sábado, 6 de enero de 2018

Pino de la Mano de Dios, del cronista de Canarias

JUAN GUZMÁN OJEDA, Ing. Técn. Forestal
El Pino de la Mano de Dios, el sobrenatural pino-micropinar

      Aunque los ecosistemas forestales se repiten entre las islas Canarias, lo cierto es que, por regla general, a poco que se conozca el territorio casi siempre existen varios indicios que nos permiten adivinar la isla en la que nos hallamos. Dicho esto resultan algo perplejos los paisajes robados, tal y como ocurre cuando los ancestrales pinares garafianos (La Palma) parecen haberse trasladado a las laderas altas de La Orotava (Tenerife). También puede suceder que cuando el mar de nubes deja entrever la amplia orografía que desciende desde el Teide por la cara del valle de la Orotava, se produzca la extraña impresión de estar tierra adentro, como en un amplio valle continental. La visita al árbol que hoy tratamos aglutina un popurrí de sensaciones, reuniendo las anteriores y muchas más.

La Mano de King Kong
     El Pino de la Mano de Dios también es conocido como Pino Santo o como La Mano de King Kong. Se trata de un montaraz y maravilloso ejemplar de Pinus canariensis, tímidamente escondido entre lo inclinado y lo verde del norte de Tenerife. Se localiza (28°22’56.3″N 16°28’43.5″W) en una zona a menudo bañada por las nieblas, a 1.440 metros de altitud en el Lomo de La Resbala, dentro del Paisaje Protegido del mismo nombre.

     Para llegar a esta zona el capataz forestal que me acompañó, David, y un servidor transitamos la pista que parte desde el Área Recreativa de La Caldera y asciende por la pista de Mamio, recorriendo los que a buen seguro son los mejores restos del pinar húmedo original de Tenerife. Las cualidades que más se repiten entre los abundantes pinos son el gran diámetro, la rectitud del fuste, las colgantes barbas liquénicas (Usnea sp.), las cortezas planas, grisáceas y brillantes, y cómo no, las grandes alturas. Tras recorrer
aproximadamente 10 kilómetros por esta pista, encontramos una divisoria por la que discurre el Cortafuegos de Santa Úrsula. Luego, de frente, continúa otra pista y a unos 200 metros, ladera arriba, aparece este curioso ejemplar. Al Pino de la Mano de Dios corresponde este nombre porque tras una gruesa base de 10 metros de diámetro, aparece una profusa división que diferencia hasta siete troncos principales, donde los más gruesos superan los dos metros de diámetro.

      En su centro queda un enorme hueco que asemeja a la palma de una mano, mientras que las pernadas parecen enormes dedos. Sobre este lecho mullido en pinillo cabe una persona incluso tumbada. Un poco más arriba, una nueva bifurcación brinda un trono digno del mismísimo Conan el Bárbaro. Su altura se ha calculado en 25 metros y su edad seguramente nos trasponga a la época de la conquista insular.

Espectáculo en cada ángulo
     La mayor parte de los árboles, y en especial los pinos, resultan muy poco cambiantes al recorrer su perímetro. Por el contrario, rodear el Pino de la Mano de Dios es todo un espectáculo, ya que su fisionomía varía con cada ángulo. Llama la atención, tal y como me comenta un emocionado David, los cordones que aparecen en algunas partes de su corteza, recordándonos a los graciosos molletes de un bebé rollizo.
     Desde un punto de vista científico, este pino tiene una morfología muy atípica. Pinus canariensis es una especie monoembrionaria, es decir, que de cada semilla solo nace un individuo, al contrario, por ejemplo, que el Dracaena draco donde una sola semilla puede dar lugar a dragos dobles o triples. Por otro lado la capacidad de brote de cepa, poco común en los pinos, pudiera explicar una ramificación basal tan baja en respuesta a fuertes perturbaciones en edad juvenil. Pero si nos paramos a pensar en tan singular aspecto, también cabe la teoría de que el Pino de la Mano de Dios pudiera tratarse, en realidad de diferentes pinos que encontrándose muy cercanos se fusionaron, soldando sus maderas hace ya muchos años.

Cazadores de árboles
     Esta posible teoría, tal y como nos cuenta el investigador Luis Gil, sería fácilmente demostrable realizando un análisis de ADN nuclear y estudiando la edad en cada pernada. También desenterrar parcialmente las raíces –con todos los mimos del mundo– ayudaría a demostrar esta teoría, sin precedentes conocidos para Pinus canariensis.
     Sea o no cierta esta teoría, el Pino de la Mano de Dios constituye por sí mismo un micropinar dentro del pinar. Parafraseando al compañero Cesar Javier Palacios, “los cazadores de árboles excepcionales nos enfrentamos a una de nuestras mejores piezas”, si bien añadiría que, en este caso, el cazado no es otro que el propio observador. Posicionarnos frente a tan cautivador ejemplar, además de arrancar todos los respetos y reverencias, provoca una poderosa atracción, una llamada de la naturaleza para encaramarse a su regazo. Tras la invitación, una vez situados en esta enorme palma, la sensación es como encontrarnos en un portal hacia otra dimensión.

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Número 51 de Tenerife. Se da por muerto al no haber podido recuperarse del incendio de 2023

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