Reforestaciones pioneras y parques urbanos: Ricardo Codorníu se adelantó un siglo a la lucha contra el cambio climático
Restauración de bosques de ribera en las ramblas mineras que desembocan en el Mar Menor
(...) Las masas forestales van a menguar en la Región, habrá problemas de plagas y eso impactará tanto en los ríos como en los habitantes, explica Eduardo Lafuente, jefe del Servicio de Estudios Medioambientales de la Comisaría de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), quien encuentra “una analogía” en la filosofía del trabajo de Codorníu con las actuaciones de restauración de bosques de ribera en las cuencas superiores de las ramblas mineras para impedir la llegada de metales pesados al mar Menor llevadas a cabo por el Ministerio para la Transición Ecológica a través de la Oficina Técnica del Mar Menor.
“Ahí sí que se va a reforestar en grandes cantidades en sitios muy duros para trabajar, como lo fue Sierra Espuña. Encima contando con las técnicas y la maquinaria que tenían entonces. Técnicamente fue un logro: tanto en la capacidad de movilización de trabajadores, como en el hecho de tratarse de tan buenos técnicos”, señala Lafuente, quien conoció las grandes reforestaciones en Sierra Espuña y Guardamar del 'apóstol del árbol' durante sus estudios de Ingeniería Forestal en 4º de carrera a finales de los noventa.
La inventiva solución que encontró Codorníu para plantar las zonas más inaccesibles de Sierra Espuña, por ejemplo, fue disparar las semillas con disparos de escopetas, como se hace actualmente con los drones.
“Lo que más me sorprende de Codorníu es que fuera capaz de conseguir tanto dinero para acometer una reforestación de ese calibre”, reflexiona el especialista medioambiental. “En la Región de Murcia ahora hay muy poca reforestación, unas 50 hectáreas al año, y es llamativo porque el cambio climático aquí va a afectar mucho”, añade Lafuente.
Centro de Visitantes de Sierra Espuña
Ricardo Codorníu le da nombre al Centro de Visitantes de Sierra Espuña, que recibe una media de 16.000 visitantes al año, cuenta Cristina López, su coordinadora. “Codorníu es la figura central en la que se basa nuestro trabajo; tenemos una sala de interpretación y otra de proyecciones, y parte de las grabaciones abordan las características del Parque y sus valores naturales y culturales, que parten del legado de Codorníu, sin el que no tendríamos toda esta riqueza”.
Cristina destaca todo lo referente a las infraestructuras, “porque teníamos los pozos de nieve que datan de la Edad Media pero en la época de Codorníu se construyeron senderos históricos y las casas forestales o los viveros; hay uno, el Vivero Huerta Espuña que todavía sigue funcionando con algunas especies de encinas, fresnos, mirtos o arces”.
En el centro “acogemos visitas de colegios, programas de empleo y otros grupos de martes a viernes, con actividades programadas y también tenemos otras abiertas a todos los públicos los fines de semana”.
(...) Las masas forestales van a menguar en la Región, habrá problemas de plagas y eso impactará tanto en los ríos como en los habitantes, explica Eduardo Lafuente, jefe del Servicio de Estudios Medioambientales de la Comisaría de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), quien encuentra “una analogía” en la filosofía del trabajo de Codorníu con las actuaciones de restauración de bosques de ribera en las cuencas superiores de las ramblas mineras para impedir la llegada de metales pesados al mar Menor llevadas a cabo por el Ministerio para la Transición Ecológica a través de la Oficina Técnica del Mar Menor.
“Ahí sí que se va a reforestar en grandes cantidades en sitios muy duros para trabajar, como lo fue Sierra Espuña. Encima contando con las técnicas y la maquinaria que tenían entonces. Técnicamente fue un logro: tanto en la capacidad de movilización de trabajadores, como en el hecho de tratarse de tan buenos técnicos”, señala Lafuente, quien conoció las grandes reforestaciones en Sierra Espuña y Guardamar del 'apóstol del árbol' durante sus estudios de Ingeniería Forestal en 4º de carrera a finales de los noventa.
La inventiva solución que encontró Codorníu para plantar las zonas más inaccesibles de Sierra Espuña, por ejemplo, fue disparar las semillas con disparos de escopetas, como se hace actualmente con los drones.
“Lo que más me sorprende de Codorníu es que fuera capaz de conseguir tanto dinero para acometer una reforestación de ese calibre”, reflexiona el especialista medioambiental. “En la Región de Murcia ahora hay muy poca reforestación, unas 50 hectáreas al año, y es llamativo porque el cambio climático aquí va a afectar mucho”, añade Lafuente.
“¿Qué pasa? Me dicen que quieren cortar el ficus”
Hasta los últimos momentos de su vida, ya encamado, seguía preguntando por árboles, como el ficus que hizo plantar en la plaza de Santo Domingo de Murcia, emblema de la ciudad. “¿Qué pasa aquí? Me dicen que quieren cortar el ficus”, escribía en sus últimas cartas frenéticas preguntando al Ayuntamiento murciano.
“Se dice que nadie es profeta en su tierra: tuvieron que hacerle un homenaje en Madrid en 1926 los ingenieros de Montes con una estatua que se colocó en el Retiro para que en ese mismo momento en Murcia se formara una comisión encargada de levantar un monumento a Codorníu a través de una suscripción popular”, cuenta Fernández. José Planes hizo el busto, acompañado por la figura de una niña con un ramo de flores abrazada a un tronco que hace de cuerpo. Más tarde también se levantaría otra escultura en su honor en Sierra Espuña.
Codorníu había nacido en Cartagena y quería que le enterraran allí, de modo que recibió un permiso de las autoridades para que su cuerpo lo trasladaran en tren a la ciudad portuaria después de su muerte. Pero en Murcia, el día del entierro, se le hace una despedida tanto religiosa como civil: ingenieros de montes llevan el féretro a hombros hasta la estación de tren de El Carmen con el estandarte franciscano. “Y la memoria de Codorníu permanece”, apunta el comisario de la exposición.
Ricardo Codorníu, plaza de Santo Domingo de Murcia |
Hasta los últimos momentos de su vida, ya encamado, seguía preguntando por árboles, como el ficus que hizo plantar en la plaza de Santo Domingo de Murcia, emblema de la ciudad. “¿Qué pasa aquí? Me dicen que quieren cortar el ficus”, escribía en sus últimas cartas frenéticas preguntando al Ayuntamiento murciano.
“Se dice que nadie es profeta en su tierra: tuvieron que hacerle un homenaje en Madrid en 1926 los ingenieros de Montes con una estatua que se colocó en el Retiro para que en ese mismo momento en Murcia se formara una comisión encargada de levantar un monumento a Codorníu a través de una suscripción popular”, cuenta Fernández. José Planes hizo el busto, acompañado por la figura de una niña con un ramo de flores abrazada a un tronco que hace de cuerpo. Más tarde también se levantaría otra escultura en su honor en Sierra Espuña.
Codorníu había nacido en Cartagena y quería que le enterraran allí, de modo que recibió un permiso de las autoridades para que su cuerpo lo trasladaran en tren a la ciudad portuaria después de su muerte. Pero en Murcia, el día del entierro, se le hace una despedida tanto religiosa como civil: ingenieros de montes llevan el féretro a hombros hasta la estación de tren de El Carmen con el estandarte franciscano. “Y la memoria de Codorníu permanece”, apunta el comisario de la exposición.
“Mi bisabuelo creó un pulmón para la Región y trabajó en otros parajes naturales, pero su legado más importante fue su legado humanista sobre la vida y el trabajo, se impuso como norma el respeto humano y siempre pensar en los demás”, recuerda su bisnieto José Luis Cáceres Hernández-Ros, hijo de su nieta María Teresa y presidente de la Asociación Carolina Codorníu, creada en 1993 por su tíos para mantener vivos la obra y el pensamiento de su antepasado. “Damos un premio anual a colegios de la Región para despertar la conciencia ecológica de los niños y el respeto al medio ambiente y actualmente trabajamos en un proyecto de bosques para la salud junto a la Asociación de Pediatras del Sureste”.
De su bisabuelo, destaca que fue un “adelantado y un visionario, con la misión de dejar un mundo mejor”. José Luis Cáceres Hernández-Ros cuenta que “siempre trató de enseñar a sus paisanos con sus escritos, cuentos con moraleja o paseos didácticos por el Parque Ruiz Hidalgo que estaba en el barrio del Infante con especies arbóreas del mundo entero”. Ese afán le llevó a poner “siempre” al final de sus libros que autorizaba a cualquier persona o institución a usar el contenido de sus libros “en beneficio de la humanidad”.
Muy familiar, “mi madre María Teresa recuerda los paseos con ella y el resto de nietos por el Paseo del Malecón, en Murcia, cuando aprovechaba para contarles anécdotas y enseñanzas”. Una de esas tardes, relata, “le explicaba a su nieto Juan de la Cierva Codorníu cómo volaban los aviones y le hizo fijarse en cómo caían las semillas de un árbol, y fue una inspiración para la invención después del autogiro”.
“Quiero ser un árbol, un pino vulgar, quiero estar plantado en Sierra Espuña, mirando a la Cartagena que me vio nacer y a la Murcia que me vio crecer”, escribió a las puertas de su
De su bisabuelo, destaca que fue un “adelantado y un visionario, con la misión de dejar un mundo mejor”. José Luis Cáceres Hernández-Ros cuenta que “siempre trató de enseñar a sus paisanos con sus escritos, cuentos con moraleja o paseos didácticos por el Parque Ruiz Hidalgo que estaba en el barrio del Infante con especies arbóreas del mundo entero”. Ese afán le llevó a poner “siempre” al final de sus libros que autorizaba a cualquier persona o institución a usar el contenido de sus libros “en beneficio de la humanidad”.
Muy familiar, “mi madre María Teresa recuerda los paseos con ella y el resto de nietos por el Paseo del Malecón, en Murcia, cuando aprovechaba para contarles anécdotas y enseñanzas”. Una de esas tardes, relata, “le explicaba a su nieto Juan de la Cierva Codorníu cómo volaban los aviones y le hizo fijarse en cómo caían las semillas de un árbol, y fue una inspiración para la invención después del autogiro”.
Inauguración del monumento a Ricardo Codorníu en Sierra Espuña | Archivo General de la Región de Murcia |
muerte.
El Gobierno regional, a través de la Fundación Séneca, acaba de reeditar su libro 'Doce árboles', cuya primera edición fue en 1914 y es una recopilación de doce historias sobre árboles que Codorníu dedicó a sus nietos, según la personalidad de cada uno.
El Gobierno regional, a través de la Fundación Séneca, acaba de reeditar su libro 'Doce árboles', cuya primera edición fue en 1914 y es una recopilación de doce historias sobre árboles que Codorníu dedicó a sus nietos, según la personalidad de cada uno.
Centro de Visitantes de Sierra Espuña
Ricardo Codorníu le da nombre al Centro de Visitantes de Sierra Espuña, que recibe una media de 16.000 visitantes al año, cuenta Cristina López, su coordinadora. “Codorníu es la figura central en la que se basa nuestro trabajo; tenemos una sala de interpretación y otra de proyecciones, y parte de las grabaciones abordan las características del Parque y sus valores naturales y culturales, que parten del legado de Codorníu, sin el que no tendríamos toda esta riqueza”.
Cristina destaca todo lo referente a las infraestructuras, “porque teníamos los pozos de nieve que datan de la Edad Media pero en la época de Codorníu se construyeron senderos históricos y las casas forestales o los viveros; hay uno, el Vivero Huerta Espuña que todavía sigue funcionando con algunas especies de encinas, fresnos, mirtos o arces”.
En el centro “acogemos visitas de colegios, programas de empleo y otros grupos de martes a viernes, con actividades programadas y también tenemos otras abiertas a todos los públicos los fines de semana”.
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Los doce cuentos de Codorníu los puedes encontrar en este blog en "301 Cuentos de Europa"
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