PEDRO CÁCERES - Navaleno (Soria)
"Donde el monte no arde"
Rescatamos un notable artículo de la revista "Natura" de El Mundo del año 2007
¿No deberíamos trabajar por el bosque TODO EL AÑO?
La comarca de Pinares Soria-Burgos, un ejemplo de buena gestión forestal desde hace más de un siglo, obtiene la denominación de Bosque Modelo, una etiqueta internacional que certifica la sostenibilidad de la explotación de la madera.
Las administraciones públicas españolas se gastaron el año pasado -2006- en prevención y extinción de incendios 721 millones de euros. Sin embargo, esta inversión no evitó que ardieran 150.000 hectáreas de terreno forestal, superficie equivalente casi a la provincia de Guipúzcoa. En la Península Ibérica hay fuego cada verano por todos lados. Menos en uno. Porque en esa negra España de las llamas hay un rincón en el que los incendios suenan a cosa lejana. Tan lejana como que el último gran siniestro data del siglo XIX. Es la comarca de Pinares Soria-Burgos, cuyos montes cubiertos en su mayoría por pino silvestre -Pinus sylvestris- forman la mayor masa continua arbolada de España.
Para averiguar cómo es posible que el mayor bosque del país no arda resulta interesante recorrerlo y descubrir que se trata de un lugar que ha convertido la madera en su principal medio de vida.
"Donde el monte no arde"
Rescatamos un notable artículo de la revista "Natura" de El Mundo del año 2007
¿No deberíamos trabajar por el bosque TODO EL AÑO?
La comarca de Pinares Soria-Burgos, un ejemplo de buena gestión forestal desde hace más de un siglo, obtiene la denominación de Bosque Modelo, una etiqueta internacional que certifica la sostenibilidad de la explotación de la madera.
Las administraciones públicas españolas se gastaron el año pasado -2006- en prevención y extinción de incendios 721 millones de euros. Sin embargo, esta inversión no evitó que ardieran 150.000 hectáreas de terreno forestal, superficie equivalente casi a la provincia de Guipúzcoa. En la Península Ibérica hay fuego cada verano por todos lados. Menos en uno. Porque en esa negra España de las llamas hay un rincón en el que los incendios suenan a cosa lejana. Tan lejana como que el último gran siniestro data del siglo XIX. Es la comarca de Pinares Soria-Burgos, cuyos montes cubiertos en su mayoría por pino silvestre -Pinus sylvestris- forman la mayor masa continua arbolada de España.
Para averiguar cómo es posible que el mayor bosque del país no arda resulta interesante recorrerlo y descubrir que se trata de un lugar que ha convertido la madera en su principal medio de vida.
En la comarca de Pinares
Soria-Burgos, el 41% de la población activa se dedica al sector de
la madera. Unos 4.000 trabajadores faenan para 700 empresas. Y la
actividad ha permitido que sea una de las pocas áreas rurales del
interior peninsular que no perdió población en el siglo XX. La
implicación de los habitantes con el monte, del que obtienen
beneficios, y las políticas de ordenación forestal y gestión del
territorio son la clave del éxito.
La visita podría empezar por
Navaleno (Soria), un pueblo de 1.000 habitantes donde el paro es casi
desconocido y que acoge a varias empresas dedicadas a la
transformación de la madera y las setas. Junto a Navaleno se
encuentra el monte de Pinar Grande, que cumple un siglo desde que fue
sometido a ordenación forestal por primera vez. Lo que significa
que, desde 1907, se sabe cuántos árboles hay, qué tamaño tienen,
cuáles se van a cortar... y cuándo.
El jefe del Servicio Territorial de
Medio Ambiente de Soria, José Antonio Lucas, lo tiene claro: «En
esta comarca, los montes que mejor se conservan son los que más se
han cortado». Su frase sonará subversiva a quienes tengan la idea
de que la naturaleza debe permanecer siempre intocada. Pero resulta
convincente cuando se observa el imponente aspecto de bosque maduro
que tiene Pinar Grande. Nada hace pensar que lleva produciendo madera
desde siempre. Sin embargo, el 15% de todas la talas de Castilla y
León salen de esta comarca. Pese a lo cual los árboles no dejan de
aumentar.
Una de las claves de la buena
conservación de los montes es que los habitantes son beneficiarios
directos. Como explica la alcaldesa de Covaleda, Concepción
Martínez: «La propiedad es de los ayuntamientos. Los gestiona la
Junta de Castilla y León, porque son montes de utilidad pública,
pero el derecho de explotarlos es de los vecinos». De modo que,
desde hace siglos, «debido a privilegios de poblamiento concedidos
por los reyes desde el siglo XIII», cada persona nacida y residente
en un pueblo pinariego tiene derecho a su «suerte de pinos».
Realizada la tala anual, se reparten los ingresos. Según la
alcaldesa, «pueden ser ahora unos 600 euros por persona, pero en los
años 40 suponía mucho más y la gente vivía sólo de la madera de
un año».
María Pascual, una joven consultora
natural de Navaleno, piensa que «el respeto al monte se inculca en
la comarca desde la infancia. Es nuestro patrimonio, y lo cuidamos.
Si alguien hiciera algo malo en él los vecinos se le echarían
encima». «Hay una relación directa, por la cercanía física al
bosque, por los ingresos que genera y por el resto de servicios, como
los turísticos, que produce. El monte forma parte de nuestra forma
de ser», concluye María Pascual.
Dada la productividad y los valores
emocionales ligados al monte, parece normal que todos lo cuiden. Sin
embargo, el interés común no lo explica todo. En Galicia, donde el
año pasado se calcinaron 90.000 hectáreas, la mayoría de los
terrenos forestales son comunales, pero arden. Hay algún otro
secreto. Y José Antonio Lucas lo tiene claro: «La situación
idílica de nuestros días se debe a la gestión. Antes no era así.
En 1868 ardieron 7.200 hectáreas de monte en la comarca. Pero no ha
vuelto a ocurrir. ¿Por qué? Fue cuando vino la ordenación de
montes para compatibilizar los usos, entre ellos el de los ganaderos,
que querían pastos y no árboles. Ahora hay una rotación de espacio
y de tiempo que evita los conflictos de intereses. Cada uno tiene su
aprovechamiento».
Lucas explica el modo de proceder en
un monte ordenado. «El terreno se divide en secciones, que cuentan
con media docena de cuarteles, que se dividen a su vez en otros
tantos tramos y estos en rodales». El rodal, que es la unidad última
de medida, tiene unas 30 ó 40 hectáreas. En Pinar Grande el turno
de corta de cada tramo es de 100 años, lo que significa que la parte
que se explota hoy fue seleccionada para ello hace un siglo. Y cerca
está el área que la sustituirá, de edad similar.
Todo parece medido, pero no se hace por sí solo. Cada etapa exige trabajos y algunos de ellos no son
rentables por sí mismos. Tras la tala, puede brotar un denso pinar
de 4.000 pies por hectárea. Sucesivas tareas de corta y clareo
reducen los ejemplares y eliminan los árboles enfermos hasta dejar
350 por hectárea. La calidad lo agradece. Ésta es la única zona de
España con una marca o denominación de origen de madera, llamada
Pino Soria-Burgos.
Los valores biológicos no se
olvidan. Javier María García, jefe de la Unidad de Ordenación y
Mejora del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Burgos, explica
que las áreas donde crecen especies singulares como la 'Myrica gale', una pequeña planta de las turberas, se protegen especialmente. Tampoco se cortan los «cuarteles de cumbre» y se
potencia el crecimiento de otras especies como robles o hayas.
Además, añade Lucas, en cada sección hay un cuartel que nunca se
corta, «como espacio de recreo y de valor paisajístico».
Lactarius deliciosus |
De esta forma, siempre hay un abanico de paisajes, desde el área recién cortada al bosque maduro, pasando
por distintas etapas de sucesión del bosque. También está regulada
la explotación de la caza y estudiada la producción de las setas.
Según Lucas, «los montes de 20-40 años son buenos para el níscalo
('Lactarius deliciosus') y los migueles ('Boletus edulis') crecen más
en pinares de 60 a 80 años».
Boletus edulis |
Myrica gale |
En el Aula Divulgativa del Bosque El
Amogable, junto a Navaleno, José Antonio Lucas ha puesto en marcha
un centro interpretativo de estas cuestiones. Pero es también un
espacio de capacitación forestal y un centro de vigilancia ante el
fuego que funciona de forma continua.
Mariano Torre Antón, director
general de Medio Ambiente, explica que la Junta de Castilla y León
ha logrado un acuerdo para que las cuadrillas antiincendios pasen
«del régimen agrario al régimen general», con lo que ahora cobran
más y trabajan todo el año y no sólo en verano, como ocurre en
muchos lugares de España. De este modo, en El Amogable «tienen dos
equipos de trabajo, el de corta y el de extinción», y dedican gran
parte del año a las tareas de prevención y limpieza.
En la tierra de Pinares, el interés común -y el sentido común- lleva décadas haciendo realidad el mito del desarrollo sostenible. Sus montes, que ya contaban con el sello PEFC, un certificado internacional de buena gestión, están integrados desde el pasado 25 de abril en la Red de Bosques Modelo, una categoría nacida de la Cumbre de Río 92 en la que sólo están otros 42 lugares del globo.
En la tierra de Pinares, el interés común -y el sentido común- lleva décadas haciendo realidad el mito del desarrollo sostenible. Sus montes, que ya contaban con el sello PEFC, un certificado internacional de buena gestión, están integrados desde el pasado 25 de abril en la Red de Bosques Modelo, una categoría nacida de la Cumbre de Río 92 en la que sólo están otros 42 lugares del globo.
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