JOSÉ SELGAS (Lorca-Murcia, 1822-1882)
El sauce y el ciprés
Cuando a las puertas de la noche umbría
dejando el prado y la floresta amena
la tarde, melancólica y serena,
su misterioso manto recogía,
un macilento sauce se mecía
por dar alivio a su constante pena
y, en voz suave y de suspiros llena,
al son del viento murmurar se oía:
"¡Triste nací!... ¡Mas en el mundo moran
seres felices que el penoso duelo
y el llanto oculto y la tristeza ignoran!"
Dijo, y sus ramas esparció en el suelo.
"¡Dichosos ¡ay! los que en la tierra lloran!"
le contestó un ciprés, mirando al cielo.
Cuando a las puertas de la noche umbría
dejando el prado y la floresta amena
la tarde, melancólica y serena,
su misterioso manto recogía,
un macilento sauce se mecía
por dar alivio a su constante pena
y, en voz suave y de suspiros llena,
al son del viento murmurar se oía:
"¡Triste nací!... ¡Mas en el mundo moran
seres felices que el penoso duelo
y el llanto oculto y la tristeza ignoran!"
Dijo, y sus ramas esparció en el suelo.
"¡Dichosos ¡ay! los que en la tierra lloran!"
le contestó un ciprés, mirando al cielo.
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