JEANNE MILLET, Ph. D. en "La cultura del Arbol"
Quince buenas razones para no podar un árbol (La Cultura del Árbol N.76, diciembre 2016) (Millet, 2016).pdf (Original)
"Los recientes conocimientos en arquitectura arbórea permiten entender mejor las reacciones de un árbol frente a una poda y por qué estas (reacciones) pueden ir en contra de los objetivos de mantenimiento esperados. Si hay motivos suficientes que justifiquen la poda de un árbol, a continuación se muestran 15 actuaciones a evitar que se traducen en razones de sobra para no podarlo."
Quince buenas razones para no podar un árbol (La Cultura del Árbol N.76, diciembre 2016) (Millet, 2016).pdf (Original)
"Los recientes conocimientos en arquitectura arbórea permiten entender mejor las reacciones de un árbol frente a una poda y por qué estas (reacciones) pueden ir en contra de los objetivos de mantenimiento esperados. Si hay motivos suficientes que justifiquen la poda de un árbol, a continuación se muestran 15 actuaciones a evitar que se traducen en razones de sobra para no podarlo."
1. - Cortar o pinzar la extremidad del tronco. Esto equivale a destruir el centro organizativo del árbol, incitándolo a crear horquillas y a acumular reservas de almidón en la base de las nuevas estructuras creadas. Estas reservas estimularán la emisión de rebrotes en esa misma zona, y con ello una nueva actuación, provocando una dependencia del árbol a las podas de mantenimiento.
2.- Eliminar demasiado pronto (pocos años) horquillas del tronco. Esto impide que el árbol optimice la captación de energía, desestabilizándolo. Estimulada por esta actuación, la emisión de rebrotes indeseados alrededor de la herida marca el inicio de una dependencia del árbol con la poda.
3.- Eliminar las ramas horizontales.Su orientación denota una jerarquía secundaria respecto al eje principal. Estas contribuyen al aumento en diámetro del tronco. El hecho de eliminarlas, anima al árbol a crear nuevas estructuras más verticales y más problemáticas, ya que son susceptibles de competir con el eje principal.
4.- Eliminar sistemáticamente los rebrotes (es decir, todo tipo de renuevo, incluyendo los chupones). Los rebrotes representan el futuro del árbol. Al eliminarlos, privamos al árbol de estructuras foliares necesarias para su captación de energía. El árbol intentará de nuevo restablecer estas estructuras a costa de sus reservas, debilitándose todavía más.
5.- Intervenir demasiado pronto sobre un árbol que acaba de emitir rebrotes. Se recomienda dejar el tiempo suficiente para que el árbol aproveche todos estos rebrotes para almacenar reservas y se creen relaciones de dominancia entre ellos.
6.- Podar un árbol en decaimiento. Si un árbol está en decaimiento significa que no es capaz de recuperarse. Una poda no hará otra cosa que precipitarlo hacia la muerte.
7. - Podar un árbol senescente. En este caso, se recomienda podar únicamente las ramas muertas. Podar cualquier estructura viva – tronco, rama, ramilla – tan solo acelerará su camino hacia la muerte.
8.- Eliminar ejes con elevada tasa de crecimiento. Estimulará la emisión de rebrotes recurrentes en la zona de corte.
9.- Podar el extremo inclinado de un tronco joven. En el caso de muchas especies, este tronco puede enderezarse por si mismo. Cortar la extremidad de un tronco joven, incluso inclinado, desorganiza el árbol. Se puede favorecer que un eje tome el relevo entutorándolo, sin necesidad de podar el extremo del tronco, el cual adoptará finalmente un papel de rama.
10.- Podar antiguos ejes principales que se han convertido en ramas. Una vez encontrado su relevo, el antiguo tronco convertido en rama no vuelve a enderezarse. Mantendrá un leve crecimiento hasta su muerte, pero contribuirá a alimentar al árbol.
11.- Refaldar exageradamente la copa de un árbol. Una poda severa a nivel de tronco y ramas es perjudicial para el crecimiento en diámetro del árbol. La estructura de sostén del individuo pierde solidez. Un déficit de ramas empuja al árbol a emitir rebrotes sobre su tronco.
12.- Podar un árbol que como respuesta a una poda severa ha emitido suplentes débiles. Esta débil tasa de emisión de suplentes advierte de que el árbol tiene dificultades a la hora de tirar de sus reservas. Podándolo todavía más, se corre el riesgo de precipitarlo hacia un decaimiento irreversible.
13.- Intervenir sobre un árbol desorganizado, identificable por la presencia de numerosos suplentes en su copa. Para producir estos suplentes, el árbol a tirado de sus reservas. Una poda suplementaria estimulará un nuevo esfuerzo de brotación, a costa de unas reservas ya diezmadas, aumentando así la probabilidad de decaimiento.
14.-Podar un árbol que presenta una tasa de crecimiento débil y poco vigor. Esto podría llevarlo a un estado de decaimiento.
15.-Podar en la parte superior de la copa. Como el árbol tiende a crecer en altura, podar ejes con fuerte crecimiento afecta más al funcionamiento global del árbol que podar ejes menos vigorosos situados en la parte baja de la copa. Cuando sea necesario intervenir, será preferible realizar actuaciones ligeras de carácter preventivo, como la reducción de ramas. Una alternativa a la poda: la reducción de ramas
La reducción de una rama permite ralentizar su desarrollo al mismo tiempo que se le deja volumen. De esta manera, la rama sigue manteniendo un follaje abundante y alimentando al tronco, ayudando a este último a seguir creciendo. La reducción de la rama previene la competencia de ésta con el tronco y la posible formación de una horquilla con éste. La reducción mantiene a su vez a la rama en un papel secundario con respecto al tronco. Durante este tiempo, el tronco continúa su desarrollo en altura y dispone otras ramas.
Con el tiempo, las ramas más bajas son menos esenciales para el árbol y como la velocidad de crecimiento de toda rama acaba por disminuir, podar una estructura vieja conlleva un riesgo menor de rebrote en la zona de corte. De hecho, el árbol ha desplazado a otro lugar – hacia arriba – su esfuerzo de crecimiento.
Concretamente, la reducción de una rama consiste en eliminar solamente algunos segmentos. Esto puede llevarse a cabo mediante un mero despuntado de ciertos ejes. La reducción se centra en los ejes más dominantes, es decir, la extremidad de la rama y algunos de sus ejes laterales más fuertes. Un seguimiento durante los siguientes años permitirá demostrar que la rama toma y mantiene un papel secundario con respecto al tronco.
La reducción responde a varias necesidades: ayuda a orientar el crecimiento del árbol evitando su desorganización; previene los problemas de orden estético provocados por la emisión de numerosos rebrotes; evita la aparición de brotaciones indeseables en zonas inadecuadas y la acumulación de reservas de almidón en su base. También evita que se desencadene una dependencia del árbol a la poda, caracterizada por ciclos de poda/rebrote en las zonas de recurrencia de heridas. En resumen, la reducción ayuda al árbol a adaptarse a las exigencias de su entorno. Se recomienda planificar muy bien las operaciones de poda de formación en función de los compromisos del lugar.
¿Dónde cortar cuando sea completamente necesario? Sería interesante recordar que ninguna poda va en beneficio del árbol. Las podas se realizan para responder a unas necesidades de mantenimiento. Sin embargo, en un contexto donde la poda esté completamente justificada, se recomendará:
1.-Eliminar las estructuras envejecidas antes que los ejes vigorosos y los rebrotes, ya que estos son los últimos esfuerzos que el árbol ha realizado para renovar su estructura (fig.1).
2.- En la parte alta de la copa, privilegiar una poda justo por encima de un punto de acumulación de reservas, en la base de las unidades jerarquizadas (figura 2), lo que favorecerá una reacción justo en la zona de la herida y evitará la formación de un tocón (acompañado de una eventual pudrición).
3.- Podar preferentemente ramas y ramillas de pequeño diámetro antes que eliminar grandes ramas.
4.- Antes de eliminar una rama, reducirla y esperar a que el tronco aumente en diámetro.
5.- Privilegiar una poda en la parte inferior de la copa del árbol antes que en la parte superior.
Figura 2.- Elección de una poda (flechas) por encima de un punto de acumulación de reservas de almidón (en negro), en la base de las unidades jerarquizadas (no se observan ramas laterales a lo largo de los elementos que forman la horquilla porque estas se han podado de forma natura.
2.- Eliminar demasiado pronto (pocos años) horquillas del tronco. Esto impide que el árbol optimice la captación de energía, desestabilizándolo. Estimulada por esta actuación, la emisión de rebrotes indeseados alrededor de la herida marca el inicio de una dependencia del árbol con la poda.
3.- Eliminar las ramas horizontales.Su orientación denota una jerarquía secundaria respecto al eje principal. Estas contribuyen al aumento en diámetro del tronco. El hecho de eliminarlas, anima al árbol a crear nuevas estructuras más verticales y más problemáticas, ya que son susceptibles de competir con el eje principal.
4.- Eliminar sistemáticamente los rebrotes (es decir, todo tipo de renuevo, incluyendo los chupones). Los rebrotes representan el futuro del árbol. Al eliminarlos, privamos al árbol de estructuras foliares necesarias para su captación de energía. El árbol intentará de nuevo restablecer estas estructuras a costa de sus reservas, debilitándose todavía más.
5.- Intervenir demasiado pronto sobre un árbol que acaba de emitir rebrotes. Se recomienda dejar el tiempo suficiente para que el árbol aproveche todos estos rebrotes para almacenar reservas y se creen relaciones de dominancia entre ellos.
6.- Podar un árbol en decaimiento. Si un árbol está en decaimiento significa que no es capaz de recuperarse. Una poda no hará otra cosa que precipitarlo hacia la muerte.
7. - Podar un árbol senescente. En este caso, se recomienda podar únicamente las ramas muertas. Podar cualquier estructura viva – tronco, rama, ramilla – tan solo acelerará su camino hacia la muerte.
8.- Eliminar ejes con elevada tasa de crecimiento. Estimulará la emisión de rebrotes recurrentes en la zona de corte.
9.- Podar el extremo inclinado de un tronco joven. En el caso de muchas especies, este tronco puede enderezarse por si mismo. Cortar la extremidad de un tronco joven, incluso inclinado, desorganiza el árbol. Se puede favorecer que un eje tome el relevo entutorándolo, sin necesidad de podar el extremo del tronco, el cual adoptará finalmente un papel de rama.
10.- Podar antiguos ejes principales que se han convertido en ramas. Una vez encontrado su relevo, el antiguo tronco convertido en rama no vuelve a enderezarse. Mantendrá un leve crecimiento hasta su muerte, pero contribuirá a alimentar al árbol.
11.- Refaldar exageradamente la copa de un árbol. Una poda severa a nivel de tronco y ramas es perjudicial para el crecimiento en diámetro del árbol. La estructura de sostén del individuo pierde solidez. Un déficit de ramas empuja al árbol a emitir rebrotes sobre su tronco.
12.- Podar un árbol que como respuesta a una poda severa ha emitido suplentes débiles. Esta débil tasa de emisión de suplentes advierte de que el árbol tiene dificultades a la hora de tirar de sus reservas. Podándolo todavía más, se corre el riesgo de precipitarlo hacia un decaimiento irreversible.
13.- Intervenir sobre un árbol desorganizado, identificable por la presencia de numerosos suplentes en su copa. Para producir estos suplentes, el árbol a tirado de sus reservas. Una poda suplementaria estimulará un nuevo esfuerzo de brotación, a costa de unas reservas ya diezmadas, aumentando así la probabilidad de decaimiento.
14.-Podar un árbol que presenta una tasa de crecimiento débil y poco vigor. Esto podría llevarlo a un estado de decaimiento.
15.-Podar en la parte superior de la copa. Como el árbol tiende a crecer en altura, podar ejes con fuerte crecimiento afecta más al funcionamiento global del árbol que podar ejes menos vigorosos situados en la parte baja de la copa. Cuando sea necesario intervenir, será preferible realizar actuaciones ligeras de carácter preventivo, como la reducción de ramas. Una alternativa a la poda: la reducción de ramas
La reducción de una rama permite ralentizar su desarrollo al mismo tiempo que se le deja volumen. De esta manera, la rama sigue manteniendo un follaje abundante y alimentando al tronco, ayudando a este último a seguir creciendo. La reducción de la rama previene la competencia de ésta con el tronco y la posible formación de una horquilla con éste. La reducción mantiene a su vez a la rama en un papel secundario con respecto al tronco. Durante este tiempo, el tronco continúa su desarrollo en altura y dispone otras ramas.
Con el tiempo, las ramas más bajas son menos esenciales para el árbol y como la velocidad de crecimiento de toda rama acaba por disminuir, podar una estructura vieja conlleva un riesgo menor de rebrote en la zona de corte. De hecho, el árbol ha desplazado a otro lugar – hacia arriba – su esfuerzo de crecimiento.
Concretamente, la reducción de una rama consiste en eliminar solamente algunos segmentos. Esto puede llevarse a cabo mediante un mero despuntado de ciertos ejes. La reducción se centra en los ejes más dominantes, es decir, la extremidad de la rama y algunos de sus ejes laterales más fuertes. Un seguimiento durante los siguientes años permitirá demostrar que la rama toma y mantiene un papel secundario con respecto al tronco.
La reducción responde a varias necesidades: ayuda a orientar el crecimiento del árbol evitando su desorganización; previene los problemas de orden estético provocados por la emisión de numerosos rebrotes; evita la aparición de brotaciones indeseables en zonas inadecuadas y la acumulación de reservas de almidón en su base. También evita que se desencadene una dependencia del árbol a la poda, caracterizada por ciclos de poda/rebrote en las zonas de recurrencia de heridas. En resumen, la reducción ayuda al árbol a adaptarse a las exigencias de su entorno. Se recomienda planificar muy bien las operaciones de poda de formación en función de los compromisos del lugar.
¿Dónde cortar cuando sea completamente necesario? Sería interesante recordar que ninguna poda va en beneficio del árbol. Las podas se realizan para responder a unas necesidades de mantenimiento. Sin embargo, en un contexto donde la poda esté completamente justificada, se recomendará:
1.-Eliminar las estructuras envejecidas antes que los ejes vigorosos y los rebrotes, ya que estos son los últimos esfuerzos que el árbol ha realizado para renovar su estructura (fig.1).
2.- En la parte alta de la copa, privilegiar una poda justo por encima de un punto de acumulación de reservas, en la base de las unidades jerarquizadas (figura 2), lo que favorecerá una reacción justo en la zona de la herida y evitará la formación de un tocón (acompañado de una eventual pudrición).
3.- Podar preferentemente ramas y ramillas de pequeño diámetro antes que eliminar grandes ramas.
4.- Antes de eliminar una rama, reducirla y esperar a que el tronco aumente en diámetro.
5.- Privilegiar una poda en la parte inferior de la copa del árbol antes que en la parte superior.
Figura 1.- Eliminación de estructuras envejecidas antes que actuar sobre ejes vigorosos, entre estos los chupones.
Figura 2.- Elección de una poda (flechas) por encima de un punto de acumulación de reservas de almidón (en negro), en la base de las unidades jerarquizadas (no se observan ramas laterales a lo largo de los elementos que forman la horquilla porque estas se han podado de forma natura.
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