sábado, 26 de octubre de 2013

ATAHUALPA YUPANQUI (Argentina, 1908-1992) 
No me dejes partir, viejo algarrobo...

No me dejes partir, viejo algarrobo...

levanta un cerco con tu sombra buena,

átame a la raíz de tu silencio

donde se torna pájaro la pena.



Vengo de un mundo lleno de caminos,

montaña, selva, mar, prado y arena.

¡Traigo una sed de paz, tan infinita!...

Hazme un nido de amor para mi pena.



Yo siempre fui un adiós, un brazo en alto,

un yaraví quebrándose en las piedras;

cuando quise quedarme vino el viento,

vino la noche y me llevo con ella.



Mucho tiempo te vi quieto en la tarde,

nada cerca de ti, solo tu fuerza.

Tu balsámica sombra es como el beso

del aura vesperal sobre la tierra.



No me dejes partir, viejo algarrobo,

que ya no se decir: !Hasta la vuelta!...

Hay un río profundo que me llama

desde el antiguo valle de mi pena.



Que en ti se anuden todos los caminos

como un brazo tenaz de enredadera

y no haya mas rumor que el de la tarde,

cuando pasa descalza por la arena.


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