALLERO BONAL (Jerez, 1926-2021)
Convivir con árboles


Quien convive con árboles dispone
de poderes, pacta con semidioses
invencibles,
                  nadie
podrá usurparle nunca esa heredad.

Leves y bonancibles,
abandonan los días sus guaridas
y llegan al jardín enaltecidos.
La voz de la enramada reproduce
la voz de las raíces
                              y una mano suave
desaloja la vida de asperezas.

Fin y principio,
                       nadie
podrá impedir que esta alianza
perpetúe sus sellos, determine
el veredicto de una convivencia
que engrandece a la larga el rango de los árboles.

Bajo las frondas indulgentes
se dignifica el flujo vegetal de la vida.

                                  
(“Manual de infractores”. Edit. Seix Barral)

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3/21/2021

Día de los Bosques y la Poesía

POESÍA Y BOSQUES
IGNACIO ABELLA
Cerezo, recuerdos del Edén

Dijo Issa: “Bajo la sombra del cerezo en flor nadie es extraño”. 
     Según cuentan algunas leyendas rabínicas, tras la expulsión, Dios hizo descender desde el Paraíso hasta la Tierra, treinta frutos distintos para Adán, que le llevó Gabriel junto con sus semillas.

     Los diez primeros frutos se los comió Adán enteros. Otros diez se los comió por fuera, sin tocarlos por dentro. Y de los diez últimos frutos, Adán se comió lo de dentro, dejando lo de fuera. La leyenda describe a la perfección las estrategias de los distintos árboles que ofrecen sus frutos a los animales para que dispersemos la semilla.
     De rápido crecimiento y fruto precoz, el cerezo, alimenta a muchísimos animales silvestres, en una época en la que apenas se encuentran otros frutos… Cuervos y arrendajos, zorros, osos y tejones, son algunos de los que comen el fruto entero y que mejor contribuyen a su diseminación… Al oso le gustan particularmente las cerezas y actualmente se hacen repoblaciones de cerezos en los montes cantábricos para ayudar a la conservación de éste animal que no duda en trepar al árbol para llevarse puesta la cosecha… En cuanto a las aves, el mirlo prueba un poquito de la pulpa de la cereza. El zorzal come la pulpa entera y deja colgando el hueso por su rabito. El picogordo tira la pulpa, parte el hueso en dos partes iguales y se come lo de dentro.
     En la algarabía del cerezo, los pájaros hacen caer al suelo las frutas maduras y siempre hay alguien en el suelo dispuesto a recogerlas.
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2/27/2021

He heredado un nogal...

BASILIO SÁNCHEZ (Cáceres, 1958)
Del libro: "He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes"
(premio Loewe 2018)


 
HAY un olor de agua y de resinas,
un aroma incesante
subiendo por las médulas
hasta las nervaduras de las hojas,
un espacio oloroso,
una fragancia
de sombras perfumadas, de espesuras azules,
de musgos transparentes.

Vengo de la sustancia de la tierra,
de su barro balsámico.

Sobre la intimidad de lo que existe,
sobre el mundo
que ahora empiezo de pronto a percibir,
va pasando en silencio,
iluminando el sueño en penumbra de las cosas,
el pensamiento de la luz. 
 
 
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1/31/2021

Antonio Moreno - Palmeral

ANTONIO MORENO GUERRERO (Alicante, 1964)
Palmeral, en “Nombres del árbol
, Tusquets

EN otras épocas,
con otras lenguas,
contemplé por los ojos de otras gentes
la promesa del sol al mediodía
y la felicidad que son las sombras
de cientos de palmeras sobre el suelo.
Poseí esa visión
serena y beatifica:
un camino adentrándose
por las mismas columnas vegetales,
bajo los mismos cielos luminosos
y únicos de esta tierra en el otoño.
Y me interné por él,
por el camino,
como llevado en una luz distinta;
olvidé hasta la ropa que llevaba
encima y de lo que iba
a hablar entonces.
Y supe, como ahora,
cuál era mi papel en este mundo.
Tan similar al vuelo delicado
que entre el verdor nos dan
las mariposas blancas
que confundimos con las flores blancas. 

Foto de "Guías Viajar"

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12/04/2020

Joaquín Araujo - Y elijo...

JOAQUÍN ARAUJO, Madrid 1947
y elijo...

Y elijo la condición del árbol. 
Porque come luz. 
¡Qué delicia desayunar transparencia, 
almorzar lucidez
cenar ocasos anaranjados!
y con ellos construir el verdor
y la sombra
y la rara nube que es toda copa
donde se esconde el canto de
los pájaros. 
Ahora no puedo, 
pero cuando lo deje
seré lo que he elegido.
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10/05/2018

MACU GALVÁN (Luca), Gran Canaria
El drago 

Retorcido entre
el aire creció el drago
y se le oyó un intento
de decir te amo,
acunado por
un misterioso halo
de dulzura en el aire
que parece extraño.

Subía entre enredaderas
que le tapaban el paso
y las encaro sutilmente
sin hacerse pedazos.
El drago árbol milenario
de tierras GUANCHES
de guanches bravos,
de andar salvaje,
de puro coraje
con capa de rey
de un verde que arde.
De andares lentos
por tierra de guanches,
tierra de almendros
y de pinares
de laurisilvas
de castañales.
Y en medio de ellos
los dragos salvajes.
Reyes de nuestros mares.
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9/01/2018

GEMA ABRIL
Don Tarayón de los Bajos

Esta foto del Taray de Roquetas, Almería ya es pasado (bueno, como todas las fotos). En agosto de 2018 fue agredido y luego los técnicos del ayuntamiento, al tratar de arreglarlo, parece que no estuvieron muy afortunados.
¡Qué buenos son los buenos técnicos!

DON TARAYÓN DE LOS BAJOS

Otro cuento contaban
los salineros a quienes les escuchaban,
y era sobre un taray
que por los caminos andaba
trovando y cantando
las bondades de su hogar:
la Algaida.

De joven había partido
para recorrer tierras lejanas.
«Buscaré otra casa,
otra familia,
otra patria será mi estancia»,
muy seguro aseguraba.

De profesión, trovador,
por vestido, su madera,
por manos, sus ramas,
sus raíces por piernas
y por boca unos pajarillos
que en su copa habitaban.

Muchos tarays le seguían,
escuchando sus cuentos y sus algaradas.
Una legión de arbolillos,
recorriendo medio mundo,
detrás de un taray sin morada.

Pero nuestro taray envejecía,
Don Tarayón ya le decían,
y su tierra natal
de menos echaba.
«Otros hogares habrá,
pero ninguno como mi Algaida»,
se lamentaba.

Así que Don Tarayón
se volvió a su Algaida
y por sentarse en la playa
que de 'Los Bajos' llaman,
'Don Tarayón de los Bajos'
los que por allí andaban
lo intitulaban.

«Desde aquí saludo a los barcos
que de lejos pasan
y sombra doy
a quienes bajo mí se relajan.
Y, sobre todo, veo bajo el mar
una pradera de Posidonia preciosa,
la República de las Algas»,
Don Tarayón afirmaba.

Una señora anciana,
que como una niña la historia escuchaba,
preguntó al salinero:
«¿Quiénes son, mi querido salinero,
esas algas bajo las aguas?
¿Quién habita esa república
de la que me hablas?»

«Otro día te hablaré», le decía el salinero,
«te hablaré de la República de las Algas,
donde habitan las posidonias
y sus legadas, una de la mar pradera,
otra de la orilla dorada».

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1/02/2018

ANTONIO MORENO (Alicante, 1964)
Castaño

¿Es locura —o bien juicio recobrado—
detener el andar, pararse en medio
de la acera del día para hablarle
al árbol retoñado que se encuentra
delante de nosotros? Para hablarle
muy de cerca aunque mudos y por dentro,
sin musitar palabra, pero hablarle
como lo haríamos ante el amigo
bueno con quien estamos siempre a gusto.

Yo me detengo a veces de este modo.

Me pongo en un rincón, junto al lugar
que ya se había transformado en casa,
en seguro recinto de la vida,
y oigo el temblor de todas esas hojas
como un pueblo con una sola lengua;
escucho el agua de ese movimiento
que es libertad al tiempo que destino,
y en su verdor iluminado aprendo
a ser mejor y más el ser que quiero.

              de “Nombres del árbol”, Tusquets
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10/12/2017

EL TEJO DE GOLBARDO, Reocín-Cantabria Coplas para rabel
Fuente: Antonio Casares, publicado por ARCA
Iglesia de San Juan “Degollao”.
 
Dice el cura de Golbardo
que quiere talar un tejo,
puesto a talar que se tale
lo que dejo en el tintero.

Se piensa este sacerdote
que estamos en la Edad Media
y que puede cortar árboles
como si fueran cabezas.

Lo mismo que Torquemada
en tiempo de Inquisición,
quiere quemar en la hoguera
al que le dice que no.

El tejo lleva milenios
creciendo en brañas y prados,
mucho antes que los curas
ya eran los tejos sagrados.

Los guerreros de Cantabria
a los tejos adoraron
y ahora viene este curuca
a decirnos lo contrario.

A la sombra de los tejos
nuestros ancestros reposan
y un tonto que va de listo
nos quiere cambiar la historia.

Señor cura de Golbardo,
que el tejo quiere tirar,
eso de tirar los tejos
no es cosa sacerdotal.

Señor cura, señor cura,
deje a los tejos en paz,
y coja el pico y la pala
cuando quiera trabajar.

Este rabel se rebela
contra la tala del tejo,
puesto a talar que se tale
lo que no tiene pellejo.

En el 2004 el cura quiso talar el tejo, muchos vecinos se opusieron, de ahí nacen estas coplas para rabel.
Golbardo, Municipio de Reocín, Cantabria
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9/21/2015

La leyenda del Ahuehuete
Publicado en  "nosoydali.blogspot.com.es"

Pasaba cada día por tu lado
preguntándome si realmente
vives desde hace tanto
combatiendo a las épocas
siendo un objetivo claro
de entre tantos abatidos
de este mundo mortal de años

Tú conociste a mis antepasados
Y ellos pasaban ante ti diciendo
“¡Es solo un árbol!”
Ahora, continúas enhiesto
Cansado de permanecer levantado
Buscando el reposo sobre la hierba
Soñando convertirte en cesto

Cronología: Plantaron los reinados
Las guerras napoleónicas devastaron
Y por último, llegó el pueblo
Y tú, si ser mutilado, ni transplantado
te convertiste en símbolo, a pesar tuyo
Eras un árbol y ahora un monumento

¿Cómo puedes vivir tanto?
¿Sobrevivirás al fin del mundo?
¿Agotará tu savia el aburrimiento?
Cuando el mundo salga rodando
Tú, vertical, perpendicular
Le impedirás el paso
Tropezando contigo, no habrá descalabro

Pienso en ti, árbol milenario
Mientras tapado con tu sombra
Espero ese sol que nunca te aparta
En este día de diario
Ombra mai fu, poesía del parque
Temor de los mortales, recordatorio
Emblema de este parque tan centrado

Eres, más que árbol de la ciencia
árbol de la vida…
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1/09/2015

GUILLLERMO NARVÁEZ FDEZ. (Badajoz)
Campos de encinas

Sobre la piel recia y parda, sin riegos,
brotan los mantos de verde esmeralda;
las viejas encinas bordan, clavadas,
el bosque extremeño, en calma y sosiego.
Flores menudas, alfombras vivientes,
que en manchas rosas, amarillas, blancas ...
lejos se esparcen; vaivenes les marcan
soplos de vientos, con besos calientes.

Fino plumaje, dorado, que esconde
coro de grillos con trinos de flauta;
ecos punzantes, cercanos, que engañan;
pasos sin rumbo, en ramajes de bronce.

Campos de aroma a tomillo y romero,
bajo sus cielos con soles en llamas;
fríos, lloviznas, tormentas y escarchas;
noches de duendes, plegarias y rezos.
Venas de hierro en la encina extremeña;
brazos retuertos, que portando savia
de raíz en garras, por resecas ramas,
nutren copones de hojas verdinegras.

Graba recuerdos el campo extremeño
entre sus palios de encinas salteadas.
Llora un misterio, con dulce balada,
cuando, al ocaso, se muere el sol...  lejos.

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6/21/2014

SERGIO FDEZ. SALVADOR (León, 1973)
Poema al abedul


¿Y qué ambición más limpia,
mejor dotado premio que merecer cantarte,
cenizoso abedul que entre dos prisas
te cruzas en mi día?
¿No es suficiente pago el rumoroso
tintineo de las monedas de oro
que aún tiemblan en tus ramas
cuando están ya desnudos
los castaños, los álamos, los plátanos?

Se para uno a mirarte y ya le habla
del alma herida al alma tu tronco acuchillado,
la mirada espantada de tus ojos,
pero a la vez le cantas –si a escuchar acertamos– 
la melodía única
que brota de los surcos de tu blanca
corteza, tal de rollo de pianola.
¿Cómo no devolver canto con canto?

Cuando otros enmudecen esperando
la tarda primavera, tú creces hacia el frío,
y es clamor tu silencio y es abrigo
la lividez estoica de tus ramas,
la dignidad sufrida de tu invierno.

Tomáramos ejemplo de tu ejemplo
ante los fríos aires de la vida.
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1/30/2014

ANTONIO REDONDO ANDÚJAR (Zaragoza, 1966)
Otra vez los árboles se agitan


Mira allá: otra vez los árboles se agitan
y el sol se ha derrumbado
sobre todos los cuerpos que lo adoran incautos.
¡Qué sonido tan torpe el crepitar del fuego!
Se parece al tic-tac del reloj.

Mira allá: otra vez los árboles se agitan.
Sus copas describen círculos inmensos.
La bóveda del cielo es de un azul que miente.
Sentido circular de la existencia: ¿Dónde caerás de nuevo?
¿En un cilindro
o en la masa viscosa de un nadie inexistente?

Camino, vuelvo la vista atrás y, a lo lejos
–guardando la distancia necesaria–,
una mujer, ocultando su cuerpo
–de manera que no pueda saber qué es lo que me oculta–,
me persigue incansable.
No me sirve de nada que mi paso sea raudo,
que corra como un loco
–encerrado entre muros de carne–
porque describo círculos inmensos.

Otra vez los árboles se agitan
y el cielo es de un azul que miente.
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4/28/2013


JOSÉ Mª CUMBREÑO (Cáceres 1972)
Árbol sin sombra 

No tala el leñador los troncos de los árboles,
sino sus sombras, que arden más despacio.
Llueve sin remordimiento en el mar.
Agua dulce que accede a ser estéril.
Agua maldita que nada fecunda.

Los cálculos del topógrafo
revelan dónde iniciar el desmonte.
La desembocadura traicionará al deshielo.
Servidumbre inescrutable
de la sed y la fatiga.

Si el calor no instilara
a la tierra el afán de la arena
ni al surco el del cauce seco.

La equidistancia
del río evaporado.
El hedor de la leche corrompida en las ubres.
Semen de sal.
El insomnio de las embarazadas
ha podrido la cosecha.

Durará la vida lo que dure el fuego.
Los árboles no darán ya sombra
en la que sentarse a descansar.
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1/10/2013

JOAQUÍN GRAU TASA (Bilbao, 1956)
EL TEJO (Taxus baccata)

Bajo la sagrada copa de un tejo milenario
Se sentó un grupo feliz y sonriente
Se anunciaba la tarde desde el campanario
Las comadres hablaban ignorando a la gente

Desde su recio tronco a modo de atalaya
Divisaron los guías las huestes de romanos
Como burla al invasor se emplearon sus bayas
Antes la muerte que servir como esclavos

Testigo mudo de afrentas entre hermanos
Harto ya de ser guardián del cementerio
En su corteza quedan las huellas de las balas
Bajo su sombra descansa el alma del vencido

Abrazarán su tronco cinco hombres enlazados
Jugarán los niños en su raíz escondidos
Escribirán su nombre los enamorados
Llorará una mujer a su hombre perdido

Recogerá su copa el agua de la lluvia
Degustarán los pájaros su fruto carnoso
Agitará sus ramas el viento del oeste
Se vestirán sus hojas con un manto de nieve

En una eterna rueda pasan las estaciones
Testimonio inmutable del transcurrir del tiempo
Altivo en tu colina, sordo a las emociones
Te ríes de los hombres, sus gozos y lamentos


San Cristóbal de Valdueza
12 de octubre del 2012
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