TOMÁS CASAL PITA
El tejo de Muckross Abbey
El tejo de Muckross Abbey
Al suroeste de Irlanda, en el condado de Kerry y dentro del actual Parque Nacional Killarney, se encuentran las ruinas de una antigua abadía franciscana, construida entre 1340 y 1448 y que tuvo una historia violenta, siendo dañada y reconstruida en numerables ocasiones. En la actualidad se encuentra sin techo en su mayor parte, pero en general se halla en bastante buen estado de conservación. Su característica más destacada es un patio central con un claustro abovedado que actualmente rodea a un gran tejo. Antes de hablar del tejo, quiero comentar que la abadía se encuentra próxima al lago de Lough Leane en cuyas aguas hay una pequeña isla (Innisfallen) donde también existió, durante casi mil años -hasta que Isabel I de Inglaterra la desalojó- otra abadía, donde se escribió la historia temprana de Irlanda y se educó a uno de sus reyes. 

Volviendo al árbol, como sucede a menudo con los tejos, su edad es desconocida, pero existen multitud de leyendas y supersticiones en torno a él. Según la tradición, se trajo desde Innisfallen siendo un árbol joven y se plantó en el corazón de la abadía, como si fuese la continuidad de la historia. Otra leyenda dice que debajo está enterrada una imagen milagrosa de la Virgen María y que cualquiera que dañe el árbol morirá en un año. A este respecto, el libro “Heritage Trees of Ireland” de Aubrey Fennell dice que “Esta advertencia no fue escuchada por un soldado, que cortó una pequeña rama que goteaba sangre y que cayó muerto en el acto”. El mismo autor señala que la tradición dice que este árbol se plantó sobre la tumba de un monje que había estado ausente durante 100 años y había regresado allí para morir.
Leyendas al margen, una última nota tomada del libro, con la que estoy totalmente de acuerdo : "No existe una fórmula simple para datar un tejo individual, ya que pueden desviarse enormemente del promedio, pero este árbol debe tener al menos 350 años ... esperemos que el árbol reciba el respeto que se merece". El tronco del tejo es recto y sólido y las ramas se extienden desde él para cubrir las paredes circundantes. Al parecer, los monjes mantuvieron el árbol desmochado y con las ramas recortadas mientras residieron en la abadía, pero esta fue abandonada en el siglo XVII y empezó a recibir visitas a mediados del siglo XVIII. Uno de estos visitantes, en 1756, escribió que era uno de los tejos más altos que había visto en su vida. “Sus ramas extendidas, como una gran sombrilla, ensombrecen los nichos del gran claustro”. Y ahí sigue, recibiendo visitas, en la católica Irlanda.
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