Los bosques de las iglesias protegen los frágiles paisajes de Etiopía
La iglesia Debre Mihret Arbiatu Ensesa, que se parece a un molinillo de colores desde arriba, está rodeado de árboles. Pero los campos secos y cálidos están a pocos pasos de distancia. |
De
niño, Alemayehu Wassie Eshete iba a la iglesia todos los domingos.
Caminaba por carreteras de tierra seca entre campos de trigo en su
provincia natal del norte de Etiopía. Al final del viaje le esperaba un
premio: la entrada a otro mundo, literalmente.
Las
iglesias de la Iglesia Unitaria Ortodoxa Etíope —el grupo religioso
dominante en Etiopía, con casi 50 millones de fieles— casi siempre se
encontraban en bosques vitales y sombríos. Los bosques, según la
creencia religiosa, eran como ropa que rodeaba la iglesia que albergaban
en su núcleo, tan integrantes del espacio religioso como el mismo
edificio eclesiástico. Wassie salía del cálido sol y entraba en un mundo
hermoso y fresco, lleno de cantos de pájaros y plantas aromáticas, un
pequeño punto caliente de biodiversidad y espiritualidad.
«Desde una perspectiva ecológica, es como pasar del infierno al cielo», afirma. «Vas de los campos secos y cálidos al precioso
bosque. Cualquiera puede verlo como algo solo hermoso, pero el bosque
significa más. También es un lugar espiritual donde la naturaleza es
perfecta y puedes rezarle a Dios».
Un sacerdote vestido con túnicas ceremoniales frente a un mural de vivos colores en la iglesia de Robit Bahita, cerca de Bahir Dar. |
Los campos cerca de la iglesia de Gebita Giyorgis invaden la franja de bosque eclesiástico. |
El corazón de la Comunidad
Las
iglesias y los bosques que las envuelven han servido de núcleos para
comunidades locales, partes integrantes de la vida religiosa y secular,
desde el siglo IV d.C. Los bosques aportan una especie de «cobertura de
respeto» para las iglesias y las riquezas que albergan. Se estima que
algunos de ellos tienen 1.500 años de antigüedad: son islas diminutas y
antiguas de hábitat histórico en un paisaje cambiado.
A principios del siglo XX, se estima que un 40 por ciento de Etiopía
estaba cubierto de árboles. Pero a lo largo del siglo pasado, con el
aumento demográfico, la demanda de alimentos se disparó. Las hectáreas
de bosque se vieron reemplazadas por campos agrícolas. Poco a poco, con
el paso de décadas, la cantidad total de tierra cubierta de árboles
disminuyó. Ahora se sitúa en torno al 4% del país. En
Gondar del Sur, los fragmentos de bosque están separados en casi 1.500
franjas diminutas.
Las franjas forestales
restantes —lugares fundamentales para la biodiversidad— están
amenazadas. Especies invasoras como el eucalipto, que son valiosas
porque crecen rápido y sirven como leña, están entrando en algunas de
ellas. El ganado, que vaga en los bosques sombríos y frescos, pisotea
plantas jóvenes y daña árboles antiguos.
Defensores del bosque
Al principio, Wassie centró su investigación en comprender qué vivía en los bosques y cómo podrían convertirse en lugares fundamentales para preservar lo que quedaba del hábitat forestal etíope restante. Como parte de sus estudios de doctorado, contó las diferentes especies de flora y fauna. También contó las semillas presentes en el suelo, lo que le revelaría qué bosques podían recuperarse y generar árboles nuevos en el futuro. Primero, midió si estaba germinando algún árbol nuevo y rastreó cómo el ganado estaba dañando el delicado sotobosque.
El santuario de la iglesia de Ural Kidane está decorado con pinturas narrativas ornamentadas muy elaboradas ante las que reza un sacerdote. |
La multitud observa cómo
devuelven una réplica del Arca de la Alianza a su santuario dentro de la
iglesia al final del festival de Timket, iglesia en la que se celebra
la Epifanía |
Dos mujeres caminan por el bosque de la iglesia de Betre Mariam cerca de Zege |
Un sacerdote de la iglesia de Robit Bahita sostiene una cruz en el bosque. |
En una conferencia académica en México, Wassie conoció a Meg Lowman, una bióloga estadounidense, y captó su interés con su presentación acerca de los bosques de las iglesias. Lowman invitó a Wassie a visitar su laboratorio para hablar más del proyecto. Cuando llegó utilizó Google Earth para imprimir imágenes de los bosques de las iglesias desde arriba. Se les ocurrió que podrían colaborar para estudiar y conservar los bosques, Lowman tenía contactos en la comunidad científica estadounidense para respaldar la investigación y Wassie contaba con un amplio conocimiento de los bosques y había establecido relaciones con los sacerdotes que cuidaban de ellos. Wassie llevó a Lowman a Etiopía, donde organizaron un taller para más de 150 sacerdotes, muchos de los cuales caminaron durante días para asistir. Los científicos proyectaron las fotografías de Google Earth en una sábana y mostraron a los sacerdotes cómo habían mermado los bosques con el paso del tiempo.
Un joven novicio se apoya en un árbol que crece en el bosque que rodea la iglesia de Robit Bahita. |
Un sacerdote de la iglesia de Robit Bahita, cerca de Bahir Dar, posa para un retrato.
«Les apasionó desde el principio porque se consideraban guardianes de
todas las criaturas de Dios», afirma Lowman. «Yo, como científica de
conservación, creo que tenemos la responsabilidad de salvar la
biodiversidad. Tenemos el mismo objetivo»
Construir una solución
Los científicos decidieron con los sacerdotes que lo más eficaz y directo que podían hacer para preservar los bosques era construir muros bajos que demarcaran los bosques y evitasen la entrada de los animales.El año siguiente Wassie y Lowman habían recaudado el dinero suficiente para dar comienzo a la construcción. Descubrieron que esta sencilla solución resultó ser increíblemente eficaz. Cada vez más sacerdotes empezaron a pedir ayuda para construir sus propios muros.
Ahora, unos pocos años después, el dúo científico ha ayudado a más de 20 comunidades a erigir muros alrededor de sus bosques y tienen una lista mucho más larga de lugares donde querrían construir más. En los lugares donde han construido muros, los bosques prosperan tanto que los sacerdotes han decidido ampliarlos para que los bosques puedan expandirse aún más. En los bosques de las iglesias intactos, la calidad del agua es mejor que en los campos circundantes, los plantones de árboles sobreviven mejor, y los polinizadores —importantes tanto para las especies de los bosques como para la agricultura que los rodea— abundan.
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