23 enero 2022

La cubierta vegetal en los olivares

LOS OLIVARES Y LAS "MALAS HIERBAS"
Gabinete de Comunicación de la UJA

Investigadores de la UJA consideran esencial el manejo extensivo de las cubiertas vegetales de olivar y la presencia de áreas naturales para incrementar la diversidad de especies y sus funciones

Un estudio realizado, en el marco del proyecto Life Olivares Vivos, en cuarenta olivares distribuidos por las provincias de Jaén, Córdoba, Málaga, Granada, Sevilla y Cádiz permitió detectar 319 especies de plantas, un 7% de toda la flora de Andalucía, incluida una nueva especie para la ciencia, la Linaria qartobensis
El investigador Rubén Tarifa, realizando trabajos de campo.

Un trabajo de investigación liderado por Rubén Tarifa, doctorando de la UJA en el Departamento de Biología Animal, Biología Vegetal y Ecología, considera esencial el mantenimiento de las cubiertas vegetales de olivar y la presencia de áreas naturales para incrementar la diversidad de especies y de las funciones que estas desempeñan en el cultivo. Así, los esquemas agroambientales en estos agrosistemas deberían promover prácticas de manejo que favorezcan la diversidad y funcionalidad de las cubiertas vegetales, especialmente en aquellos olivares donde los parches de áreas naturales sean más escasos e incluso inexistentes.
     Así se desprende del artículo ‘La intensificación agrícola erosiona la diversidad taxonómica y funcional en los olivares mediterráneos al filtrar especies raras’ ("Agricultural intensification erodes taxonomic and functional diversity in Mediterranean olive groves by filtering out rare species"), publicado en la revista Journal of Applied Ecology, elaborado
por Rubén Tarifa junto a los investigadores Carlos Martínez-Núñez, Teresa Salido y el catedrático Pedro J. Rey, de la UJA; Juan P. González-Varo, de la Universidad de Cádiz y Francisco Valera, de la Estación Experimental de Zonas Áridas-CSIC.
     Este trabajo señala có
mo las plantas arvenses -vulgarmente "malas hierbas"- que componen las cubiertas vegetales del olivar son esenciales para sustentar su biodiversidad, ya que de todas ellas se alimentan multitud de organismos, principalmente aves e insectos (muchos de ellos controladores de plagas). Sin embargo, esta diversidad se ve comprometida por la intensificación agrícola. Por un lado, los paisajes agrarios cada vez están más simplificados y son más homogéneos, y por otro, el uso indiscriminado de herbicidas ejerce fuertes presiones sobre las comunidades de plantas, que acaban por reducir su diversidad de especies.
     “No solo es drástica la pérdida de especies, sino también la pérdida de funcionalidad. Además, hasta ahora, se desconocía si las prácticas agrícolas intensivas podrían estar afectando a las especies más raras, taxonómica y funcionalmente, o por el contrario a aquellas más comunes o dominantes. Se sabe que, en ciertas comunidades, las plantas raras desempeñan un rol muy importante dentro de la comunidad, sustentando funciones irremplazables dentro del ecosistema. Por todo ello planteamos este trabajo”, señala Rubén Tarifa.
     El olivar en Andalucía ocupa cerca de 1,5 millones de hectáreas. Se trata de un cultivo que presenta cubiertas vegetales de especies arvenses nativas que crecen de forma espontánea bajo la copa de los olivos. En el olivar, las cubiertas vegetales se manejan de forma intensiva, usando herbicidas y labranzas recurrentes, o de forma extensiva, desbrozando mecánicamente con ganadería y sin usar herbicidas. Además, a lo largo de la cuenca del Guadalquivir
se encuentran tanto olivares rodeados por un paisaje excesivamente simplificado, como
aquellos donde aún son frecuentes los reductos de vegetación arbórea y arbustiva natural, según se recoge en el trabajo.
     Para el desarrollo de esta investigación, realizada a lo largo de la primavera de 2016 en el marco del proyecto LIFE Olivares Vivos, los autores muestrea o la diversidad de plantas de las cubiertas vegetales de cuarenta olivares distribuidos por las provincias de Jaén, Córdoba, Málaga, Granada, Sevilla y Cádiz. Todos se disponían en un gradiente de “complejidad del paisaje”, desde olivares donde apenas quedaban parches de vegetación natural, hasta otros donde aún persisten los parches de matorral o bosque mediterráneo. La mitad de las fincas presentaban manejo de las cubiertas vegetales intensivo mientras que las otras veinte, un manejo extensivo. En cada una de ellas se registraron todas las especies arvenses que se ubicaban en una serie de cuadrados de 1x1 metros, distribuidos dentro de cada olivar.
     De esta manera, se detectaron 319 especies de plantas, un 7% de toda la flora de Andalucía. Incluso una nueva especie para la ciencia, la Linaria qartobensis, en un olivar que respeta las cubiertas vegetales desde hace más de 100 años. Posteriormente, se caracterizó la comunidad de plantas de cada una de estas fincas en base a las funciones que desempeñan en el olivar: si son o no polinizadas por los insectos, el peso de sus semillas, su altura… Así, los investigadores pudieron definir las funciones que desempeñan el conjunto de plantas de cada olivar.
     “En nuestro estudio encontramos que la diversidad de especies y las funciones que estas desempeñan en el olivar se vieron negativamente afectadas por la simplificación del paisaje de olivar y el manejo intensivo de las cubiertas vegetales. Las especies raras fueron las más afectadas en este proceso. Además, detectamos un umbral próximo a las 85 especies por olivar, a partir del cual incrementa la diversidad de funciones desempeñadas por las plantas que componen las cubiertas vegetales. Este umbral solo se alcanzó en olivares que además de mantener las cubiertas vegetales respetaron la presencia de parches de vegetación natural. Nuestros resultados evidencian la necesidad de conservar zonas “no productivas” dentro del olivar para tener cubiertas vegetales más diversas y multifuncionales, esenciales para hacer del olivar un cultivo más respetuoso con la biodiversidad“, explica Rubén Tarifa.

-----

21 enero 2022

Agradecimiento y adiós a un gran hombre, de Liverpool a Gran Canaria


DAVID BRAMWELL, el gran sabio de la flora canaria
Deja como legado en las Islas el mayor jardín botánico de España

El naturalista británico David Bramwell, considerado como una de las autorides mundiales sobre la flora de Canarias y el resto de la Macaronesia, ha fallecido a los 79 años, según ha informado el Cabildo de Gran Canaria.
      En 1973, a la muerte de Eric Sventenius fue nombrado director del Jardín Botánico "Viera y Clavijo" de
Gran Canaria, conocido también como El Jardín Canario. Es entonces, con Bramwell, cuando el Jardín Botánico se consolida como un centro de conservación, investigación y educación ambiental. En esta época yo conozco el Jardín, leo los libros de Bramwell y lo visito con frecuencia. Allí conozco a uno de los colaboradores del Jardín, Don Jaime O'Shanahan, que me anima a que los visite con escolares, al principio de su mano. 
     Poco a poco veo cómo se construyen nuevos laboratorios, un herbario y una biblioteca y, un poco mas tarde, se construye un vivero donde mantener las colecciones de plantas vivas.     
     No se puede hacer más que manifestar nuestro agradecimiento a don David por su legado científico, por difundir internacionalmente las peculiaridades de las plantas que solo pueden encontrarse en los archipiélagos de Canarias, Azores, Madeira, Salvajes y Cabo Verde. Galardonado en numerosas ocasiones y con una amplia bibliografía nos deja un gran conocimiento, investigación, conservación y divulgación. Gracias.
Don Eric Sventenius en el Jardín
-----

19 enero 2022

In memoriam... Diario de Sevilla

LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ, en "diario de Sevilla"
Los olmos de Reina Mercedes

La sentencia ya se está ejecutando: un total de 36 olmos del campus de Reina Mercedes pasarán a mejor vida debido a que su estado puede suponer un peligro para los viandantes. No tenemos nada que objetar a la decisión de los técnicos de la Universidad de Sevilla. Ellos sabrán. Pero eso no debe impedir que entonemos aquí nuestra particular endecha en memoria de un árbol, el olmo, que durante un tiempo fue un símbolo de la vieja Europa y que debido a la grafiosis y a la urbanización indiscriminada ha pasado a ser casi un proscrito en nuestros campos y ciudades. Bajo no pocos olmos o negrillos (como se le llamaba popularmente) se sentaron muchos de los concejos de las aldeas y lugares de España a tratar sus asuntos, y el hecho de que el antiguo y ya desaparecido edificio del gobierno municipal de Sevilla (ubicado en la actual plaza Virgen de los Reyes) se llamase el Corral de los Olmos nos indica hasta qué punto el ulmus romano fue un príncipe en la arboleda ibérica. En alguna otra ocasión ya hemos mostrado nuestra intención de fundar una cofradía para dar culto a la Virgen de los Olmos (quizás con la jubilación), anónima imagen medieval que actualmente se encuentra en la capilla de San Antonio de la Catedral y cuya réplica, realizada por Juan Luis Coto en el último tramo del siglo XX, adorna una hornacina de la Giralda. Entre pocos devotos podríamos proveer las ceras, aceites y latines necesarios para honrar esta imagen de tan bello nombre, factura y significado, patrona y abogada de los bosquetes sevillanos.
     Los niños de la Transición hemos visto crecer poco a poco el campus de Reina Mercedes. Lo vimos pasar de su condición de descampado polvoriento, con cines de verano (Los bingueros, Se acabó el petróleo, etcétera) y algunos edificios aislados (pero de buena calidad arquitectónica, como las escuelas de Ingenieros y Arquitectura), al muy digno campus de carreras científicas y técnicas actual, aunque algo apelmazado y con muchos menos metros cuadrados verdes de los que hubieran sido deseables. Ahora nos enteramos del patíbulo que han levantado a estos 36 olmos, cuya sombra buena y fresca será sustituida por la que proporcionarán otras especies mejor adaptadas a los nuevos tiempos: sóforas japónicas, catalpas y árboles del amor. Son especies hermosas y con floraciones muy vistosas, pero nunca podrán sustituir la compostura del olmo, el árbol que don Antonio Machado eligió para cantar en un conocido poema la dignidad de la vejez.


-----

16 enero 2022

Japón y sus tres grandes jardines

LOS 3 GRANDES JARDINES DE JAPÓN, de Nippon.com
La estética de Edo sigue viva

Kairakuen, Kenrokuen y Kōrakuen son todos jardines que siguen el típico estilo de jardín del período Edo llamado chisen kaiyūshiki teien (lit. jardín de estilo de paseo circular con estanque). A diferencia del estilo zakanshikien (lit. jardín de estilo de contemplación sentada), que consiste en apreciar el jardín desde el interior de un edificio como por ejemplo la sala de estudio de la residencia del señor feudal, la característica de este estilo es que se puede disfrutar del paisaje mientras se pasea por el camino del jardín que tiene un estanque en su centro.

Kairakuen

     En 1842, el noveno señor del dominio de Mito Tokugawa Nariaki (1800-1860) hizo construir el jardín. El nombre de Kairakuen está inspirado en un pasaje extraído del clásico chino Mengzi que dice “Los gobernadores de antaño se divertían en compañía del pueblo, por eso su diversión era más plena”. Siguiendo la misma filosofía el fundador de Kairakuen manifestó por escrito: “Yo, Nariaki, también estoy decidido a proceder de igual forma y a divertirme con mis súbditos”.
     Al principio, sólo podían entrar samuráis y personas vinculadas con la religión como sacerdotes sintoístas, monjes de las diferentes sectas budistas, etc., pero poco a poco la gente de a pie llegó a ser admitida.
     Es famoso por sus ciruelos, y en el parque hay plantados alrededor de 3.000 de ellos de unas 100 variedades. Es un deleite para la vista contemplar cómo cambia su vegetación durante las cuatro estaciones: las flores de cerezo en primavera, las azaleas a principios de verano, el bambú verde y el bosque de cedro en pleno verano y las flores de lespedeza y los arces en otoño, entre otros.

  • https://www.ibarakiguide.jp/kairakuen.html
  • Dirección: 1 Chōme Tokiwachō, Mito, prefectura de Ibaraki.
  • Entrada: 300 yenes para los adultos, 150 yenes para los estudiantes de instituto y mayores de 70 años (gratis desde la apertura del jardín hasta las 9:00 a.m.)
  • Acceso: desde la estación de Mito de la línea Jōban de JR, se toma la salida norte y se tarda unos 20 minutos en autobús hasta llegar a Kairakuen.
Fotografías por cortesía de la prefectura de Ibaraki.

Kenrokuen

     Este es un jardín construido por el clan Maeda del dominio de Kaga en el recinto exterior del castillo de Kanazawa cuya superficie es de unos 30.000 tsubo (11,4 ha). Se dice que se necesitaron 180 años para completar el proyecto desde que se inició durante el gobierno de Maeda Tsunanori, el quinto jefe heredero del clan.
     Su belleza natural que cambia de expresión con las cuatro estaciones es muy atractiva, no obstante, resulta particularmente hermosa su tradición invernal de instalar los yukitsuri (una estructura de cuerdas que se colocan sobre los árboles para evitar que el peso de la nieve rompa las ramas). Las linternas de dos patas, que a menudo aparecen en postales y guías, se llaman kotojitōrō porque se asemejan a los kotoji que soportan las cuerdas del instrumento musical tradicional koto.
     Se encuentra en una zona adyacente al castillo de Kanazawa y al Museo de Arte Contemporáneo del siglo XXI de la misma ciudad. La Guía Verde Michelin de Japón le concedió 3 estrellas.

  • http://www.pref.ishikawa.jp/siro-niwa/kenrokuen/index.html
  • Dirección: 1-1, Marunouchi, ciudad de Kanazawa, prefectura de Ishikawa.
  • Entrada: adultos (a partir de 18 años) 320 yenes / niños (6 a 17 años) 100 yenes.
  • Acceso: desde la estación de Kanazawa de JR salen cada 15-20 minutos el Kenrokuen Shuttle y el autobús turístico Kanazawa Loop Bus de Hokuriku Railroad.
Fotografías por cortesía del Ayuntamiento de Kanazawa.

Kōrakuen

     Este gran jardín fue construido por Ikeda Tsunamasa, el segundo señor del dominio de Okayama, como un lugar para relajarse. Se dice que se dejaba entrar a los residentes y Tsunamasa que era aficionado al teatro nōh aparecía bailando en el jardín por iniciativa propia, y que los señores feudales después de Tsugumasa mostraban el jardín en días específicos mientras se tenían que ausentar de Okayama para visitar Edo (actual Tokio) en el sistema establecido de sankinkōtai. Aunque Kōrakuen sufrió daños por una inundación en 1934 y por bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial en 1945, fue restaurado a partir de unos dibujos del período Edo, y se ha conservado hasta la actualidad sin cambiar significativamente la apariencia original de dicha época.
     Un lugar popular para tomar fotos del castillo de Okayama se encuentra al otro lado del estanque. La Guía Verde Michelin de Japón le concedió 3 estrellas.

  • https://okayama-korakuen.jp/index.html
  • Dirección: 1-5 Kōrakuen, Kita-ku, Okayama
  • Entrada: adultos (a partir de 15 años) 410 yenes, personas de 65 años en adelante 140 yenes y gratis para los estudiantes de instituto y menores.
  • Acceso: a 25 minutos a pie desde la estación de Okayama de JR o 10-15 minutos en autobús regular.
Fotografía por cortesía de la Asociación de Turismo de Okayama.  
Números del mapa: 184,º85 y 186
 
-----

13 enero 2022

El secreto de las higueras

Joan Rallo en su plantación experimental en Campos
JOAN RALLO, por Elena Soto
La sexualidad de las higueras y su insecto polinizador


El libro de Joan Rallo, resultado de diez años de investigación, descubre el sorprendente, complejo y desconocido mundo de las higueras y su reproducción
La higuera (Ficus carica) es uno de los frutales más antiguos de los que tenemos constancia y una de las primeras especies cultivadas. Hace una década un equipo de arqueólogos encontró en el yacimiento de Gigal, en el valle del Jordán, nueve higos carbonizados de este fruto, de unos 11.400 años de antigüedad; al analizar el material se comprobó que los higos pertenecían a una variedad claramente domesticada, ya que al carecer de semillas sólo podrían haberse reproducido por esquejes. Este hallazgo echa por tierra la teoría de que los primeros cultivos fueron los cereales; las higueras estarían en el kilómetro cero de la agricultura y por tanto de la cultura.
      Pero mucho antes de ser domesticada por el hombre, la higuera ya formaba pareja con un pequeña avispa (Blastophaga psenes), una estrecha relación de mutua dependencia que se remonta al menos a unos 60 millones de años atrás, cuando insecto y árbol establecieron un pacto que permitía al primero criar dentro del higo a cambio de la polinización. Un fósil de avispa de la higuera de más de 34 millones de años, hallado en la isla de Wight (Reino Unido) muestra que el complejo vínculo que existe actualmente entre estas dos especies, indispensable para la supervivencia natural de ambas, viene de muy lejos y ha permanecido sin cambios desde entonces.
     Y aunque el ser humano ha cultivado la higuera desde tiempos inmemoriales su conocimiento de la especie es más bien escaso ¿qué sabemos de este árbol? ¿Necesita un insecto polinizador para que maduren sus frutos? Y yendo un poco más allá, los higos ¿son en realidad frutos?
     El libro La sexualidad de las higueras y de su insecto polinizador de Joan Rallo, publicado por la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca, a través de la Dirección General de Agricultura y Ganadería y el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de las Islas Baleares (IRFAP), nos adentra en el fascinante y complejo mundo de las higueras en el que pocas cosas son lo que parecen.      «La relación entre la higuera y su insecto polinizador es un tema que siempre me ha llamado la atención y, aunque se cita mucho, hay pocos estudios en profundidad», comenta Rallo. "Esperé a la jubilación para disponer del tiempo suficiente que me permitiera investigarlo, y el libro es el resultado de diez años de observaciones, además de actualizar los conocimientos que hasta ahora tenemos sobre las higueras, especialmente los referentes a su sexualidad, a la falsa partenocarpia que se les adjudica o a su antigüedad como cultivo".
     Para entender al Ficus carica, -higuera de toda la vida-, es conveniente comenzar aclarando que dentro de la misma especie encontramos diferentes tipos; en primer lugar están los cabrahígos o silvestres, que presentan a lo largo de su ciclo anual tres tipos de infrutescencias no comestibles: las mamas, los prohigos y los mamones, y en segundo las higueras cultivadas que, para producir sus frutos (comestibles), pueden precisar o no de polinización y, en este punto es donde el tema se vuelve apasionante.
     Desde hace millones de años -hay quien estima que unos 80- la avispilla Blastophaga psenes y Ficus carica coevolucionan, creando una compleja estrategia que continúan manteniendo en la actualidad. "No se trata de una polinización accidental, como la de las abejas que van a todo tipo de flores, ésta es activa, etodinámica, y exclusiva para la higuera" explica Rallo, "y en esta ayuda mutua hay un toma y daca que permite al insecto disponer de un lugar seguro para realizar la puesta y de alimento para criar a sus larvas y al árbol poder reproducirse al ser polinizado".

     Aunque los llamemos frutos, los higos son en realidad una infrutescencia que alberga en su interior cientos de flores pequeñas encerradas en un receptáculo denominado sicono; y en el caso de los cabrahígos las hay de dos tipos masculinas y femeninas. Uno de los primeros objetivos de la investigación de Rallo ha sido describir el ciclo del insecto en Mallorca y todo el proceso comienza con el cabrahígo.
     La avispilla hiberna en las flores de las mamas y emerge como hembra adulta alada cuando se están desarrollando los prohigos, en los que penetra a través del ostiolo y realiza la oviposición en las flores brevistilas que tapizan el interior del sicono y que pasan a transformarse en agallas tras la intervención del insecto.
     De los huevos, uno en cada flor, salen primero los machos, localizan a las hembras que todavía permanecen dentro de las agallas y las fecundan, además, de abrirles una vía de salida a través del canal ostiolar, conocido también como ojo. Tras esta tarea, mueren sin haber salido del higo. Una vez que las hembras aladas ya fertilizadas emergen, salen del sicono atravesando la capa de flores con estambres que se localizan alrededor del ostiolo, almacenando el polen en unos cestillos ad hoc localizados en la parte inferior del tórax.
     Abandonado el sicono, la avispilla puede introducirse en un mamón de cabrahígo, polinizando sus flores y colocando sus huevos en las flores brevistilas, donde nuevas generaciones se desarrollarán a lo largo del verano, que a su vez acabarán poniendo sus huevos en las mamas, donde los insectos en forma de larva pasarán el invierno hasta la primavera siguiente, en la que comenzará de nuevo el ciclo.
     O bien pude ocurrir que la avispilla visite una higuera "doméstica", y como las flores de sus higos son de pistilos largos no puede realizar la puesta, pero en el intento las polinizará, dando lugar a semillas con lo que la higuera asegura su reproducción sin la intervención humana,
     Actualmente, la mayoría de las higueras de nuestro entorno se propagan por esquejes y los frutos maduran sin polinizarse, sin embargo es de destacar la importancia de la caprificación, ya que sus frutos presentan un mayor tamaño, una coloración más intensa de la pulpa y una mayor calidad gustativa. Cuando Rallo comenzó esta investigación el primer paso fue localizar este tipo de higueras macho (cabrahígos) en la Isla, "una de las primeras la encontré en el talayot de Capocorb, otra en un corral de Sineu, estaban muy dispersas y cada vez que iba a realizar un estudio tenía que desplazarme, así que decidí llevar a cabo mi propia plantación. Sembré higos silvestres o sus semillas, esperé a ver si salía macho o hembra y, a partir de este punto, ya dispuse del material suficiente para poder seguir investigando".
     "Muchas de estas higueras para envejecerlas y ganar tiempo he tenido que irlas injertando sobre ellas mismas", aclara. "Los cabrahígos no producen higos comestibles, pero son necesarios para que críe el insecto, del que en casi toda la bibliografía se citan tres ciclos, pero yo he contado hasta cinco en un año y, haciendo trampa, seis".
     Con este estudio Rallo busca motivar al cultivador para que establezca plantaciones modernas y, también, promover el cambio de cultivos en algunas de las que ya existen, utilizando la práctica de la caprificación que permitiría obtener higos de mayor calidad tanto para el secado como para la alimentación animal. Además de ayudar a crear conciencia sobre la necesidad de establecer una colección de variedades de cabrahiguera que puedan servir de base no sólo para la polinización de los cultivos futuros sino también para proteger y fomentar la biodiversidad de la especie.

     Se trata sin duda de un mundo sorprendente, complejo y bastante desconocido en el que hay higueras como la de tipo Esmirna que necesitan la polinización para obtener su cosecha de higos o como las de tipo San Pedro con dos cosechas al año; en una, la primera, no necesitan polinización, pero en la otra, si no se produce, el higo cae.
     En sus diez años de investigación ha reunido numerosa documentación entorno a esta especie, además de descubrir otros aspectos que han despertado su curiosidad. "Estoy asombrado de su complejidad y no me refiero solo al aspecto reproductivo. Dentro del higo vive toda una serie de fauna y de flora que comienza a citarse a partir de mediados del siglo pasado. La Philotrypesis caricae, por ejemplo, es un parasitoide oportunista que pone su huevo en la misma flor donde lo ha puesto la Blastophaga y cuando eclosionan, las larvas de la intrusa se aprovechan del alimento que debería tomar la avispilla del higo".
     Joan Rallo fue profesor de fruticultura mediterránea en la UIB y ha centrado su investigación en los cultivos realizados en Baleares, desde los olivos a los algarrobos, pasando por almendros, el viñedo o la apicultura. En este libro sobre las higueras y su insecto polinizador aborda una compleja relación que, a pesar de llevar millones de años, es bastante desconocida.

-----