ATAHUALPA YUPANQUI (Argentina,
1908-1992)
No me dejes partir, viejo algarrobo...
No me dejes partir, viejo algarrobo...
levanta un cerco con tu sombra buena,
donde se torna pájaro la pena.
Vengo de un mundo lleno de caminos,
montaña, selva, mar, prado y arena.
¡Traigo una sed de paz, tan
infinita!...
Hazme un nido de amor para mi pena.
Yo siempre fui un adiós, un brazo en
alto,
un yaraví quebrándose en las
piedras;
cuando quise quedarme vino el viento,
vino la noche y me llevo con ella.
Mucho tiempo te vi quieto en la tarde,
nada cerca de ti, solo tu fuerza.
Tu balsámica sombra es como el beso
del aura vesperal sobre la tierra.
No me dejes partir, viejo algarrobo,
que ya no se decir: !Hasta la
vuelta!...
Hay un río profundo que me llama
desde el antiguo valle de mi pena.
Que en ti se anuden todos los caminos
como un brazo tenaz de enredadera
y no haya mas rumor que el de la
tarde,
cuando pasa descalza por la arena.
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