Un equipo de científicos trepa a uno de los candidatos a ser el árbol más alto del mundo, Borneo, Malasia.En los últimos años, se han descubierto muchos merantis amarillos -(Shorea faguetiana)- altísimos en Saba, un estado malayo en la isla de Borneo. El récord de altura pasó de 88 a 94,1 metros en 2016, cuando se descubrió una arboleda entera de merantis amarillos de más de 90 metros. Ese récord se vio eclipsado cuando un equipo liderado por las universidades de Nottingham y Oxford, en colaboración con South East Asia Rainforest Research Partnership, anunció el hallazgo de un gigante de 100,8 metros en los bosques de Saba. (...)
Se trata del primer árbol tropical de cien metros (y la angiosperma más alta) documentado en el mundo. Si lo colocaran sobre el suelo, sería más largo que un campo de fútbol. El equipo llamó al árbol «Menara», que significa «torre» en malayo. Estiman que pesa 81.500 kilogramos sin contar las raíces, o más del peso máximo de despegue de un Boeing 737-800.
Estos gigantes del bosque tropical se han descubierto en el área de conservación del valle de Danum, en el centro de una de las superficies de bosque tropical de llanura mejor protegidas y menos perturbadas que quedan en el Sudeste Asiático. Danum protege de la extinción al emblemático orangután de Borneo, a la pantera nebulosa y a los elefantes de bosque. Resulta que Danum también sirve como refugio a los árboles tropicales más altos del mundo.
Estos árboles de récord pertenecen, por ahora, a la misma especie: meranti amarillo. Está en grave peligro de extinción y la UICN lo incluye en su lista roja, ya que se ha talado durante décadas. Aunque el bosque tropical primario está protegido, la tala de merantis amarillos aún continúa en otras partes de Borneo, normalmente para elaborar moldes para echar hormigón y madera contrachapada barata. Estos árboles increíbles, cada uno un punto caliente de biodiversidad porque albergan hasta mil insectos, hongos y otras especies de plantas, pueden quedar reducidos a tablones en un aserradero en cuestión de minutos.
Los encontraron escaneando el bosque con láser desde un avión en 2018. Crearon imágenes tridimensionales de la cubierta forestal y, poco a poco, surgió un gigante en la imagen. Cuando el escaneado láser revela un árbol de altura excepcional, se recopilan pruebas de su altura real con un método no muy tecnológico: alguien trepa al árbol con una cinta métrica.
La tarea de escalar los árboles más altos del mundo con una cinta métrica recae en Unding Jami, arbolista y ayudante de investigación en el South East Asia Rainforest Research Partnership. Trepar árboles es peligroso y difícil, y exige una mente tranquila y un alto nivel de forma física. El equipo del valle de Danum afina esas habilidades trabajando en bosques tropicales primarios a diario y jugando partidos de bádminton y fútbol en su tiempo libre, con temperaturas tórridas y humedad alta.
El 6 de enero de 2019, Unding Jami trepó el que acabaría siendo el árbol más alto de los trópicos y quizá uno de los árboles más altos que quedan en pie en el mundo. (Los árboles más altos son las secuoyas de California, que miden hasta 115,7 metros.) Entrevisté a Unding en dos ocasiones, primero cuando él y su equipo recibieron la noticia del nuevo competidor y planificaron su próxima expedición para medir su altura, y de nuevo tras haberlo trepado en enero.
Háblame del nuevo árbol gigante, avistado en un valle cerca del centro de campo del valle de Danum.
Cuando supimos de la existencia del nuevo árbol, treparlo me puso nervioso. El lugar es bastante escarpado, se llama Rhino Ridge. Cerca hay un valle y una cascada. En línea recta, no está lejos del centro de campo, pero tuvimos que abrir nuevos senderos y es difícil de encontrar. Es un camino empinado. El avión determinó que medía 99 metros y yo medí 115 metros desde el pie del árbol con un visor láser cuando fui a pie. Antes de treparlo pensé que ssu altura estaría entre esas dos medidas.
El nuevo árbol sobresale en la cubierta forestal, en una hondonada pequeña y empinada. El equipo científico cree que su altura de récord se debe a la hondonada, que aporta suelos húmedos, y a una cordillera cercana, que lo protege del viento. Las teorías actuales sobre la cantidad de estrés por viento que los árboles pueden resistir y cuánto pueden bombear agua y azúcares hasta sus copas llevan al equipo a creer que Menara está cerca de la altura máxima posible para una angiosperma en la Tierra.
¿Cómo fue la experiencia de escalarlo?
Sabía que me sentiría muy expuesto, como si estuviera colgando en el aire. Había vientos muy fuertes y un nido de colugo (lémur volador). Estaba pululando alrededor mientras intentábamos lanzar la cuerda al árbol.
Hice 15 intentos para colgar la cinta en los 86 metros, las ramas más bajas. La verdad es que estuve a punto de rendirme. Fue suerte en conseguir colocar la cuerda en la rama más baja. Cuando colocamos la cuerda tardé casi una hora en trepar esos 86 metros. Y después tardé otras dos horas hasta llegar a la copa para medirlo. Durante las dos últimas horas, el viento era muy intenso y llovía, eso me ralentizó.
¿Cómo te sentiste cuando llegaste a la copa?
Tenía miedo, pero la verdad es que las vistas desde la cima eran increíbles. No sé qué decir, solo que fue alucinante. Después de medirlo, esa noche no pude dormir.
“Crecí viendo a mucha gente cazar en el bosque, cortar los árboles y pensé que quizá algún día podría trabajar para evitar que la gente dañara el bosque”
¿Cómo se escala un árbol de cien metros?
Utilizamos un sistema llamado funambulismo. Se catapulta la cuerda hasta una rama baja y se ata a un árbol cercano. Después usamos un arnés y ascensores direccionales para subir por la cuerda, paso a paso, como si subieras unas escaleras. Enganchas la cinta métrica al arnés, trepas y compruebas la medida cuando llegas a la copa e intentas no dejar caer la cinta. No es sencillo. A 80 metros de altura, estás solo en la cubierta forestal. Ya no puedes escuchar [a nadie] que esté en el suelo. Así que nos mandamos mensajes.
¿Es muy difícil?
No es un trabajo fácil. Yo trepo lentamente, comprobando cada metro del tronco por si hay ciempiés, serpientes y cosas así. Si hay nidos de aves, abejas o avispas, eso puede ser un problema. Si veo uno desde el suelo, trepo por la noche, cuando están menos activos y no atacan. Da menos miedo trepar de noche, porque no lo puedes ver todo.
Si te quedas inconsciente al trepar, el arnés impide que te coloques en una posición segura, con la cabeza más baja que el corazón. Un escalador inconsciente en esa posición solo tiene tres minutos para sobrevivir, por lo que el equipo sobre el suelo tiene que bajarlo rápidamente mediante una cuerda de emergencia.
He oído que una vez tuviste problemas con abejas mientras trepabas.
(Se ríe) Sí, podría decirse que sí. Estaba trepando un árbol del género Dipterocarpaceae en flor y esos lo atraen todo: abejas, avispas y todo tipo de insectos. Casi a la mitad, vi un enjambre de abejas que pasaba volando.
Supe que tenía que bajar enseguida. Las abejas de la selva pueden ser agresivas y peligrosas, si una te pica entonces la colonia lo siente y puede atacarte todo el enjambre.
El problema era que tenía que cambiar el equipo de ascenso por el de descenso en el arnés para poder descender en rápel. Estaba intentando hacer eso cuando vi tres abejas que volaban muy cerca de mi cara. Dos pasaron volando y pensé, vale, ya está. Pero entonces la tercera se me metió en el casco y, claro, me picó porque estaba atrapada.
Y eso desató al enjambre entero. Recuerdo que pensé que tenía que taparme la cara, así que me puse la camiseta por encima de la cabeza, cerré los ojos y empecé a cambiar al descendedor guiándome por el tacto. Pero siguieron picándome por todas partes. Mis colegas en el suelo podían ver lo que ocurría porque tenía una camiseta roja y se había vuelto negra porque estaba cubierto de abejas. Empecé a preocuparme porque tenía que descender rápidamente para alejarme de ellas, pero no pude comprobar el equipo visualmente. Así que mantuve los ojos cerrados y pensé: pues ya está. Me solté y bajé.
Y de repente me detuve tras unos pocos metros de caída. Me había olvidado de que tenía un lanyard de seguridad que detendría una caída si algo iba mal. Eso es malo porque, con el lanyard puesto, si me quedaba inconsciente por las picaduras, el equipo no podría bajarme al suelo. Y llegado a ese punto tenía muchísimas picaduras.
Algunos escaladores desconfían de llevar un cuchillo, pero mi instructor siempre me obligaba a llevar uno. Justo en ese momento recordé que lo tenía, corté el lanyard y descendí en rápel lo más rápido que pude para volver al suelo del bosque.
Cuando llegué al suelo, tenía 200 picaduras. Recuerdo pensar que tenía que mantenerme consciente para que el equipo y yo pudiéramos alejarnos de la colonia, porque todas las abejas habían bajado conmigo. En el suelo me mantuve consciente unos minutos, pero las picaduras empezaron a actuar. Estuve inconsciente unos 40 minutos. Me desperté y recuerdo que mis compañeros estaban alterados porque no sabían si seguía vivo. Me colocaron de lado y tuvieron que correr e intentar ahuyentar a las abejas.
¿Cómo acabaste en esta profesión?
Vengo de una familia muy pobre. Nací en un campamento de tala en Saba y mi difunto padre trabajó como leñador. Crecí viendo a mucha gente cazar en el bosque, cortar los árboles y pensé que quizá algún día podría trabajar para evitar que la gente dañara el bosque. Mis padres no pudieron permitirse mandarme a mí y a mis tres hermanos a la escuela, así que solo fui durante dos años. La dejé con nueve años. Con 13 años, conseguí un trabajo en uno de los programas de reforestación, plantando árboles jóvenes para regenerar el bosque talado. Desde entonces, he trabajado en la conservación forestal con Sabah Biodiversity Experiment y después con SEARRP, como ayudante de investigación forestal. Poco a poco, a medida que trabajaba con estos grupos, empecé a comprender por qué el bosque es tan importante para todo el mundo y por qué necesitamos protegerlo.
Los animales del bosque me inspiran, los gibones me inspiraron a aprender a trepar a los árboles. Son unos escaladores brillantes y perfectos, saltando de árbol en árbol, saltando por todas partes. Ojalá pudiera trepar como ellos, solo con las manos.
¿Cómo nos ayudan estos árboles de récord a comprender el bosque y garantizar que esté protegido?
Este tipo de expediciones son beneficiosas para nuestra comunidad y para la conservación de los bosques tropicales. Y también tiene que ver con la amistad. Conseguir trepar a un árbol no es el logro de una sola persona, sino que se necesita un equipo hábil.
Es importante saber que la conservación del bosque tropical primario funciona. Algunos de estos árboles gigantes y singulares aún están ahí fuera, no los hemos perdido. Espero que mis tres hijas pequeñas y las generaciones futuras puedan ver estos árboles en pie.
En la expedición para trepar al árbol tropical más alto del mundo participaron Jamiluddin Jami (Unding Jami); Fredino John; Azwan Tamring; Azlin Sailim; Ahmad Jelling; Sabidee Rizan; Fyenlyvicy Thomas; Mohd Fadil Karim; Elizabath Rusili; Johnny Larenus; Dedy Mustapa; representantes de Danum Valley Management y del Yayasan Sabah Group.
La entrevista se ha resumido por razones de longitud y claridad. Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
Ostras, que interesante. No conocía esta especie y su singularidad como gigante de los Trópicos!
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