miércoles, 4 de septiembre de 2019

STEFANO MANCUSO (Italia, 1965)
“Debemos cubrir nuestras ciudades de vegetación”
Foto: Mané Espinosa

Stefano Mancuso, neurobiólogo vegetal. Tengo 54 años. Nací en Calabria y vivo en Florencia. Estoy casado, sin hijos. Soy profesor en la Universidad de Florencia, donde dirijo el Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal. El capitalismo es el peor enemigo del medio ambiente. Creo en un principio divino

Mundos por descubrir
Empezó a estudiar el mundo vegetal sin hacer ruido en su laboratorio de la Universidad de Florencia. Hoy es una de las autoridades mundiales en el campo de la neurobiología vegetal, ha publicado más de 250 artículos científicos en revistas internacionales y varios libros en los que demuestra la inteligencia de las plantas, un concepto que nos cuesta entender porque, como los pulpos, no tienen cerebro, sin embargo aprenden, tienen memoria, cuidan de sus hijos, toman decisiones, resuelven problemas. En El increíble viaje de las plantas (Galaxia Gutemberg), una delicia, explica como se mueven y viajan. Insiste en que debemos inspirarnos en el reino vegetal para afrontar los retos que amenazan la vida de este planeta.
 

La vida ha vuelto a Chernóbil. 
Sí, equilibrada, exuberante. Con algunos colegas hemos estudiado durante años el área de exclusión, 30 kilómetros en torno a la zona de la central nuclear.
 

Imposible para la vida humana.
Nadie la ha pisado en los últimos 30 años. Esperábamos la muerte de cualquier tipo de vida debido a la radiación.

Pero no.
Eliminar al ser humano ha permitido que esta zona se convierta en uno de los territorios de mayor biodiversidad de Europa. Lo ocurrido roza lo increíble: han crecido las plantas, los ­árboles, y han vuelto los osos, lobos, caballos, ­alces, zorros, pájaros.... Y la lluvia.
¡...!
Todos los parámetros que se pueden observar nos indican que el ser humano es mucho más peligroso que la radicación nuclear.

Son plantas y árboles radiactivos.
La vegetación ha obrado allí un milagro porque ha absorbido toda la radiactividad. Una de las pesadillas es que se produzca un incendio en ese bosque, porque la radiactividad volvería a ser liberada en la atmósfera.

Hay que venerar a esas plantas.
Deberíamos entender que nuestra propia vida depende de las plantas. Lo que comemos, lo que respiramos, todo nuestro planeta depende de ellas. Sin las plantas el planeta Tierra sería como Marte. Las plantas son el principio divino de este planeta.

¿La vida gana siempre?
Nuestro universo va hacia el desorden, la disolución, y la vida va contra esta tendencia, es un acontecimiento fundamental para el universo.

¿Y qué pinta el hombre en este proceso?
El ser humano inventó un concepto que es el drama de todo lo que nos sucede: es el concepto de mejor. Toda nuestra vida se basa en: yo soy mejor, aquel es mejor que ese.
 

¿Pueril?
Cuando tú te sientes superior nace el racismo, la explotación; y si te sientes superior a los otros seres vivos los usas como si fueran cosas. ¿Pero cuál es el objetivo de la vida?

La propagación de la especie.
Nos creemos superiores porque hemos escrito El Quijote, levantado la Capilla Sixtina... No lo somos, nos extinguiremos en unas décadas y todo esto quedará en nada. Existimos desde hace tan sólo 300.000 años, y la vida media de una especie es de cinco millones de años.

No parece que vayamos a llegar.
Estamos devorando el planeta. Nuestra extinción demostrará que nuestro gran cerebro no es una ventaja evolutiva sino una desventaja. Somos peores que el resto de los seres vivos.

Ahora luchamos contra las plantas invasoras de una manera absurda y obsesiva.
Es otra demostración de nuestra estupidez, de que no entendemos la vida. Esta obsesión por la invasión, por la inmigración, ya se trate de plantas, animales o seres humanos, tiene el mismo origen, el de que hay que preservar lo nuestro.

Ya.
No tiene sentido. La vida funciona a través de la migración, que es uno de los factores que permiten la supervivencia de las especies. Nosotros llegamos a Europa desde África hace 30.000 años, que es nada. Y las plantas que crecen hoy aquí no son nativas, todas son plantas invasoras, empezando por las que nos alimentan. La idea de que nos tenemos que proteger de lo foráneo es una estupidez.

Entre tanto, ¿qué ha descubierto sobre el comportamiento de las plantas?
Dos cosas realmente extraordinarias. Hemos demostrado finalmente que las plantas son capaces de memorizar y de aprender. Hasta ahora se pensaba que para ello se necesitaba un cerebro, que la capacidad de memoria y aprendizaje sólo estaba en los animales.

Bueno, en el ser humano es inteligencia, y en el resto, instinto.
Esta es otra de las miles de demostraciones de nuestra presunción extrema. A nuestra especie la hemos llamado sapiens sapiens, ¡dos veces! Tenemos la obsesión de que lo que hacemos nosotros es superior, y eso nos limita.

¿Los cuidados parentales de las plantas son una certeza o sigue en discusión?
Lo sabemos, se han realizado muchísimos es­tudios y podemos afirmar que las plantas pro­digan cuidados parentales a su propia especie que pueden durar 20 años.

¿Qué debemos aprender de ellas?
A convivir. El problema principal del cambio climático es el aumento del anhídrido carbónico en nuestra atmósfera. Tenemos que cubrir nuestras ciudades de vegetación, y no me refiero a tener más parques y avenidas con árboles, sino a cubrir literalmente todo de plantas.

Paredes, azoteas, balcones, calles...
El 70% del CO2se produce en las ciudades, utilizando las plantas lo eliminaríamos. No he enloquecido, con relación a todas las otras soluciones es la más efectiva y barata, y tenemos todas las técnicas para hacerlo.

¿Por qué nos cuesta tanto?
Es un problema cultural, nuestra idea de la ciudad es mineral, en contraposición a la naturaleza, y es dañina incluso para nuestra salud personal, que está directamente vinculada a la presencia de las plantas y los árboles.

Sabemos que su presencia mejora la salud.
Se han publicado miles de estudios científicos que lo muestran, incluso un fémur se suelda en la mitad de tiempo ante la presencia de plantas.

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