Los legendarios Dragos Gemelos, dos troncos pero una misma copa
Dentro del catálogo de los árboles más notables y conocidos del archipiélago no abundan, precisamente, aquellos que cuentan con leyenda popular propia. Entre éstos cabe nombrar al mítico Garoé (El Hierro), al Pino de Casandra (Gran Canaria), al Aderno de los Chorros de Epina (La Gomera) y, cómo no, a los célebres Dragos Gemelos (La Palma).
Escudo de Breña Alta |
Deducir cómo nacen estas fábulas mezcla siempre importantes dosis de fantasía con el saber popular, de anónimas historias orales que se transmiten, deforman y, a su vez, enriquecen. Reservando un pequeño hueco para realidades nunca confirmadas, siempre he pensado que estas historias surgen como respuestas por parte de padres y abuelos, cuando son preguntados por hijos y nietos, respecto a la grandeza de aquellos árboles que atrapan su atención. Esta inquietud infantil, envuelta en historias para conciliar el sueño, al final no sólo se refleja en la cultura, también ha venido a reforzar el valor de la propia flora insular.
En el caso de los Dragos Gemelos estas respuestas fueron ricas e imaginativas, modelando una historia trágica pero también bella, un mito a la altura de la grandeza de estos individuos. La notoriedad de este conjunto vegetal, así como el arraigo en la cultura insular, llevaron al Ayuntamiento de Breña Alta a incluir este símbolo en la heráldica municipal desde 1990. También durante los primeros años de la democracia, siendo alcalde Gabriel Hernández, se instó al Cabildo Insular para que adquiriera y dignificara el entorno de este “drago de dos patas”.
La bella Urbina
La leyenda de los Dragos Gemelos se remonta justo a la época previa a la conquista y en la misma participan dos hermanos gemelos, Urunte y
Timizara, y una bonita doncella benahorita de nombre Urbina. Ambos
hermanos pretendían a la misma mujer, hasta el punto de que los celos
les llevaron a disputar su amor en una contienda. La fatalidad se
encargó de que no sobreviviera ninguno en el combate y en el mismo lugar
donde derramaron su sangre, Urbina, en su inmensa tristeza, plantó dos
esquejes de drago para recordarlos eternamente.
La tradición popular, como recoge César Javier Palacios, también
cuenta que estos dragos fueron plantados por una joven enamorada de dos
hermanos gemelos, aconsejada por los curanderos locales, con el fin de
atraer su atención.
Estos ejemplares de Dracaena draco se localizan sobre la coordenada 28º 38` 53 «N y 17º 47´15″W, a 380 metros de altitud, a escasos metros de la carretera LP-301 que parte desde la zona de El Llanito hacia San Isidro, ambos barrios del municipio palmero de Breña Alta. Allí, entre casas de vivos colores, existe un minijardín que parte en forma de pasillo desde la carretera hasta la placita en la que se ubican los dragos. Rodeados por un vallado y un seto de aguacateros e higueras, se erigen estas dos columnas, separadas apenas metro y medio, para fundirse luego en una gigantesca copa.
Para la gran mayoría de los palmeros estos dragos, al igual que para los tinerfeños el de Icod de los Vinos, tienen una edad milenaria. La Palma es un isla en la que Dracaena draco no se encuentra citada como elemento espontáneo; por otro lado, siguiendo la regla periodo floral-fructificación se le debe atribuir una edad de entre 200 y 250 años. Estos ejemplares fueron plantados tan juntos (quizás por falta de espacio) en la antigua finca Las Gallanías, propiedad de Servando Pérez, que se aprovechaban como forraje animal en sus primeras edades.
Teniendo en cuenta que la primera ramificación de ambos dragos coincide en altura, parece lógico pensar que resulten coetáneos, siendo incluso posible que provengan de un mismo progenitor. Aun así, a simple vista observamos que el drago situado más al norte presenta un diámetro mayor (próximo a los 4 metros), si bien la altura de la semiesfera de copa, cifrada en 15 metros, es común para ambos. El ensamblaje entre ambas copas es perfectamente simétrico, ocupando con habilidad todos los huecos. El cruzamiento entre ramas se pierde en la infinidad de las mismas, pudiéndose observar también varias ramas rotas, además de innumerables tejidos plisados y soldados entre ambos ejemplares.
Llama la atención la posición de las últimas ramas, cuya disposición es prácticamente perpendicular al suelo. La corteza presenta un aspecto grueso, parecido a la piel de elefante, si bien el ejemplar situado más al sur tiene una gran parte sin corteza en la cara anterior. No se aprecian huecos internos y las raíces aéreas abundan por doquier.
El aspecto general de este único elemento vegetal responde a las características de los viejos dragos, con floraciones parciales y anuales que buscan compensar los pesos y que muchas veces no se traducen en división, sino tan sólo en un quiebro de dirección en la rama. Otra característica de los viejos dragos es la superposición y renovación de capas externas, desde arriba hacia abajo.
Buen augurio
Reuniendo leyenda y ciencia, resultaría harto interesante estudiar la
consanguinidad entre ambos ejemplares, realizando para ello una
comparativa de ADN. Con ello también se podría estimar el grado de
injerto y fusión vegetal.
Cierto es que los viejos ejemplares de drago sufren mucho la acción de los vientos, siendo normalmente la causa de su destrucción. En este
caso, no sólo el cobijo de las casas cercanas sino también el hecho de
contar con un apoyo doble, auguran mucha vida y salud para los Dragos
Gemelos, al menos tanta como deseara, entre lágrimas y sangre, la bella
Urbina.
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