Los olmos de Reina Mercedes
La sentencia ya se está ejecutando: un total de 36 olmos del campus de
Reina Mercedes pasarán a mejor vida debido a que su estado puede suponer
un peligro para los viandantes. No tenemos nada que objetar a la
decisión de los técnicos de la Universidad de Sevilla. Ellos sabrán.
Pero eso no debe impedir que entonemos aquí nuestra particular endecha
en memoria de un árbol, el olmo, que durante un tiempo fue un símbolo de
la vieja Europa y que debido a la grafiosis y a la urbanización
indiscriminada ha pasado a ser casi un proscrito en nuestros campos y
ciudades. Bajo no pocos olmos o negrillos (como se le llamaba
popularmente) se sentaron muchos de los concejos de las aldeas y lugares
de España a tratar sus asuntos, y el hecho de que el antiguo y ya
desaparecido edificio del gobierno municipal de Sevilla (ubicado en la
actual plaza Virgen de los Reyes) se llamase el Corral de los Olmos nos
indica hasta qué punto el ulmus romano fue un príncipe en la
arboleda ibérica. En alguna otra ocasión ya hemos mostrado nuestra
intención de fundar una cofradía para dar culto a la Virgen de los Olmos
(quizás con la jubilación), anónima imagen medieval que actualmente se
encuentra en la capilla de San Antonio de la Catedral y cuya réplica,
realizada por Juan Luis Coto en el último tramo del siglo XX, adorna una
hornacina de la Giralda. Entre pocos devotos podríamos proveer las
ceras, aceites y latines necesarios para honrar esta imagen de tan bello
nombre, factura y significado, patrona y abogada de los bosquetes
sevillanos.
Los niños de la Transición hemos visto crecer poco a
poco el campus de Reina Mercedes. Lo vimos pasar de su condición de
descampado polvoriento, con cines de verano (Los bingueros, Se acabó el petróleo,
etcétera) y algunos edificios aislados (pero de buena calidad
arquitectónica, como las escuelas de Ingenieros y Arquitectura), al muy
digno campus de carreras científicas y técnicas actual, aunque algo
apelmazado y con muchos menos metros cuadrados verdes de los que
hubieran sido deseables. Ahora nos enteramos del patíbulo que han
levantado a estos 36 olmos, cuya sombra buena y fresca será sustituida
por la que proporcionarán otras especies mejor adaptadas a los nuevos
tiempos: sóforas japónicas, catalpas y árboles del amor. Son especies
hermosas y con floraciones muy vistosas, pero nunca podrán sustituir la
compostura del olmo, el árbol que don Antonio Machado eligió para cantar
en un conocido poema la dignidad de la vejez.
-----
No hay comentarios:
Publicar un comentario