jueves, 22 de julio de 2010

LEOPOLDO PANERO (Astorga, 1909-1962)
A una encina solitaria

La gracia cenicienta de la encina,
hondamente celeste y castellana,
remansa su hermosura cotidiana
en la paz otoñal de la colina.

Como el silencio de la nieve
fina vuela la abeja y el romero mana,
y empapa el corazón a la mañana
de su secreta soledad divina.

La luz afirma la unidad del cielo
en el agua dorada del remanso
y en la miel franciscana del aroma;

y asida a la esperanza por el vuelo,
la verde encina del horizonte manso
siente el toque de Dios en la paloma.

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