SARV-E ABARKUH, ¿el ciprés de 4000 años?
Este ciprés (Cupressus sempervirens) -en Persa: سرو ابرکوه Sarv -e Abarkuh-, se alza en la
región de Yazd, en Irán desde hace, se dice, 4.000 años, es decir empezó a crecer cuando los
habitantes del Asia central estaban en proceso de inventar las ruedas
con radios.
El venerable ejemplar, también llamado el Sarv zoroastriano, fue reconocido Monumento Nacional por el gobierno, tiene una altura de 25 metros y una circunferencia de copa de 18 metros. Es una importante atracción turística. Este árbol es nombrado como tal por primera vez por el historiador y geógrafo persa Hamdallah Ghazvini, durante el siglo XIV, siglo en que parece que ya era una atracción turística y religiosa.
Existen varias leyendas sobre el árbol. Una sostiene que Sarv-e Abarkuh fue plantado por Jafet, hijo del profeta bíblico Noé. Otra leyenda incluye a Vishtaspa, que plantó un ciprés en memoria de Zoroastro al que llamó el ciprés de Kashmar, que duró dos milenios hasta que los árabes invadieron Persia en el siglo VII y acabaron con él. Sin embargo, otro ciprés plantado por él mismo Zoroastro en Abarkuh sobrevivió hasta nuestro días. En otros mitos, se ha descrito que el árbol tiene un alma que lo mantiene en pie a lo largo de los siglos.
El venerable ejemplar, también llamado el Sarv zoroastriano, fue reconocido Monumento Nacional por el gobierno, tiene una altura de 25 metros y una circunferencia de copa de 18 metros. Es una importante atracción turística. Este árbol es nombrado como tal por primera vez por el historiador y geógrafo persa Hamdallah Ghazvini, durante el siglo XIV, siglo en que parece que ya era una atracción turística y religiosa.
Existen varias leyendas sobre el árbol. Una sostiene que Sarv-e Abarkuh fue plantado por Jafet, hijo del profeta bíblico Noé. Otra leyenda incluye a Vishtaspa, que plantó un ciprés en memoria de Zoroastro al que llamó el ciprés de Kashmar, que duró dos milenios hasta que los árabes invadieron Persia en el siglo VII y acabaron con él. Sin embargo, otro ciprés plantado por él mismo Zoroastro en Abarkuh sobrevivió hasta nuestro días. En otros mitos, se ha descrito que el árbol tiene un alma que lo mantiene en pie a lo largo de los siglos.
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