JAVIER YANES
El astrónomo que miraba el interior de los árboles
El astrónomo que miraba el interior de los árboles
A.E. Douglass muestra el corte original de una secuoya a un visitante. Crédito: Arizona State Museum |
La naturaleza anual de los anillos aparece por primera vez en los escritos de Leonardo da Vinci, quien reconoció que su grosor dependía de las condiciones de humedad. En los siglos XVIII y XIX, otros científicos avanzaron en el estudio de los anillos y su relación con el clima, comenzando a cruzar fechas para efectuar dataciones. Por su parte, Douglass consolidaba su carrera como astrónomo en Tucson, fundando en 1916 el Observatorio Steward en un terreno de la Universidad donde anteriormente se ubicaba una granja de avestruces.
A.E. Douglass nunca logró encontrar rastros del ciclo solar en los anillos de los árboles. Crédito: Arnoldius
El acercamiento de Douglass a los anillos de los árboles tenía un propósito meramente instrumental. El astrónomo estaba, en palabras de McGraw, “consumido por una pasión”: demostrar la influencia de los ciclos solares en el clima terrestre. “Como astrónomo, su interés primario era la actividad solar”, señala McGraw a OpenMind. “Creía que el ciclo de manchas solares de 11 años podía encontrarse en la historia
del clima en los anillos de los árboles”. Esto le llevaría a “crear por
cuenta propia la entonces nueva ciencia de la dendrocronología”,
prosigue McGraw, y a fundar en 1937 el Laboratorio de Investigación en
Anillos de Árboles de la Universidad de Arizona, el primero de su
especialidad.El astrónomo comenzó a trabajar en esta línea en 1916, pero durante años solo fue factible asignar a las vigas cronologías “flotantes”; es decir, relacionadas unas con otras, aunque sin posibilidad de fijarlas en el calendario, ya que existía una brecha temporal entre estas y las dataciones absolutas obtenidas en Flagstaff. Por fin, el 22 de junio de 1929, el análisis de una viga denominada HH-39, recogida en Showlow (Arizona), permitió por fin solapar ambas cronologías y fechar las ruinas anasazis. En diciembre de 1929, Douglass escribía en la revista National Geographic que la viga HH-39 estaba destinada a ocupar un lugar en la arqueología americana “comparable a la piedra Rosetta de Egipto”. Y así fue; hoy la dendrocronología se emplea en todo el mundo para labores de datación, así como para reconstruir el clima del pasado y entender el actual.
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