25 enero 2022

No hay razón científíca ni técnica para esos ejemplares totalmente desmochados que vemos en las aceras.

Es posible que el lector urbanita se haya sorprendido en más de una ocasión parado en la acera mirando un árbol ayer frondoso y hoy desnudo, no solo de hojas sino de muchas de sus ramas, incluso mutilado de sus 'brazos' más gruesos. Y que se pregunte si es necesario dejarlos tan indefensos, privándonos del placer de la visión de su copa, refugio de pájaros, de su sombra y del frescor que neutraliza el calor del asfalto. Será así, puede que se responda, mientras casi siente dolor si pilla al operario motosierra en mano. Pero no. José González Granados, decano presidente del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales y experto en arboricultura, dice que «no existe ninguna razón que pueda explicar eso que hacen a algunos árboles».

     Explica que hay muchos tipos de poda. Las que se realizan sobre el arbolado agrícola tienen su técnica propia y su razón de ser, conseguir más frutos. Las de árboles forestales, en montes donde los ejemplares van a ser usados para madera, «tienen otras técnicas diferentes para conseguir, por ejemplo, que la madera tenga menos nudos, porque eso la devalúa». Y luego están los árboles ornamentales de ciudades y pueblos, «los que más maltrato reciben en nuestro país, con técnicas que no deberían darse por culpa de décadas de falta de información y podas realizadas mayoritariamente por personas procedentes del mundo agrícola o forestal. Y ves árboles descopados totalmente sin razón técnica ni científica, lo que supone un trauma para el árbol por mala praxis». La buena noticia es que pasa cada vez menos por la entrada en los ayuntamientos de técnicos forestales que saben de arboricultura.
     Aporta González Granados esta sentencia definitiva: «La mejor poda que se puede hacer es la poda que se puede evitar». Lo más importante, señala, es realizar una correcta selección de los árboles que queremos tener en nuestras ciudades, «porque, tradicionalmente, al lado de las fachadas se han plantado especies que llegan a medir 30 metros de altura». En esos sitios, aconseja, habría que elegir especies más pequeñas:«Se ha hecho mal y ahora se empieza a hacer algo mejor. Existen 250.000 especies de plantas vasculares (árboles, arbustos...), así que hay un gran elenco para elegir teniendo en cuenta sus características morfológicas, de adaptación al clima, previendo las condiciones que van a vivir en la ciudad...».
     Señala que el asfalto se recalienta y a veces el suelo no es el más adecuado para especies que, en ocasiones, no tienen ni espacio, porque los alcorques, los agujeros para la plantación, no alcanzan el metro cúbico mínimo que han de tener para que sean lo más longevos posible. «Nos ahorraríamos la mayoría de intervenciones de poda si eligiésemos la especie adecuada, porque todas al nacer son pequeñas, pero unas se quedan en 3 metros y otras alcanzan 30».
     Reconforta saber que hoy se hace todo lo contrario a lo que se hacía en los años 50, 60 y 70 del pasado siglo, cuando las ciudades se llenaron de olmos de Siberia, que llegan a los 15 metros con un crecimiento rápido en los primeros años, y plátanos, que alcanzan más de 50. «Yo vivo en Aranjuez –dice el ingeniero forestal–, una de las localidades con más arbolado de la comunidad y que tiene los mayores plátanos de España, de más de 250 años de edad, que no han sido podados nunca, con 52 metros de altura. Pues esa es la excepción, porque lo normal es que los plátanos se desmochen y no debería darse, es un grave error. Lo que pasa es que estas especies pueden aguantar tal atropello, pero en el caso de los arces negundos o los cinamomos, especies ornamentales muy usadas también en nuestras calles, cuando se les hacen estas intervenciones, estos desmoches, no los aguantan y mueren antes de tiempo».
     Habla de las podas de formación, que se hacen cuando pensamos que un árbol va a tener problemas por interferencias entre sus ramas: «Pero nos referimos siempre a cortar ramas pequeñitas, por debajo de los 5 centímetros de diámetro, porque hasta ahí la cicatrización es buena. Por encima de ese tamaño podemos tener problemas de enfermedades, porque la cicatrización tarda lo suficiente para dar tiempo a que por esas 'heridas' entren los patógenos. Hay que desinfectar las herramientas de poda, que tampoco suele hacerse, y se contagian enfermedades». Insiste en que ningún árbol necesita ser desmochado, pero a veces, ante las quejas de vecinos a los que se les meten las ramas por las ventanas, se acaban cortando. «Lo que hay que hacer entonces es una poda a la carta, porque cada especie tiene sus necesidades».

Captan menos CO2
     Dice el experto haber visto actuaciones nada razonables y que esos desmochados son denunciables. «No hay justificación técnica para cada año o cada dos o tres podarlos de esa manera para abaratar y evitar otras intervenciones, de limpieza de hojas, por ejemplo. Estás disminuyendo su esperanza de vida, si iba a vivir 80 años, ahora solo llegará a 20 o 30».
     Recuerda que los árboles realizan en las ciudades una importante labor de captación de CO2, «y cuando los dejamos desnudos, captan mucho menos. También dan una buena sombra en verano y beneficios a la salud desde el punto de vista paisajista y de hábitat de aves, así que hay que respetar su crecimiento. Pero se les hacen aberraciones. Si alguien cree en la reencarnación, nunca querría convertirse en árbol de ciudad».

Evita que tu perro orine en el árbol y no tires el cubo con agua de fregar
     Es una estampa completamente habitual ver a los perros orinando en la base de los árboles. «Yo evitaría eso, o llevaría una botella de agua para echar ahí e intentar diluirlo, como hacen ya muchos dueños de animales, porque a veces un mismo ejemplar de ciudad puede tener que sufrir a varios perros en un mismo día, lo que supone una cantidad de ácido úrico importante». También es frecuente ver cómo algunas personas que han estado limpiando los portales o las tiendas a pie de calle lanzan el cubo con el agua de fregar a la tierra donde el árbol hunde sus raíces, «y con tres cubos puedes llegar a matarlo, por la cantidad de químicos que le lanzas».
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23 enero 2022

La cubierta vegetal en los olivares

LOS OLIVARES Y LAS "MALAS HIERBAS"
Gabinete de Comunicación de la UJA

Investigadores de la UJA consideran esencial el manejo extensivo de las cubiertas vegetales de olivar y la presencia de áreas naturales para incrementar la diversidad de especies y sus funciones

Un estudio realizado, en el marco del proyecto Life Olivares Vivos, en cuarenta olivares distribuidos por las provincias de Jaén, Córdoba, Málaga, Granada, Sevilla y Cádiz permitió detectar 319 especies de plantas, un 7% de toda la flora de Andalucía, incluida una nueva especie para la ciencia, la Linaria qartobensis
El investigador Rubén Tarifa, realizando trabajos de campo.

Un trabajo de investigación liderado por Rubén Tarifa, doctorando de la UJA en el Departamento de Biología Animal, Biología Vegetal y Ecología, considera esencial el mantenimiento de las cubiertas vegetales de olivar y la presencia de áreas naturales para incrementar la diversidad de especies y de las funciones que estas desempeñan en el cultivo. Así, los esquemas agroambientales en estos agrosistemas deberían promover prácticas de manejo que favorezcan la diversidad y funcionalidad de las cubiertas vegetales, especialmente en aquellos olivares donde los parches de áreas naturales sean más escasos e incluso inexistentes.
     Así se desprende del artículo ‘La intensificación agrícola erosiona la diversidad taxonómica y funcional en los olivares mediterráneos al filtrar especies raras’ ("Agricultural intensification erodes taxonomic and functional diversity in Mediterranean olive groves by filtering out rare species"), publicado en la revista Journal of Applied Ecology, elaborado
por Rubén Tarifa junto a los investigadores Carlos Martínez-Núñez, Teresa Salido y el catedrático Pedro J. Rey, de la UJA; Juan P. González-Varo, de la Universidad de Cádiz y Francisco Valera, de la Estación Experimental de Zonas Áridas-CSIC.
     Este trabajo señala có
mo las plantas arvenses -vulgarmente "malas hierbas"- que componen las cubiertas vegetales del olivar son esenciales para sustentar su biodiversidad, ya que de todas ellas se alimentan multitud de organismos, principalmente aves e insectos (muchos de ellos controladores de plagas). Sin embargo, esta diversidad se ve comprometida por la intensificación agrícola. Por un lado, los paisajes agrarios cada vez están más simplificados y son más homogéneos, y por otro, el uso indiscriminado de herbicidas ejerce fuertes presiones sobre las comunidades de plantas, que acaban por reducir su diversidad de especies.
     “No solo es drástica la pérdida de especies, sino también la pérdida de funcionalidad. Además, hasta ahora, se desconocía si las prácticas agrícolas intensivas podrían estar afectando a las especies más raras, taxonómica y funcionalmente, o por el contrario a aquellas más comunes o dominantes. Se sabe que, en ciertas comunidades, las plantas raras desempeñan un rol muy importante dentro de la comunidad, sustentando funciones irremplazables dentro del ecosistema. Por todo ello planteamos este trabajo”, señala Rubén Tarifa.
     El olivar en Andalucía ocupa cerca de 1,5 millones de hectáreas. Se trata de un cultivo que presenta cubiertas vegetales de especies arvenses nativas que crecen de forma espontánea bajo la copa de los olivos. En el olivar, las cubiertas vegetales se manejan de forma intensiva, usando herbicidas y labranzas recurrentes, o de forma extensiva, desbrozando mecánicamente con ganadería y sin usar herbicidas. Además, a lo largo de la cuenca del Guadalquivir
se encuentran tanto olivares rodeados por un paisaje excesivamente simplificado, como
aquellos donde aún son frecuentes los reductos de vegetación arbórea y arbustiva natural, según se recoge en el trabajo.
     Para el desarrollo de esta investigación, realizada a lo largo de la primavera de 2016 en el marco del proyecto LIFE Olivares Vivos, los autores muestrea o la diversidad de plantas de las cubiertas vegetales de cuarenta olivares distribuidos por las provincias de Jaén, Córdoba, Málaga, Granada, Sevilla y Cádiz. Todos se disponían en un gradiente de “complejidad del paisaje”, desde olivares donde apenas quedaban parches de vegetación natural, hasta otros donde aún persisten los parches de matorral o bosque mediterráneo. La mitad de las fincas presentaban manejo de las cubiertas vegetales intensivo mientras que las otras veinte, un manejo extensivo. En cada una de ellas se registraron todas las especies arvenses que se ubicaban en una serie de cuadrados de 1x1 metros, distribuidos dentro de cada olivar.
     De esta manera, se detectaron 319 especies de plantas, un 7% de toda la flora de Andalucía. Incluso una nueva especie para la ciencia, la Linaria qartobensis, en un olivar que respeta las cubiertas vegetales desde hace más de 100 años. Posteriormente, se caracterizó la comunidad de plantas de cada una de estas fincas en base a las funciones que desempeñan en el olivar: si son o no polinizadas por los insectos, el peso de sus semillas, su altura… Así, los investigadores pudieron definir las funciones que desempeñan el conjunto de plantas de cada olivar.
     “En nuestro estudio encontramos que la diversidad de especies y las funciones que estas desempeñan en el olivar se vieron negativamente afectadas por la simplificación del paisaje de olivar y el manejo intensivo de las cubiertas vegetales. Las especies raras fueron las más afectadas en este proceso. Además, detectamos un umbral próximo a las 85 especies por olivar, a partir del cual incrementa la diversidad de funciones desempeñadas por las plantas que componen las cubiertas vegetales. Este umbral solo se alcanzó en olivares que además de mantener las cubiertas vegetales respetaron la presencia de parches de vegetación natural. Nuestros resultados evidencian la necesidad de conservar zonas “no productivas” dentro del olivar para tener cubiertas vegetales más diversas y multifuncionales, esenciales para hacer del olivar un cultivo más respetuoso con la biodiversidad“, explica Rubén Tarifa.

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21 enero 2022

Agradecimiento y adiós a un gran hombre, de Liverpool a Gran Canaria


DAVID BRAMWELL, el gran sabio de la flora canaria
Deja como legado en las Islas el mayor jardín botánico de España

El naturalista británico David Bramwell, considerado como una de las autorides mundiales sobre la flora de Canarias y el resto de la Macaronesia, ha fallecido a los 79 años, según ha informado el Cabildo de Gran Canaria.
      En 1973, a la muerte de Eric Sventenius fue nombrado director del Jardín Botánico "Viera y Clavijo" de
Gran Canaria, conocido también como El Jardín Canario. Es entonces, con Bramwell, cuando el Jardín Botánico se consolida como un centro de conservación, investigación y educación ambiental. En esta época yo conozco el Jardín, leo los libros de Bramwell y lo visito con frecuencia. Allí conozco a uno de los colaboradores del Jardín, Don Jaime O'Shanahan, que me anima a que los visite con escolares, al principio de su mano. 
     Poco a poco veo cómo se construyen nuevos laboratorios, un herbario y una biblioteca y, un poco mas tarde, se construye un vivero donde mantener las colecciones de plantas vivas.     
     No se puede hacer más que manifestar nuestro agradecimiento a don David por su legado científico, por difundir internacionalmente las peculiaridades de las plantas que solo pueden encontrarse en los archipiélagos de Canarias, Azores, Madeira, Salvajes y Cabo Verde. Galardonado en numerosas ocasiones y con una amplia bibliografía nos deja un gran conocimiento, investigación, conservación y divulgación. Gracias.
Don Eric Sventenius en el Jardín
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19 enero 2022

In memoriam... Diario de Sevilla

LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ, en "diario de Sevilla"
Los olmos de Reina Mercedes

La sentencia ya se está ejecutando: un total de 36 olmos del campus de Reina Mercedes pasarán a mejor vida debido a que su estado puede suponer un peligro para los viandantes. No tenemos nada que objetar a la decisión de los técnicos de la Universidad de Sevilla. Ellos sabrán. Pero eso no debe impedir que entonemos aquí nuestra particular endecha en memoria de un árbol, el olmo, que durante un tiempo fue un símbolo de la vieja Europa y que debido a la grafiosis y a la urbanización indiscriminada ha pasado a ser casi un proscrito en nuestros campos y ciudades. Bajo no pocos olmos o negrillos (como se le llamaba popularmente) se sentaron muchos de los concejos de las aldeas y lugares de España a tratar sus asuntos, y el hecho de que el antiguo y ya desaparecido edificio del gobierno municipal de Sevilla (ubicado en la actual plaza Virgen de los Reyes) se llamase el Corral de los Olmos nos indica hasta qué punto el ulmus romano fue un príncipe en la arboleda ibérica. En alguna otra ocasión ya hemos mostrado nuestra intención de fundar una cofradía para dar culto a la Virgen de los Olmos (quizás con la jubilación), anónima imagen medieval que actualmente se encuentra en la capilla de San Antonio de la Catedral y cuya réplica, realizada por Juan Luis Coto en el último tramo del siglo XX, adorna una hornacina de la Giralda. Entre pocos devotos podríamos proveer las ceras, aceites y latines necesarios para honrar esta imagen de tan bello nombre, factura y significado, patrona y abogada de los bosquetes sevillanos.
     Los niños de la Transición hemos visto crecer poco a poco el campus de Reina Mercedes. Lo vimos pasar de su condición de descampado polvoriento, con cines de verano (Los bingueros, Se acabó el petróleo, etcétera) y algunos edificios aislados (pero de buena calidad arquitectónica, como las escuelas de Ingenieros y Arquitectura), al muy digno campus de carreras científicas y técnicas actual, aunque algo apelmazado y con muchos menos metros cuadrados verdes de los que hubieran sido deseables. Ahora nos enteramos del patíbulo que han levantado a estos 36 olmos, cuya sombra buena y fresca será sustituida por la que proporcionarán otras especies mejor adaptadas a los nuevos tiempos: sóforas japónicas, catalpas y árboles del amor. Son especies hermosas y con floraciones muy vistosas, pero nunca podrán sustituir la compostura del olmo, el árbol que don Antonio Machado eligió para cantar en un conocido poema la dignidad de la vejez.


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