AZORÍN (Alicante, 1873-1967)
En la montaña
"Hoy me he subido a la montaña alicantina. Me he levantado antes de que rayara el alba. Esta montaña tiene acá y allá grupos de pinos que exhalan un penetrante aroma a resina. No son pinos adiestrados y amaestrados por industriales; no son pinos plantados y cultivados en vista de un futuro aprovechamiento de sus troncos. Estos pinos no conocen la mano del resinero. Crecen libres, rebeldes, felices. Su tronco toma mil formas caprichosas; se tuerce a un lado luego a otro; se inclina hacia el suelo; después enmienda la torcedura y se levanta airoso. Al aroma de los pinos se mezcla el aroma de la sabinas, del espliego, del romero, del enebro. En ese aire sutil y fuerte de los paisajes levantinos y castellanos, los aromas se expanden con toda libertad; nuestras ropas, nuestros pies, se impregnan de un sentido olor..."
En la montaña
"Hoy me he subido a la montaña alicantina. Me he levantado antes de que rayara el alba. Esta montaña tiene acá y allá grupos de pinos que exhalan un penetrante aroma a resina. No son pinos adiestrados y amaestrados por industriales; no son pinos plantados y cultivados en vista de un futuro aprovechamiento de sus troncos. Estos pinos no conocen la mano del resinero. Crecen libres, rebeldes, felices. Su tronco toma mil formas caprichosas; se tuerce a un lado luego a otro; se inclina hacia el suelo; después enmienda la torcedura y se levanta airoso. Al aroma de los pinos se mezcla el aroma de la sabinas, del espliego, del romero, del enebro. En ese aire sutil y fuerte de los paisajes levantinos y castellanos, los aromas se expanden con toda libertad; nuestras ropas, nuestros pies, se impregnan de un sentido olor..."
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