El árbol de Osiris
![]() |
Taray en el jardín de Alderdi Eder, Donostia-San Sebastián |
(...) Otro tópico que casi cumplo: los de la capital solo identificamos tres árboles. Palmeras, plataneros y, evidentemente los pinos. Pero por suerte siempre hay alguna mujer sabia dispuesta a compartir sus conocimientos. En este caso, mi amiga mallorquina Magda me escribe en el post: “ Tamariscos floridos”. ¡Gracias!
Así que estos árboles son tamariscos (tamarells o tamarius en catalán), una especie bastante abundante en nuestro litoral. En la Costa Brava se utilizan para separar fincas, por ejemplo, y no olvidemos el pequeño pueblo denominado Tamariu. En las Islas están bien presentes también en las playas, donde la de Tamarells ha adoptado su otro nombre. Y ha inspirado a poetas como Blai Bonet, que le dedicó el poema:
Si el tamarell és tot verd
i per la soca té sal,
digau que és la mar sembrada
la veu del tomarinar.
Si plora per colorins
de peixos i de coral,
digau que és la mar sembrada
la veu del tomarinar.
Si en rames la sal torna alta
i el color torna salat,
digau que és la mar sembrada
la veu del tomarinar.
El cuerpo de quien se creía primer faraón de Egipto navegó hasta Biblos, donde chocó contra un tamarisco
Por fin he podido poner ‘cara’ a un árbol que conocía bastante bien por las diversas narraciones de las antiguas culturas, especialmente una. Imaginariamente me embarco y cruzo este Mediterráneo con destino a Egipto. El viaje todavía es más largo. Atravieso la línea del tiempo hasta el siglo XXV aC, cuando aparece por primera vez escrito en los Textos de las Pirámides el apasionante mito de la muerte y la resurrección de Osiris, el gran dios, sin embargo, de la vida. La historia es larga y existen varias versiones, pero para ir rápido podemos resumir el inicio en una frase: Seth mató a su hermano Osiris y lo lanzó al Nilo dentro de un sarcófago. A partir de aquí, empieza la parte que nos interesa: el cuerpo de quien se creía que era el primer faraón de Egipto navegó hasta Biblos, donde chocó contra un tamarisco. El árbol creció y abrazó el sarcófago en su interior. Pero tenía los días contados. El rey del lugar mandó cortarlo para construir una columna para el palacio. Volvemos a ir deprisa: la diosa Isis, maga y esposa de Osiris, consiguió recuperar el ataúd y dejó la madera del tamarisco en la ciudad, donde a partir de aquel momento fue venerado. Y también en Egipto, donde simbolizaba el árbol de la resurrección.
El tamarisco está presente en otras historias antiguas. En la Biblia Abraham lo utiliza para hacer un juramento. El libro de Samuel explica que Saül está enterrado debajo de uno (la imagen no nos resulta del todo desconocida). Buda lo citó en sus enseñanzas convirtiéndolo en símbolo de fidelidad y paciencia... Y me detengo aquí. Retorno del pasado y observo de nuevo los tamariscos. Ha valido la pena salir de Barcelona.
Lo hemos leído aquí
-----
No hay comentarios:
Publicar un comentario