RAFAEL BERNAL JIMÉNEZ (Colombia)
La selva
ENTRELAZA la selva el tupido follaje
de los troncos, al modo de una cúpula ingente,
y ante el rudo agasajo del gran cielo candente
bajo el tosco cimborio se amodorra el paisaje.
Ostentando el inquieto colibrí su plumaje,
tornasola las alas al volar a la fuente,
mientras cruza el rey ciervo por el flanco, la frente
diademada por brava cornamenta salvaje.
¡Todo vibra y resuena! Todo es savia y es vida
que reclaman un canto de belleza atrevida
frente al oro triunfante de este sol tropical.
Mora a veces el miedo de la cosa sagrada,
y hay un hálito a virgen en la selva inviolada
que recorre el ambiente soledoso y brutal.
La selva
ENTRELAZA la selva el tupido follaje
de los troncos, al modo de una cúpula ingente,
y ante el rudo agasajo del gran cielo candente
bajo el tosco cimborio se amodorra el paisaje.
Ostentando el inquieto colibrí su plumaje,
tornasola las alas al volar a la fuente,
mientras cruza el rey ciervo por el flanco, la frente
diademada por brava cornamenta salvaje.
¡Todo vibra y resuena! Todo es savia y es vida
que reclaman un canto de belleza atrevida
frente al oro triunfante de este sol tropical.
Mora a veces el miedo de la cosa sagrada,
y hay un hálito a virgen en la selva inviolada
que recorre el ambiente soledoso y brutal.
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