JOSÉ MARÍA PEREDA (1833-1906)
El sabor de la tierruca
"La cajiga aquella era un soberbio ejemplar de su especie; grueso, duro y sano como una pena el tronco, de retorcida veta, como la filástica de un cable; las ramas, horizontales, rígidas y potentes, con abundantes y entretejidos ramos; bien; bien picadas y casi negras las hojas; luego, otras ramas, y más arriba otras, y cuatro más altas más cortas, hasta concluir en débil horquilla, que era la clave de aquella rumorosa y oscilante bóveda.
Ordinariamente, la cajiga (roble) es el personaje bravío de la selva montañesa, indómito y desaliñado. Nace donde menos se le espera: entre zarzales, en la grieta de un peñasco, a la orilla del río, en la sierra calva, en la loma del cerro, en el fondo de la cañada... En cualquier parte..."
El sabor de la tierruca
"La cajiga aquella era un soberbio ejemplar de su especie; grueso, duro y sano como una pena el tronco, de retorcida veta, como la filástica de un cable; las ramas, horizontales, rígidas y potentes, con abundantes y entretejidos ramos; bien; bien picadas y casi negras las hojas; luego, otras ramas, y más arriba otras, y cuatro más altas más cortas, hasta concluir en débil horquilla, que era la clave de aquella rumorosa y oscilante bóveda.
Ordinariamente, la cajiga (roble) es el personaje bravío de la selva montañesa, indómito y desaliñado. Nace donde menos se le espera: entre zarzales, en la grieta de un peñasco, a la orilla del río, en la sierra calva, en la loma del cerro, en el fondo de la cañada... En cualquier parte..."
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