12 diciembre 2021

La edad de los tejos (y 2), del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
La edad de los tejos (y 2)
 
Para medir la edad de algunos árboles, en ocasiones se practica un barreno, (ya lo mencionamos en el ártículo anterior) con un aparato adecuado (barrena de Pressler) al objeto de extraer una muestra de los anillos de crecimiento y poder así datarlo. Ver artículo
     En los tejos muy antiguos lo habitual es que el corazón del árbol esté podrido, putrefacción que rara vez se aprecia antes de los 400 años, al menos exteriormente, pero a partir de los 700 pocos tejos presentan un tronco sin oquedades. En el caso de tejos muy viejos, como el Tejo de Fortingall el tronco pasa a ser una masa que ocupa una superficie de 16 x 7 metros y de la que aparentemente brotan “nuevos troncos”. Otro intento de datación ha sido por medio del carbono 14, aplicado a los restos podridos del interior de algunos viejos troncos, pero también este método ha sido desechado porque sus conclusiones nunca fueron claras. El tejo es capaz de rebrotar y sacar nuevas raíces desde la madera vieja, y usar ésta como abono, con lo que nunca hay certeza de que la muestra se corresponda con la edad original del árbol. En el caso del tejo, lo único que podemos es obtener una edad aproximada, calculada sobre la base de la comparación con otras plantas de la misma especie y mediante las estimaciones de crecimiento. 
     Para dar idea de las dimensiones del árbol, se emplea la medida del perímetro del tronco, tomado a una altura aproximada a la altura del pecho de una persona. Cuando no es posible la medida del diámetro a la altura normal, deberá indicarse la altura a la que fue tomada dicha medida. Quienes más empeño han puesto en la labor de medir el perímetro de los troncos de tejo, referenciando esta medida con la edad de los mismos, han sido los ingleses. En Inglaterra, el tejo, es un árbol relativamente abundante, varios de ellos incluso milenarios, y de los que en ocasiones se conservan documentadas sus correspondientes fechas de plantación. 
     Del estudio de ejemplares centenarios Swanton publicó en 1958 un estudio titulado “Los tejos de Inglaterra”, en el que distingue cuatro etapas en la vida del árbol. La que él llamó la etapa de juventud, cuya duración estima que llega hasta que el árbol mide 12 pies de perímetro (366 cm), el autor calcula como necesarios aproximadamente 248 años, con un crecimiento medio de 1,47 cm/año. Más recientemente Allan Mitchell, considerado en vida el mayor experto en árboles del mundo, clasificó 100.000 árboles monumentales, y dio vida al Registro de los árboles de las Islas Británicas, llegó a la conclusión de que los crecimientos eran más lentos y no distinguía las fases que marcaba Swanton, pero según sus estimaciones para llegar a los 12 pies (366cm) un tejo necesita 300 años, a una media de 1,22 cm/año. Un investigador más actual, Allen Meredith, dedicado por completo a los tejos y miembro de la asociación inglesa de los tejos viejos (Ancient Yew Group), también llegó a las mismas conclusiones para una edad temprana, aunque sus conclusiones han ido variando con el paso de los años. En 1985 opinaba así: “La historia individual de un tejo es la única forma de autentificar la edad, al margen de cualquier estudio científico detallado”. ¿Por qué llega Meredith a esta conclusión? Porque las consideraciones teóricas, en ocasiones, se daban de bruces con los hechos reales. Veamos algunos ejemplos:
  • Tejo del cementerio de la Iglesia de Wateringburg (Inglaterra) del que se sabe, fuera de toda duda, que fue plantado en 1597. Tiene en la actualidad 335 cm de perímetro.    [335 cm/424 años = 0,79cm/año]
  • Tejo del Padre Saracha (Monasterio de Santo Domingo de Silos, Burgos) plantado por el segundo boticario de la abadía (Isidoro Saracha 1723-1803) en el último cuarto del siglo XVIII, ¿hacia 1780, */- 200 años?, tiene 244 cm de perímetro.      [224cm/ 200 años= 1,12cm/año]
  • Tejo de Santibáñez (Aller-Asturias), situado al pie de una ermita construida en 1638, se supone que es coetáneo de la misma. Mide 358 cm de perímetro y está declarado monumento natural del Principado de Asturias.       [358cm/383años= 0,93cm/año]
  • Tejos de la Iglesia de Carballido (A Fonsagrada, Lugo). Se les estima siglo y medio de vida, o tal vez algo más pero sin llegar a los dos siglos. Son tres ejemplares con perímetros de 400 (a 50 cm de altura), 414 y 450 cm.    [400cm/ 150años = 2,66 cm/año]
  • Tejos del Pazo de Mariñan (Bergondo, A Coruña). Su fecha de plantación exacta se desconoce aunque podrían ser de la segunda mitad del siglo XVIII o entre el segundo y tercer cuarto del XIX. Miden 395 cm el menor y 425 cm el mayor, medido este a 25 cm del suelo, ya que luego el tronco se divide en dos.      [400cm/170años = 2,35 cm/año]
  • Tejos del Pazo de Arenaza (Oleiros, A Coruña) Coetáneos del Pazo, su antigüedad puede cifrarse en siglo y medio. Miden 374 y 420 cm.       [390cm/150 = 2,6 cm/año]
De aquí se desprende que Meredith lleva razón: tejos de la misma edad pueden tener uno el doble del perímetro que el otro, aunque los que crecen en el mismo lugar tienen mayor uniformidad en sus medidas. De los registros antes citados, fácilmente podemos observar que la relación perímetro/edad no se puede considerar constante en los tejos y la única manera de conocer su edad es conociendo su fecha de plantación. 
 
La historia del mal uso de la barrena Pressler, aquí
 
Tronco del tejo de la Iglesia de Viladonelle (Neda)
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09 diciembre 2021

La edad de los árboles (1), del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
¿La edad de los árboles? 

Para medir la edad de algunos árboles, en ocasiones se practica un barreno con un aparato adecuado (barrena de Pressler) al objeto de extraer una muestra de los anillos de crecimiento y poder así datarlo. Naturalmente, como sucede con cualquier herramienta, es preciso saber cómo usarla y tener una cierta práctica, de lo contrario te encontrarás con problemas tales como que se tuerce, y al final no avanza ni retrocede, como ya le ha sucedido a alguno, que terminó cortando el árbol (hay ocasiones en las que un doctorado en ciencias no soluciona ciertos problemas prácticos). Estos métodos dendrocronológicos ofrecen lo que se denomina una edad calculada (que habría de hacerse al menos dos veces, para evitar errores) pero cuyo uso también está restringido por los adecuados permisos, las características propias del árbol y el riesgo que conlleva esta agresión, como posible vía de entrada de patógenos, y más aún en el caso de árboles monumentales. 
     En el caso concreto de los tejos, este método no es de aplicación, por diversos motivos, entre otros la dureza de su madera y el diámetro de los troncos, además sus anillos de crecimiento suelen estar poco marcados siendo en ocasiones preciso el uso de un microscopio para verlos. En ocasiones se han encontrado casos de más de treinta de estos anillos de crecimiento en tan sólo un centímetro, con lo que su grosor sería de décimas de milímetro. También se ha comprobado múltiples veces, que el crecimiento no es uniforme y en ocasiones, el tejo permanece años en un aparente estado de reposo absoluto, sin crecer nada y sin crear anillos en su tronco, con lo que el recuento de estos sólo lleva a engaño. Una complicación adicional es el carácter multitronco que presentan los tejos, bajo una sola corteza no es infrecuente que existan diferentes núcleos de crecimiento, como si fuesen ramas que se han ido englobando en el tronco principal, que rara vez es cilíndrico. 
     En los tejos muy antiguos lo habitual es que el corazón del árbol esté podrido, putrefacción que rara vez se aprecia antes de los 400 años, al menos exteriormente, pero a partir de los 700 pocos tejos presentan un tronco sin oquedades. En el caso de tejos muy viejos, como es el Tejo de Fortingall, al que se le calculan entre 2.000 y 5.000 años, el tronco (más bien la raíz o la base que ocupó en su momento el árbol) pasa a ser una masa que ocupa una superficie de 16 x 7 metros y de la que aparentemente brotan “nuevos troncos”. 
     La conclusión definitiva a la que se ha llegado es que resulta imposible datar un tejo, a menos que se conozca la fecha de plantación, claro. Todas estas precisiones, que ya formaban parte de otras publicaciones mías, tanto digitales como sobre papel, vienen al caso de la presentación por parte del gobierno turco de un tejo que se encuentra en la meseta de Karatepe de la ciudad de Gümeli en Zonguldak, y al que otorgan una edad de ¡más de 4.000 años! Naturalmente podría ser, pero la precisión manifestada: 4115 años, la forma de medirla: en un laboratorio de la Universidad Técnica de Karadeniz, mediante un microscopio y tras haber sacado una muestra del árbol y la escasez general de datos, junto a la forma de presentar la noticia hacen pensar más en una tomadura de pelo que en otra cosa. Se han suministrado algunas fotos, pero ha sido difícil conseguir una medida del tronco. Según las fuentes tiene una altura de entre 23 y 26,6 metros y un perímetro de 7,7 metros, lo cual es notable, pero tampoco se sale de lo extraordinario, puesto que existen algunos más gruesos. Sea como sea, resulta extraña la precisión turca, y más siendo un país donde la leyenda dice que los tejos antiguos contienen en su interior un tesoro de oro o plata y con frecuencia son perforados en su búsqueda.
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06 diciembre 2021

Alegría en el mundo del bosque

Parques Nacionales compra más de 2.000 hectáreas del Pinar de los Belgas, en Rascafría
de "madridactual"

El Organismo Autónomo Parques Nacionales formalizó el 3 de diciembre un acuerdo para la compra-venta con la Sociedad Anónima Belga de los Pinares de El Paular para la adquisición del monte Cabeza de Hierro, conocido popularmente como Pinar de los Belgas, situado en el término municipal de Rascafría.
     Con esta adquisición Parques Nacionales incorpora una superficie de 2.016,50 hectáreas de un paraje que considera de riqueza natural excepcional, ya que está considerado como uno de los mejores pinares de pino silvestre de la Península Ibérica.  
     El Pinar de los Belgas acoge a más de 700 especies de plantas y un centenar de especies de aves nidificantes, valores que propiciaron su inclusión en la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) del Alto Lozoya y en el Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) de la Cuenca del Río Lozoya y Sierra Norte.
      Asimismo, forma parte de la zona periférica de protección del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha dado la bienvenida a la incorporación de estos terrenos "de extraordinario valor natural y uno de los más representativos del ecosistema de la Sierra de Guadarrama, que desde ahora pasan a enriquecer el patrimonio público de todos los españoles".
      La adquisición de este monte forma parte de las funciones del Organismo Autónomo Parques Nacionales, que depende del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, en materia de conservación de la biodiversidad y uso sostenible de los recursos naturales. Con su compra, Parques Nacionales busca consolidar un espacio natural de alto valor ecológico y desarrollará en él actuaciones  de restauración y mejora de su estado de conservación y de su fauna y flora.
      A partir de este momento la gestión del monte Cabeza de Hierro se incorpora al Centro de montes de Valsaín y el organismo autónomo comenzará a analizar y valorar la situación del espacio para decidir cuál debe ser su vocación futura, así como las acciones que es preciso ejecutar para seguir conservando sus valores de forma compatible con otros usos del monte, en particular, su vinculación al Parque Nacional Sierra de Guadarrama de forma análoga a los Montes Matas y Pinar de Valsaín.
      La Sociedad Anónima Belga de los Pinares de El Paular ha realizado una gestión continuada durante más de 180 años. Según el MITECO, su esfuerzo de conservación que ha permitido disponer en la actualidad de un espacio natural de valores sobresalientes para beneficio del conjunto de la sociedad.

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04 diciembre 2021

WISLAWA SZYMBORSKA (Polonia,
1923-2012)
Puede ser sin título


Ocurre que estoy sentada bajo un árbol,
a la orilla del río,
en una mañana soleada.
Es un suceso banal
que no pasará a la historia.
No son batallas ni pactos
cuyas causas se investigan,
ni ningún tiranicidio digno de ser recordado.

Y sin embargo estoy sentada junto al río, es un hecho.
Y puesto que estoy aquí,
tengo que haber venido de algún lado
y antes
haber estado en muchos otros sitios,
exactamente igual que los descubridores
antes de subir a cubierta.

El instante más fugaz también tiene su pasado,
su viernes antes del sábado,
su mayo antes de junio.
Y son tan reales sus horizontes
como los de los prismáticos de los estrategas.

El árbol es un álamo que hace mucho echó raíces.
El río es el Raba, que fluye desde hace siglos.
No fue ayer cuando el sendero
se formó entre los arbustos.
El viento, para disipar las nubes
antes tuvo que traerlas.

Y aunque no sucede nada en los alrededores,
el mundo no es más pobre en sus detalles,
ni está peor justificado ni menos definido
que en la época de las grandes migraciones.

No sólo a las conjuras acompaña el silencio.
Ni sólo a los monarcas un séquito de causas.
Y pueden ser redondos no sólo los aniversarios,
sino también las piedras solemnes de la orilla.

Complejo y denso es el bordado de las circunstancias.
Tejido de hormigas en la hierba.
Hierba cosida a la tierra.
Diseño de olas en el que se enhebra un tallo.

Por alguna causa yo estoy aquí y miro.
Sobre mi cabeza una mariposa blanca aletea en el aire
con unas alas que son solamente suyas,
y una sombra sobrevuela mis manos,
no otra, no la de cualquiera, sino su propia sombra.

Ante una visión así, siempre me abandona la certeza
de que lo importante
es más importante que lo insignificante.

De "Fin y principio" 1993

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01 diciembre 2021

CRISTINA PERI ROSSI (Montevideo, 1942)
Ser tu planta, tu árbol

  Galardonada con el Premio Miguel de Cervantes, 2021

Dicen los hombres de ciencia
que los árboles tienen quince sentidos
diez más que nosotros, los humanos.
Como los árboles, quisiera hablarte
también por mis raíces, que las mías buscaran las tuyas
y les hicieran confidencias,
que me tocaras con el extremo de tu tallo
y yo con la corteza de mi tronco,
que nuestras hojas húmedas se transmitieran saberes
sobre la noche y el día
sobre los amaneceres y los atardeceres
que mis hojas cantaran melodías y tú las contestaras
que la cofia de nuestras raíces entonaran una dulce balada
y las ramificaciones, bajo tierra, se encontraran.
Que tus hojas olieran la tormenta y me enviaran un aviso
Me gustaría protegerte cuando un gusano devora tus hojas
y espantar con la vibración de mis nervaduras
al insecto que osa poseerte.
De lejos escucharíamos el rumor de las tormentas
y las vibraciones de los océanos
Y cuando una mariposa vuela de Río de Janeiro
a Barcelona,
supieras transmitirme con tus nervios
Todo lo que vio
Todo lo que transformó
Todo lo que comió y olió.
Dicen los hombres de ciencia
que los árboles y las plantas
tienen quince sentidos.
Yo solo tengo cinco
y te amaría con los que me faltan para ser tu planta, tu árbol. 

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