viernes, 12 de abril de 2024

Takahashi en Aomori, el cronista de Japón (082)

TAKAHASHI HIROSHI (1960, Japón)
El ginkgo Koyasu de Ichōnoki (prefectura de Aomori)


Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: Ichōnoki 19, Shichinohe-machi, Kamikita-gun, Aomori-ken 039-2561
Perímetro del tronco: 12,1 m.      Altura: 25 m.        Edad: 700 años
Designado Monumento Natural Prefectural.
Tamaño ★★★★       Vigor ★★★★★       Porte ★★★★★
Calidad del ramaje ★★★★    Majestuosidad ★★★★


En las avenidas arboladas de Japón descubrimos las más variadas especies, desde los olmos keyaki o los alcanforeros, hasta los cerezos sakura. Pero la especie más abundante es el gingko o ichō. Resistente tanto a los gases de escape como a las podas, su condición de árbol caducifolio le permite extraer, además, todos los matices del ciclo estacional. Y no habrá que decir que es el magnífico amarillo que alcanza en la estación otoñal lo que en mayor medida le ha valido el favor de la gente.
     El ginkgo Koyasu se alza en la parte central del término municipal de Shichinohe-machi, en la prefectura de Aomori. El nombre del lugar es, precisamente, Ichōnoki (Árbol de Ginkgo o Ichō) y no parece equivocado pensar que haya sido este ejemplar, que destaca entre sus congéneres por su espectacular tamaño, el que ha dado origen al topónimo.
     El árbol perdió hace ya mucho tiempo y probablemente debido a un rayo la parte superior de su tronco principal, pero de la parte quebrada se desarrollaron varias grandes ramas en sentido horizontal, de modo que su crecimiento no se ha interrumpido. Al contacto con la tierra, algunas de las ramas se han separado e independizado totalmente del árbol principal, que hace gala de una capacidad de crecimiento impresionante. Tampoco desmerecen las raíces aéreas que descienden del tronco y que llegan a superar, en algunos casos, el metro de longitud. Es posible observar el proceso por el cual una parte de estas raíces aéreas se va clavando en la tierra y produciendo nuevos troncos que acaban siendo absorbidos por el tronco principal. No puede uno dejar de sentir la portentosa vitalidad de esta especie arbórea.
     Los alrededores forman un vasto parque rural del que este ginkgo es protagonista indiscutible. Sin ningún estorbo visual, su silueta puede ser contemplada a placer desde cualquier ángulo. Hacia mediados de noviembre es el momento en que el árbol adquiere su característico manto amarillo que va extendiéndose por su inmensa copa. Poco después las hojas van cayendo y formando una tupida alfombra amarilla igualmente digna de verse.
     Llegado el invierno y perdidas ya por completo sus hojas, el árbol muestra una cara enteramente nueva. Es entonces cuando la forma del árbol, que durante el verano y el otoño ha permanecido oculta bajo el espeso follaje y era perceptible apenas como un vago semicírculo, se muestra tal como es. El ginkgo Koyasu destaca por su forma especialmente bella, realzada por lo arrugado de su corteza, que no se ve afectada por la pérdida de las hojas. Un insigne ejemplar que sigue atrayendo visitantes de las regiones más distantes.

Nº 082

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