21 mayo 2021

Albarracín, Teruel - Gamellones, la memoria del bosque

EUGENIO MONESMA (Huesca, 1952)
Gamellones

Gracias a la voluntad de Moisés Heras y de algunos vecinos de Guadalaviar, en el año 2001 conseguimos documentar la fabricación de gamellones con troncos de pino vaciados. Gracias a esta iniciativa, el gamellón siguió activo en los montes de Albarracín, reteniendo agua de los manantiales para aliviar la sed de las personas y del ganado. Más documentales completos sobre oficios perdidos en Youtube: Eugenio Monesma y en www.documentalesetnograficos.es

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17 mayo 2021

El acebuche de la Hoya del Camello, del cronista de Canarias

JUAN GUZMÁN OJEDA, Ing. Técn. Forestal
El acebuche de la Hoya del Camello, un gigante escondido

Los factores que establecen el grado de abundancia de una especie concreta dentro de cada isla o sector geográfico son múltiples, van desde el azar por el hábito alimenticio de las aves, hasta la predilección humana por determinadas especies. Pero, sin duda, el factor que más influye en la presencia de uno u otro árbol es la relación entre los caracteres fisiológicos que definen su capacidad colonizadora y la pendiente o grado de inclinación del terreno.
     De esta forma, en islas como La Palma, la isla de la “verticalidad” como la definiera Leoncio Oramas, el pino canario (Pinus canariensis) resulta una especie muy frecuente, “resbalando” prácticamente hasta el nivel del mar. Por su parte, las largas pendientes aplaceradas de las medianías bajas de Gran Canaria ofrecen un amplio espacio potencial para el bosque termófilo, participando esencialmente árboles como el acebuche (Olea cerasiformis) y la palmera canaria (Phoenix canariensis).
     La estrella invitada de nuestro artículo de hoy es uno de tantos olivos salvajes que todavía salpican el noreste grancanario. Pero no es cualquier acebuche, no; es quizás el pie de mayores dimensiones de toda nuestra geografía. Es el “Pilancones de los Acebuches” como lo expresara Antonio Cardona.

Vista del acebuche monumental de San Lorenzo. / FÉNIX GRAN CANARIA

 
Coordenadas de localización

      El “Acebuche de la Hoya del Camello” se localiza en San Lorenzo, Las Palmas, (28 º 4´26´´ N 15º 28´35´´ W) muy cerca del cauce del barranco del Pintor. Pese a su tamaño, la construcción de un muro de piedra, aledaño a su base, y la exuberancia e inaccesibilidad que le proporcionan el cañaveral hacen que este espécimen, que se encuentra apenas a tres minutos de la civilización, pase prácticamente inadvertido.
El ejemplar del que aquí nos ocupamos presenta una altura aproximada de 15 metros y un solo tronco principal, con un perímetro de casi cuatro metros. Sus ramas bajas se curvan hasta tocar el suelo, con diámetros equivalentes a los acebuches que estamos más acostumbrados a ver. Su corteza es sorprendente, se muestra muy abierta y resquebrajada, con un inusual color anaranjado, simulando que fuera a reventar para dejar ver su preciosa madera. De hecho junto a su pie pueden encontrarse trozos de corteza desprendidas en su metamorfosis de gigante vegetal. Su ancha copa engulle gran parte de una palmera canaria que vino a nacer demasiado cerca. Dado que el acebuche es una especie de crecimiento lento y gran longevidad, su edad debiera estar próxima a los 400-500 años.

El párroco no sabe nada
     
Una vez situado junto al mismo, obligados a voltear la vista hacia sus frondes, nos asalta la pregunta de si, de algún modo, este hito está ligado a la cultura e historia popular del que fuera el ilustre municipio de San Lorenzo. Tratando de contrastarlo acudimos a don Elías, el párroco local a la vez que gran historiador, pero no descubrimos nada: no existen referencias, nunca fue un lindero ni tampoco punto de reunión o similar. En palabras de don Elías: “…tú sabes que antes la gente no le hacía caso a estas cosas…”. Entonces es cuando, por contra, nuestra sorpresa se acrecienta, el gigante, protegido por las cañas, ha permanecido oculto hasta épocas recientes toda vez que no ha sido valorado ni venerado como merece.
     La posición estratégica de este individuo junto al cauce de un barranco que antaño, cuando las fincas cercanas se regaban a manta, hacía las veces de aliviadero, así como la sombra del muro cercano sin duda han beneficiado su crecimiento. No obstante, yo creo que debieron ser su tamaño, unido a la falta de herramienta adecuada, los motivos principales que disuadieran al agricultor-leñador de la época para no convertirlo en víctima de la tala.

Buenas vibraciones

      Según cuentan los sabios de la tierra, una de las cualidades más apreciadas de la madera de acebuche es su buena vibración y cierta flexibilidad, virtud por la que se empleaba para aperos y cabos de herramienta. Para riqueza de nuestro patrimonio forestal resulta de agradecer que este ejemplar no acabara siendo un arado, por ejemplo para camellos, como indica el topónimo local donde se encuentra. Esta circunstancia nos concede una excelente invitación para poder buscar “buenas vibraciones” junto a la madre naturaleza, ya sea al deleite de la salvaje sombra o, por qué no, abrazando tan simpar joya vegetal.


Artículo de "Canarias 7"
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13 mayo 2021

En Keroku-en, Kanazawa, Japón

 NEAGARI NO MATSU

Dicen los expertos que Kenroku-en* de Kanazawa es el jardín más bello de Japón. Aquí se practica un estilo de bosay muy laborioso y lento, el neagari, en el que las raíces se trabajan y con tiempo se van descubriendo hasta dejar una porción expuestas al aire. La observación del natural nos demuestra que es un efecto que algunos agentes metereológicos lo generan en ciertas circunstancias. Así pues el neagari es una técnica que provoca ese descubrir (¿se puede decir descabalgar?) la raíz.
     En Kenroku-en hay un neagari inmenso - Neagari no Matsu (traducido: pino de raíces elevadas)-, un Pinus thumbergii o pino negro japonés. Es un pino más que centenario, original de Karasaki, región de Om, llevado al jardín por el Daimyo Maeda Nariyas. Neagari no Matsu fue plantado en un montículo, en medio de Kenroku-en y al lado del gran lago. Tiene una posición privilegiada. Cuando creció y estuvo bien arraigado comenzó el proceso de descabalgar poco a poco sus raíces,  un proceso que llegó a eliminar, según la técnica neagari, el sustrato, dejando un buen volumen de raíces al descubierto. Una raíz al descubierto adquiere la cobertura de la corteza. En cada fase se retiraba la cubierta de musgo, se vaciaba un determinado volumen de sustrato y se volvía a cubrir con el musgo, llegando a quitar hasta los dos metros de sustrato.
     Ahora es el emblema del más renombrado jardín japonés, pero hoy necesita de ayudas para sostener sus grandes cimales. El primer día de cada noviembre un ejército de laboriosos jardineros instalan los yukitsuri, las pértigas de las que salen las cuerdas que sostendrán las ramas para que, llegada la nieve, no se quiebren... el invierno está cerca.

* Kenrokuen significa en japonés «el jardín de los seis aspectos combinados». El nombre viene de un libro de jardinería escrito por Li Gefei, un famoso poeta chino. Combina los seis atributos de un jardín paisajístico perfecto: amplitud que combina y contrasta con la reclusión, artificio que contrasta con la antigüedad y arroyos de agua abundantes que contrastan con las vistas panorámicas.

Fotos de la red

                Árbol nº 145

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09 mayo 2021

JOSÉ MANUEL CABALLERO BONAL (Jerez, 1926-2021)
Convivir con árboles


Quien convive con árboles dispone
de poderes, pacta con semidioses
invencibles,
                  nadie
podrá usurparle nunca esa heredad.

Leves y bonancibles,
abandonan los días sus guaridas
y llegan al jardín enaltecidos.
La voz de la enramada reproduce
la voz de las raíces
                              y una mano suave
desaloja la vida de asperezas.

Fin y principio,
                       nadie
podrá impedir que esta alianza
perpetúe sus sellos, determine
el veredicto de una convivencia
que engrandece a la larga el rango de los árboles.

Bajo las frondas indulgentes
se dignifica el flujo vegetal de la vida.

                                  
(“Manual de infractores”. Edit. Seix Barral)

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05 mayo 2021

JOSÉ CORONEL URTECHO (Nicaragua, 1906-1994) 
Un desmedrado roble sin verdor...

Un desmedrado roble sin verdor
que seco ayer a todos parecía,
hijo del páramo y de la sequía,
próxima víctima del leñador,

Que era como una niña sin amor
que en su esterilidad se consumía,
con la lluvia de anoche ¡oh, qué alegría!
ha amanecido esta mañana en flor.

Yo me he quedado un poco sorprendido
al contemplar en el roble florido
tanta ternura de la primavera,

Que roba en los jardines de la aurora,
esas flores de nácar con que enflora
los brazos muertos del que nada espera.

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