04 agosto 2013

El árbol de Medellín, Colombia

Juan Fernando Cano
El profesor Ramiro Fonnegra revisa sus notas bajo uno de los cinco exponentes de la C. medellinesis que hay en el Parque Bolívar. Quizás por los cambios ambientales en la zona central de la ciudad, donde se da la especie, se perdió su polinizador natural. El árbol será el símbolo del Congreso de Botánica que se celebrará en esta capital.
Flor del carbonero endémico de Medellín, muy diferente a la que dan los carboneros arbustos. Hasta ahora no se ha podido reproducir este árbol.
RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ
 ¿Se extingue el árbol de Medellín?

Un "poco" tarde os hago partícipes de este interesante artículo copiado en su integridad, publicado en marzo 2007


 El llamado es a las autoridades para que ayuden en el intento por salvarlo.
 Quedan seis exponentes de esta especie que lleva el nombre de la ciudad.
 Es un carbonero que sólo creció en la ciudad y está a punto de perderse.


Un árbol endémico de Medellín, casi que residente exclusivo del Parque Bolívar, está a punto de perderse para siempre.

De la Calliandra medellinensis, clasificada como tal en los años 40-50 por la pareja norteamericana Britton y Killip, sólo quedan seis ejemplares.
Un emblema local perdido por desconocimiento.
El árbol, un carbonero, apenas crece a los 1.470 metros sobre el nivel del mar y no se ha logrado reproducir hasta ahora.
Ramiro Fonnegra Gómez, biólogo de la Universidad de Antioquia y doctor en Taxonomía Vegetal y Palinología, explicó que para colmo de males, parece que el polinizador natural también se extinguió, pues no se encuentra ninguno asociado al árbol. No se sabe cuál fue. La especie fue poco estudiada.
 

Otras especies de carboneros (en la región hay cuatro, contando el antioqueño que también está en peligro) reciben la visita de la abeja común, Apis mellifera, que los poliniza.
 

La Calliandra medellinensis es un árbol, a diferencia de muchos carboneros que son arbustos. Se distingue además de estos por una hoja más pequeña y una flor más despoblada tipo cono, mientras en los arbustos es más como una bola.
Colecciones del ejemplar se encuentran en los herbarios de la Universidad de Antioquia y en Missouri. En éste se tenían tres, pero luego se encontró que una pertenece a un carbonero de Nariño y el otro a uno de Cundinamarca.


Hoy sólo quedan seis árboles, cinco de ellos en el Parque Bolívar y uno más en la plazoleta de Mon y Velarde. "Es un endemismo raro", precisó el investigador, director durante muchos años del Herbario de la Universidad de Antioquia.
Este árbol no salió de Medellín. Se le ha buscado de extremo a extremo del Aburrá y no se encuentra.
Los científicos han tratado de reproducirlo por estaca y por acodo, pero no ha sido posible. La única alternativa que queda es mediante tejidos, pero la técnica demanda una inversión superior a los 20 millones de pesos, suma con la que no se cuenta.
"Ahora que la ciudad será sede en abril del Congreso Nacional de Botánica, al que asistirán cerca de 1.000 personas de diversas regiones y países, podría pensarse en que alguna entidad aporte el dinero para tratar de salvar la especie".
Los ejemplares del Parque Bolívar están en mal estado. Varios son viejos, repletos de epífitas como el matapalos (una bromeliácea) que poco a poco lo asfixia. No han tenido mantenimiento y se nota que alguno pudo ser talado.
El único que da vainas con frutos está situado hacia la bocacalle de Junín, pero los frutos son estériles y de nada sirven.
Del asunto pocos conocen. Tampoco hay mayores referentes. El árbol fue muy perseguido en el pasado por los campesinos, para obtener carbón. Y como adorno en pesebres y en la Semana Santa. Es lo que también amenaza al carbonero antioqueño (árbol), que crece de los 1.400 a los 1.700 metros.
Lo que se pretende es llamar la atención de la Alcaldía y los entes ambientales.
Si no se actúa pronto, Medellín perdería un árbol exclusivo que lleva su nombre en la denominación científica internacional.


Ayuda al lector
Son más de 1.000 especies amenazadas
Las especies que desaparecen de Colombia y del planeta se cuentan por centenas. De muchas nunca se llega a tener conocimiento.

La Calliandra medellinensis poco fue estudiada. De acuerdo con un reporte del Instituto Alexander von Humboldt, la flora es la primera gran riqueza del país, porque Colombia posee entre 45.000 y 55.000 especies de plantas, de las cuales cerca de la tercera parte son endémicas (sólo existen aquí).

Se destacan las orquídeas, representadas en cerca de 3.500 especies, es decir, 15 por ciento de todas las especies de orquídeas del mundo.


La lista de plantas amenazadas de Colombia abarca cerca de 1.000 especies y en ella, uno de los grupos más amenazados lo constituye, precisamente, el de las orquídeas. En el libro rojo de las plantas amenazadas no figura la C
alliandra medellinensis.
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ESPERANZA: Parece que han logrado reproducirlo por semillas, pero tiene un estrecho margen genético. El agente polinizador es un colibrí.
Estas son fotos actuales de los tres grandes árboles del Parque Bolivar de Medellín.





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31 julio 2013

WILLIAM OSPINA (Colombia-Tolima, 1954)
En las mesetas del Vaupés

Qué son las canoas sino los árboles cansados de estar quietos.
Qué son los postes de colores sino los árboles hundiendo sus raíces en el cielo.
Qué son los puentes colgantes sino los árboles jugando con el vértigo.
Qué son las fogatas sino los árboles contando su último secreto.

Follaje de las ondas que va quedando atrás con el golpe del remo,
Follaje de sonidos que en torno de los postes enardece al guerrero,
Follaje de invisibles caminos que comienza en el confín del puente,
Follaje de humaredas que ascienden en desorden entre las titilantes orquídeas.

Con granadillo hice el bastón para espantar a los malos espíritus.
Con la madera del caobo hice las cuentas de un collar para tu pecho oscuro.
Con fruto seco del tekiba la copa en la que le ofreciste el agua.
Con la madera del laurel hice esta flecha.


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27 julio 2013

EL HOJARASQUÍN DEL MONTE 
Cuento del Dpto. de Tolima, Colombia

Los campesinos de las montañas colombianas cuentan muchas historias acerca del Hojarasquín del Monte.
      Dicen que se alimenta de flores y de bayas doradas. Más de uno dice haberse encontrado con este espíritu protector de la naturaleza que habita en la oscuridad de los bosques tropicales.
      Atento al chillido de las golondrinas en los farallones del río, sabe cuándo se acerca el depredador de la flora y cuándo debe auxiliar al sabanero, anhelante víctima de los perros del cazador. Amante de los vuelos, el Hojarasquín, algunas veces, se cansa de ser árbol y entonces disputa con los loros, intenta saltar con los venados en las tardes de sol.
      Los que lo han visto coinciden en que se traba de un árbol-hombre, no está cubierto de pelo sino de musgo y ramitas que cuelgan, y su cuerpo es un tronco viejo a cuyo pie nacen dos horribles pezuñas. Camina rápida y furtivamente entre el follaje, en medio de un atronador ruido de hojas secas. Su aparición causa verdadero espanto, sobre todo a los taladores de bosques y a los cazadores, a quienes nunca se les muestra de frente sino que se les acerca por la espalada como si los siguiera. Esto sucede por lo general cuando el cazador apunta con su arma a un venado o a una danta indefensa -tapir-, o cuando el leñador levanta su hacha para derribar un árbol que no debería derribar. El susto que se llevan es tan grande que nos le quedan ganas de volver por allí, o, por lo menos, no a matar animales o a cortar árboles. Un respeto profundo se apodera de ellos desde entonces, como si comprendieran que con la naturaleza no se puede jugar ni se puede hacer daño porque sí, sólo por diversión o por plata. Sin embargo, y a pesar de su aspecto aterrador, el Hojarasquín es un ser de buenos sentimientos que conduce amablemente hacia la salida del monte a los caminantes que se pierden en él. La única condición es que el caminante extraviado sea de su agrado. El problema está en que no es fácil simpatizarle. Los aventureros valientes no lo conmueven, ni tampoco los exploradores que se adentran en la selva en busca de tesoros ocultos. Antes de ayudarlos en sus propósitos, les juega toda suerte de bromas pesadas que les ponen los nervios de punta y termina haciéndolos desistir de sus planes. Sólo una cosa es precisa para ser del agrado del Hojarasquín del Monte, y es mostrar reverencia y respeto por su entorno natural.
Los campesinos saben de sus movimientos por la algarabía de los arrendajos y pájaros tijeras, por la inmensa batahola de los samanes con el viento. Amo de las hojas y el rumor de las aves en las montañas, el Hojaraquín muere cuando hay talas o destrucción de los montes. En forma de tronco seco, permanece oculto hasta cuando resurge la floresta.

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CELIA BALCÁZAR DE BUCHER (Colombia, 1940)
Hojaraquil*

Hojarasquil del monte
flautista misterioso de la primera infancia
ululaba, fluía con su cortejo de hojas
sinuoso impredecible presuroso partía
en su ballet errático
por la vieja escalera de caracol
y se perdía en el aire
espectro de hojas 
despojado
del lastre de su cuerpo
regados en su zaga después del torbellino
dionisíaco
cascabeles dormidos
calladas castañuelas
inermes, anhelantes
de su próximo vuelo

Celia nos propone este otro nombre "Hojaraquil" en lugar de "Hojarasquín"
---Fin---

23 julio 2013

PORFIRIO BARBA JACOB (Colombia, 1883-1942) 
Árbol viejo

El árbol que sombrea la llanura
tiene cien años de acendrar sus mieles,
de temblar bajo el júbilo del cielo
alargando sus frutos sazonados,
de escuchar el silencio de la noche,
y de ver a las mozas del camino,
perennemente, sin decirles nada…

Los labradores con el hierro al hombro
llegan en la fatiga de la tarde,
y piensan al mirarlo, simplemente:
‘Ya rindió sus cosechas más jugosas,
y ofrece al hacha los desnudos brazos
para el alimento del hogar, cortémosle.

¡Oh inquietud vespertina! ¡Cómo tiemblan
mis carnes cual las ramas sacudidas
del árbol que sombrea la llanura!
Me duele el corazón… En el lejano
horizonte se encienden los hogares,
y con un ritmo lánguido y liviano
parece que sollozan los palmares.

Me quedo preguntándome a mí mismo:
¿para qué sirve un árbol? ¿para darle
cuatro varas de sombra al césped trémulo?
¿para temblar bajo el azul del cielo
alargando sus frutos sazonados?
¿para oír el silencio de la noche?
¿para sentir la fiebre de la tierra?
¿para ver a las mozas del camino,
perennemente, sin decirles nada?

Me quedo preguntándome a mí mismo
en la fúlgida noche que desciende
y ella, que en paz sus luminares prende,
dilata mi ansiedad con su mutismo…

(Barranquilla, 1906)

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19 julio 2013

EL ÁRBOL DE LOS FRUTOS/ABUNDANCIA
Cuento Huitoto - Colombia

Uno de los relatos más difundidos entre huitotos (witotos, uitotos), algunas veces llamados muinane-murui cuenta con diversas versiones y recoge diversos temas como el origen del pueblo Amazonas, el origen de las plantas, entre otras. Está basado en el mito de Moniya Amena, llamado el árbol de los frutos. El siguiente fragmento fue extraído de la versión del escritor José Octavio García

     Moniya Tiriza, hermosa hija del jefe Moniya Jurama, tiene como amante a Kuio Buinaima, la lombriz que fecunda la tierra, razón por la cual desprecia sucesivamente a todos sus numerosos pretendientes. Una vez que ha quedado encinta, la madre de Moniya Tiriza descubre al culpable en un hueco debajo del banco en que se sienta su hija. Le echa agua hirviente por lo que el enamorado se va hacia el inframundo (muere) llevándose de paso la fuerza de las frutas.
     Desde ese momento nada fructifica. Sobreviene la hambruna. La muchacha no la padece, pues el demiurgo la alimenta con espumas (yuca) que la bella recoge en la quebrada. Descubierta por sus padres, comparte con ellos el alimento. El jefe alardea ante los demás de cómo ella y su familia sí come alimento de gente, mientras que los demás comen los alimentos propios de las bestias; se termina por intercambiar carne de cacería por la comida cultivada que aporta la joven La muchacha da a luz un árbol que va a crecer en medio del agua, en la quebrada. Este árbol produce toda clase de frutos. Su dueña los baja y con ellos finalmente toda la gente vuelve a alimentarse bien; pero cuando el árbol crece en demasía, ella, que ya no alcanza a bajar los frutos, se ve precisada a revelar su secreto. Llegan todas las gentes y se enfrentan a la necesidad de obtener las frutas. Solicitan la ayuda de las bestias, pero estas, unas tras otras, fracasan. Buscan entonces la forma de derribar el árbol. También recurren a los animales; pero ninguno es capaz de lograrlo. Descubren, finalmente, por medio del tabaco (utilizado como enteógeno) quien es el dueño del hacha. La obtienen intercambiándola por atuendos rituales (en los que reside supuestamente la fuerza de la tribu).
     Tumban el árbol y las astillas originan los peces, el gran tronco se transforma en el inmenso Amazonas, las ramas serán sus afluentes, las hojas y semillas dan lugar a las grandes selvas de donde procede el alimento de los hombres y las bestias.


Versiones de los huitotos y muinanes sobre el origen mítico y la hechura del maguar. Boletín del Museo del Oro, No. 46. Enero.
 ---Fin---