09 junio 2021

Daisenryo Kofun-Japón, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA 
Kofun
 
Los kofun (literalmente, «tumba o túmulo antiguo») son grandes construcciones megalíticas, que fueron realizadas como tumbas para las personas influyentes y de alta jerarquía en el antiguo Japón, entre los siglos III y VII,  cuyo nombre dio origen a la era Kofun. 
     La mayor de ellas está en la ciudad de Sakai, cerca de Osaka, con una curiosa forma de herradura, llamada Daisenryo Kofun. A primera vista parece un bosque ordinario, pero debajo se oculta un cementerio tan grande que se asemeja a “el Taj Mahal o las pirámides egipcias”. El enclave está rodeado por tres fosos. La isla central mide 300 m. de ancha por 450 metros de larga y tiene un perímetro de 2,7 kilómetros. Según se cree fue construido por 2.000 hombres y allí descansa el 16º emperador de Japón, Nintoku, o al menos eso se supone. Muy cerca hay más de 50 Kofun de diferentes tamaños y formas, un área que es Patrimonio de la Humanidad. Daisenryo Kofun es la más grande de estas sepulturas. Desde el aire se aprecia un gran parque que semeja el ojo de una cerradura con un montículo en el centro. 
     En 1872 un tifón dañó una zona y dejó al descubierto cientos de objetos como cascos, cuencos de vidrio y figuras de arcilla que, junto a los documentos consultados, sugieren que se creó en el siglo V. También había objetos de épocas posteriores por lo que han quedado muchas dudas acerca de quién o quienes están realmente enterrados allí. La parte principal de la tumba, en la parte superior del ojo de la cerradura y que no resultó dañada en el tifón, ha permanecido completamente intacta durante mas de mil años y probablemente permanecerá así durante muchos más. 
     Daisenryo Kofun es un lugar sagrado y no se permite que nadie se acerque a la parte principal de la tumba, por lo que las personas enterrados allí son un misterio para los investigadores. Los turistas, arqueólogos e incluso la realeza solo pueden llegar hasta un puente sobre el segundo foso (el puente sobre el tercero fue destruido en 1872) y desde entonces nadie ha vuelto a pisar la tumba. Con el fin de proteger al kofun contra mayores daños debido al clima y otros factores ambientales, la Agencia de la Casa Imperial permitió que los árboles crecieran naturalmente en el kofun, formando un bosque que en los últimos 148 años no ha sido visitado por nadie. De vez en cuando, nadando en el foso o tomando el sol entre los restos derruidos del tercer puente, se pueden ver tanukis (perro mapache japonés) que viven allí sin ser importunados. 
Fotos procedentes de Wikimedia Commons.

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06 junio 2021

El "siempre" Machado...

ANTONIO MACHADO (Sevilla, 1875-1939)
La gracia de tu rama verdecida

Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
te erguiste en desnudez y desaliento,
sobre una gran alfombra de hojarasca
que removía indiferente el viento...

Hoy he visto en tus ramas la primera
hoja verde, mojada de rocío,
como un regalo de la primavera,
buen árbol del estío.

Y en esa verde punta
que está brotando en ti de no sé dónde,
hay algo que en silencio me pregunta
o silenciosamente me responde.

Sí, buen árbol; ya he visto como truecas
el fango en flor, y sé lo que me dices;
ya sé que con tus propias hojas seca

se han nutrido de nuevo tus raíces.

Y así también un día,
este amor que murió calladamente,
renacerá de mi melancolía
en otro amor, igual y diferente.

No; tu augurio risueño,
tu instinto vegetal no se equivoca:
Soñaré en otra almohada el mismo sueño,
y daré el mismo beso en otra boca.

Y, en cordial semejanza,
buen árbol, quizá pronto te recuerde,
cuando brote en mi vida una esperanza
que se parezca un poco a tu hoja verde... 

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03 junio 2021

Una higuera grandiosa, Na Blanca d'en Mestre

FERNANDO PASTRANO, en ABC
Así es la higuera más grande de Formentera y quizá del mundo (mayo 2021)


En un reducido tamaño (poco más de 83 km²) la isla de Formentera posee un paisaje muy variado. Acantilados, playas, calas, dunas, salinas, lagunas... La vegetación es eminentemente mediterránea, los pinos y sabinas son los árboles más abundantes, pero sobre todos ellos destacan por su originalidad las viejas higueras que se han ido apuntalando y creciendo en horizontal hasta ofrecer el aspecto de una gran carpa verde.

Las estacas soportan el peso de las ramas

     Hay varias y se encuentran sobre todo en la parte central de la isla, en una lengua de tierra que ocupa unos 1.400 metros de ancho. Pero la mayor de todas se ve cuando se va al faro de La Mola, desde Sant Francesc. En el km. 9 de la carretera PM 820, a unos 300 metros a la derecha, aparece un árbol extraño, bajo pero de copa muy extendida. Es una higuera tan singular que tiene nombre y apellido: Na Blanca d'en Mestre.
     Se trata de una Ficus carica (higuera común originaria de Asia) a la que la intervención humana a lo largo de más de cien años le ha cambiado la fisonomía convirtiéndola en un caso único. Es la higuera más grande Formentera, y posiblemente del mundo, catalogada como Árbol Singular en 1993.

     Su altura total es de solo 1,30 metros, pero su achatada copa se extiende a lo largo de 350 m². Una superficie que se sostiene con unos 200 puntales ahorquillados de madera (estalons), que sujetan las ramas. Apoyos que se hacen con varas de pino, de acebuche (ullastre) o de sabina, con el extremo superior en forma de Y, para el apoyo de las perchas (perxes, que se disponen concéntricamente alrededor del tronco, a medida que el árbol crece), y el inferior firmemente enterrado en el suelo.
    
Queda así formada una amplia estructura que protege al árbol de los vientos salados que quemarían hojas y frutos, y tumbarían los troncos, a la vez que sirve de techado a las personas y al ganado frente a las inclemencias atmosféricas.

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28 mayo 2021


PETER WOHLLEBEN
Entrevista de Inma Sanchís en "La Vanguardia"

Nací en 1964. Vivo en el bosque de Hümmel , Alemania. Casado, tengo dos hijos. Dirijo una iniciativa para recuperar los bosques primigenios, necesarios para nuestra supervivencia. Considerar que la quema de madera sea algo ecológico es erróneo. Desearía tener creencias espirituales, sería todo más fácil.

El latido del bosque

Pasó más de veinte años trabajando como guarda forestal, gestionando madera. La observación y la curiosidad le llevaron a querer saber más de lo que ocurría en el bosque y lo hizo a fondo. Convertido ya en un gran experto, su libro "La vida secreta de los árboles" fue un superventas y llevado al cine en el 2020. Ahora edita "El vínculo secreto entre el hombre y la naturaleza", en el que cuenta los últimos y sorprendentes descubrimientos científicos sobre el comportamiento de los bosques y sobre lo que nos une a ellos. “Cada vez descubrimos más que aún somos parte de la naturaleza, ese sistema maravilloso, y que funcionamos siguiendo las mismas reglas que las demás especies. Cuando esta idea se imponga lograremos proteger la naturaleza”.

Usted empezó administrando árboles como madera.

Sí, aún hoy en día cuando estudias para ser guarda forestal te enseñan a administrar madera. Yo he tenido que hacer un proceso para entender la grandeza de los árboles.

¿Qué pasó?

El desencadenante fue un tronco viejo talado que continuaba dando hojas. Me di cuenta de que el resto de árboles del entorno le ayudaban a mantenerse vivo, lo alimentaban, había colaboración entre ellos, y esto me fascinó.

¿Y empezó a investigar?

Sí, colaboro con la universidad, lucho por crear una carrera para poder estudiar el mantenimiento del ecosistema de los bosques, y he creado una academia del bosque.

Hábleme de la vida de los árboles.

Sabemos que en las puntas de las raíces hay una especie de cerebro. Los árboles madre reconocen mediante estas terminaciones a sus propios hijos y les suministran nutrientes. En las raíces se toman decisiones.

¿Qué otras decisiones?

Si tienen por ejemplo que rebajar el consumo de agua y cerrar los poros de las hojas. Las raíces tienen impulsos eléctricos –tal y como ocurre en nuestro cerebro– para comunicarse sobre la presencia de insectos nocivos. Pero por el momento solo podemos detectar comunicación de estrés y no de bienestar.

Tal vez hablen de sus cosas.

La comunicación de estrés se puede también oler. Ese olor típico que percibimos en los pinos cuando vamos al bosque en verano es una comunicación de estrés por la sequía.

¿Los árboles se organizan en familias, en tribus...?

Los árboles frutales son individualistas, pero se ha confirmado que los árboles de los bosques de Europa son familiares y pueden llegar a crear amistades con otros tipos de árboles, lo sabemos por cómo se juntan sus raíces.

¿El mundo vegetal tiene consciencia?

Sí, existe una conciencia porque perciben el dolor. Las plantas tienen la capacidad de suprimir el dolor emanando una sustancias, tal como lo hace el humano.

¿Cómo es la consciencia de los árboles?

Los árboles se abren camino con la punta de las raíces. El árbol siente, saborea, prueba y decide dónde y cómo seguir.

¿Qué entendemos por conciencia?

No existe una definición consensuada, pero sí se puede decir que es saber quién eres y dónde estás. Lo saben los mamíferos, animales como las abejas y también el mundo vegetal. Los árboles memorizan, aprenden y transmiten su aprendizaje.

¿Por qué ayuda una especie de árbol a otro de otra especie?

Es como un sistema social, los árboles saben que solo en comunidad pueden lograr su supervivencia. En las últimas décadas siempre se ha hablado de una lucha entre las plantas, pero los biólogos han visto que no es una lucha sino una cooperación. La naturaleza es cooperativa.

¿Existe comunicación entre el mundo vegetal y el animal?

Existe entre los árboles y los insectos, de hecho hay unas avispas que ponen sus larvas en las hojas de los árboles y si hay una amenaza para ellas los árboles se lo comunican.

¿Cuál es el vínculo entre los humanos y la naturaleza?

Los árboles tienen una clara influencia en nosotros. Para mí lo más fascinante ha sido ver que hay una bajada de la presión arterial cuando estamos en el bosque.

Entiendo.

Otro estudio confirmado es que un paciente hospitalizado solo con el hecho de tener un contacto visual con un árbol necesita menos analgésicos. Hay una relación emocional entre el hombre y los árboles y esto me hace creer que hay esperanza, que intentaremos luchar por su conservación.

Pero ellos no nos necesitan.

Los árboles existen desde hace 300 millones de años y nosotros solo hace 30 millones, así que seguramente no están interesados en nosotros.

La ciencia está estudiando si los árboles tienen algo similar a un corazón.

Intuimos que hay un ritmo cardiaco. El agua se bombea del suelo hasta las copas de los árboles y se ha visto con mediciones láser que los árboles se contraen y dejan caer sus ramas y vuelven a levantarlas cada tres o cuatro horas.

Hablemos de inteligencia.

El ser más tonto es un organismo unicelular, como una especie de hongos que sabemos que tienen una conciencia espacial. También se ha podido demostrar que hasta las moscas de la fruta tienen la capacidad de soñar y que las plantas tienen una cierta capacidad de ayudarse entre ellas, de cuidar a las demás.

¿A dónde quiere llegar?

La concepción de que nosotros somos seres superiores es más bien cultural e ideológica y no tanto una consideración biológica o científica.

¿Qué quiere transmitirnos?

Pasee por el bosque, eso nos hace conectar con él y crear consciencia. Y reducir el consumo de carne sería una gran ayuda para la creación de bosques. En EE.UU. y en Europa, el 80% de las tierras se utilizan para la cría de ganado.
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25 mayo 2021

Los pájaros en auxilio de los árboles

SINC
Los árboles envían señales de auxilio

Una investigación de la Estación Experimental de Zonas Áridas ha demostrado por primera vez que un ave, el carbonero común (Parus major), huele cuándo un árbol está infestado por orugas. Investigadores de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC) y del Centro de Ecología Terrestre (NIOO) de los Paises Bajos han descubierto que las aves que se alimentan de insectos -en la imagen un carbonero (Parus major)- se sienten atraídas por los árboles infectados por orugas de mariposa (lepidópteras). Estos pájaros son capaces de identificar qué plantas están infectadas por insectos debido a unas señales olfativas que les lanzan.
 

     “Ante el ataque de las orugas, las plantas desarrollan una respuesta de defensa que incluye la liberación de compuestos volátiles que las aves depredadoras usan para encontrar a sus presas”, declara a SINC Luisa Amo de Paz, autora principal del estudio e investigadora de la EEZA-CSIC. "Este fenómeno se había estudiado en artrópodos depredadores, pero apenas en aves insectívoras, a pesar de que son uno de los depredadores más importantes de insectos”, continúa.
     Para conocer este mecanismo, los científicos hicieron diversos experimentos con carboneros comunes, Parus major. Dejaron elegir a las aves entre un árbol infectado por orugas lepidópteras y otro no infectado. Asimismo, en los experimentos quitaron cualquier resto químico de las orugas para poder concluir que las aves están atraídas por las señales químicas que emite el árbol, y no por ninguna señal que dejen los gusanos.
     “Nuestros resultados mostraron que los carboneros comunes son capaces de discriminar entre árboles infectados por orugas y árboles no infectados, ya que observamos que las aves visitaron por primera vez el árbol infectado y además realizaron un mayor número de visitas al árbol que tenía orugas que al árbol no infectado”, apunta la investigadora.
     Las aves se sintieron atraídas por los árboles infectados incluso cuando, justo antes del experimento, les retiramos las orugas y las hojas dañadas por ellas, lo que demuestra que las aves reciben una señal del árbol infectado para reconocerlo. Los árboles infectados y no infectados difirieron tanto en la emisión de compuestos volátiles, como en la coloración de las hojas. Tanto la vista como el olfato podrían estar implicados en la discriminación de las aves.
     “Sin embargo, realizamos un segundo experimento para conocer qué tipo de señal usaban las aves. En este experimento ofrecimos a los carboneros ambas señales aisladas y observamos que la atracción por los árboles infectados se mantuvo cuando las aves pudieron únicamente oler los árboles, pero no cuando solo podían verlos”, señala Amo de Paz. Este hecho implica que las aves pueden oler qué árbol está infectado gracias a las diferencias en los compuestos químicos emitidos por las plantas.
     Según la investigadora, esto supone un beneficio para la planta, ya que las aves insectívoras son grandes depredadores y les ayuda a librarse de los insectos. Desde el punto de vista del ave, usar las señales químicas de las plantas infectadas también es beneficioso, ya que le proporcionan información acerca de la presencia de su alimento. Esto es especialmente determinante en periodos de cría donde las aves no solo deben encontrar comida para ellas, sino también para sus polluelos.
     “Esta evidencia de la habilidad de las aves insectívoras para utilizar las señales químicas de las plantas es muy importante, teniendo en cuenta que las tasas de depredación de estos animales son mucho más altas que las de artrópodos depredadores. Además, pone de manifiesto la necesidad de considerar a las aves insectívoras en el control biológico de plagas”, concluye Amo de Paz.

Referencia bibliográfica: Luisa Amo, Jeroen J. Jansen, Nicole M. van Dam, MarcelDicke y Marcel E. Visser. “Birds exploit herbivore-induced plant volatiles to locate herbivorous prey” Ecology Letters, (2013) doi: 10.1111/ele.12177.
Fuente: SINC

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