26 noviembre 2014

PEDRO CÁCERES - Navaleno (Soria)
"Donde el monte no arde"
Rescatamos un notable artículo de la revista "Natura" de El Mundo del año 2007
¿No deberíamos trabajar por el bosque TODO EL AÑO?

La comarca de Pinares Soria-Burgos, un ejemplo de buena gestión forestal desde hace más de un siglo, obtiene la denominación de Bosque Modelo, una etiqueta internacional que certifica la sostenibilidad de la explotación de la madera.
      Las administraciones públicas españolas se gastaron el año pasado -2006- en prevención y extinción de incendios 721 millones de euros. Sin embargo, esta inversión no evitó que ardieran 150.000 hectáreas de terreno forestal, superficie equivalente casi a la provincia de Guipúzcoa. En la Península Ibérica hay fuego cada verano por todos lados. Menos en uno. Porque en esa negra España de las llamas hay un rincón en el que los incendios suenan a cosa lejana. Tan lejana como que el último gran siniestro data del siglo XIX. Es la comarca de Pinares Soria-Burgos, cuyos montes cubiertos en su mayoría por pino silvestre -Pinus sylvestris- forman la mayor masa continua arbolada de España.
      Para averiguar cómo es posible que el mayor bosque del país no arda resulta interesante recorrerlo y descubrir que se trata de un lugar que ha convertido la madera en su principal medio de vida.
       En la comarca de Pinares Soria-Burgos, el 41% de la población activa se dedica al sector de la madera. Unos 4.000 trabajadores faenan para 700 empresas. Y la actividad ha permitido que sea una de las pocas áreas rurales del interior peninsular que no perdió población en el siglo XX. La implicación de los habitantes con el monte, del que obtienen beneficios, y las políticas de ordenación forestal y gestión del territorio son la clave del éxito.
      La visita podría empezar por Navaleno (Soria), un pueblo de 1.000 habitantes donde el paro es casi desconocido y que acoge a varias empresas dedicadas a la transformación de la madera y las setas. Junto a Navaleno se encuentra el monte de Pinar Grande, que cumple un siglo desde que fue sometido a ordenación forestal por primera vez. Lo que significa que, desde 1907, se sabe cuántos árboles hay, qué tamaño tienen, cuáles se van a cortar... y cuándo.
     El jefe del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Soria, José Antonio Lucas, lo tiene claro: «En esta comarca, los montes que mejor se conservan son los que más se han cortado». Su frase sonará subversiva a quienes tengan la idea de que la naturaleza debe permanecer siempre intocada. Pero resulta convincente cuando se observa el imponente aspecto de bosque maduro que tiene Pinar Grande. Nada hace pensar que lleva produciendo madera desde siempre. Sin embargo, el 15% de todas la talas de Castilla y León salen de esta comarca. Pese a lo cual los árboles no dejan de aumentar.
     Una de las claves de la buena conservación de los montes es que los habitantes son beneficiarios directos. Como explica la alcaldesa de Covaleda, Concepción Martínez: «La propiedad es de los ayuntamientos. Los gestiona la Junta de Castilla y León, porque son montes de utilidad pública, pero el derecho de explotarlos es de los vecinos». De modo que, desde hace siglos, «debido a privilegios de poblamiento concedidos por los reyes desde el siglo XIII», cada persona nacida y residente en un pueblo pinariego tiene derecho a su «suerte de pinos». Realizada la tala anual, se reparten los ingresos. Según la alcaldesa, «pueden ser ahora unos 600 euros por persona, pero en los años 40 suponía mucho más y la gente vivía sólo de la madera de un año».
    María Pascual, una joven consultora natural de Navaleno, piensa que «el respeto al monte se inculca en la comarca desde la infancia. Es nuestro patrimonio, y lo cuidamos. Si alguien hiciera algo malo en él los vecinos se le echarían encima». «Hay una relación directa, por la cercanía física al bosque, por los ingresos que genera y por el resto de servicios, como los turísticos, que produce. El monte forma parte de nuestra forma de ser», concluye María Pascual.
     Dada la productividad y los valores emocionales ligados al monte, parece normal que todos lo cuiden. Sin embargo, el interés común no lo explica todo. En Galicia, donde el año pasado se calcinaron 90.000 hectáreas, la mayoría de los terrenos forestales son comunales, pero arden. Hay algún otro secreto. Y José Antonio Lucas lo tiene claro: «La situación idílica de nuestros días se debe a la gestión. Antes no era así. En 1868 ardieron 7.200 hectáreas de monte en la comarca. Pero no ha vuelto a ocurrir. ¿Por qué? Fue cuando vino la ordenación de montes para compatibilizar los usos, entre ellos el de los ganaderos, que querían pastos y no árboles. Ahora hay una rotación de espacio y de tiempo que evita los conflictos de intereses. Cada uno tiene su aprovechamiento».
     Lucas explica el modo de proceder en un monte ordenado. «El terreno se divide en secciones, que cuentan con media docena de cuarteles, que se dividen a su vez en otros tantos tramos y estos en rodales». El rodal, que es la unidad última de medida, tiene unas 30 ó 40 hectáreas. En Pinar Grande el turno de corta de cada tramo es de 100 años, lo que significa que la parte que se explota hoy fue seleccionada para ello hace un siglo. Y cerca está el área que la sustituirá, de edad similar.
Lactarius deliciosus
     De esta forma, siempre hay un abanico de paisajes, desde el área recién cortada al bosque maduro, pasando por distintas etapas de sucesión del bosque. También está regulada la explotación de la caza y estudiada la producción de las setas. Según Lucas, «los montes de 20-40 años son buenos para el níscalo ('Lactarius deliciosus') y los migueles ('Boletus edulis') crecen más en pinares de 60 a 80 años».
Boletus edulis
        Todo parece medido, pero no se hace por sí solo. Cada etapa exige trabajos y algunos de ellos no son rentables por sí mismos. Tras la tala, puede brotar un denso pinar de 4.000 pies por hectárea. Sucesivas tareas de corta y clareo reducen los ejemplares y eliminan los árboles enfermos hasta dejar 350 por hectárea. La calidad lo agradece. Ésta es la única zona de España con una marca o denominación de origen de madera, llamada Pino Soria-Burgos.
Myrica gale
      Los valores biológicos no se olvidan. Javier María García, jefe de la Unidad de Ordenación y Mejora del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Burgos, explica que las áreas donde crecen especies singulares como la 'Myrica gale', una pequeña planta de las turberas, se protegen especialmente. Tampoco se cortan los «cuarteles de cumbre» y se potencia el crecimiento de otras especies como robles o hayas. Además, añade Lucas, en cada sección hay un cuartel que nunca se corta, «como espacio de recreo y de valor paisajístico».
     En el Aula Divulgativa del Bosque El Amogable, junto a Navaleno, José Antonio Lucas ha puesto en marcha un centro interpretativo de estas cuestiones. Pero es también un espacio de capacitación forestal y un centro de vigilancia ante el fuego que funciona de forma continua.
     Mariano Torre Antón, director general de Medio Ambiente, explica que la Junta de Castilla y León ha logrado un acuerdo para que las cuadrillas antiincendios pasen «del régimen agrario al régimen general», con lo que ahora cobran más y trabajan todo el año y no sólo en verano, como ocurre en muchos lugares de España. De este modo, en El Amogable «tienen dos equipos de trabajo, el de corta y el de extinción», y dedican gran parte del año a las tareas de prevención y limpieza.
      En la tierra de Pinares, el interés común -y el sentido común- lleva décadas haciendo realidad el mito del desarrollo sostenible. Sus montes, que ya contaban con el sello PEFC, un certificado internacional de buena gestión, están integrados desde el pasado 25 de abril en la Red de Bosques Modelo, una categoría nacida de la Cumbre de Río 92 en la que sólo están otros 42 lugares del globo.
 
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24 noviembre 2014


ÁRBOLES CON MÁS BIOMASA

Gracias a la biotecnología, investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han logrado aumentar la producción en especies leñosas, lo que tiene un gran interés para el mercado energético.
    Mediante la modificación de la expresión de genes responsables del desarrollo de ramas en el primer año de vida de las especies leñosas, investigadores del Centro de Biotecnología y Genómica de Plantas (CBGP UPM-INIA), centro mixto de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA), han demostrado que es posible aumentar la producción de biomasa de una plantación forestal, todo ello sin alterar las características de crecimiento ni la composición o anatomía de la madera. Estos resultados tienen un alto valor comercial para el mercado bioenergético y ya han sido protegidos mediante patente.

Plantación de chopos / Antonio Gil
    Las yemas laterales de la mayoría de las especies leñosas de zonas templadas y frías no brotan durante la temporada en la que se forman. Estas yemas, denominadas prolépticas, permanecen latentes y no crecen hasta la primavera siguiente.
Sin embargo, en el álamo y algunas otras especies de salicáceas, así como en muchas especies tropicales, algunas yemas laterales brotan silépticamente, es decir, crecen durante la misma temporada en la que se forman.
    De esta manera, la ramificación siléptica es capaz de aumentar el número de ramas, el área foliar y en general el crecimiento del árbol, en especial en sus primeros años.
    Con esta base, investigadores de la UPM han utilizado un procedimiento biotecnológico para modificar los niveles de expresión del gen RAV1 (Related to ABI3 and Viviparous 1) que incrementa el desarrollo de ramas silépticas en especies leñosas. Así, los investigadores han conseguido aumentar la producción de biomasa de una plantación de chopo.
Este procedimiento de modificación genética, es potencialmente aplicable a cualquier especie leñosa y por tanto permite aprovechar las características adaptativas de dicha especie a un determinado hábitat.
    Estos resultados tienen un gran interés para el mercado energético. En la medida en que se aseguren rendimientos de producción sostenibles de biomasa de especies leñosas, que no afecta a la demanda de alimentos, podrán mitigarse los efectos del calentamiento global así como mejorar la seguridad energética
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21 noviembre 2014

¿VALE LA PENA SALVAR NUESTROS BOSQUES?
Diario LEVANTE - 21.11.2014 - Juan Ponce...

     ¿Vale la pena salvar nuestros bosques? Así, a bote pronto, pocos dirían que no, aunque no faltaría quien introdujera un depende. A esa duda se aferra el gobierno valenciano de Alberto Fabra, la consellera Bonig y algunos de sus alcaldes, para no realizar las inversiones necesarias para hacerlo. "Depende de lo que cueste", dicen, y aseguran que el precio por garantizar la vida de nuestra masa forestal, que rondaría los 30 millones de euros, es caro.
     La prensa lleva tiempo alertando de que 300.000 hectáreas de pinares están amenazadas por diversas plagas, pero no es solo una amenaza. Cualquiera que haya visitado nuestros bosques en los últimos meses habrá visto extensiones crecientes de pinar que se secan, que se mueren, y es debido a estas plagas favorecidas por una sequía intensa y sin precedentes. Y no hay precedentes porque, aunque en nuestro clima las sequías son normales, el cambio climático global las está haciendo que sean cada vez más intensas.
     ¿Pero qué nos ofrecen estas formaciones vegetales? ¿Sacamos algún rendimiento que compense esos 30 millones? La respuesta, por extraño que parezca a los señores del PP, es bastante sencilla. Solo en territorio valenciano tenemos 1,3 millones de hectáreas de montes, la mitad de ellos poblados con una cubierta arbórea de pinos bajo la cual hay formaciones arbustivas diversas. Y aunque las cifras estimadas son dispares, los expertos coinciden en que una hectárea de bosque valenciano genera entre 500 y 5.000 euros al año en servicios ambientales según su calidad. Podemos afirmar pues, que de promedio cada hectárea genera al año al menos 1.000 €.

¿Y cómo se mide la calidad del bosque? 
     Pues en función de su capacidad de prestar esos servicios ambientales, que básicamente son la producción del oxígeno que respiramos y la captación del CO2 que emiten el tráfico, las calderas y las industrias y que está generando el cambio climático. Y no solo eso. También tienen un papel fundamental en la regulación local del clima atrayendo las lluvias. Cuanto más denso sea el bosque más las atrae, y al mismo tiempo tiene mayor capacidad de retener el agua caída del cielo, lo cual previene inundaciones en zonas costeras y además recarga los acuíferos subterráneos. Los expertos también coinciden en que el principal riesgo de nuestras montañas es su erosión o pérdida de suelo fértil, ya que el suelo es el soporte del bosque y si se pierde el bosque es irrecuperable.
     Además, los bosques mejoran la calidad paisajística, mantienen nuestra biodiversidad y ofrecen espacios de ocio cada vez más solicitados por un turismo rural en auge.

Todo ello valorado en al menos 1.000 euros al año por hectárea, de lo que podemos deducir que las 300.000 hectáreas amenazadas nos dan 300 millones de euros al año en servicios ambientales.
     Si a eso se le suma que el plan de choque propuesto por Compromís no solo trata de frenar la plaga que afecta a nuestros bosques, sino que también afecta a la del paro (pues crearía unos 1.500 puestos de trabajo en 2015 en los 100 municipios afectados), resulta obvio que no hablamos de un gasto, sino de una inversión. ¿Seguro que no nos podemos permitir salvar nuestros bosques, señora Bonig?
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20 noviembre 2014

ARBOLAPP

Del "Blog de la Tabla", gracias

Arbolapp es un aplicación gratuita basada en la investigación del Real Jardín Botánico del CSIC que te ayudará a identificar los árboles silvestres de la Península Ibérica y las Islas Baleares, financiada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Parece una imitación del programa americano "leafsnap" pero sea bienvenido.
¡Descárgatela y disfruta de la naturaleza y de la ciencia!
A la hora de encontrar el árbol buscado, la app muestra curiosidades de la especie como que 'La Gioconda' está pintada sobre una tabla de álamo. También, que los frutos del madroño contienen alcohol y su consumo excesivo puede provocar borrachera o que en el Antiguo Egipto se usaban los frutos del almendro para ajusticiar a los criminales.

Arbolapp incluye:
  • > 118 especies: todos los árboles autóctonos y los más frecuentemente asilvestrados en Andorra, Portugal continental, España peninsular y las Islas Baleares. Cada especie cuenta con un mapa de distribución, una breve descripción y una o varias fotografías.
  • > 2 tipos de búsqueda (guiada y abierta) entre las que el usuario puede elegir libremente para identificar especies de manera intuitiva.
  • > Más de 300 ilustraciones que facilitan la identificación de especies.
  • > Cerca de 400 fotografías con los detalles más característicos de cada especie.
  • > Un glosario con más de 80 términos.
Los contenidos están orientados a todas aquellas personas que deseen iniciarse o profundizar en el conocimiento de los árboles de su entorno. Por ello, se ha hecho un esfuerzo por utilizar un lenguaje asequible y explicaciones sencillas sin abandonar el rigor científico.
Arbolapp funciona de manera autónoma sin conexión a internet, por lo que es de gran utilidad en excursiones a la naturaleza.

¿Dónde podremos utilizarlo?

Arbolapp funciona de manera autónoma sin conexión a internet, por lo que podremos utilizarlo en cualquier excursión a la naturaleza dentro de la Península Ibérica y las Islas Baleares.
Las explicaciones, sin abandonar el rigor científico, están hechas en un lenguaje asequible, de modo que pueda ser útil para toda persona que quiera iniciarse o profundizar en el conocimiento de los árboles de su entorno.
Dicho esto, poco más hay que añadir, porque al descargarla podremos empezar a aprender, a descubrir y, lo que es más importante a conocer mejor nuestros árboles. Cada vez más cerca de ellos. Cada vez más amigos.

Recurso didáctico en las aulas
El coordinador del proyecto, Eduardo Actis, ha incidido en que esta app es "una buena herramienta para que el ciudadano de a pie pueda adquirir conocimientos de botánica de forma entretenida". "Lo interesante es que una experiencia lúdica, como es pasear por un bosque, se pueda transformar en aprendizaje, aunque creemos que también puede ser un recurso didáctico en las aulas", ha señalado.

En este sentido, la vicepresidenta adjunta de Cultura Científica del CSIC y responsable del proyecto, Pilar Tigeras, ha afirmado que el objetivo del proyecto es "trasladar a la ciudadanía el conocimiento científico, a partir de una experiencia que está al alcance de cualquiera". Además, Tigeras destaca que "la integración de las TIC y la búsqueda de nuevos formatos es una apuesta del CSIC a la hora de divulgar la ciencia".

Durante la elaboración de Arbolapp, que comenzó el pasado febrero, un equipo multidisciplinar ha intervenido en todo el proceso: desde la selección de las especies, hasta la toma de fotografías, la elaboración de los textos y el desarrollo de la línea gráfica. El biólogo y educador ambiental Felipe Castilla ha sido el responsable de los contenidos.

El lugar idóneo para utilizar la aplicación es el medio natural. "Al centrarse en árboles silvestres, es decir, que crecen espontáneamente sin intervención humana, Arbolapp no incluye especies que solo se encuentran en parques, jardines, calles o terrenos forestales", comenta María Bellet, de la Unidad de Cultura Científica del RJB.

Los creadores de la aplicación apuntan que, con el objetivo de llegar a un público lo más amplio posible, la app está disponible en Google play y App Store tanto en castellano como en inglés. Asimismo cuenta con una página web ('www.arbolapp.es') con más información sobre su uso y contenidos.
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18 noviembre 2014

LOS AMANTES ÁRBOLES

Publicado para el Concurso: “Colunga Mágica", de Teresa y Víctor (COMPLETO)

fragmento 

(...) Sólo entonces me di cuenta que no era un solo árbol, sino dos, cuyas ramas se entrelazaban, se retorcían las unas contra las otras como si de dos amantes se tratase, unas veces con amor, otras con odio feroz, causando la sensación de algo unificado, compacto que producía en quien lo miraba una sensación de asfixia.
      -¿Ellos sueñan?- Miré al Nuberu con incredulidad.
      -Sí -me dijo-
      -Pero si sueñan, sin duda tú los has despertado al colgar en ellos mi ropa.
      -Ya estaban despiertos cuando colgué allí tu vestido- Replicó el Nuberu- Pero fueron ellos los que me pidieron que lo hiciera. Podría haberlo colgado en cualquier otro lugar.
      ¡Vamos!- dijo-Te contaré una historia.
      Y acariciando con suavidad la superficie rugosa del tronco de los árboles, el Nuberu no paró de hablar y de hablar con los ojos cerrados como si ese gesto le trasladase a una época remota.
Resulta- Empezó a decir- que hace mucho tiempo, vivieron aquí dos clanes que se odiaban a muerte.
Ese campo de lavanda en el que tú te has tendido hace unos instantes, fue testigo de una gran batalla. Entonces, no había ninguna flor por aquella época y la tierra se nutría de la sangre de los guerreros cuyos cadáveres de uno y otro bando habían quedado abandonados sin derecho a enterramiento.
      Este lugar se consideraba maldito por alguna razón para ellos. Bueno- Dijo el Nuberu sonriendo- en realidad si sé por qué les asustaba tanto. La razón éramos nosotros, los espíritus del bosque.
      Sucedió que el jefe de uno de los clanes al regresar de la batalla y contar las bajas y los supervivientes de sus hombres, descubrió que le faltaba uno: El más importante, su hijo.
Muerto de dolor y rabia regresó a este lugar en busca de su Lugo, su vástago pero resultó que se había hecho de noche. Los espíritus nocturnos del bosque se habían despertado y con sus gritos, ahuyentaron a las tropas que no pararon de azuzar a sus caballos hasta que se encontraron muy lejos del páramo. Muchos de ellos enloquecieron…  Asustados los otros, juraron que no volverían a poner un solo pie en el campo de aquella matanza pues los espíritus de los muertos pululaban por allí adueñándose de todas las almas que encontraban a su paso. Ante el miedo de aquellos sus aguerridos guerreros, el padre, no tuvo más remedio que claudicar y resignarse a la muerte de Lugo, su hijo pequeño. Pero el padre tenía otros dos hijos más que le sucedieran a su muerte por lo que la muerte de Lugo tampoco era un mal tan irreparable…
       No muy lejos de allí, en una aldea vecina, una dama de hermosos ojos azules, casi violetas, hija del cabecilla del clan contrario, dirigía sus pasos hacia este lugar. La joven rebelde cuyo nombre era Daanan, en honor a una diosa protectora, contradijo las órdenes de su padre que insistía que en aquel lugar en el que habían muerto tantos de los suyos y muchos de sus odiados enemigos, estaba impregnado de una oculta maldad a la que no quería ver expuesta a su propia hija. Habían trascurrido apenas dos días desde la mortal batalla y sin embargo, las leyendas sobre lo que allí acontecía por las noches ya campaban por todas partes.
      Daanan, quería ir a bañarse en el río, como acostumbraba a hacer y no quería perder la costumbre a pesar de todo lo que había ocurrido. Había ya anochecido cuando se dio un baño en las frías aguas del río bañadas por la pálida luz de la luna. Se quedó un instante quieta antes de salir, escuchando embelesada el canto de las lechuzas y los grillos.
      Cuando finalmente se decidió a salir era aún más de noche. Daanan no tenía miedo al bosque, al que debía volver para llegar a su poblado tras atravesar el campo y el río. Era una chica valiente a la que ni siquiera los aullidos de los lobos conseguían amedrentarle pero la idea de pasar entre todos aquellos cadáveres no le resultaba en absoluto divertida. Se puso el vestido con rapidez y caminó por el campo sembrado de muertos intentando no pisarlos ni mirar abajo por temor a reconocer algún rostro entre ellos. Se disponía a dar un último paso cuando sintió que una mano aferraba su tobillo lo que le hizo proferir un grito de terror.
      -¡Ayuda!- Sintió una voz débil que provenía desde abajo.
      Ante ella se arrastraba un hombre joven, apuesto, gravemente herido por una lanza bajo el costado.
      La herida tenía muy mal aspecto. Daanan se arrodilló ante el joven y tomó su hermoso rostro entre sus manos. Éste, finalmente, dejó caer hacia atrás su cabeza, palideció y pareció que dejaba de respirar. Asustada, la joven, volvió a hundir sus tobillos en las frías aguas del rio en dirección a la vegetación que crecía cerca de la cascada. Tomó de allí cuantas hierbas necesitaba para curar al joven, las mezcló con barro y agua del manantial y volvió a su encuentro a toda prisa.
      Le arrancó la lanza, limpió la herida y cubrió el agujero que había dejado el arma sobre las costillas del joven con el emplaste que había fabricado a base de agua, barro y plantas medicinales. Luego, le alejó de todos aquellos cadáveres, vigiló su fiebre y le habló continuamente para evitar que el joven Lugh acabase durmiéndose.
      Cuentan que la bella Danaan acudía a escondidas al encuentro de su amado día tras día. Robaba alimentos del poblado y también medicinas. Su amor por el enemigo de su padre era tan grande que ya no le importaba lo que pudiera ocurrir si éste llegaba a enterarse. Y la suerte no acompañó a los enamorados.
      Receloso por el extraño comportamiento de su hija, el caudillo, se hizo acompañar de uno de sus mejores hombres y al abrigo de la noche sorprendieron con estupor a la muchacha que besaba con ternura al hijo de su peor enemigo y lo que era aún peor curaba sus heridas y le proveía de alimentos..
      Ya no había marcha atrás.
      De haber estado solo, el caudillo tal vez habría hecho la vista gorda ignorando tan grande traición. Pero había un testigo. Y su hija y el hijo de su enemigo debían tener un escarmiento público.
      Los quemaron juntos en este mismo lugar, cerca del río.
      Cuentan, que compadecidos por tanto amor, los espíritus del bosque sembraron estos campos con la flor de lavanda en recuerdo a la hermosura de los ojos de ella y que con las cenizas de sus cuerpos abonaron la tierra en la que crecieron dos árboles que los representan.
Dos árboles que se complementan el uno, al otro, que se abrazan, que se retuercen, cuyas raíces se hunden fuertemente en la tierra y miran siempre hacia el cielo.
      Si te fijas querida Silvia- dijo el Nuberu finalmente abriendo los ojos- podrás ver como sus ramas dibujan la suavidad y belleza de dos rostros que se miran embelesados.
      -Es una historia muy hermosa- dije mirando los árboles y comprobando efectivamente lo que el Nuberu me decía. Permanecí allí con él mirando los árboles, acariciando como el Nuberu la superficie rugosa de sus troncos. Así se hizo de noche. (...)

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