12 agosto 2017

REVISTA NATURE, en Sinc
El Amazonas captura menos carbono porque los árboles acortan su vida

Bosque amazónico en Brasil. /Peter van der Sleen.
     En las últimas décadas, la selva amazónica ha actuado como un gran sumidero de carbono ayudando a frenar el ritmo del cambio climático. Sin embargo, un artículo publicado hoy en Nature indica que esto comienza a cambiar. Los bosques están perdiendo su capacidad de capturar carbono de la atmósfera porque la tasa de mortalidad de los árboles se ha incrementado, según un amplio estudio que ha analizado datos de 30 años en una serie de parcelas forestales y en el que han participado casi 100 investigadores.
     El dióxido de carbono (CO2) es un ingrediente clave para la fotosíntesis, así que el aumento de su presencia en la atmósfera, inicialmente estimuló el crecimiento de los árboles de la Amazonia, que a su vez necesitaban absorber aún más carbono. Sin embargo, a más largo plazo este fenómeno ha tenido consecuencias inesperadas. Todas las fases de la vida de los árboles se aceleran, “viven más rápido”, dicen los investigadores, así que también mueren más jóvenes.
     Las tasas de mortalidad se han incrementado más de un tercio desde mediados de la década de 1980 y esto está afectando a la capacidad del Amazonas para almacenar carbono, según los datos recogidos en Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guayana y Guayana Francesa.
    “Todavía no entendemos lo suficiente cuál es la relación entre el crecimiento de los árboles y su mortalidad”, afirma en declaraciones a Sinc Roel Brienen, investigador de la Facultad de Geografía de la Universidad de Leeds, que ha liderado el trabajo. Por eso, aunque los niveles de CO2 sigan aumentando en el futuro, no cree que necesariamente la vida de los árboles siga acortándose.
     “Tiene que haber un límite, de la misma forma que existe un límite en la estimulación del crecimiento”, asegura, puesto que los nutrientes son limitados y el incremento de las temperaturas, que también prevé el cambio climático, podría frenar el crecimiento acelerado de la vegetación que se ha observado en la actualidad.
    Los científicos creen que las recientes sequías y las temperaturas inusualmente altas en la Amazonia también pueden haber tenido cierta influencia en estos resultados. Aunque el aumento de la mortalidad de los árboles comenzó mucho antes de la intensa sequía de 2005, la ausencia de precipitaciones parece haber incrementado las muertes de árboles en millones.
     En cualquier caso, el artículo no deja lugar a dudas sobre la pérdida de capacidad de esta región como sumidero de carbono. Desde los años 90, la cantidad de CO2 que almacena la biomasa de los bosques amazónicos ha disminuido a la mitad y en la actualidad ya ni siquiera absorben las emisiones de combustibles fósiles de América Latina.
     Los bosques almacenan carbono en forma de biomasa en sus tallos, hojas, raíces o en la materia orgánica del suelo. Por eso, estos nuevos datos son especialmente llamativos en relación con las previsiones sobre cambio climático, ya que muchos modelos dan por supuesto el aumento continuo del almacenamiento de carbono por parte de los bosques tropicales y ahora se demuestra justo lo contrario.

Reducir las emisiones, aún más necesario
     “Esperamos que este trabajo sirva de acicate para mejorar los modelos, que también deben simular la mortalidad de los árboles”, comenta Roel Brienen. “De las emisiones humanas de CO2, el 45% son absorbidas por el océano y la tierra, pero más de la mitad vuelve de nuevo a la atmósfera. Si observamos que otros bosques tropicales también pierden su papel como sumidero y esta situación continúa en el futuro, necesitaríamos recortes más profundos en las emisiones de gases de efecto invernadero”, declara.
     A partir de este trabajo, los científicos se plantean, por un lado, comprender mejor el aumento de la mortalidad de los árboles, y por otro, extender el estudio a bosques de todo el mundo a la vez que siguen vigilando la Amazonia.
     El trabajo publicado por Nature ha sido coordinado por la Red Amazónica de Inventarios Forestales (RAINFOR), una singular red de investigación dedicada a monitorear los bosques amazónicos en 321 parcelas forestales permanentes de la Amazonia distribuidas por los ocho países participantes y que juntas suman seis millones de kilómetros cuadrados. Los investigadores han identificado y medido 200.000 árboles y han registrado la muerte y el nacimiento de otros muchos desde la década de 1980.

Informción
http://www.agenciasinc.es/Noticias/El-Amazonas-captura-menos-carbono-porque-los-arboles-acortan-su-vida
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10 agosto 2017

LA BATALLA DE LOS ÁRBOLES
Extracto de "Hojas del Bosque"

     La Batalla de los Árboles es un texto complejo en cuanto a su traducción, sus interpretaciones y el cúmulo de influencias de la mitología celta y la tradición galesa que posee. Para llevar a cabo este apartado se ha utilizado la traducción que Robert Graves realizó en su obra "La Diosa Blanca" a partir de la traducción hecha en el siglo XIX por D.W. Nash. El propio autor nos advierte de las posibles modificaciones que esta versión puede tener respecto a lo que sería el original, por lo que hay que acercarse a ella con cuidado...


«Las copas de las hayas han retoñado recientemente,
se han cambiado y renovado de su estado marchito.
Cuando el haya prospera con hechizos y letanías
las copas de los robles se enmarañan y hay esperanza para los árboles.
He despojado al helecho, con el que descubrí todos los secretos,
el viejo Math ap Mathonury no sabía más que yo.
Con nueve clases de facultades Dios me ha dotado:
soy fruto de frutos recogidas de nueve clases de árboles:
ciruelo, membrillo, arándano, morera,
frambuesa, peral, cerezo negro y blanco con el serbo en mí participan.
Desde mi sede en Fefynedd, una ciudad que es fuerte,
observé los árboles y las cosas verdes que se apresuraban.
Apartándose de la felicidad se disponían a asumir
las formas de las principales letras del alfabeto.
Los viajeros se asombraban, los guerreros se espantaban
ante la renovación de conflictos como los que causó Gwydion.
Bajo la raíz de la lengua una lucha sumamente terrible,
y otra furiosa detrás, en la cabeza.
Los alisos de la primera fila iniciaron la refriega.
El sauce y el fresno silvestre tardaron en ordenarse.
El acebo, verde oscuro, tomó una actitud resuelta;
está armado con muchas puntas de lanza que hieren la mano.
Con el pisotear del rápido roble cielo y tierra resuenan;
«Recio Guardián de la Puerta» es su nombre en todas las lenguas.
Grande era el árgoma en la batalla, y la hiedra en su flor;
el avellano era el árbitro en ese tiempo encantado.
Tosco y salvaje era el abeto, cruel el fresno,
no se desvía la medida de un pie, golpea directamente en el corazón.
El abedul, aunque muy noble, tardó mucho en armarse,
pero no fue por cobardía, sino por su gran tamaño.
El brezo consolaba a la gente exánime,
los álamos de larga resistencia sufrían mucho en la lucha.
Algunos de ellos eran expulsados del campo de batalla
a causa de los agujeros hechos en ellos por la fuerza del enemigo.
Muy airada estaba la vid cuyos secuaces son los olmos;
yo la elogio mucho ante los gobernantes de los reinos.
Fuertes caudillos eran el endrino con su fruto nocivo,
el espino blanco no amado de naturaleza parecida,
la caña que persigue velozmente, la retama con su cría,
y la hiniesta que no se comportó bien hasta que la domaron.
El tejo que desparrama dotes estaba malhumorado al margen de la lucha,
con el saúco lento para arder entre fuegos que chamuscan,
y la bendita manzana silvestre riendo de orgullo
desde el Gorchan de Moelderw junto a la roca.
Resguardados se quedan el ligustro y la madreselva,
inexpertos en la batalla, y el pino cortesano.
Pero yo, aunque menospreciado porque no era grande,
combatí árboles en vuestra formación,
en el campo de Goddeu Brig».
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08 agosto 2017

JULIO LLAMAZARES (León, 1955)
Árboles
 
La gente se ha ido concienciando ya de la necesidad de proteger la fauna en peligro pero no tanto de hacer lo mismo con nuestros bosques
Copa de las hayas del Hayedo de Montejo, en la Sierra del Rincón, Madrid.
     Mientras que, como cada verano, el fuego convierte en cenizas parte de la masa forestal de un país que no está sobrado de árboles, una nueva enfermedad acaba de hacer su aparición en la península Ibérica amenazando con diezmar diversas especies, los almendros y olivos entre ellas, como antes sucedió con las palmeras, que hoy aparecen decapitadas por miles en nuestros paseos marítimos y jardines, y antes aún con los olmos, que desaparecieron en su totalidad por culpa de la grafiosis, incluido aquél al que el portugués Miguel Torga dedicó uno de sus más bellos poemas:
“Na terra onde nascí há um só poeta / Os meus versos sâo folhas dos seus ramos…” (En la tierra donde nací sólo hay un poeta / Mis versos son hojas de sus ramas).
     La nueva enfermedad arboricida tiene un nombre pintoresco, xylella fastidiosa,pero de gracioso poco. Los agricultores y responsables de Agricultura de Alicante, que es donde se ha detectado el brote, están muy preocupados por cómo pueda afectar a sus diversas especies de árboles y los de Andalucía más: en la región de Apulia, en Italia, que es de donde procede el brote, tuvieron que arrancar más de dos millones de olivos por culpa de la enfermedad.
     La afectación sucesiva de especies arbóreas por diferentes plagas y enfermedades preocupa a los agricultores pero no parece quitarle el sueño al resto de la población, la urbana en especial, para gran parte de la cual los árboles son sólo adornos o, en el mejor de los casos, una compañía agradable cuando el calor aprieta con fuerza y obliga a buscar la sombra. La gente se ha ido concienciando ya de la necesidad de proteger la fauna en peligro, pero no tanto de hacer lo mismo con nuestros bosques.
     Y eso en un país donde el desierto avanza imparable día tras día no deja de ser una irresponsabilidad que habría que trasladar a cada uno de nosotros y no sólo a aquéllos que con su negligencia o acción delictiva provocan incendios o a los que con su analfabetismo paleto arrancaron del borde de las carreteras los miles de chopos que, como en Francia siguen haciendo, les daban sombra con el argumento de su peligrosidad. Porque todos somos responsables de que en España el árbol se siga considerando un adorno si no da fruto o dinero, como sucede con el paisaje en sí.
     ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que comprendamos la dimensión de la frase del poeta francés Claude Bobin que yo le leí a otro poeta, mi paisano y amigo José Antonio Llamas: “Me gusta apoyar la mano en el tronco de un árbol no para asegurarme de su existencia sino de la mía”?

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05 agosto 2017

JEAN GIONO (Francia, 1895-1970)

      La novela de Jean Giono, "El hombre que plantaba árboles", fue escrita alrededor de 1953, es poco conocida en Francia. El texto se pudo recuperar gracias a que contrariamente a lo que sucede en Francia, la historia ha sido ampliamente difundida en el mundo entero y ha sido traducida a trece idiomas. Lo que ha contribuido también a que se hayan hecho numerosas preguntas alrededor de la personalidad de Eleazar Bouffier y sobre de los bosques de Vergins. Si bien es cierto que el hombre que plantó los árboles es un simple producto de la imaginación del autor, es importante aclarar que, efectivamente, en esta región se realizó un enorme esfuerzo de reforestación, sobretodo a partir de 1880. Cien mil hectáreas habían sido reforestadas antes de la Primera Guerra Mundial utilizando, predominantemente, pino negro de Austria y sotobosque europeo. Actualmente estos bosques son bellísimos y han transformado el paisaje y el régimen de las aguas de esta región.
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    Carta que JEAN GIONO escribió al director del Departamento de Aguas y Bosques, el señor Valderyon, en 1957 haciendo referencia a su novela.

     Querido Señor:
     Siento mucho decepcionarlo, pero Eleazar Bouffier es un personaje inventado. El objetivo de esta historia es el de hacer amar a los árboles, o con mayor precisión: hacer amar plantar árboles (lo que después de todo, es una de mis ideas más preciadas). O, si se considera por el resultado; el objetivo es obtener el mismo resultado de nuestro personaje imaginario.
     El texto que usted ha leído en "Trees and life" ha sido traducido al Danés, Finés, Sueco, Noruego, Inglés, Alemán, Ruso, Checoslovaco, Húngaro, Español, Italiano, Yddish y Polaco. Cedo mis derechos gratuitamente a todas las reproducciones. Un americano me ha buscado recientemente para solicitarme la autorización para hacer un tiraje de 100 000 ejemplares del texto que van a ser repartidas gratuitamente en América (algo que tengo bien entendido y aceptado). La Universidad de Zagreb ha hecho una traducción al Yugoslavo.
      Este es uno de los textos que he escrito de los que me siento más orgulloso, porque cumple con la función para la que fue escrito. Dicho sea de paso, esta historia no me aporta ningún céntimo. Si a usted le es posible, me encantaría que pudiéramos reunirnos para hablar precisamente de la utilización práctica de este texto. Yo considero que es ya el tiempo de que hagamos una política favorable al árbol, a pesar de que la palabra política parezca bastante mal adaptada.

Muy cordialmente
Jean Giono
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02 agosto 2017

ABC Natural, (Ministerio Agricultura)
Una sequía generalizada amenaza a todos los bosques


     Los bosques de todo el mundo corren el riesgo de morir debido a la sequía generalizada, según han encontrado investigadores de la Universidad de Stirling, en Reino Unido. Su análisis, publicado en la revista Ecology Letters, sugiere que los bosques están en riesgo de manera global debido a la mayor frecuencia y gravedad de las sequías. El estudio encontró una respuesta similar en árboles en todo el mundo, donde la muerte aumenta de manera consistente con el incremento de la severidad de la sequía.
     La doctora Sarah Greenwood, investigadora postdoctoral en la Facultad de Ciencias Naturales de Stirling, alerta: «Podemos ver que la muerte de los árboles causada por la sequía es consistente en diferentes ambientes alrededor del mundo. Los bosques templados, como los que encontramos en toda Europa, tendrán en gran medida la misma respuesta a la sequía y sufrirán inevitablemente como resultado del incremento de las temperaturas y los cambios en los patrones de lluvias en la Tierra».
      Los científicos de este trabajo encontraron características específicas y variadas en diferentes tipos de árboles que pueden alterar su resistencia a la sequía. Las especies con madera más densa y hojas más pequeñas y más gruesas tienden a desenvolverse mejor durante periodos prolongados inusualmente secos.
      «Al identificar los rasgos específicos en los árboles que determinan el riesgo de sequía, podemos comprender mejor los patrones globales de mortalidad de los árboles y cómo están reaccionando los bosques del mundo al aumento de las temperaturas y la reducción de las lluvias», subraya el coautor Alastair Jump, profesor de Ecología en Stirling.
      «A medida que la temperatura del planeta continúa subiendo, la mortalidad de los árboles afectará a más bosques que nunca. Los bosques almacenan una cantidad sustancial del carbono del mundo y la muerte de los árboles elevará el calentamiento global futuro. Esto tiene implicaciones muy significativas para entender completamente el impacto del cambio climático en nuestro planeta», concluye.
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