La nao San Juan emerge de su historia con madera de Navarra
La réplica del ballenero, hundido en 1565 en Canadá, reposa en aguas de Pasajes tras la botadura de su casco, construido con 270 robles de Sakana (Navarra)
La botadura de su casco, 29 metros de eslora y 7,5 de manga del barco, supone un avance en su singladura.
Algo más de diez minutos ha durado la maniobra pausada del casco de la embarcación, con el alma mater de su proyecto de construcción encaramado en la proa. Xabier Agote ha colocado una rama de olivo, poco antes de que unas gotas de sidra rociase la reproducción.
Se han escuchado irrintzis y el sonido del cuerno, poco después de las cinco de la tarde y después de una jornada de discursos y repaso a la fase inicial de construcción.
En presencia de las autoridades invitadas, entre las que se encontraba el presidente de la Mancomunidad de Sakana, Aitor Larraza (EH Bildu), la nao se ha deslizado por la rampa hacia el agua para ser remolcado al interior del puerto donde se continuará con su segunda fase de elaboración.
Tiene especial significado su botadura para Navarra, en especial, para dos zonas: Sakana, de donde partieron los 270 robles seleccionados, y los abetos de la selva de Irati.
El protocolo de esta tarde tiene además un significado histórico por rescatar el episodio del ballenero original, hundido en Red Bay. Pereció en 1565, a los dos años de su construcción, a los embates de una intensa tempestad. Sus restos descansaron en el lecho marino, entre la incógnita y la expectación que siempre despierta la búsqueda de un barco caído en desgracia. En 1978, el enigma de su localización desapareció. Con su hallazgo resurgió la historia de un pionero de la navegación.
Solía decir Xabier Agote, presidente de Albaola, que “mirar al barco es mirar a Navarra”, por la contribución que realizó con el abastecimiento de la materia prima de una otrora pródiga construcción naval.
La nao San Juan es emblema del Patrimonio Subacuático de la Unesco. Volverá a navegar de nuevo, aunque sea con un esqueleto renovado y diferente del que acabó en el fondo en la península canadiense de Labrador.
BOTADURA CON SIDRA
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