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6/24/2024

Con 84 años y los sueños cumplidos

MARTÍN REID, en "El Horticultor", dic 2023
Newton Godoy Mello, los sueños cumplidos de un jubilado

En la década de 1990, el jubilado Newton Godoy Mello, ahora de 84 años, decidió transformar el terreno baldío que estaba frente a su casa en una grandiosa plaza, llena de árboles, frutales, flores y otras plantas diversas.
     Gracias a sus mejoras, la plaza que actualmente lleva su nombre se convirtió en uno de los espacios públicos más bellos y arbolados de Guaiçara, en el centro-oeste de São Paulo.
     Para el Sr. Newton, el vecindario ideal es aquel en el que podemos hacer algo para mejorar el entorno de nuestra casa. En su caso, dedicarse a la plaza hizo que su zona de estar fuera más refrescante, agradable y verde.
     En entrevista con el portal Solutudo, el anciano dijo que nació en 1937, se casó en su juventud con doña Santa Amalia y juntos tuvieron tres hijos. Trabajó como tapicero y trabajó en el Hospital Clemente Ferreira durante casi tres décadas, donde se jubiló.
     Newton consideró vivir en Guaiçara después de hacer un recorrido por la ciudad. Estaba encantado con el lugar y decidió mudarse después de ser seleccionado para un proyecto de vivienda. Justo en frente de su casa había un terreno baldío, donde el gobierno de la ciudad prometió construir una plaza pública. Sin embargo, la idea nunca llegó a concretarse… Fue entonces cuando el ex-tapicero decidió limpiar el área y plantar los primeros árboles y flores. 
Detalle: el Sr. Newton no tenía experiencia previa en jardinería. Al principio, plantó un árbol de pitanga y varias plántulas.
     A lo largo de los años, las plántulas dieron lugar a docenas y luego a cientos de árboles. El horario de trabajo en el hospital -12 horas de trabajo y 36 horas de descanso- facilitó el cuidado de la futura plaza, pues dedicaba buena parte de sus días libres a seguir sembrando. En ese momento, quería que la plaza tuviera un estudio paisajístico, pero no pudo hacerlo. Así, pensó en un diseño propio, que fue mantenido por la municipalidad local luego de que se hormigonaran las pasarelas.
     Casi treinta años después, el diseño y la distribución del espacio del Sr. Newton permanecen intactos. 
Para el portal Solutudo, el jubilado dijo que contó con la ayuda de un amigo, José Luiz Souza, ‘Bisão’, que instaló los bancos y ayudó en algunos otros procesos de construcción. La esposa de Newton, la Sra. Santa, también ayudó con el trabajo.Cabe señalar que la mayor parte de las inversiones necesarias para levantar la plaza corrieron a cargo del jubilado.

     Desde 1998, la plaza lleva el nombre de “Newton Godoy Mello”, en homenaje al esfuerzo del jubilado. 
Esto fue posible gracias a una posibilidad legislativa en ese momento, ya que hoy en día no es posible que los espacios públicos reciban nominaciones de personas vivas, lo que hace aún más notable la hazaña.
     Bien cuidada, la plaza cuenta con mesas, bancos y una iluminación perfecta. Además, la pintura del suelo continúa a cargo del Sr. Newton.
     Debido a la edad, ya no realiza trabajos pesados ​​y subcontrata este servicio a un profesional de la limpieza. “Me siento agradecido por todo lo que ya hemos logrado y espero que todo lo que ha pasado aquí pueda inspirar a más personas ”, concluyó Newton.
     ¡Gracias a la dedicación del anciano y su amor por el proyecto, la plaza Newton Godoy Mello es una postal memorable de Guaiçara!
Lo hemos leído aquí
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3/17/2024

CHRISTOPHE DRENOU
“Los árboles en la ciudad"- Ciclo El Salón del Prado

Nueva charla en el ciclo de conferencias y cursos formativos ‘Salón del Prado’. La actividad que organiza el Real Jardín Botánico (RJB) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través de su Unidad de Jardinería y Arbolado, ofrece la conferencia “Los árboles en la ciudad” ofrecida por el botánico, profesor e investigador francés Christophe Drenou, el 14 de marzo de 2024. 

Christophe Drenou. Botánico especializado en el árbol, diplomado en el Instituto Nacional de Horticultura y Paisaje (INH, Angers) y doctor en Ciencias por la Universidad de Montpellier (Laboratorio de Francis Hallé). Ingeniero de investigación y desarrollo en el Instituto para el Desarrollo Forestal de Toulouse (IDF), lleva a cabo numerosos trabajos de investigación referentes a la relación entre fisiología y desarrollo vegetal en especies arbóreas. Es autor de varios libros, siendo su última publicación “Arbres, un botaniste au musée” (Fage, 2018). 

Información práctica

Actividad: Ciclo ‘Salón del Prado’.
Conferencia “Los árboles en la ciudad” de Christophe Drenou
Lugar: Real Jardín Botánico. Salón de Actos. Acceso por calle Claudio Moyano, 1
Fecha: jueves 14 de marzo de 2024. Horario: 18 horas.
Duración aproximada de la actividad: 60 minutos
Precio: Actividad gratuita. Entrada libre hasta completar aforo
Dirigida a: público adulto

En Getafe ya se plantó un bosque con el Método Miyawaki en marzo 2022
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12/23/2023

FENIX CANARIAS, en Facebook
Las aves y los lagartos son los principales dispersores de semillas en Canarias


¿Qué sucedería si una especie dispersora fuese sustituida por otra de menor tamaño?
En el caso de los Dragos ya está sucediendo. La reducción de las poblaciones (o desaparición) de sus principales dispersores, como las palomas rabiche, es una de las razones para explicar
por qué no hay una mayor regeneración natural.
     Estas especies ingieren todo el fruto y favorecen la germinación de la semilla tras su digestión y excreción.
Aves como los herrerillos o las currucas capirotadas suelen picotear los frutos en busca de pulpa en lugar de tragarlos enteros, por lo que las semillas, aunque caen al suelo, no pasan por el proceso de digestión necesario para su germinación.
     Otro caso más conocido es el de la desaparición del cuervo en las Cañadas del Teide. Clave para entender la disminución del cedro canario en el Parque Nacional. La acción dispersora del cuervo ha sido mantenida por otras especies de menor tamaño (y menor éxito de dispersión y germinación) como el mirlo capiblanco (en invierno) y los lagartos tizones (en verano).

Turdus torquatus torquatus

     El caso de los lagartos en Canarias es aún más evidente. Con dos especies completamente extintas, tres en peligro crítico y una disminuyendo rápidamente… ¿Quién está ocupando el lugar de estos animales? Estudios en la dispersión de frutos de leña buena u orijama muestran que el rol de los lagartos gigantes ahora lo ocupan lagartos pequeños.
     Estos lagartos más pequeños no son capaces de dispersar algunos de los frutos más grandes de la planta, reduciendo su variabilidad y transportan una menor cantidad de semillas.
     El estudio, la recuperación y conservación de estas poblaciones es clave para mantener los servicios que realizan en los ecosistemas. Su desaparición podría producir un posible efecto en cascada sobre las poblaciones de plantas.
     ¿Te habías planteado alguna vez cómo la extinción de un animal puede provocar la desaparición de otras especies que dependen de ellos?

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10/31/2023

Se cumplen cien años de la muerte de Ricardo Codorníu y Stárico (y 2ª parte)

ELISA RECHE / ERENA CALVO "elDiario.es"
Reforestaciones pioneras y parques urbanos: Ricardo Codorníu se adelantó un siglo a la lucha contra el cambio climático

Restauración de bosques de ribera en las ramblas mineras que desembocan en el Mar Menor

(...) Las masas forestales van a menguar en la Región, habrá problemas de plagas y eso impactará tanto en los ríos como en los habitantes, explica Eduardo Lafuente, jefe del Servicio de Estudios Medioambientales de la Comisaría de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), quien encuentra “una analogía” en la filosofía del trabajo de Codorníu con las actuaciones de restauración de bosques de ribera en las cuencas superiores de las ramblas mineras para impedir la llegada de metales pesados al mar Menor llevadas a cabo por el Ministerio para la Transición Ecológica a través de la Oficina Técnica del Mar Menor.
     “Ahí sí que se va a reforestar en grandes cantidades en sitios muy duros para trabajar, como lo fue Sierra Espuña. Encima contando con las técnicas y la maquinaria que tenían entonces. Técnicamente fue un logro: tanto en la capacidad de movilización de trabajadores, como en el hecho de tratarse de tan buenos técnicos”, señala Lafuente, quien conoció las grandes reforestaciones en Sierra Espuña y Guardamar del 'apóstol del árbol' durante sus estudios de Ingeniería Forestal en 4º de carrera a finales de los noventa.
     La inventiva solución que encontró Codorníu para plantar las zonas más inaccesibles de Sierra Espuña, por ejemplo, fue disparar las semillas con disparos de escopetas, como se hace actualmente con los drones.
     “Lo que más me sorprende de Codorníu es que fuera capaz de conseguir tanto dinero para acometer una reforestación de ese calibre”, reflexiona el especialista medioambiental. “En la Región de Murcia ahora hay muy poca reforestación, unas 50 hectáreas al año, y es llamativo porque el cambio climático aquí va a afectar mucho”, añade Lafuente.

“¿Qué pasa? Me dicen que quieren cortar el ficus”
Ricardo Codorníu, plaza de Santo Domingo de Murcia

     Hasta los últimos momentos de su vida, ya encamado, seguía preguntando por árboles, como el ficus que hizo plantar en la plaza de Santo Domingo de Murcia, emblema de la ciudad. “¿Qué pasa aquí? Me dicen que quieren cortar el ficus”, escribía en sus últimas cartas frenéticas preguntando al Ayuntamiento murciano.
     “Se dice que nadie es profeta en su tierra: tuvieron que hacerle un homenaje en Madrid en 1926 los ingenieros de Montes con una estatua que se colocó en el Retiro para que en ese mismo momento en Murcia se formara una comisión encargada de levantar un monumento a Codorníu a través de una suscripción popular”, cuenta Fernández. José Planes hizo el busto, acompañado por la figura de una niña con un ramo de flores abrazada a un tronco que hace de cuerpo. Más tarde también se levantaría otra escultura en su honor en Sierra Espuña.
     Codorníu había nacido en Cartagena y quería que le enterraran allí, de modo que recibió un permiso de las autoridades para que su cuerpo lo trasladaran en tren a la ciudad portuaria después de su muerte. Pero en Murcia, el día del entierro, se le hace una despedida tanto religiosa como civil: ingenieros de montes llevan el féretro a hombros hasta la estación de tren de El Carmen con el estandarte franciscano. “Y la memoria de Codorníu permanece”, apunta el comisario de la exposición.
En el Parque del Retiro, Madrid
     “Mi bisabuelo creó un pulmón para la Región y trabajó en otros parajes naturales, pero su legado más importante fue su legado humanista sobre la vida y el trabajo, se impuso como norma el respeto humano y siempre pensar en los demás”, recuerda su bisnieto José Luis Cáceres Hernández-Ros, hijo de su nieta María Teresa y presidente de la Asociación Carolina Codorníu, creada en 1993 por su tíos para mantener vivos la obra y el pensamiento de su antepasado. “Damos un premio anual a colegios de la Región para despertar la conciencia ecológica de los niños y el respeto al medio ambiente y actualmente trabajamos en un proyecto de bosques para la salud junto a la Asociación de Pediatras del Sureste”.
     De su bisabuelo, destaca que fue un “adelantado y un visionario, con la misión de dejar un mundo mejor”. José Luis Cáceres Hernández-Ros cuenta que “siempre trató de enseñar a sus paisanos con sus escritos, cuentos con moraleja o paseos didácticos por el Parque Ruiz Hidalgo que estaba en el barrio del Infante con especies arbóreas del mundo entero”. Ese afán le llevó a poner “siempre” al final de sus libros que autorizaba a cualquier persona o institución a usar el contenido de sus libros “en beneficio de la humanidad”.
     Muy familiar, “mi madre María Teresa recuerda los paseos con ella y el resto de nietos por el Paseo del Malecón, en Murcia, cuando aprovechaba para contarles anécdotas y enseñanzas”. Una de esas tardes, relata, “le explicaba a su nieto Juan de la Cierva Codorníu cómo volaban los aviones y le hizo fijarse en cómo caían las semillas de un árbol, y fue una inspiración para la invención después del autogiro”.
Inauguración del monumento a Ricardo Codorníu en Sierra Espuña | Archivo General de la Región de Murcia
“Quiero ser un árbol, un pino vulgar, quiero estar plantado en Sierra Espuña, mirando a la Cartagena que me vio nacer y a la Murcia que me vio crecer”, escribió a las puertas de su
 muerte.
     El Gobierno regional, a través de la Fundación Séneca, acaba de reeditar su libro 'Doce árboles', cuya primera edición fue en 1914 y es una recopilación de doce historias sobre árboles que Codorníu dedicó a sus nietos, según la personalidad de cada uno.

Centro de Visitantes de Sierra Espuña

     Ricardo Codorníu le da nombre al Centro de Visitantes de Sierra Espuña, que recibe una media de 16.000 visitantes al año, cuenta Cristina López, su coordinadora. “Codorníu es la figura central en la que se basa nuestro trabajo; tenemos una sala de interpretación y otra de proyecciones, y parte de las grabaciones abordan las características del Parque y sus valores naturales y culturales, que parten del legado de Codorníu, sin el que no tendríamos toda esta riqueza”.
     Cristina destaca todo lo referente a las infraestructuras, “porque teníamos los pozos de nieve que datan de la Edad Media pero en la época de Codorníu se construyeron senderos históricos y las casas forestales o los viveros; hay uno, el Vivero Huerta Espuña que todavía sigue funcionando con algunas especies de encinas, fresnos, mirtos o arces”.
     En el centro “acogemos visitas de colegios, programas de empleo y otros grupos de martes a viernes, con actividades programadas y también tenemos otras abiertas a todos los públicos los fines de semana”.
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Los doce cuentos de Codorníu los puedes encontrar en este blog en "301 Cuentos de Europa"

10/27/2023

Cien años de la muerte de Ricardo Codoníu y Stárico (1ª parte)

ELISA RECHE / ERENA CALVO, "elDiario.es", oct.23
Reforestaciones pioneras y parques urbanos: Ricardo Codorníu se adelantó un siglo a la lucha contra el cambio climático

El 'apóstol del árbol', tal y como era conocido el ingeniero forestal Ricardo Codorníu, murió hace 100 años
. Fue responsable de la primera gran reforestación de España en Sierra Espuña, mientras que su apuesta por las soluciones basadas en la naturaleza y la divulgación ambiental le hacen plenamente actual.

Ricardo Codorníu, el llamado 'apóstol del árbol', vestido de uniforme profesional en el homenaje con la medalla del Mérito Agrícola en 1914 | Revista Ibérica, colección particular
(Cartagena, 1846-Murcia, 1923)

“Lo que nos enseña Ricardo Codorníu es cómo intervenir en la naturaleza para conservar y recuperar el paisaje y el árbol, con todo lo que este trae. Las palabras más tensas que hemos podido leer de él son las acusaciones contra quienes cortan árboles”, explica Pedro Jesús Fernández, comisario de la muestra 'El hombre que soñó el futuro' sobre el llamado 'apóstol del árbol' en el Museo de la Ciencia y el Agua de Murcia, una de las pocas conmemoraciones realizadas en la Región a raíz del centenario de la muerte el pasado 26 de septiembre del ingeniero forestal cartagenero, pionero en la reforestación a gran escala en España y un adelantado en la lucha contra el cambio climático.
     Codorníu y Stárico, imbuido de la filosofía regeneracionista del siglo XIX “muy por la labor de avanzar y progresar en el conjunto de la sociedad”, se dio cuenta, entre otros aspectos, de la importancia de cuidar el suelo fértil, uno de los recursos no renovables más escasos en el mundo desarrollado.
     Tanto sus ideas como sus acciones siguen siendo de actualidad ante los problemas a los que se enfrenta Europa y, especialmente la propia Región de Murcia: la desertificación, la lucha por la conservación del suelo, los montes y el suelo forestal, los límites del paisaje marítimo, las inundaciones, la gestión hidrográfica y los parques urbanos. “Su obra en Sierra Espuña va mucho más allá de plantar pinos”, advierte el comisario de la exposición del Ayuntamiento de Murcia.
     Codorníu nace en una familia de Cartagena de orígenes italianos y catalanes que se había enriquecido con el comercio y con la desamortización. Estudia Ingeniería de Montes en Madrid y empieza a trabajar como ingeniero de montes, pero fue ascendiendo hasta obtener cargos en la Inspección Nacional, el Jardín Botánico de Madrid, la Escuela de Montes y el Ministerio de Fomento.
     Con la riada de Santa Teresa en Murcia en 1879 en la que murieron más de mil personas, el llamado 'apóstol del árbol' se da cuenta de que con los bosques deforestados se va perdiendo el suelo y queda la piedra viva. El control hidráulico permite la conservación del suelo, se van acumulando los sedimentos y entonces la tierra no se va arrastrando. A través de sus contactos y de una enorme insistencia emprende la reforestación de Sierra Espuña, hoy un parque regional ubicado a unos 40 km de Murcia.
Vista del Morrón de Espuña y del Barranco de En medio | Archivo General de la Región de Murcia
“Codorníu fue un hombre polifacético, y muy adelantado a su tiempo”, coincide el profesor de Ecología de la Universidad de Murcia (UMU), José Francisco Calvo. En aquella época, finales del siglo XIX, los montes de Sierra Espuña estaban totalmente esquilmados por el consumo de madera de los habitantes de la zona -que se acentuaría con el más industrial de las navieras que hacen barcos para el Ejército-, y el pastoreo, entre otros factores. “Aquella deforestación estaba en el origen de las enormes riadas que se estaban produciendo, y Codorníu lo supo ver”, explica. “Estamos en un momento de efervescencia internacional de corrientes que apostaban por la protección de los espacios naturales y sus especies o de la promoción de los parques”. El cartagenero se subió a esa ola.
     Sierra Espuña se presentó como “una oportunidad” -relata José Francisco Calvo- para llevar a cabo un “gran experimento” de reforestación. Y la obra que acometió fue “pionera” porque previamente “hizo un estudio pormenorizado que le llevó cerca de dos años, de todas las características del entorno para repoblar cada especie en el lugar indicado; en este sentido, fue un ejemplo modélico y con un valor ecológico muy importante”.
     En palabras del profesor de Ecología de la UMU, “este modo de operar fue un avance en la época, era la primera vez que se seguían unos criterios tan rigurosos en una obra de tanta extensión”, 17.804 hectáreas y con su punto más alto en el Morrón de Espuña (1.583 metros de altitud). El Parque de Sierra Espuña es el principal referente geográfico y se sitúa en el centro del territorio que engloba los municipios de Aledo, Alhama de Murcia, Librilla, Pliego, Totana y Mula.
     La repoblación se hizo con pino carrasco principalmente, además de pino rodeno a partir de los 700 metros de altitud, o pino laricio, además de otras especies como álamos, cipreses, madroños, chopos en las inmediaciones de las ramblas, y plantas arbustivas como zarzaparrillas, rosales o madreselvas. 
Ricardo Codorníu inspeccionando el paisaje repoblado con pino carrasco en el paraje de La Tenganera, Sierra Espuña | Archivo General de la Región de Murcia
     “Fue una obra enorme, y para acometerla contó con un equipo de ingenieros que se encargaron de las infraestructuras: los diques y puentes para contener el agua, la red de caminos o las casas forestales”, continúa José Francisco Calvo, quien añade que con el paso de los años “se ha podido comprobar el éxito de aquella repoblación; no solo en el campo de los árboles, porque Codorníu se dio cuenta de que tenía que reproducir todo el sotobosque, y crear los espacios adecuados para la pervivencia de las especies animales”. Su visión, y ahí radica también parte de su innovación, fue “multidisciplinar” en un momento en el que todavía no se hablaba del concepto de biodiversidad. “Pero el cartagenero sí que lo hizo así, de una manera integral y con una interpretación ecológica de la naturaleza, porque si vas a Sierra Espuña ahora parece que sea totalmente natural y no una reforestación”.
     También Codorníu se enfrentó a bulos y tuvo que ir desmintiendo pueblo por pueblo de la zona para explicarles que aquella obra se hacía en pro del conjunto de ciudadanos, explica el comisario de la exposición en la capital murciana.
     Otra de las grandes intervenciones del 'Viejo Forestal' fue la repoblación de las dunas de Guardamar. Las dunas se estaban comiendo el pueblo y promovió una obra de de ingeniería con tablestacas de madera que iban haciendo de bloque, permitían afianzar las dunas y plantar luego árboles que ya no se podía llevar el viento.
     El ingeniero forestal también reclamó el derecho al árbol en la ciudad al plantear el Parque Ruíz Hidalgo en la capital murciana que existió entre 1908 y 1955. Se creó en el lado norte del río Segura y fue lo que hoy se llamaría un parque inundable con una zona de uso social, pero también de arbolado. En ese momento se superaron los estándares de porcentaje de zona verde en zona urbana, “cosa que no hemos vuelto a recuperar”, explica el comisario de la exposición. El parque también era un arboreto, donde se iba probando cómo se adaptaban nuevas especies al clima mediterráneo.
     El 'apóstol del árbol' fundó diversas publicaciones ambientales, promocionó una escuela gratuita para niños sin recursos y montó la primera caja rural Murcia para luchar contra la usura a los huertanos y quienes cultivaban el campo. Era profundamente religioso, terciario franciscano, que “son los franciscanos seglares”, explica Fernández.
      Antitaurino, antibelicista y promotor en España del Esperanto, “su figura no habría desentonado para nada en la actualidad”. Otra de sus facetas más relevantes fue la de divulgador, “en una época en la que era revolucionario porque no había tantos medios, pero él puso muchísimo empeño en dar a conocer sus investigaciones”. También impulsó la Fiesta del Árbol, como actualmente se hace en los colegios, apunta el comisario de la exposición Pedro Jesús Fernández. “Se congregaba a la familia y a los niños y se hacían plantaciones comunitarias para extender ese amor que tenía por el árbol”.
Grupo de niños plantando pinos durante la celebración de la Fiesta del Árbol en Guardamar del Segura | Archivo General de la Región de Murcia
     A Jorge Sánchez, técnico de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), lo que más le impresiona de la figura del 'Viejo Forestal', como también era conocido Codorníu, es “su visión holística”. El 'apóstol del árbol' contaba con conocimientos de flora muy elevados para la época, así como de diversidad faunística, mientras que también conocía los temas relacionados con suelo y el clima. Eso, sumado a su perfil humanístico nos llevan a la figura de “un sabio del siglo XIX”.
     El ingeniero forestal “planteó la renaturalización de ciudad y la necesidad de establecer arbolado en los núcleos urbanos y fue un pionero de la educación ambiental. Codorníu ya hablaba hace más de 100 años de las cosas que hoy en día consideramos modernas”, explica el biólogo. “Creo que su visión tan adelantada también viene de que él era un personaje muy internacional. Fue un un promotor del esperanto y eso le tuvo que dar una una visión global; veía una necesidad de confluir entre distintas culturas”, considera Sánchez.
     Codorníu formaba parte de la Academia de Ciencias de Barcelona y una rama de su familia eran comerciantes de Génova que, ya desde la Edad Media, tenían mucho contacto con Murcia.
     Otro de los aspectos más llamativos de Codorníu para el biólogo de ANSE fue la introducción de la Sabina Mora en Sierra Espuña. “Esa planta solo tiene una población en la sierra de Cartagena, pero lo curioso es que cuando él la introdujo en Sierra Espuña no se conocían esas poblaciones. Es decir, las trajo por paralelismo con el norte de África, advirtiendo que el sur de Europa se iba a parecer cada vez más a esta zona”.
     Sánchez cree que el espíritu de Codorníu se refleja hoy en el manejo de agricultura en aquellas zonas en las que se están ejecutando plantaciones con setos. “Él hubiera puesto sobre la mesa la utilización de vegetación natural como herramienta para frenar la erosión y la escorrentía de los terrenos de cultivo”, apunta. (...)

Lo hemos leído aquí
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3/12/2023

La importancia de los plantadores

XAVIER LOMBARDERO, en LA VOZ, oct-2010
El zorro come 40 tipos de frutos y ayuda a expandir el bosque gallego


El perseguido raposo está prestando un importante servicio a la naturaleza auxiliando a la dispersión de semillas de hasta 40 especies arbóreas. Investigadores de la Universidade de Santiago de Compostela han demostrado la relación mutualista entre uno de los árboles, el serbal, y los carnívoros que consumen sus frutos carnosos. Ignacio Munilla, desde el departamento de Botánica, y José Guitián, del de Biología Celular y Ecología, comprobaron que durante 11 años los frutos de los serbales han estado ininterrumpidamente en la dieta de zorros y martas.
     De noche o por el día comen frutos caídos e incluso encaramándose al propio árbol, ayudando al avance del capudre (su nombre gallego) en Os Ancares, O Courel y la montaña leonesa. El zorro puede recorrer hasta siete kilómetros al día y el serbal llega por sus heces a matorrales o terrenos abandonados, donde prepara el camino para el bosque maduro. Además, se ha comprobado que en las montañas gallegas comen muchas moras, tejo, arándano, rosa silvestre, endrinos, peral silvestre e incluso especies cultivadas como los higos, uvas, cerezas, guindas, peras, manzanas, ciruelas...
     «Los zorros gallegos comen de todo, en especial ratones, insectos, carroña, desperdicios procedentes de basureros, muchos frutos en el otoño, aves y muy pocos conejos. Lo que parece es que busca específicamente los frutos. No son simplemente una dieta de repuesto sino que los busca aunque haya otros alimentos. Son fáciles de consumir frente a presas que exigen caza, pero podría ser que tuviera necesidades
de ingerir determinados componentes de los frutos», explica Guitián. Los frutos del capudre son muy ricos en taninos y vitamina C.
     El zorro, como carnívoro más abundante, presta eficaz servicio al trasladar las semillas, y falta saber cómo le afecta la escasez de serbal algunos años. Son árboles sincrónicos: el año sin frutos, no los hay en ninguno. Se trata de un recurso habitual también para martas, garduñas, jinetas y tejones y que comen en grandes cantidades el jabalí, el oso (también come arándanos, castañas o bellotas) los ratones y aves, con las distintas especies de zorzal que hay en Galicia. El zorro forma parte de la cadena trófica del campo gallego y en este contexto, Guitián asegura que «los campeonatos de caza del zorro me parecen patéticos. En cualquier caso, toda la caza de zorro debería de estar avalada por estudios bien hechos que demuestren
claramente que hay una densidad muy elevada, o poca, o la que sea. Nadie ha demostrado en Galicia que haya sobreabundancia. Conejos o perdices no hay, pero por infinidad de razones que nada tienen que ver con el raposo».

Lo hemos leído aquí
 
Quizás sea el momento para recordar la fábula de "La zorra y las uvas" atribuida a Esopo y recontada por otros también muy ilustres.  Y debemos saber que antaño era normal enredar las parras a algún árbol, sobre todo olmos, de ahí viene "No le pidas peras al olmo".

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1/13/2023

La araucaria y la cachaña

AGENCIA CyTA-INSTITUTO LELOIR, Mar-2018
Una cotorra patagónica es vital para la supervivencia de la araucaria

Una cotorra patagónica es vital para la supervivencia de la araucaria

En lo que podría ser un buen argumento para una fábula, una modesta cotorra patagónica podría estar contribuyendo a la preservación de la majestuosa araucaria, un árbol emblemático de la región que figura como “amenazado” en el catálogo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
     Así lo sugieren científicos de Bariloche, quienes comprobaron que la cachaña o cotorra austral (Enicognathus ferrugineus) estaría “protegiendo” de manera indirecta a los piñones o semillas de la conífera del exceso de recolección humana, sin afectar a su capacidad de germinación.  
     En un estudio que publicaron en la revista “Royal Society Open Science”, los doctores Karina Speziale y Sergio Lambertucci, del Grupo de Investigaciones en Biología de la Conservación, y Marcelo Aizen y Gabriela Gleiser, del Grupo de Polinización del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional del Comahue, y colegas de España, observaron que las cotorras consumen los piñones de forma parcial, por lo cual aquellos pierden atractivo para los pobladores de la zona que salen a recogerlos con el propósito de comerlos o alimentar al ganado. “Muchas personas prefieren las semillas intactas y desechan las dañadas”, dijo a la Agencia CyTA-Leloir la primera autora del trabajo, la doctora Speziale.
     Ese deterioro parcial, que aleja a los recolectores, sería providencial. Speziale y sus colegas ya habían mostrado en estudios recientes que la cachaña podía favorecer la dispersión de las semillas y que también podría ayudar a la polinización. Ahora, comprobaron mediante experimentos que los piñones dañados siguen siendo capaces de germinar.

     El hallazgo indica que, gracias a la cotorra, “el bosque de Araucaria tiene mayor chance de mantenerse, generar árboles jóvenes y a mayor distancia del “árbol madre” gracias a la cachaña a pesar de la gran cantidad de semillas que se pierden”, aseguró Speziale, quien agregó que mucha gente recolecta sin permiso en zonas vedadas o lo hace en cantidades mayores a las autorizadas.
     De todos modos, además de la recolección humana, la investigadora puntualizó que existen otras causas que ponen en jaque al árbol: el fuego, la tala, el sobrepastoreo y también es muy importante el consumo de piñones por parte de especies exóticas introducidas en la Patagonia, como el ciervo colorado, el conejo, la liebre y el jabalí.
     Los resultados de los estudios recientes llevados adelante por este grupo resaltan la importancia de la interacción entre un árbol milenario como la araucaria y las cachañas. Del estudio también participaron los doctores Fernando Hiraldo y José Tella, del Departamento de Biología de la Conservación de la Estación Biológica Doñana y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.

Lo hemos leído aquí
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12/14/2022

ALEJANDRA BORUNDA, en National Geographic
Las termitas y la sequía

¿Cómo ayudan las termitas a las selvas tropicales a sobrevivir al cambio climático? Los insectos tienen mala reputación, pero en una selva tropical de Borneo “son como un seguro ecológico"

Los árboles, algunos de los más altos del mundo, se elevaban sobre la científica Hannah Griffiths y sus colegas cada mañana mientras se adentraban en una zona prístina de selva tropical en la cuenca de Maliau en Borneo. Los pájaros cantan y la vida silvestre se cruza en sus caminos. Un día, un oso malayo se deslizó por el camino frente a ellos. Otro día, una cobra real pasó deslizándose.
      Pero los científicos pasaron, cruzaron puentes colgantes y se adentraron más en el bosque, donde habían establecido una serie de experimentos para observar los efectos ecológicos de criaturas más pequeñas y menos llamativas: las termitas.
     Sabían que las termitas gobernaban el reino de la tierra en el bosque, masticando los montones de hojas que caían de los árboles, cavando túneles y aireando el suelo, e "ingeniería" en todo el ecosistema. Pero no sabían exactamente lo importantes que eran los insectos para mantener el bosque sano y funcional, por lo que se propusieron descubrir su papel eliminando las termitas de un lugar en particular del bosque y viendo cómo respondía el mismo.
     Por suerte, comenzaron su experimento cuando el bosque se vio afectado por una sequía extrema, durante el evento El Niño 2015-2016. Y lo que encontraron, resumido en un artículo publicado en Science, fue inesperado: las termitas estaban en todas partes, casi el doble que durante un año de lluvia normal. Y esas termitas ayudaron al bosque a resistir, intacto y saludable, a la sequía; en las áreas ricas en termitas, el suelo permaneció húmedo, brotaron más plántulas de árboles y el sistema tarareó a pesar del largo y duro período de sequía. 
     “Son como un seguro ecológico”, dijo Griffiths, entomóloga de la Universidad de York en el Reino Unido. Las termitas, explica, terminaron protegiendo el bosque del estrés del cambio climático.


Termitas al rescate
     Las termitas tienen mala reputación. Aparecen en los titulares por masticar miles de millones de dólares en propiedades cada año en los EE. UU. y, a veces, literalmente por comerse el dinero. Y son responsables de algo así como del 2% de las emisiones globales de carbono, simplemente a fuerza de sus enormes poblaciones y su tendencia a masticar materiales ricos en carbono. Toda una industria está orientada a matarlos.
      Pero juegan un papel clave en muchos ecosistemas naturales. Los científicos saben desde hace años que en los bosques tropicales, las termitas mastican las hojas caídas y la madera muerta, manteniendo el material caído bajo control y transportando los nutrientes del material muerto de regreso al sistema para ser utilizados por otras plantas, insectos y animales.
     Ha sido muy difícil desentrañar el papel exacto de las termitas en muchos de los ecosistemas que habitan: ¿fueron ellas las que limpiaron la mayor parte del suelo del bosque, o fueron los microbios del suelo, las hormigas o todos ellos juntos? El equipo descubrió una manera de deshacerse de las termitas, y solo de las termitas, de algunas áreas pequeñas del bosque arrojando pequeños montones de celulosa envenenada, "como rollos de papel higiénico, en realidad", dice Griffiths, que las termitas y nada más que ellas podrían digerir.
     Así quedó un ecosistema casi desprovisto de termitas que pudieran comparar con los no afectados, lo que les permitió descifrar el papel exacto que desempeñaron los insectos. Durante los años sin sequía, vieron que no había mucha diferencia entre las parcelas normales y aquellas en las que habían eliminado las termitas. Pero durante la sequía, los efectos fueron remarcables. Donde había más termitas masticando los montones de hojarasca, el suelo permaneció húmedo y brotaron plántulas, lo que ayudó al bosque a superar la peor sequía en 20 años. “Las termitas pueden amortiguar eficazmente el cambio climático”, dice Rob Pringle, ecologista de la Universidad de Princeton que no participó en el estudio. “Cuanto más podamos hacer para tratar de mantener la integridad de los conjuntos comunitarios naturales, más resistentes serán a los desafíos del futuro, como el cambio climático”.


El futuro seco 
     Los científicos predicen que a medida que avanza el cambio climático, las sequías en la región podrían volverse más severas, causando aún más estrés en los últimos fragmentos de selva virgen de Borneo, dice Jane Hill, entomóloga de la Universidad de York que ha trabajado en el bosque de Maliau durante años. Pero para ella, el mensaje es claro: las termitas son clave para mantener la integridad del bosque frente a un clima cambiante. 
Pero la mayoría de los bosques tropicales que quedan en el mundo, en Borneo y más allá, no están en una forma tan perfecta y prístina, y en muchos de ellos, las poblaciones de termitas se han desplomado. “Muchos bosques se han fragmentado o degradado”, dice Hill. "Entonces, ¿qué resistencia tienen?" 
     Y en un futuro forzado por el clima, incluso el impulso que las termitas pueden dar al bosque podría no ser suficiente. “Claramente, las termitas tienen el potencial de ser realmente beneficiosas”, dice Carina Tarnita, ecologista de la Universidad de Princeton que no formó parte del estudio. “Pero, ¿qué les sucede con el cambio climático? ¿Cuál es su punto de ruptura? 
     Y para Griffiths, su propio estudio le mostró cuánto queda por aprender sobre la interconexión del ecosistema aquí y en los bosques tropicales de todo el mundo. Fue por el estudio de la sequía que pudieron identificar la importancia real de las termitas para el sistema, señala. Y eso “hace sonar las alarmas en mi cabeza”, dice, “porque me hace pensar, bueno, ¿qué más no sabemos? Si comenzamos a dañar las comunidades biológicas, no sabemos qué sucederá”.

Artículo leído aquí
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11/29/2022

Arrendajos, colaboradores del bosque

Arrendajo - Garrulus glandarius

PATRIC BARKHAM, en "The Guardian"
La mitad de los árboles son plantados por arrendajos

Más de la mitad de los árboles en dos nuevos bosques en las tierras bajas de Inglaterra no han sido plantados por terratenientes, organizaciones benéficas o máquinas, sino por arrendajos. Los antiguos campos se convirtieron rápidamente en bosques nativos sin protectores de árboles de plástico, riego o manejo costoso, según un nuevo estudio que respalda el uso de la regeneración natural para cumplir con los ambiciosos objetivos de creación de bosques.
      Durante el "rebrote pasivo", los zorzales esparcían semillas de zarzas, endrinos y espinos, y este matorral proporcionó "protectores" espinosos naturales para los robles que crecían a partir de bellotas enterradas en el suelo por arrendajos.
      El estudio,
 publicado en la revista Plos One, siguió el desarrollo de dos campos próximos a Monks Wood, una reserva natural en Cambridgeshire. Uno, un campo de cebada, fue abandonado en 1961. El otro, antiguo pastizal, quedó valdío en 1996.
     Después de tan solo 24 años, la zona de pastizales, conocida como “la nueva naturaleza salvaje”, se había convertido en un bosque joven con 132 árboles por hectárea, donde el 57% de los cuales eran robles. Después de 59 años, el campo de cebada, llamado “el viejo páramo”, parecía un bosque maduro, con 390 árboles por hectárea, de los cuales el 52% eran robles. En ambos casos, los arrendajos eran la fuente más probable de los robles, que, por lo general, llevaban bellotas para almacenarlas para el invierno mucho más lejos que los ratones y las ardillas grises.


Marta Maziarz inspeccionando la vegetación
      El Dr. Richard Broughton, del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido y autor principal del estudio, dijo: “A muchas personas no les gustan los arrendajos. Tradicionalmente se les ha considerado una plaga. Pero los arrendajos y posiblemente las ardillas grises plantaron más de la mitad de los árboles en estos sitios. Los arrendajos y los tordos básicamente diseñaron estos nuevos bosques".
     Es probable que los ambiciosos objetivos de plantación de árboles del gobierno para abordar la crisis climática con 30.000 hectáreas de nuevos bosques en Gran Bretaña para 2024 estén dominados por plantaciones de coníferas no nativas, que según los críticos pueden dañar la vida silvestre nativa y las turberas que almacenan carbono.
Monks Wood, donde los arrendajos eran la fuente más probable de los robles

     Los defensores de la regeneración natural, como Isabella Tree en Knepp, de la granja de West Sussex, argumentan que debemos aprender a valorar el "matorral" que surge por vez primera cuando la tierra es abandonada que proporciona refugio para la vida silvestre. Broughton dijo que el estudio de bosques emergentes en Monks Wood, una antigua estación de investigación para estudios ecológicos innovadores, demostró el valor de los matorrales.
     “Lo llamamos maleza como si debiera ser borrado, pero es matorral. Es un festival de vida salvaje, cubierto de flores, lleno de currucas. Es un lugar realmente agradable para disfrutarlo”, dijo. “Lo que realmente se destacó es que, a diferencia de la plantación, la regeneración natural crea esta primera etapa esencial del desarrollo de los arbustos: un matorral de zarzas y espinos sembrados por zorzales y una protección natural para los árboles contra los ramoneadores como los ciervos”.
      Los árboles en los bosques que se regeneran naturalmente crecieron rápidamente a pesar de la gran cantidad de ciervos salvajes en el área, incluidos los corzos y los ciervos muntjac invasores, y una serie de sequías a lo largo de los años.
     Hasta hace poco, el sistema de apoyo financiero para la agricultura desalentaba activamente la regeneración natural al eliminar los subsidios de pago básicos si se “limpiaban las tierras agrícolas”. Pero la nueva oferta de creación de bosques del gobierno ahora proporciona dinero a los terratenientes ingleses que desean reforestar utilizando la regeneración natural, con sus beneficios para la biodiversidad, el secuestro de carbono, los suelos y el alivio de las inundaciones.
      Tony Juniper, presidente de Natural England, dijo: “Al cumplir con nuestra más bienvenida ambición nacional de expandir los bosques, existen buenas razones para aprovechar el poder de la naturaleza. La regeneración natural del bosque en Monks Wood presenta un ejemplo fantástico de lo que es posible, los árboles se plantan solos, con la ayuda del viento, las aves y los mamíferos. Con "forestales" -animales- emplumados y peludos hacen su trabajo no hay necesidad de la excavación invasiva habitual, tubos de plástico o árboles jóvenes importados.
     “Como resultado, tampoco hay riesgo de importar enfermedades, es gratuito y está lleno de vida silvestre maravillosa, como insectos polinizadores, plantas silvestres y muchas aves, incluidas las currucas de jardín, el martillo amarillo y el banderín. La recuperación de bosques naturales también captura carbono y puede ayudar a reducir el riesgo de inundaciones. No funciona en todas partes, pero claramente lo hace en muchos lugares y me encantaría ver este tipo de ejemplo inspirando una regeneración más natural en todo el país ".
      Broughton dijo que era probable que la regeneración tan rápida registrada en Monks Wood solo ocurriera dentro de los varios cientos de metros próximos a los bosques existentes en las tierras bajas de Gran Bretaña, pero que los sitios más alejados de los bosques nativos probablemente proporcionarían beneficios de biodiversidad aún mayores porque la etapa de matorrales es particularmente rica en vida silvestre que se desarrolló más lentamente.
     Los nuevos bosques creados naturalmente también estaban dominados por robles. “Todo el mundo ama a sus robles y sabe cuán biodiversos son”, dijo Broughton. "Si se le preguntara a la gente por su bosque ideal, la mayoría diría que los robles son sus preferidos y eso es lo que obtenemos gratis con la regeneración natural".

Leído aquí

4/08/2022

En práctica el método de Akira Miyawaki, en Getafe

SUSANA SERRANO, en "El Salto"-Ecología (mar-22)
Un proyecto vecinal en Getafe convierte una escombrera en un mini bosque rodeado de encinas

El proyecto Alba, Acción Local por un Bosque Autóctono, planta el primer Bosque Miyawaki de España para generar oxígeno, neutralizar CO2, crear biodiversidad y subir la autoestima de Perales del Río (Getafe, Madrid) con un proyecto del que sentir orgullo.

Fotografías cedidas por Proyecto Alba de Perales del Río
“Era un terreno de cascotes, cuando hincabas la azada saltaban las chispas y ahora la tierra ya está repleta de lombrices”. Vecinos y vecinas de Perales del Río, un barrio de Getafe “al sur del sur de Madrid”, han trabajado duro para invitar a la naturaleza de vuelta y, para ello, han plantado el primer Bosque Miyawaki en nuestro país, recuperando y dando valor a un terreno baldío, deforestado y abandonado.
      Parte de su trabajo se ha basado en el método creado por el botánico japonés Akira Miyawaki, especialista en el estudio de semillas, bosques naturales y la restauración de vegetación natural en suelos degradados que ideó este proceso de restablecimiento de suelos y creación de bosques nativos que crecen hasta diez veces más rápido que un bosque tradicional.
      Para plantar un bosque miyawaki se necesita un terreno, que puede ser pequeño, desde 100 m², del que se analizan sus carencias y para el que se busca en la región la biomasa necesaria para suplirlas, sin usar pesticidas ni productos añadidos. Se identifican las plantas autóctonas que se adaptan al clima y tipo de terreno del lugar, y se plantan con una gran densidad. El alto número de ejemplares, de árboles y arbustos, provoca una gran competencia entre ellas, hasta tal punto que en solo ocho meses no permiten que la luz llegue al suelo, de modo que se protege la humedad y el humus producido por las hojas que caen al terreno. También acelera el crecimiento: un bosque que podía tardar en crecer 100 años lo hace en solo 10.


     Vito, maestra jubilada; Natalia, profesora de Filosofía en un instituto de secundaria, y Lidia, empresaria, son vecinas de Perales del Río y las propulsoras del Proyecto Alba. Comparten detalles de la particular experiencia de su bosque miyawaki, que ocupa una superficie de 300m². Dicen sentirse motivadas por “el aliento que te da la naturaleza y las buenas amistades, y saber que estás haciendo algo insustituible, que no hay nada mejor” expone Vito. Lidia, la persona que tuvo la idea de plantar siguiendo esta innovadora técnica, nos comenta, “me enteré de este método que trata de dar un respiro a las ciudades, un mini bosque que cabe en cualquier sitio, que crea biodiversidad, sumidero de CO2, generador de oxígeno”. La idea es imitar a la naturaleza, “si dejas obrar a las plantas, no crecen en hileras ni monocultivos, crece todo variado; por eso plantamos especies que se dan bien en este terreno y son autóctonas, llevan aquí siglos; no ponemos otras como un platanero, por ejemplo, con menos posibilidades de sobrevivir”.
     Su “historia de amor con la naturaleza” se remonta a 2019 cuando se suman a la “gran bellotada ibérica”. Solicitan terreno al Ayuntamiento de Getafe, que les cede un suelo y acceso a un punto de agua, y comienzan el trabajo de información y sensibilización en el barrio, del que surge una red social dinamizada en el Centro Cívico, “que nos facilitó llegar a mucha gente del barrio: familias, niños, jóvenes, llegando a casi todo el tejido social”, narra Natalia. Juntos comienzan a plantar y a cuidar bellotas, hasta ahora, que ya cuentan con 350 ejemplares entre encinas y coscojas; antes, prepararon el terreno con nutrientes porque el suelo era muy árido y “allí no podía crecer nada”.  
     Con maquinaria municipal del Ayuntamiento de Getafe rompieron el suelo que estaba muy compactado y duro, y retiraron manualmente el escombro que permanecía semi oculto; recuperaron troncos de árboles caídos del paso de la borrasca Filomena para ponerlos al servicio de la naturaleza nuevamente, y construir con ellos una puerta y una hilera con una malla anti conejos enterrada en el suelo para vallar todo el contorno de la superficie. Para nutrir el suelo lo enriquecieron en una primera etapa con la materia orgánica donada por una yeguada del barrio y luego plantaron siguiendo las instrucciones de Miyawaki.  
     Ahora mismo acaban de ampliar el bosque, que ya cuenta con 2.600 plantas entre las que se encuentran árboles —encinas, coscojas, quejigo, alcornoque y álamo blanco—, especies arbustivas o trepadoras —majuelo, Rhamnus catharticus, Osyris alba, vid silvestre y algo de Rhamnus alaternus, jaguarzo, cornejo, escaramujo, labiérnago y  olivillo— y, como cobertura del suelo, han plantado jara, tomillo, lavanda, romero, algo de cantueso y mejorana silvestre. Los viveros que han donado sus plantas para el bosque miyawaki han sido los del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM), la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA) y otras asociaciones ecologistas del municipio de Getafe.  
     Después de plantar, han aplicado una cobertura de broza triturada de podas municipales para prolongar la humedad y el enriquecimiento del suelo gracias a su progresiva descomposición” y 20 kilos de un producto natural, donado por Biopolym Ibérica una empresa granadina, que suscita la micorriza, la simbiosis entre un hongo y las raíces de una planta, “las redes de colaboración que alimentamos por encima de la tierra, también las llevamos a las raíces”, afirma entusiasmada Natalia.

El bosque transforma al barrio, tejiendo redes

     El Proyecto Alba tiene tres objetivos fundamentales. El principal es la sensibilización de la vecindad en su barrio en relación a temas medioambientales, pero también lo son el desarrollo sostenible —acción por el clima a través del cuidado de los ecosistemas— y crear redes facilitando lazos de coordinación con asociaciones y colectivos para sumar sinergias.
     Han participado activamente en información y sensibilización en las aulas de los centros escolares del barrio sobre los efectos del cambio climático y los posibles compromisos locales para revertir sus efectos, “y con el mismo propósito hemos recibido a numerosos grupos escolares y universitarios en nuestro vivero, con la riqueza añadida de ver con sus propios ojos el proceso completo desde la siembra hasta su trasplante”, afirma orgullosa Natalia.
     El Ayuntamiento de Getafe ha recibido por el Proyecto Alba el Segundo Premio a nivel nacional de la Federación Española de Municipios y Provincias, en reconocimiento a las buenas prácticas por la red establecida con instituciones y asociaciones amigas. “El reconocimiento significa mucho”, explica Natalia, que añade que la idiosincrasia del barrio es muy particular al estar rodeado de depuradoras y con un tramo del Río Manzanares muy degradado. “El concepto que tienen las personas que viven en Perales del Río es muy negativo, casi deprimente, de que vivimos en el sur del sur de Madrid por donde viene toda la mierda, literalmente; viene por el río y las depuradoras no limpian adecuadamente”.
     Este vecindario, al ver su barrio relacionado “con algo chulo y potente que sale por la televisión con un contenido positivo”, contrarresta los titulares habituales dedicados a los mosquitos de Perales, la suciedad del río que pasa por Perales, etc. “Esto es precioso, genera apego al barrio en el que vives, te sube la autoestima porque aquí está pasando algo que vale la pena contar, algo de lo que sentirse orgulloso”.

Nos encontramos en la cuenta atrás climática, no tenemos un planeta B 

     Existen detractores del método Miyawaki que advierten de una mortalidad de los árboles de entre el 61 y el 84 % después de doce años. Vito señala la posibilidad de que entre las 45 especies que han plantado, solo un 10% sobreviva, “pero el tamaño del bosque seguirá siendo el mismo y se habrá conseguido generar oxígeno”.
     Las tres compañeras coinciden en que la situación actual, después de un año de la primera plantación, es muy positiva, “las plantas y los árboles tienen un crecimiento lento, pero no los arbustos; en un año ya hemos tenido flores de jara, romero, tomillo, lavanda y mejorana, empezamos a ver mariposas, pequeños insectos, aves”. Entienden que habrá especies que tarden más en crecer y que la sombra empobrezca a otras que han crecido muy rápido al principio y luego se queden paradas, “pero esta es la supervivencia y la superación del bosque, las plantas están creando suelo y atrayendo vida”. (...)     
     El proyecto Alba se ha vinculado con la Plataforma Salvemos el Río Manzanares, y también han constituido ARBA además de formar parte muy comprometida de la Mesa del Árbol y participar en el Consejo de sostenibilidad y medio ambiente del ayuntamiento de Getafe. Entienden que, después de la borrasca Filomena, la ciudadanía encuentra necesario que el Ayuntamiento de Getafe y todos los Ayuntamientos de Madrid se tomen en serio el tema del arbolado y los parques, las aceras y los espacios periurbanos, y por ello esperan que las instituciones estén a la altura de las circunstancias y apoyen iniciativas reales y prácticas “y no megaproyectos con muy poco criterio de repoblaciones que luego no tienen continuidad y se secan, esconden inversiones que no son reales para la naturaleza”.

     El fenómeno es imparable y su trabajo resuena en otras organizaciones y colectivos “que han contactado con el Proyecto Alba porque tienen interés en saber cómo hemos hecho: en Alcobendas - San Sebastián de los Reyes quieren plantar otro bosque Miyawaki, un equipo del barrio de la Hortaleza de Madrid ha venido a aprender, el sábado vino el técnico de medio ambiente de Valdemoro para ver lo que hacemos”. Javier Peña del proyecto ecologista divulgativo Hope! visitó Perales del Río para aprender sobre el método Miyawaki, pues con la Fundación Hope acción climática, recientemente creada, quieren hacer un ensayo de distintas técnicas de restauración de ecosistemas; “Las técnicas se diseñarán mediante un proceso participativo entre distintos/as expertos en ecología y cambio climático entre los que están Fernando Valladares presidente de la fundación”, nos cuenta Natalia. 
     El colectivo ha superado su principal reto el riego de las plantas durante el verano en dos ocasiones: “Hacemos turnos de tal manera que las encinas y arbustos se riegan semanalmente, y el Miyawaki y el vivero dos veces a la semana”, explica Lidia. “Es difícil coordinarse para regar durante el largo y caluroso verano, pero somos un grupo cohesionado y no nos cogemos las vacaciones a la vez, hay mucha disposición y cariño, esto con trabajadores municipales sería imposible”. Vito aclara que el grupo tiene muy claro que su propósito no es el de hacer parques, “para eso están los jardineros”, y que no son mano de obra del ayuntamiento: “Tampoco somos voluntarios, el voluntariado se practica con una organización que te pide que te sumes a una acción determinada, nosotras somos activistas de primera base”. 
     Les gustaría llegar a materializar un acuerdo formal con el Ayuntamiento para saber que pueden asumir en el futuro porque todavía queda mantenimiento del bosque, como el riego. Tienen un cuadernillo con muchos proyectos: quieren plantar almendros y olmos en los paseos ciclistas, mejorar un paseo en una vía pecuaria, “pero ni somos funcionarias municipales ni tenemos todas las cartas del juego, los árboles necesitan entre tres y cuatro años de riego así que necesitamos acuerdos para que nuestra labor colectiva esté a salvo sea cual sea el partido que esté en el Gobierno”, resume Vito.

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