lunes, 8 de junio de 2020

Expolio de olivos

BERNABÉ MOYA
¿Acabará el expolio de nuestros olivos monumentales?
No vale lo mismo ni tiene la misma consideración social dañar el cuadro ‘El grito’ de Edvard Münch que a un ser vivo milenario”
      El expolio que han sufrido los olivos monumentales en Cataluña no es una novedad, es algo que ha venido sucediendo desde hace más de cuatro décadas. Y lo peor es que no es algo exclusivo de Cataluña, se produce en toda España: Extremadura, Murcia, Andalucía, Aragón, Castilla la Mancha… Es una consecuencia de la España vacía, y vaciada, pero sobre todo desarraigada y desmemoriada.
Olivo milenario conocido como La Farga de Arión, en Uldecona (Tarragona).
      En nuestro país las competencias para proteger los árboles monumentales están transferidas a las comunidades autónomas, y a tenor de los resultados no parece que haya sido especialmente efectiva. Y es que, aunque Cataluña dispone de un marco jurídico específico para proteger a los árboles monumentales, desde el año 1987, hasta ayer solo tres olivos formaban parte del Catálogo de Árboles Monumentales de Cataluña: Lo Parot (el padre de los olivos), y las Fargues de l’Arion I y II (farga es la denominación de una variedad local de olivo cultivada en la zona desde antiguo), ambos en la provincia de Tarragona. Pero lo que más llama la atención es el contenido de la ficha técnica oficial de Les Fargues, consultable a través de internet, «nada más en la comarca del Montsià se han registrado 1.668 ejemplares singulares milenarios». Lo sabíamos y hemos mirado a otra parte, durante cuatro décadas.

Olivo Lo Parot, situado en Horta de San Juan (Tarragona)
     Esta semana algo ha cambiado. El Parlamento Catalán ha aprobado la Ley de Protección de Olivos Monumentales. Pero llega tarde. Son decenas de miles los olivos monumentales que han sido expoliados durante los últimos años. Hay un puñado de pueblos en el norte de Castellón y en el Sur de Tarragona que aún conservan varios cientos de ejemplares; el problema es que casi todos tenían miles. Y como en todo expolio de obras de arte de alto nivel que se precie, los más valiosos son los que primero desaparecieron. No sabemos a quién hay que preguntar por ellos.
       En Cataluña han seguido casi al pie de la letra el guión establecido por la Ley de Patrimonio Arbóreo de la Comunidad Valenciana, aprobada por unanimidad en las Cortes Valencianas. Se agradece. No fue fácil, y muchos de los autoproclamados protectores de la naturaleza estaban en contra. En Cataluña no ha sido posible la unanimidad. Pero han aceptado algunas de las normas que allí se establecieron, como que todo olivo que tenga mas de 3,5 metros de perímetro de circunferencia, medido a la altura del pecho está protegido “sin necesidad de resolución singularizada”. Recuerdo la férrea oposición a este parámetro por parte de algunos altos funcionarios de la Generalidad Valenciana, que a pesar de haber transcurrido década y media desde su aprobación, aún continúan sin entenderlo y tratando de modificarlo unilateralmente.

Olivo Sinfo y localizado en Traiguera (Castellón), Mejor Olivo del 2020 del mediterráneo
“Como en todo expolio de obras de arte, los ejemplares más valiosos son los que primero desaparecieron. No sabemos a quién hay que preguntar por ellos”
      No debe extrañar pues, que sea la Comunidad Valenciana la que más olivos protegidos tiene y desde hace más tiempo, aunque al parecer no hay ninguna prisa en inventariarlos, catalogarlos y cuidarlos, ya han pasado 14 años, y no han llegado a catalogar ni a un tercio. Lo mejor de la Ley Valenciana fue su entrada en vigor, lo que permitió una rápida y efectiva intervención de los miembros del Seprona de la Guardia Civil, que acabaron con el expolio de estas obras de arte de la naturaleza en una semana.
      A veces, esto de defender los olivos puede parecer un mero capricho. Pero para hacernos una idea más exacta de la dimensión del problema es conveniente consultar la tesis doctoral Prospección, diversidad genética y conservación de ejemplares monumentales y poblaciones silvestres del olivo en Andalucía presentada en la Universidad de Córdoba en junio de 2008.

     En Andalucía, que cuenta con más de 200 millones de olivos en cultivo y una tradición olivarera de más de 2.000 años de antigüedad, únicamente se pudieron inventariar 35 olivos, 56 olivares, 18 acebuches y cinco acebuchales monumentales. Pero los resultados genéticos fueron aún más reveladores, ya que el 83 % de los genotipos estudiados correspondió a variedades de olivos desconocidas para la ciencia.
“Hay que considerar a los árboles monumentales como parte fundamental del Patrimonio Cultural”
     Uno de los mayores empeños a la hora de redactar la Ley Valenciana fue hacer entender a los políticos y a la sociedad que había que empezar, por dignidad y por ética, a considerar a los árboles monumentales como parte fundamental del Patrimonio Cultural. Lo que llama la atención es que ninguna de las leyes aprobadas para proteger el patrimonio cultural los haya considerado como piezas esenciales del patrimonio de los pueblos. Como tal aparece en el preámbulo de la Ley Valenciana, y en consecuencia en ese mismo orden de igualdad se establecieron las sanciones por violar la Ley.
      No vale lo mismo ni tiene la misma consideración social dañar el cuadro El grito de Edvard Münch que a un ser vivo milenario. Arrancar de cuajo un olivo monumental, hay quien se atreve eufemísticamente a llamarle “trasplante”, está consignado como infracción muy grave, en la Comunidad Valenciana cuesta de 100.001 a 500.000 euros, mientras en Cataluña sale por entre 24.001 y 48.000 euros.
      Durante la filmación de la película El Olivo, Icíar Bollaín rodó un espacio para dar a conocer la verdad del problema: El filme concluye con la protagonista Alma, echando en cara a la generación anterior su actuación: “A ver si la próxima vez lo hacemos mejor”. Está mejor, no lo dudo. Pero es insuficiente, ya que en España han desaparecido el 80 % de los árboles monumentales en el último siglo. Y la urgencia de abordar el cambio hacia una transición ecológica justa y sostenible del mundo rural es más imperiosa que nunca. 

Bernabé Moya
es botánico, experto en Árboles Monumentales, Bosques Maduros y Biodiversidad. Participó en la elaboración de la ley valenciana de protección de árboles singulares.

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