04 noviembre 2021

ALBERT CERVERA

La llamada del bosque


La Llamada del Bosque (en concreto del soto de castaños de Villar de los Barrios). Esta llamada la escucha una persona que vive en la ciudad y lleva años sin entender cómo nos hemos alejado de la naturaleza y la forma en que se vive en las ciudades actuales. A partir de este llamado, inicia un viaje que le hace sumergirse en el Bierzo, en el soto de castaños y con diferentes personas del Bierzo que nos cuentan su particular visión, sus sentimientos sobre la región y sobre los retos de futuro. De una región que quiere volver a unirse, para poner en valor su patrimonio natural y crear las bases de su forma de vida futura.

CRÉDITOS
Dirección: Albert Cervera
Realización y Edición: Marc Algora
Producción: Simbiotia
Producción Local: Nicolás de la Carrera (Asociación Bierzo Vivo)
Con el patrocinio de: Ayuntamiento de Ponferrada | Fundación Patrimonio Natural Castilla y León | Tvitec | Uned Cátedra de Territorios Sostenibles y Desarrollo Local
Musica Original: Miquel de Jorge Artells
Chelo: Paula Sánchez
Violín: Miquel de Jorge
Color Grading: Marc Insa - Redfields
Postproducción diseño de sonido: Gerardo Barrera
Diseño Gráfico: Nicolás de la Carrera

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02 noviembre 2021

Las castañas, la memoria del bosque

EUGENIO MONESMA MOLINER (Huesca, 1952)
Las castañas. Recolección, conservación y elaboración de este fruto

Muchos pueblos de la comarca leonesa de El Bierzo han podido conservar hasta nuestros días un referente cultural de una actividad tradicional: el cultivo de las castañas. En el año 2002 pudimos recoger en imágenes el popular método de secado de estos frutos al humo y distintas formas de elaboración y conservación.

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29 octubre 2021

LOURDES NAVARRO (Las Palmas, 1988)
"El árbol que crecía en mi pared"


Cómic nominado en los premios del 37 Cómic Barcelona como Mejor Cómic Infantil y Juvenil.

Cuando un problema crece sin control, puede invadir toda nuestra vida… Mucho sabe de esto Mike, un chico que en casa no para de escuchar a sus padres discutir y en el instituto parece invisible, salvo para los matones de clase, que lo insultan e incluso alguna vez lo han agredido… No tiene a nadie con quien hablar ni que le haga compañía y, como consecuencia, es un chico taciturno y solitario. Y todo se complica cuando, en el peor momento, nace un árbol en mitad de la pared de su cuarto.  

Un ejercicio narrativo certero sobre cómo, a través de la fantasía juvenil, se pueden tratar problemáticas familiares sin recurrir a clichés sociales ni moralina.

Biografía de la autora: Nace en Las Palmas de Gran Canaria (1988). Pronto ya comienza esa afición por el dibujo que perdura hasta hoy y que le hace estudiar Ilustración y Diseño Gráfico en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Gran Canaria. Empieza a trabajar en publicidad en unos años que compagina con la realización de pequeños cómics para concursos hasta que se muda a Madrid. Allí empieza sus estudios de cómic en la Escuela de Dibujo Profesional (ESDIP), mientras trabaja en proyectos de ilustración de carácter infantil. Poco después, publica su primer cómic junto a Marc Tinent, Viejos Descubridores (Evolution cómics-Panini Cómics, 2017). A día de hoy, continúa trabajando en el mundo del cómic y espera que por mucho tiempo.

Ficha técnica

  • Título: El árbol que crecía en mi pared
  • Autor: Lourdes Navarro
  • Editorial: Sallybooks
  • Temática: Cómic | Desarrollo personal | Ficción
  • Formato: Tapa dura
  • Nº Páginas: 76
  • Tamaño: 20 x 26 cms.
  • ISBN: 978-84-17255-08-4
  • Fecha de publicación original: 12 de noviembre de 2018
  • Precio: 14€ (envío gratis en la web de Sallybooks)

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25 octubre 2021

El petirrojo, sembrador de árboles

IGNACIO ABELLA MINA (Vitoria, 1960)
El petirrojo

Como otros pájaros de nuestras latitudes, el petirrojo es sedentario o nómada, ya que unos permanecen siempre en el mismo lugar y otros marchan para nidificar y pasar el verano en regiones más norteñas y países del Este (incluida la taiga rusa y países escandinavos), y regresan de nuevo a los territorios invernales.
     El gran ornitólogo, Alfredo Noval, nos describió la proeza anual de esta emigración que arriba a las costas cantábricas todos los otoños. Así (nos contaba) un petirrojo puede salir del puerto de Brest (en Bretaña) al atardecer de un día cualquiera de septiembre u octubre, y emprender un azaroso vuelo nocturno a casi un kilómetro de altitud y a una velocidad de unos 45 kilómetros por hora, para llegar a la costa cantábrica a primeras horas de la mañana. Ciertamente, estos petirrojos llegan al límite de sus fuerzas, pero encuentran, en los bosquecillos y en los setos, las despensas del bosque repletas de frutillos… de acebo y espino albar, de tejo y de saúco, zarzamora, zarzaparrilla, mirto, evónimo, pudio…

     Prácticamente la totalidad de los frutos silvestres sirven para alimentar al petirrojo, que contribuye eficazmente a la diseminación de todos ellos y, por tanto, a la creación de boques y setos de una gran diversidad, que serán el hogar y despensa de las futuras generaciones de estos pájaros. Algunas semillas como las del aladierno, no solo recurren a las aves o mamíferos para su diseminación, sino que han desarrollado estrategias más elaboradas que les permiten un doble viaje con transbordo. Una vez que los pájaros han comido el fruto y defecado la semilla, ésta está provista de una reserva adicional de sustancias nutritivas oleaginosas, llamada oleosoma, que atrae a las hormigas. La transportan así a los hormigueros, donde comen este oleosoma, dejando la semilla desnuda y aún más lejos, dispuesta para germinar.
     En el bosque, la cooperación es siempre un plus de eficacia y supervivencia y podemos decir, en justa reciprocidad, que si los árboles alimentan y albergan a los pájaros, los pájaros alimentan y siembran los bosques.

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21 octubre 2021

Welwitschia mirabilis

ALBERTO QUERO, en "El País"
Welwitschia, la genética revela los secretos de la planta que roza la inmortalidad

Un ejemplar de Welwitschia en el desierto de Namib, en Namibia, en 2016- MICHAEL SCHWAB 

Cuando el director del Real Jardín Botánico de Kew de Londres entre 1865 y 1885, Joseph Dalton Hooker, vio por primera vez un ejemplar de welwitschia no pudo contenerse: “Sin duda, es la planta más maravillosa que se ha traído nunca a este país y una de las más feas”

     Esta especie, descrita formalmente por primera vez en 1863, ha sido objeto de controversia casi desde su descubrimiento. Se conoce que es capaz de aguantar durante miles de años en unas durísimas condiciones de vida, lo que la convierte en la planta más longeva del planeta. Pero un reciente análisis genético publicado en Nature Communications ha permitido conocer nuevos datos de esta curiosa especie.
     El genoma duplicado de esta especie hace que algunos de sus genes puedan dedicarse a tareas que no entran dentro de sus funciones. Además, esta planta puede activar ciertas proteínas para protegerse de las condiciones extremas donde viven y tiene un crecimiento lento pero sostenido a lo largo de toda su vida.
     La welwitschia es un ser vivo que habita en la parte noroeste de Namibia y suroeste de Angola. A pesar de estar geográficamente cerca de la costa, estas zonas son desérticas y el nivel anual de precipitaciones es inferior a los cinco centímetros cúbicos. Su forma también es muy característica, ya que cuenta únicamente con dos hojas que cada año pueden crecer entre 10 y 13 centímetros, pero de forma indefinida, es decir, son dos únicas hojas que crecen continuamente. Conforme van creciendo, los extremos de las hojas se desmenuzan y se enroscan entre sí, lo que en ocasiones le confiere un aspecto similar al de un pulpo.
     El análisis del genoma de la welwitschia señaló que esta planta tiene todos sus genes por partida doble, lo que los expertos llaman “redundancia genética”. Andrew Leitch, investigador de la Universidad Queen Mary de Londres y uno de los autores del estudio, explica que esta duplicidad, con el paso de millones de años, ha permitido a estos genes dedicarse a tareas parcialmente diferentes a las que les corresponden: “Las copias duplicadas pueden asumir nuevas funciones y hacer cosas nuevas, que serían imposibles si solo hubiera una versión del gen. Tales adaptaciones han impulsado la evolución de las plantas”. Así por ejemplo, los investigadores creen que las hojas son capaces de absorber parte de la humedad de la niebla que se produce a primera hora de la mañana.

Conforme van creciendo las hojas, los extremos se desmenuzan y se enroscan entre sí, lo que en ocasiones le confiere un aspecto similar al de un pulpo

     El origen de esta duplicidad se produjo hace aproximadamente unos 86 millones de años y fue provocada por el estrés de estar sometidas constantemente a unas condiciones ambientales extremas (de temperatura, radiación ultravioleta, salinidad, etcétera). Ante esta amenaza constante, la welwitschia siempre tiene sobreactivadas una serie de proteínas que le permiten mantener a raya el estrés provocado por estas condiciones. Leitch lo explica con un ejemplo culinario: “Cuando se pone un huevo en agua caliente, las proteínas del huevo se desnaturalizan y la clara se endurece. Esta desnaturalización es un problema para las plantas y los animales que viven en condiciones de calor extremo, y la welwitschia activa ciertos genes para evitar que esto ocurra”.
     Además, a diferencia del resto de las plantas, el crecimiento de la welwitschia no se produce en los extremos de las hojas, sino en su base. Esta zona está fuertemente protegida por dos labios de leña, que se encargan de cubrir el meristema basal, la parte que suministra las nuevas células. Esta especie de bulbo está formado por tejido prácticamente embrionario, aún poco diferenciado, que va transformándose en tejido para las hojas a un ritmo muy lento. Mientras este bulbo está vivo, la planta nunca deja de crecer. De hecho, su nombre en afrikáans (una lengua que se habla en el cono sur de África) es tweeblaarkanniedood, que literalmente significa “dos hojas que no pueden morir”. Tanto es así que los investigadores tuvieron que comprobar la edad de algunos ejemplares mediante la prueba del carbono-14, que se utiliza para datar restos fósiles. Los resultados confirmaron que algunos individuos tenían más de 1.500 años de antigüedad.
     Leitch considera que este descubrimiento puede ser clave a medio-largo plazo para la supervivencia de nuestra propia especie. “Identificar genes que permitan sobrevivir en condiciones hostiles será útil cuando busquemos cultivar en zonas cada vez más marginales del planeta, algo que tendremos que hacer para alimentar a los 9.000 millones de personas que seremos dentro de 50 años con una dieta de alto nivel, además de encontrar espacio para los biocombustibles. Todo ello en un contexto de cambio climático y cambios en las precipitaciones y las temperaturas”, asegura.
     Sobre esta posible aplicación, Alfonso Blázquez, investigador y profesor del departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid que no ha participado en el estudio, tiene algunas dudas. “Sobreexpresar solo uno o dos genes en cultivos comerciales probablemente no consiga el mismo efecto, porque esta planta tiene un montón de genes de protección activados a la vez, aunque a lo mejor sí que adquieren algún tipo de resistencia mayor al calor o a la falta de humedad. Eso puede ser una aplicación intermedia que hay que investigar”, considera.

Otro artículo sobre la Welwitschia 

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