TAKAHASHI HIROSHI (1960, Japón)
El Cerezo-Cascada de Miharu-machi (prefectura de Fukushima)
El 80 % de los cerezos sakura que engalanan Japón pertenecen a la especie someiyoshino, que fue creada mediante cruces en épocas históricas recientes. Pero una búsqueda más detenida por el país nos deparará la sorpresa de encontrar enormes cerezos de gran fama que han estado ahí a lo largo de siglos y siglos. La belleza que alcanzan estos ejemplares cuando sus copas se cubren de flores escapa a cualquier posible descripción.
Los japoneses y los cerezos sakura
Antiguamente, los japoneses se valían de la floración de las plantas y de la llegada de las aves migratorias para juzgar en qué momento del ciclo estacional se encontraban y establecer un plan para las labores agrícolas. A estos fines, el cerezo sakura funcionaba como un calendario natural muy eficaz, pues les informaba con gran precisión sobre las pequeñas variaciones de temperatura que se daban cada año. El momento de la floración del sakura, cuyas flores preceden a las hojas, era el criterio más adecuado para juzgar cuándo plantar el arroz.
Esto explica que a lo largo y ancho del país encontremos ejemplares de sakura que son llamados cariñosamente por los lugareños “el cerezo del sembrado” o “el cerezo del trasplante (de los plantones de arroz del vivero al campo)”. Incluso ahora, cuando su función como especie indicadora está llegando a su fin, el sakura sigue siendo objeto de un trato esmerado y respetuoso, lo cual tampoco es de extrañar si pensamos que desde tiempos antiguos esta especie se ha considerado morada de dioses. La costumbre de comer y beber a la sombra de los cerezos en flor tiene su origen en las ofrendas de alimentos y sake que se hacían a los dioses cuando, según se creía, estos descendían de las montañas a las zonas habitadas por los humanos, un rito cuya finalidad era rogar por una buena cosecha.
El sakura, además, ha estado tradicionalmente vinculado a los muertos. Esos sakura que florecen exuberantes en los cementerios de cualquier región del país fueron plantados, en su día, para marcar la existencia de una tumba. Los sakura de mayores proporciones, muchos de ellos centenarios, tienen en muchos casos numerosas tumbas a su alrededor. Por lo visto, en todas las épocas históricas ha habido personas que deseaban dormir el sueño eterno a la sombra de uno de estos árboles.
Esta vez vamos a dejarnos guiar por los sakura gigantes en plena floración para asomarnos a ese misterioso mundo de insondable profundidad.
Dirección: Aza-Sakurakubo 296, Ōaza-Taki, Miharu-machi, Tamura-gun, Fukushima-ken 963-7714 Perímetro del tronco: 7,9 m.
Altura: 19 m. Edad: 1.000 años Designado Monumento Natural Nacional
Majestuosidad ★★★★★
El municipio de Miharu-machi, en la zona central de la prefectura de Fukushima, es un vergel donde florecen al unísono ciruelos, melocotoneros y cerezos sakura. El significado de la palabra miharu es “tres primaveras” y, efectivamente, es como si tres primaveras ocurrieran simultáneamente. Y el mejor representante de esa belleza floral es el cerezo conocido como el Takizakura o Cerezo-Cascada. Este ejemplar se considera uno de los integrantes de la trinidad de grandes cerezos sakura de Japón, junto al Usuzumizakura de Gifu y al Jindaizakura de Yamanashi. Y entre los shidarezakura (Prunus pendula) del país, se jacta de ser el de mayor tamaño.
Las ramas de esta especie de sakura describen una suave curva descendente en todas las direcciones, y sobre esa pendiente parecen deslizarse sus rosadas flores como si de una cascada se tratase. Su nombre está, pues, perfectamente justificado. Durante su periodo de floración, a mediados de abril, visitantes llegados de todo Japón se congregan a su alrededor, en número que algunos años supera los 200.000. Cuando la floración es plena, el árbol permanece iluminado por las noches, adquiriendo un aspecto fantástico que no puede verse durante el día.
Sakurakubo, nombre de la zona donde se encuentra el árbol, significa “hondonada del cerezo”, reflejando muy bien la topografía del lugar, que tiene forma de un suave cono vuelto del revés. Esta ubicación le reporta protección frente a los fuertes vientos y un buen drenaje de agua. Y nada impide que el árbol reciba también una buena insolación. Tampoco hay que olvidar que su ubicación es la ideal debido a que, estando más bajo que el resto, le llegan fácilmente los nutrientes aportados por los campos de labranza de las cercanías. El Cerezo-Cascada está rodeado por un camino que lo circunda y permite disfrutar de su belleza desde todos los ángulos. Cuando uno penetra bajo sus ramas péndulas, aproximándose desde el acceso frontal, tiene la sensación de estar entrando realmente bajo una cascada.
Si en 2002 un tifón causó daños en su ramaje, en 2005 fueron las copiosas nevadas las que se cebaron en él aunque, por suerte, no afectaron demasiado a su porte. Hoy en día sigue teniendo una figura de gran belleza y elegancia.
En Miharu-machi hay muchos otros cerezos sakura, en total cerca de 10.000. Unos 2.000 son shidarezakura y de ellos se dice que son “descendientes” del Cerezo-Cascada. En 1990 el conjunto de los shidarezakura de Miharu-machi fue incluido en la selección de los 100 paisajes con cerezos sakura más bellos de Japón. Y siendo el conjunto de este municipio lo que fue objeto de tal reconocimiento, es una verdadera pena que muchos grupos de visitantes dejen Miharu-machi habiendo visto solo el Cerezo-Cascada.
Nº 101
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