sábado, 16 de octubre de 2021

Takahashi en Saitama 3, el cronista de Japón (012 y 053)

TAKAHASHI HIROSHI (Yamagata, 1960)
El kominekaede del templo de Saizenji (prefectura de Saitama)

El follaje otoñal de los bosques japoneses pasa por ser el más bello del mundo. Esto se debe a la abundancia de especies latifolias de hoja caduca. Entre ellas, las más emblemáticas son las diversas especies de arce japonés, llamadas genéricamente momiji, palabra que se ha pasado a significar, por extensión, este bello fenómeno estacional. Los tonos que adquieren son especialmente atrayentes. No solo colorean montes y valles: armonizan de modo inimitable con santuarios y viejas casas.
     Por lo que se refiere a su tamaño, pocas especies alcanzan grandes dimensiones, siendo las principales el ichō (Ginkgo biloba), el keyaki (Zelkova serrata, especie de olmo) y los cerezos sakura. Los tonos más uniformes y llamativos los alcanza el ichō. Hay otros árboles cuyas hojas adquieren tonos parecidos y el amarillo del katsura (Cercidiphyllum japonicum) es desde luego espectacular, pero esta especie suele crecer en zonas recónditas de montaña y sus galas otoñales se extienden y retiran sin muchos testigos. Por el contrario, el ichō, que suele crecer en áreas habitadas, estamos acostumbrados a verlo en bulevares o como árbol sagrado en santuarios sintoístas. Es, pues, una presencia muy familiar para los japoneses. Las largas hileras de ichō situadas en los jardines de Meijijingū Gaien (Tokio), en el bulevar de Midōsuji (Osaka) y en otros muchos puntos próximos a zonas céntricas y comerciales congregan, ya bien entrado el otoño, a un gran número de visitantes. La forma en que las amarillas hojas van cubriendo los recintos de los santuarios sintoístas, parques y calles está entre los fenómenos que mejor transmiten a los japoneses la sensación de otoño.

Especie: KominekaedeAcer micranthum Sieb. et Zucc., familia Aceraceae, género Acer) ※Algunos lo consideran de la especie irohamomiji (Acer palmatum).
Dirección: Yokoze 598, Yokoze-machi, Chichibu-shi, Saitama-ken 368-0072
Perímetro del tronco: 3,8 m.       Altura: 7,2 m.          Edad: 600 años.
Designado Monumento Natural de la Prefectura de Saitama.
Tamaño ★★★   Vigor ★★★★    Porte ★★★★★      Calidad del ramaje ★★★★★
Majestuosidad ★★★★

        El templo de Saizenji es la octava escala en la ruta de los 34 Santuarios de Kannon de Chichibu y, como tal, recibe un gran número de visitantes. La trinidad budista venerada en el pabellón principal del templo se ha ganado la fe de quienes aspiran a tener una larga vida, siendo conocida desde tiempo inmemorial por el sobrenombre de Bokefūji (“Libradora de la senilidad”).
     La otra celebridad de este famoso templo es su árbol, un kominekaede (Acer micranthum Sieb. et Zucc, especie de arce japonés) cuyo encanto se renueva con cada estación de año, no aburriendo nunca al visitante habitual. Su ramaje tiene una envergadura de 18,9 m Norte-Sur y de 20,6 m Este-Oeste, con un perímetro de copa de 56,3 m, medidas que hacen de este ejemplar uno de los mayores de su especie en el país. En una entrega anterior de esta serie de artículos tratamos ya de este ejemplar (“El kominekaede del templo de Saizenji”), pero entonces lo presentamos en la primavera, cuando su corteza queda cubierta por una aterciopelada capa de musgo. No habrá que decir lo hermoso que es el intenso verde de sus hojas, pero es que el color del árbol se intensifica todavía más cuando la temporada de lluvias que sigue a la primavera lo recubre con un musgo siempre húmedo, lo que le da un aspecto inigualable. Como una verde alfombra, el musgo se extiende también a los pies del árbol, creando una atmósfera de misterio. Pues bien, en el mes de noviembre, ya en pleno otoño, sus hojas van tiñéndose de rojo, un nuevo acto de este drama, igualmente digno de verse. Conforme avanza el proceso, puede disfrutarse un bello degradé, pues con las hojas rojas van mezclándose otras amarillas. Pero el espectáculo continúa en invierno, porque en Chichibu no es raro que este traiga nieve, dándonos oportunidad de contemplar nuestro árbol embozado con su blanco manto. Nunca se cansa uno de mirar este famoso momiji de la región de Kantō. El mejor momento para verlo rojear es entre mediados de noviembre y principios de diciembre. Durante esta temporada el lugar siempre está lleno de visitantes que aspiran a disfrutar de alguna de las fases de su gradual transformación. Y el Saizenji no se acaba en este árbol. A principios del verano alcanzan su máximo esplendor las peonías y al llegar el otoño lo hace el kinmokusei (Osmanthus fragrans, olivo fragante). Estamos en el “Templo de las flores”, tal como se lo conoce, y no falta el mukuge (Hibiscus syriacus, rosa de Siria o altea) ni el sarusuberi (Lagerstroemia indica, árbol de Júpiter o lila de las Indias). No en vano el Saizenji ocupa el primer lugar entre los templos de la prefectura de Saitama incluidos en la lista de los 100 más floridos de la mitad oriental del país. Un templo para disfrutar a lo largo de todo el año.

Nº 012-053 -----

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